lunes, 30 de septiembre de 2013

RIN ISHIGAKI [10.597]

 Ishigaki Rin / 石垣りん

Rin Ishigaki

(1920 - 2004)
Poeta y ensayista nacida en 1920 en Akasaka, región central de Tokio, localizada en el centro este de la isla de Honshu (una de las cuatro islas principales de Japón). Su poesía y sus ensayos se han centrado en la descripción de diversas formas de vida, y sobre todo tiene como anclaje su propia historia.
Una vez finalizados sus estudios primarios, en 1934, comienza a trabajar como empleada bancaria en Nihon Kogyo y con su sueldo ayuda a mantener a su familia. Mantuvo este empleo hasta el año 1975, por lo que muchas veces se la ha nombrado como “la poeta bancaria”, y desde esa identificación también mantuvo fuertes lazos con la lucha sindical llevada a cabo desde colectivo de empleados bancarios.
Sus más de 40 años realizando este empleo, no le prohibió desarrollar su pasión por la escritura, por el contrario ella logró ensamblar ambas cosas. Es así como varios de sus poemas refieren directamente a la economía del país, a la situación de su sociedad y al contexto que le ha tocado vivir.
Para 1959 edita su primer libro La cacerola, el pote, el fuego ardiente que tengo delante de mí, donde comienza a vislumbrarse esta referencia a su vida cotidiana, a la situación y el posicionamiento de la mujer en Tokio, y sobre todo, su búsqueda identitaria.
Nueve años más tarde publicará su segunda obra La placa de identificación y otra trabaja donde aparece nuevamente esta dicotomía entre su trabajo como empleada bancaria y su identidad como escritora, en la búsqueda de escapar al sistema burocrático que convierte su vida cotidiana en una repetición constante y el encuentro con la poesía como punto de fuga y elaboración de esa “otra” que aparece en el título de la obra.
Y siguiendo esta misma línea, publicará “Currículum Vitae” en 1979 y luego “Palabras Blandas” en 1984.
Toda su obra se enmarca en la dialéctica entre las complicaciones de su vida laboral y su vida doméstica, atravesada siempre por el contexto que la rodea (no serán ajenas las referencias a la guerra y la posguerra japonesa), sumado a un vocabulario cotidiano que logra crear imágenes cercanas desde el otro lado del mundo.
Rin Ishigaki también se ha dedicado a escribir ensayos, donde nos acerca la historia de su vida y nos permite conocer algunas de sus opiniones. Pero su principal labor siempre estuvo marcada por la composición poética. 

Fallece en 2004, a sus 84 años de edad y habiendo logrado jubilarse como empleada bancaria en 1975, para dedicarse enteramente a la escritura.

Por M. Emilia Sganga


Bibliografía:

Poesía:

Watashi no Mae ni aru Nabe to Okama to Moeru Hi to (In Front of Me the Pot and Ricepot and Burning Flames and), first published by Shosi Eureka, Japan, 1959, republished as Rin Ishigaki Collection I by Kashinsa, Tokyo, 1988, and republished again under the original title by Dowaya, Japan, 2000.
Hyôsatsu nado (Nameplates etc.) Shichosa, Tokyo, 1968, republished as Rin Ishigaki Collection 2 by Kashinsha, Tokyo, 1987, and under the original title by Dowaya, Japan, 2001.
Ryakureki (Brief CV) Kashinsha, Tokyo, 1979, republished as Rin Ishigaki Collection 3 by the same publisher in 1987, published for a third time under the original title by Dowaya, Japan, 2002.
Yasashii Kotoba (Soft Words) Kashinsha, Tokyo, 1984, republished as Rin Ishigaki Collection 4 by the same publisher in 1987, republished under the original title by Dowaya, 2002.
Rin Ishigaki Collected Poems, Shichosa, Tokyo, 1971.
Rin Ishigaki in the series “Modern Japanese Poets”, Chuo Koron, Japan, 1983. 
Carrying the Sky, Dowaya, Japan, 1997. 
Rin Ishigaki Collected Poems, Kadowkawa Haruki Office, Tokyo, 1998. 
At a Corner of the Universe – Rin Ishigaki’s Poetry, Rironsha, Japan, 2004

Ensayos:

Humor No Sakoku (Isolation of Humour), Hokuyosha, Tokyo, 1973, republished by Kodansha, Tokyo, 1981 and Chikuma Shobo, Tokyo, 1987.
Honoo Ni Teo Kazashite(Hands over the Fire), Chikuma Shobo, Tokyo, 1980, republished by Saitama Fukushikai, Japan, 1994.
Yoru No Taiko (Drums in the night), Chikuma Shobo, Tokyo, 1989.
Shino Nakano Fukkei (Scenes in Poems), Fujinnotomosha, Japan, 1992.



