viernes, 17 de septiembre de 2010

1151.- LUUK GRUWEZ


Luuk Gruwez Courtrai, Bélgica, 1953. Poeta, dramaturgo, narrador y periodista. Obras: Stofzuigergedichten, 1973; Ach, wat zacht geliefkoos om een mild verdriet, 1977; Een huis om dakloos in te zijn, 1981; De feestelijke verliezer, 1985; Dikke mensen, 1990; Vuile manieren, 1994; Bandeloze gedichten, 1996; Dieven en geliefden, 2000; y Allemansgek, 2004. Obra en prosa: Het land van de wangen); Het bal van opa Bing, 1994; y In Een stenen morder, 2004. En 1995 escribió Lucky Star, un monólogo para la televisión holandesa y flamenca y en 1996 Een bijzonder bevallig paar, un drama para televisión. Una colección de sus columnas apareció en 1999: Slechte gedachten. Y en 2002 De maand van Marie, 4 monólogos de mujeres de diferentes generaciones.



Poemas de Luuk Gruwez

Los gordos

I

Los gordos del amor lo saben todo,
hasta en los puntos más remotos de sus cuerpos,
las catacumbas de sus carnes.

Sus vientres son tierra extraña donde habitan,
siempre anhelando las cinturas más delgadas
que en la boca les producen agua cual pasteles.

Nadie más sinceramente afligido,
de sonrisa tan tristona en esa panza apartada,
en esos pies lejanos y esas nalgas hinchadas,

como si constaran sólo de excedentes:
casi un centenar de kilos vacuos
que jamás nadie querrá.

Traducción española: Diego J. Puls






Lenguas

para Jozef Deleu

Tómese una madre,
una madre de buena calidad.
Extírpesele la lengua.
Devuélvase la madre a su lugar.
Acto seguido, tómese un niño,
también de buena calidad,
un niño que apenas sepa decir mamá.
Extírpesele la lengua.

Repítase la operación las veces que haga faltav hasta disponer de suficientes lenguas
para la adquisición de un idioma.
Hacen falta muchas lenguas para un mismo idioma.
Pues despiadado es todo idioma y tierno
como lo es para un cadáver el formol.

Así nacerá lo que llamamos idioma materno.
Muchos países disponen de ellos, es verdad.
Incluso en los más recónditos confines
se oye hablar idiomas maternos excelentes.

Córtese del idioma materno a la madre,
separando nuevamente madre e idioma.
(Cuando hay mucha madre, amenaza jerigonza.)
En ningún caso hay que desecharla,
puede aprovecharse en otro instante.
Consérvesela durante algún tiempo
en un lugar seco y frío, naturalmente.
Guárdese silencio.

Mézclese lo sutil con lo fútil,
lo sublime con lo imbécil.
Mézclese el olor corporal con el mortal,
lo perfecto con lo perverso,
todo en partes iguales.

Entonces, sólo entonces
y ni un solo segundo antes:
háblese.







Álbum

Muerte, sé cortés, que está por venir mi madre.
Con su cartera y su mejor sombrero,
agraviada hasta la mismísima polvera,
despojada, pobrecita, de toda gloria.

Ya viene: señorita ahogada en señora.
El alma sollozada en un pañuelo,
el cuerpo racionado de tal forma
que no alcanzó para más que medio siglo.

Ese esqueleto precioso con peluca,
que no resulta fácil de olvidar;
su falibilidad en casi todo,
especialmente a la hora de morir.

Traducciones de Diego Puls y Carmen Bartolomé




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