La Isla

Estoy parada en un inmenso
espejo.
Una solitaria
pequeña isla.
Separada
de todos
Conozco
La historia de la isla.
Las medidas de la isla.
Cintura, busto y caderas.
La ropa de estación.
El canto de los pájaros.
La primavera escondida.
La fragancia de las flores.
En lo que a mí respecta
Vivo en la isla.
La he cultivado, la he construido
Sin embargo
Es imposible conocer
Todo acerca de esta isla.
Imposible establecerse
de forma permanente.
En el espejo contemplándome
A mi misma: Una isla lejana.

Traducción: Graciela Dondi






Una palabra

Muy viva, en mi cabeza
flota la línea de un poema,
y de pronto se escapa.
Como el pez no pescado,
no es frecuente que vuelva.
Pero a veces, después de días o meses,
de pronto vuelve a estar frente a mis ojos.
El año pasado, en junio,
en el acuario de Okinawa,
di con un pez muy grande,
como un brema de piedra.
Se me quedó mirando fijamente
desde el otro lado del vidrio
y se dio media vuelta,
completamente impávido.
Se fue y volvió y se fue.
¿Qué era eso?
¿Ese ojo me miraba?
Para ese pez
¿quién dirá que no fui una palabra? ~







Almejas

En medio de la noche abrí los ojos.
Había comprado almejas en la tarde
y en un rincón de la cocina estaban
con las bocas abiertas y muy vivas.

“Cuando se haga de día
me las voy a comer
una por una.”

Solté una carcajada
de vieja bruja.
Y luego nada: me dormí
con la boca entreabierta
la noche entera. ~






Flores

En medio de la noche abro los ojos.

En un rincón del cuarto están despiertos
los crisantemos.

Mañana empezarán a marchitarse:
esa belleza en flor es el comienzo.

Antes de hacer el largo viaje,
cómo podrían conciliar el sueño.
Es tanta la emoción de prepararse.

Qué encendido silencio. ~
___________________

Versiones de Aurelio Asiain





AT THE BATHHOUSE

In Tokyo
At the public bathhouse the price went up to 19 yen and so
When you pay 20 yen at the counter
You get one yen change.

Women have no leeway in their lives
To be able to say that
They don’t need one yen
And so though they certainly accept the change
They have no place to put it
And drop it in between their washing things.

Thanks to that
The happy aluminium coins
Soak to their fill in hot water
And are splashed with soap.

One yen coins have the status of chess pawns  
So worthless that they’re likely to bob up even now
In the hot water.

What a blessing to be of no value
In monetary terms.

A one yen coin
Does not distress people in the way a 1,000 yen note does
Is not as sinful as a 10,000 yen note
The one yen coin in the bath
With healthy naked women.

© Translation: 2005, Leith Morton
Publisher: First published on PIW, 2005





orrow 

I am sixty-five years old.
I broke my right wrist
In falling down the other day.
The doctor said
I’d never get back to what I was
Even when I recovered.
Rubbing my wrist, I began crying,
“Mother,
Father,
I’m sorry!”
Both of them disappeared a long time ago
But they gave me this body of mine.
I’m still their child even now,
I’m not an old woman.





かなしみ

私は六十五歳です。
このあいだ転んで
右の手首を骨折しました。
なおっても元のようにはならないと
病院で言われ
腕をさすって泣きました。
「お父さん
お母さん
ごめんなさい」
二人とも
とっくに死んでいませんが
二人にもらった体です。
いまも私はこどもです。
おばあさんではありません。





A Lemon and a Mouse

I can’t find one of the Sunkist lemons
I bought yesterday.
A mouse apparently carried it away.

Thinking that just about now that peewee in a velvety black coat
is clasping the shining yellow fruit to is chest,
its beady bright eyes moving restlessly,
I feel the loft space of my humble house a palace.

My straitened circumstances
sweep along steadily like a cold autumnal wind
from the front door to the kitchen.

Under the badly leaking roof
a heavy rain falls
and that pitiable boarder,
friendless for so long,
has stolen a beautiful thing.

Oh, I wish I, too, could hold something larger than life.

Tonight overhead
in a dark dusty place
I saw
a light like a star shining brightly.


  

レモンとねずみ

きのう買っておいた
サンキストレモンの一個がみつからない
どうやらねずみがひいて行ったらしい。

今ごろ 黒い毛並みのチビが
つやつや光る黄色い果実をかかえこんで
つぶらな眼をキョロリと光らせていることを思うと
狭い我が家の天井裏が宮殿のようだ。

木枯が 玄関から台所に
こっそりぬけてゆくような
侘しい私の暮しむき

強い雨が降れば
したたかにもる屋根の下で
ながいこと親しむことを知らない
いじらしい同居人が
美しいものを盗んで行った。

(おお、私も身にあまるものを抱えこんでみたい)

今宵 頭上の
暗い、ほこりまみれの場所に
星のような灯がさんぜんとともるのを
私は見た。









ALICIA E. STALLINGS [10.596]


A. E.  Stallings

Alicia Elsbeth Stallings (nacida en 1968) es una poeta americana y traductora. Fue nombrada en 2011 MacArthur Fellow. 
Una de las figuras más destacadas del new formalism norteamericano.

Stallings fue criada en Decatur, Georgia y estudió obras clásicas en la Universidad de Georgia (AB, 1990) y en la Universidad de Oxford. Es editora con el Examen Atlanta. En 1999, Stallings se trasladó a Atenas, Grecia y ha vivido allí desde entonces. Es la Directora del Programa de Poesía del Centro de Atenas y está casada con John Psaropoulos, que es el editor del News Atenas.

Es una colaboradora frecuente de poemas y ensayos en la revista Poetry. 

Libros:

Archaic Smile. (University of Evansville Press, 1999). ISBN 0-930982-52-5
Hapax. (TriQuarterly, 2006). ISBN 0-8101-5171-5
The Nature of Things. (Penguin, 2007). Verse translation of Lucretius, De Rerum Natura. ISBN 978-0-14-044796-5
The Word Exchange: Anglo-Saxon Poems in Translation . Eds. Greg Delanty and Michael Matto. (WW Norton & Company, 2010). ISBN 978-0-393-07901-2
Olives. (TriQuarterly, 2012). ISBN 978-0-81015-226-7






Triolet sobre una línea apócrifa de Martín Lutero

¿Por qué son del diablo las buenas canciones,
las noches de sábado, el neón, el licor,
las chicas cuchara, las vacilaciones?
¿Por qué son del diablo las buenas canciones?
¿Ahuyenta con ellas sus tribulaciones
en esos domingos de largo rencor?
¿Por qué son del diablo las buenas canciones,
las noches de sábado, el neón, el licor? ~







Quemado

No puedes desquemar lo que has quemado.
Raspes o no el cuchillo en la tostada,
No puedes regresar. Lo habrás notado:
La mantequilla seguirá en su estado.
No puedes desenviar la carta enviada,
No puedes desquemar lo que has quemado.
Aquel antiguo amante rechazado,
El puente que precisas más que nada.
No puedes regresar. Lo habrás notado:
Esa reputación se la ha ganado
Por algo el humo, no es fanfarronada–
No puedes desquemar lo que has quemado.
Buscabas un hogar, y justo al lado,
En la playa, tu nave calcinada.
No puedes regresar. Lo habrás notado,
Que aún y cuando hubieras regresado
Serías un fantasma a tu llegada.
No puedes regresar. Lo habrás notado,
Que lo que está quemado está quemado. ~

Versiones del inglés de Pedro Poitevin

A. E. Stallings, en Olives, Evanston, 
Northwestern University Press, 2012.





Cardinal Numbers

Mrs. Cardinal is dead:
All that remains—a beak of red,
And, fanned across the pavement slab,
Feathers, drab.

Remember how we saw her mate
In the magnolia tree of late,
Glowing, in the faded hour,
A scarlet flower,

And knew, from his nagging sound,
His wife foraged on the ground,
As camouflaged, as he (to us)
Conspicuous?

One of us remarked, with laughter,
It was her safety he looked after,
On the watch, from where he sat,
For dog or cat

(For being lately married we
Thought we had the monopoly,
Nor guessed a bird so glorious
Uxorious).

Of course, the reason that birds flocked
To us:  we kept the feeder stocked.
And there are cats (why mince words)
Where there are birds.

A 'possum came when dusk was grey,
And so tidied the corpse away,
While Mr. Cardinal at dawn
Carried on,

As if to say, he doesn't blame us,
Our hospitality is famous.
If other birds still want to visit,
Whose fault is it?






Consolation for Tamar

on the occasion of her breaking
an ancient pot

You know I am no archeologist, Tamar,
And that to me it is all one dust or another.
Still, it must mean something to survive the weather
Of the Ages—earthquake, flood, and war—

Only to shatter in your very hands.
Perhaps it was gravity, or maybe fated—
Although I wonder if it had not waited
Those years in drawers, aeons in distant lands,

And in your fingers' music, just a little
Was emboldened by your blood, and so forgot
That it was not a rosebud, but a pot,
And, trying to unfold for you, was brittle.






Daphne

Poet, Singer, Necromancer—
I cease to run.  I halt you here,
Pursuer, with an answer:

Do what you will.
What blood you've set to music I
Can change to chlorophyll,

And root myself, and with my toes
Wind to subterranean streams.
Through solid rock my strength now grows.

Such now am I, I cease to eat,
But feed on flashes from your eyes;
Light, to my new cells, is meat.

Find then, when you seize my arm
That xylem thickens in my skin
And there are splinters in my charm.

I may give in; I do not lose.
Your hot stare cannot stop my shivering,
With delight, if I so choose.





How the Demons Were Assimilated &
Became Productive Citizens

The demons were more beautiful than the angels.
They had no qualms about plastic surgery.
They took to wearing black:  didn't show dirt
In the city like Innocence, which anyway
Couldn't be worn between Labor Day and Easter.
They tired of grudging angels their gilded hair
& had theirs done.  Their complexions were so pale
The blond looked natural, only more so.
They shrunk their wings into fashionable tattoos
So cashmere suits draped better from their shoulders.
Elocution lessons turned hisses to lisps.

The demons converted.  They became Episcopalian,
Name-dropped high-ups in the Company of Heaven.
As for Evil, it became too much trouble:
The demons started to shirk the menial jobs
Which like good deeds, took one among the poor,
And bruised the manicure of rose-petal nails.
They preferred to stand by & watch Evil happen,
Or offended by odors & noise, even turned away.

They had become so beautiful, even the angels
(Who never looked in mirrors to comb their hair,
Afraid to be called vain, & never bought clothes
Since the old ones didn't wear out, just got shabby)
Left the lovely demons to languish, dropping all charges
On the spoiled creatures.  They were that good.






A Postcard from Greece

Hatched from sleep, as we slipped out of orbit
Round a clothespin curve new-watered with the rain,
I saw the sea, the sky, as bright as pain,
That outer space through which we were to plummet.
No guardrails hemmed the road, no way to stop it,
The only warning, here and there, a shrine:
Some tended still, some antique and forgotten,
Empty of oil, but all were consecrated
To those who lost their wild race with the road
And sliced the tedious sea once, like a knife.
Somehow we struck an olive tree instead.
Our car stopped on the cliff's brow.  Suddenly safe,
We clung together, shade to pagan shade,
Surprised by sunlight, air, this afterlife.






ROBIN ROBERTSON [10.595]


Robin Robertson

Robin Robertson, FRSL (Nacido en Scone, Perthshire 1955) es un poeta escocés. 
Robertson fue criado en la costa noreste de Escocia, pero ha pasado la mayor parte de su vida profesional en Londres.
La poesía de Robertson aparece regularmente en el London Review of Books y The New York Review of Books, y está presente en muchas antologías. 

Libros de Poesía:

A Painted Field Picador, 1997, ISBN 978-0-330-35059-4 ; Houghton Mifflin Harcourt, 1999, ISBN 978-0-15-600647-7
Slow Air , Harcourt, 2002, ISBN 978-0-15-100746-2
(editor) Mortification: Writers' Stories of Their Public Shame . HarperCollins. 2004. ISBN 978-0-06-075092-3.
Swithering . Houghton Mifflin Harcourt. 2006. ISBN 978-0-15-603199-8.
Tomas Tranströmer, The Deleted World Enitharmon Press, 2006, ISBN 978-1-904634-51-5
Euripides, Medea, Random House, 2008, ISBN 978-1-4070-1399-2
The Wrecking Light. Picador. 2010. ISBN 978-0-330-51548-1.
"Hill of Doors", Picador, 2013. ISBN 978-1-4472-3154-7



Robin Robertson: Dos poemas
por Aurelio Asiain


MIS NIÑAS

Cuántas veces
me he tendido a su lado
ayudándolas a dormirse
con los cuentos de siempre;
cara a cara, sus manos en mis manos,
hasta que se deslizan en el sueño y puedo
soltar los dedos y escurrirme
escaleras abajo:
la cara en blanco,
llenas de trucos las manos.



A MIS HIJAS, QUE DUERMEN

Entre árboles que no puedo nombrar
llenos de pájaros que no distingo

veo a mis hijas crecer lejos de mí;
y el corazón está descoyuntado.

¿No hay tiempo ya, no puedo aprender todas
las palabras de amor mientras aún duermen?

“My Girls” pertenece a The Wrecking Light; “To My Daughters, Asleep”, a Swithering.




Dos poemas a partir de Ovidio


LA CASA DEL RUMOR

a partir de Ovidio

Hay un lugar en el centro del mundo,
entre la tierra y el cielo y el mar,
en que todo sonido puede oírse,
donde todo se ve.
Aquí vive el rumor,
que en lo alto de un monte hace morada.
Es una casa abierta
noche y día: un domo de aberturas
y ventanas dispuestas
como un millón de ojos que observan
fijamente, sin parpadear,
sin puerta ni cerrojo en sitio alguno.
Tienen oídos sus paredes.
Son oídos. La casa,
hecha toda de bronce
en finas hojas resonantes,
zumba incesantemente con palabras
que se repiten y replican, vuelta
y vuelta y vuelta y una vez
y otra vez en la baja
murmuración, la voz que se hace eco.
No hay lugar en silencio,
solo el murmullo de las voces
como olas susurrantes o apagado
rodar del trueno en su último desplome.
Casa tomada por las sombras
en la que van y vienen los fantasmas,
es huésped el rumor y la mentira
y la verdad se mezclan:
palabras, frases, hechos y ficciones,
fabricaciones, todo confundido.
Una historia se esparce a cada vuelta
y crece y cambia y cada quién la cuenta
poniendo a lo que oyó de su cosecha.
Todo aquí se vigila y se intercepta:
una legión de ángeles lo graba.
Viven aquí Credulidad y su imprudencia,
el temerario Error
y la Dicha insensata. Los Susurros
tienen aquí su casa y lado a lado
la Sedición de pronto, el Miedo trémulo.
El Rumor mismo
oye todo y ve todo
lo que ocurre en los cielos,
en el mar o en la tierra;
Guardia, vigía, cámara de ecos,
no olvida nada,
no olvida a nadie mientras barre el mundo.



THE HOUSE OF RUMOUR

after Ovid

At the world’s centre
between earth and sky and sea
is a place where every sound can be heard,
where everything is seen.
Here Rumour lives,
making her home on a mountain-top.
This house stands open
night and day: a dome
of apertures and windows set
like a million eyes at gaze,
steady, unblinking,
no doors or shutters anywhere.
Her walls have ears.
They are ears. The whole house
made from thinly-beaten,
resonating bronze, hums
constantly
with words repeating back to themselves
round and round, again
and again: the low susurration
of echoing sound.
No silence anywhere,
just the murmur of voices
like whispering waves
or the last low rolling crush of thunder.
The house is haunted by shadows,
ghosts that come and go, a host of rumours,
the false mixed with the true,
words and phrases, fact, fictions,
fabrications, all confused.
At every turn, a story spreads
and grows and changes, each new teller
adding on to what they’ve heard.
Here is surveillance, interception;
a multitude of recording angels.
Here lives rash Credulity, reckless Error,
groundless Joy. Whispers
make their home here, alongside
sudden Sedition, tremulous Fear.
Rumour herself
hears everything, sees
everything that happens in the heavens,
in the sea or on the earth;
invigilator, sentinel, echo-chamber,
she misses nothing
misses no one as she sweeps the world.




LA CUEVA DEL SUEÑO

a partir de Ovidio

Guarda el monte desierto una caverna
por los rayos del sol jamás tocada;
la tierra en torno
exhala
nubes de niebla
en un ocaso interminable,
la secreta morada
del dios del Sueño ocioso.
No hay ningún gallo que convoque al alba,
no hay gansos, perros ni animal alguno
que interrumpa el silencio, no hay ni ramas
por la brisa agitadas. Quietud sólo
y, muy bajo, el murmullo del distante
Leteo y los guijarros que a su paso
mueve mientras susurra: duerme, duerme.
Afuera, exuberantes amapolas;
hierbas que sueltan en la noche jugos
e infunden en la tierra su indolencia,
su tibia gravedad.
No hay puertas: chirriarían las bisagras;
no hay guardián a la entrada.
En una plataforma en mitad de la cueva
hay una cama de ébano, abultada
de sábanas oscuras y negros almohadones
donde yace el dios mismo,
en qué lánguida paz hundido.
Por todos lados sueños vacíos lo rodean,
incontables igual que en la cosecha
los granos de maíz, las hojas en los árboles
del bosque, las arenas de la playa.

Penetra el mensajero de la diosa en la cámara,
le sacude los sueños que le cierran el paso.
La luz de su vestido va inundando la cueva,
y ya empieza a agitarse el Sueño, lucha
por levantar los párpados, en pesado letargo.
Lo intenta una y otra vez, y retrocede,
y hunde en el pecho la cabeza. Al fin
despierta, parpadea, abre los ojos
y, apoyado en un codo,
mirando a la mujer, sonríe.





THE CAVE OF SLEEP

after Ovid

Deep inside a hollow mountain there’s a cave
where the sun’s rays never reach;
the earth around it
breathes out
clouds of fog
into this endless twilight,
this secret dwelling-place
of the god od idle Sleep.
There is no cockerel to summon the dawn,
no geese, no dogs, no beasts of any kind
to break the silence, not even branches
stirring in the breeze. Only stillness here,
and the distant murmur far below
of the River Lethe moving pebbles
as it goes, whispering sleep, sleep.
Huge lush poppies stand in rows outside;
herbs steep their juices in the night,
infusing the ground with a slow release,
a mulled gravity.
There are no doors, in case a turning hinge
might creak, and no guardian at the gate.
On a platform in the middle of the cave
is a bed of ebony
thick with dark linens, soft black pillows,
where the god himself
lies, deeply, languidly, at peace.
Around him, on all sides, are empty dreams,
countless as ears of corn
at harvest-time, leaves on the forest trees
or grains of sand along the shore.

The messenger of the goddess enters the chamber,
brushing aside the dreams that stand in her way.
The brightness of her robes begins to fill the cave
and Sleep starts to stir, struggling
to lift his eyelids, heavy in slumber.
Over and over again he tries, then falls back,
head sinking into his chest. At last
he wakes, blinks open his eyes and
hoisting himself up one elbow,
looks at the woman and smiles.

Versiones de Aurelio Asiain.






Ovidio, Metamorfosis, Libro XII (39-63)

Orbe locus medio est inter terrasque fretumque
caelestesque plagas, triplicis confinia mundi;
unde quod est usquam, quamvis regionibus absit,
inspicitur, penetratque cavas vox omnis ad aures:
Fama tenet summaque domum sibi legit in arce,
innumerosque aditus ac mille foramina tectis
addidit et nullis inclusit limina portis;
nocte dieque patet: tota est ex aere sonanti,
tota fremit vocesque refert iteratque quod audit;
nulla quies intus nullaque silentia parte,
nec tamen est clamor, sed parvae murmura vocis,
qualia de pelagi, siquis procul audiat, undis
esse solent, qualemve sonum, cum Iuppiter atras
increpuit nubes, extrema tonitrua reddunt.
atria turba tenet: veniunt, leve vulgus, euntque
mixtaque cum veris passim commenta vagantur
milia rumorum confusaque verba volutant;
e quibus hi vacuas inplent sermonibus aures,
hi narrata ferunt alio, mensuraque ficticrescit,
et auditis aliquid novus adicit auctor.
illic Credulitas, illic temerarius Error
vanaque Laetitia est consternatique Timores
Seditioque repens dubioque auctore Susurri;
ipsa, quid in caelo rerum pelagoque geratur
et tellure, videt totumque inquirit in orbem.




Metamorfosis, Libro XI (592-620)

Est prope Cimmerios longo spelunca recessu,
mons cavus, ignavi domus et penetralia Somni,
quo numquam radiis oriens mediusve cadensve
Phoebus adire potest: nebulae caligine mixtae
exhalantur humo dubiaeque crepuscula lucis.
non vigil ales ibi cristati cantibus oris
evocat Auroram, nec voce silentia rumpunt
sollicitive canes canibusve sagacior anser;
non fera, non pecudes, non moti flamine rami
humanaeve sonum reddunt convicia linguae.
muta quies habitat; saxo tamen exit ab imo
rivus aquae Lethes, per quem cum murmure labens
invitat somnos crepitantibus unda lapillis.
ante fores antri fecunda papavera florent
innumeraeque herbae, quarum de lacte soporem
Nox legit et spargit per opacas umida terras.
ianua, ne verso stridores cardine reddat,
nulla domo tota est, custos in limine nullus;
at medio torus est ebeno sublimis in antro,
plumeus, atricolor, pullo velamine tectus,
quo cubat ipse deus membris languore solutis.
hunc circa passim varias imitantia formas
Somnia vana iacent totidem, quot messis aristas,
silva gerit frondes, eiectas litus harenas.
Quo simul intravit manibusque obstantia virgo
Somnia dimovit, vestis fulgore reluxit
sacra domus, tardaque deus gravitate iacentes
vix oculos tollens iterumque iterumque relabens
summaque percutiens nutanti pectora mento
excussit tandem sibi se cubitoque levatus,
quid veniat, (cognovit enim) scitatur, at illa:

NOTA:

Los dos poemas reproducidos forman parte del libro más reciente del poeta escocés Robin Robertson, Hill of Doors. Fueron publicados juntos, hace unos años, en el London Review of Books.

La descripción de la casa de la diosa Fama, ese misterioso “lugar en el centro del mundo”, es uno de los pasajes más célebres de las Metamorfosis de Ovidio. Fama, diosa del rumor y representación de la voz pública, nunca duerme y en su mansión se oye todo lo que se habla en el mundo; un vocerío infinito, del que a veces se filtran voces individuales hacia algunos oídos que, sin embargo, no consiguen determinar su origen. Casa de sombras y fantasmas, donde la Verdad se confunde con la Mentira, y los hombres son cortejados, simultáneamente, por la Credulidad, el Error, la Alegría, los Temores, la Sedición y los Susurros, atrio barroco que reaparecerá, de una u otra forma, en casi toda la literatura occidental.

Como dato curioso, agreguemos que el emblema de la “Casa de la Fama” o la “Casa del Rumor” ha servido al arquitecto e informático Ivan Redi o al novelista Jake Arnott para evocar un ortloss o espacio-sin-lugar, un infoespacio o arquitectura de información universal en red —que puede asociarse a una somera definición de eso que hoy conocemos como internet.



En Roane Head

para John Burnside

Su casa se reconocía por las persianas
y por los cormoranes echados en el muro,
las cruces negras de las alas tendidas a secar.
También por el serbal y el pino que la ocultaban
del mar y de la breve luz del sol
y por el collie Aonghas, acostado a la puerta
donde murió: un bastidor de huesos, una trampa saltada.

Pasó una madeja de gansos, con el lento chirrido
de una sierra oxidada. Tiraba y enrollaba
quejoso el mar amargo y en el bosque
chillaron las palomas elevándose.

Había tenido cuatro hijos, muy bien lo supe,
todos torcidos. Ciegos de nacimiento, dicen,
boquiabiertos y simples y palmípedos
palos raquíticos. Bellos rostros, me han dicho,
pero vacíos como el aire.

Alguien los vio una vez en las afueras, renqueando
hacia la playa, chillando como ratas,
y dijo que eran buenos nadadores,
pero eso lo habría imaginado.

Su esposo la dejó: le dijo
que no podían ser suyos, que eran más
peces que humanos;
dijo que estaban hechizados,
y les buscó en la piel las marcas probatorias.

Durante años tendió cada difícil llama:
sus vacilantes cuerpos apretados.
Cada noche, para apagar el fuego,
cerraba las escamas de sus ojos.

Hasta que él volvió otra vez,
la última vez,
lleno de alcohol, diciendo
que estaba harto de aquello,
de toda esa brujería,
y los hizo pararse
en fila al lado de sus camas,
temblando. Aleteaban
sus manos; giraban los ojos
de arenque en sus cabezas.
Recorrió la fila
serenándolos
uno por uno
con una navajita.

Dicen que por las noches ella sale a tender
mantas sobre las tumbas para darles calor.
Tanto dolor que haría salirse el corazón.

Una nutria en las hojas se agitaba, una garza
marchaba lentamente sobre el agua en el alba
en que llegué otra vez hasta su puerta.

De su collar colgaban cuatro piedras,
llevaba cuatro anillos en la mano
que me condujo más allá del cuarto
en el que ardían cuatro velas
y al que llamó “la sala de la lluvia”.
Subía humo lechoso desde la chimenea
como en una cascada inversa
y ella dijo mi nombre,
y fue lo único
y lo último que dijo.

Me dio un huevo de alondra en un lecho de hielo;
me dio caireles de mis cuatro hijos; me dio
la cabeza de su marido en una caja de madera.
Luego me dio la piel de foca, y me la puse. ~

Versión de Aurelio Asiain


* “At Head Roane”, de The wrecking light, es el segundo de una serie de poemas narrativos que he estado escribiendo desde el año pasado –todos situados en lugares ficticios de Escocia–. Tienen algunos de los atributos de los cuentos populares, y algunos de los familiares del folclor, temas alegres: el asesinato, la violación, la venganza, la locura, la deformidad física, la brujería y lo sobrenatural. En este poema he invocado el mito celta de los selkie: criaturas que nadan como focas, pero que pueden volverse humanas al arrojar su piel. La transformación se revierte al ponerse de nuevo la piel de foca, pero si pierde la piel mágica o se la roban, la criatura está condenada a permanecer en forma humana. Ron –pronunciado roane– es el gaélico para “sello”. Aunque con costras de sangre escocesa y sal del mar, este poema halló su cauce al mundo una tarde de Navidad en una casa-bote alquilada en Norfolk Broads.




Asterión y el dios

nec enim praesentior illo est deus

Asterión, tal es su nombre, Rey de las Estrellas.
Alguna broma de su padre, quien ahora
lo tiene estabulado en estas galerías espirales,
en este palacio tapiado, donde la vergüenza
llora hasta el agotamiento.

¿Dónde está mi madre? ¿Por qué
me ha dejado aquí solo?
Ésta es una casa con muchos rincones
pero sólo un cuarto, todo de piedra.
Vivo dentro de esta piedra.

Miren cómo ronda, va y viene,
mi bestia de niño; moviéndose alrededor
de su mundo, observando su desolación
desde distintas perspectivas.
Pronto tendrá un visitante.

Pobre monstruo, jalándosela,
el adn desmadejándose de su mano:
blancas mariposas
se derraman en la oscuridad.
De lo quebrado brota salmuera.

A veces vienen niños a bailar aquí
y dan volteretas, cantando a voz en cuello,
llenos de vino; pero se rompen tan fácil
y luego todo está de nuevo quieto.
¿Dónde perdí mi vida?

Desgarrando toda la noche un hueso rojo
hace un espejo de la oleaza
y se ve a sí mismo, al fin, en la piedra
de los muros chorreantes: lustral,
astado, barbado en sangre.

Oigo a través de los muros lo que soy,
lo que hago; sparagmos, lo llaman,
sea lo que sea. 
Dicen que viene un desconocido
a liberarme. Que venga pronto.

Ella se me había prometido, pero ahora
usa la corona que le di para alumbrar 
el camino del desconocido. El héroe
que ha venido a matar a Asterión:
su medio hermano, mi hijo. Yo mismo.

Se traicionan tan perfectamente entre sí:
el marido a la esposa, la esposa al marido,
la hermana al medio hermano, y ahora
el amante a la amante. Las simetrías
del caos y la dicha. Los misterios.

Yo soy la verdadera vid.
Yo soy el tallo de hinojo;
y él será miel:
enterrado hasta los cuernos, su cuerpo
hogar del enjambre de abejas.

Se ha ido, ahora, con su héroe,
que ya empieza a olvidarla.
Como sea, yo nunca olvido. Colgará
en la noche del cielo como una princesa
de un ovillo de cáñamo.

A veces hablamos, a veces
dejamos que hablen los dioses a través de nosotros.
Yo a medias; él dos veces engendrado.
Mi pena aún aquí
y yo ya me he ido.

Piénsenme como el viento —la fuerza
que los animales y las aves conocen
está ahí, pero no amenaza:
parte de su mundo, pero otro.
El dios que llega; el que desaparece. 

— Traducción de Pedro Serrano



Cat, Failing

A figment, a thumbed
maquette of a cat, some
ditched plaything, something
brought in from outside:
his white fur stiff and grey,
coming apart at the seams.
I study the muzzle
of perished rubber, one ear
eaten away, his sour body
lumped like a bean-bag
leaking thinly
into a grim towel. I sit
and watch the light
degrade in his eyes.

He tries and fails
to climb to his chair, shirks
in one corner of the kitchen,
cowed, denatured, ceasing to be
anything like a cat,
and there's a new look
in those eyes
that refuse to meet mine
and it's the shame of  being
found out.  Just that.
And with that
loss of face
his face, I see,
has turned human.



Dream of the Huntress

It is always the same:
she is standing over me

in the forest clearing,
a dab of blood on her cheek

from a rabbit or a deer.
I am aware of nothing

but my mutinous flesh,
and the traps of desire

sent to test it—
her bare arms, bare

shoulders, her loosened hair,
the hard, high breasts,

and under a belt
of knives and fish-lures,

her undressed wound.
Every night the same:

the slashed fetlock,
the buckling under;

I wake in her body
broken, like a gun.