Diana Carolina Daza Astudillo
Bogotá, Colombia 23 de abril de 1980.
Es Redactora creativa y Gestora de proyectos culturales y editoriales. Directora del proyecto de publicación alternativa Piedra de Toque-poesía ambulante-
Estuvo invitada a la oxigenación poética (Cucutá, Colombia, 2001), al VIESPERGESIA encuentro de poesía joven (Bogotá, Colombia, 2002), POESÍA EN ESCENA en la sala Seki-Sano (Bogotá, Colombia, 2003), III muestra poética NARANJA ROJA, Universidad Nacional (Bogotá, Colombia, 2004), y al encuentro LATIGO en Quito, Ecuador en el mismo año.
Su última participación fue en el festival OJO EN LA TINTA (Bogotá, Colombia, 2012).
Sus poemas han sido publicados en revistas de creación literaria de México, Chile, Venezuela, Ecuador, y Colombia.
En el 2003 publicó el poemario: " El Abrazo de los días grises", en la colección "aquí estamos decena" de Funcreta ediciones y en diciembre de 2010 participó con textos narrativos en la publicación colectiva: "Domingo, vendedor de globos" con la editorial Pornos.
Su último poemario: "El nacimiento de la Gargolena", ya comienza a volar.
http://www.piedradetoque2009.blogspot.com/
Ni nidos, ni plumas.
Más de novecientos días
bajo el efecto de la lluvia
que todo lo crea
bastaron para aprender por fin
que de los pájaros que trae el viento hasta tus manos
no te pertenece ni las nostalgía de las plumas
que se enrredan en los dedos
despùes de un adios definitivo.
Somos peregrinos
anidando calor artificial en los nidos del tiempo
vamos escribiendo historias en la memoria de los otros
sumando canciones a la banda sonora de su vida
sembrabdo sentimientos en sus patios
para al final
quebrarles en corazón
con tanto olvido.
Lo único que permanece
es la soledad
la soledad en el nido de la memoria
la soledad en el patio de la casa
la soledad en las manos
que nos recuerdan el canto de los pájaros
que llenaron con su color los días.
Revelación
I
El tiempo de la creación estalla sobre la almohada
la memoria deja de ser ese baúl que acumula postales
de ciudades enemigas.
El sueño ya no es una cola de dragón
apretando la garganta.
Ahora deambulas por el árbol de la palabra
te cuelgas de sus piernas
comes de los frutos sembrados en las líneas de sus manos
pierdes y recuperas el aire
con el movimiento de las corrientes del viento
sobre su piel de hoja.
Sólo ella
la palabra
marcará la línea que debes andar.
II
Una página en blanco será cada día
y la palabra
despejará el camino.
Sus espinas
serán espadas
su néctar
el antídoto
para combatir el insomnio
portazos de la vida.
Desembocadura
La muerte es la única brisa que visita mi ventana.
He aprendido a reconocer la desesperación
en la punta de sus tacones
el deseo estancado en las orillas de su boca.
La invito a atraparme en un beso
se niega
y quizás no lo hace
pues sabe de la tristeza que carcome esta carne
y de la falta de fe
que hoy
la alimenta.
Huérfanas
ella de ganas
yo de todo
como niñas asuntadas contemplamos
los globos reventados sobre el anden de los días
la perdida luz
la emoción sobre las cosas.
La última cena
Nada fue suficiente para callar las voces
que anunciaban la catástrofe
ni las pastillas verdes
ni la fe a contracorriente
ni las señales de los muertos.
Las cartas bajo la manga
no alcanzaron a salvar del sacrificio
al beso de la buena suerte.
La máscara de los jugadores
cayó sobre la mesa
y con ella
la necedad de querer seguir construyendo
comunas de fraternidad
sobre arenas movedizas.
El jardín de memorias que creímos sembrar
las cenas servidas/ la colección de botellitas de colores
que guardaron los silencios que bebimos
sólo sirvieron para trazar un mapa
que conducía a un nudo de decepciones
nudo de agua salada
estancado en la garganta.
Brevedad
A Mario y Alfonso
No es destino
casualidades lo que nos une
un plano de puntos
nuestros encuentros
dibujo abstracto
quenace cuando las soledades se cruzan
en una misma estación.
Ponerles nombre
es condenarlos a la oscuridad de la uniformidad
o j o
donde desaparecetodo lo que lleva una etiqueta.
Importa lo que cada uno pueda robarse
hasta la laguna del silencio
que inunda los cuerpos
cuando aparece
el sueño.
Lo único que permanece
es la soledad
la soledad en el nido de la memoria
la soledad en el patio de la casa
la soledad en las manos
que recuerdan el canto de los pájaros
que llenaron con su color los días.
III
Los astros marcaron la terquedad en mi sangre
exponiéndome al estallido de las venas
a recibir golpes tan fuertes como lo anuncio Vallejo
a amanecer tendida en la lona
tragando la culpa que otros olvidaron llevarse en los pies
a tropezarme una mañana con el espejo
para encontrar la mirada roja
hemorragia de despedidas postergadas.
Los astros marcaron la terquedad en mi sangre
y se los agradezco
porque de no ser así
este seguir intentando
buscar en la vida
el siguiente poema
no sería el hambre de cada día.
Los gritos de los hijos ajenos.
La algarabía de los lugares grandes.
El café negro.
Y su ausencia
ME TRAGAN.
Vivo entre la compasión de la inconformidad
La paciencia de la incertidumbre.
Y la torpeza de la nostalgia.
El triunfo duerme en mis piernas.
¡Aún me quedan noches para morir
Y nadie me espera en casa!
Mis palabras,
al hablar de la casa, se agrietan.
Octavio Paz.
Soy el silencio de luciérnagas y río
que mis abuelos sembraron en mi sangre
las cicatrices de su desesperanza
se abren como orquídeas en mis sueños.
Soy su silencio de montañas y mariposas
esas mañanas de cosechas de frutas
esperando el beso de los buenos días
esas tardes de siestas sagradas
sus manos tejiendo la lana
moliendo el maíz
mezclando el cemento
limpiando el barro de las botas
resaca del invierno.
Soy sus noches desnudas frente a dios
sus pasos rasguñando la madera en las madrugadas
soy su silencio abrazando una guayaba rota
por el egoísmo de los pájaros
soy su silencio
habito sus secretos
último suspiro de su despedida
soy el eco de sus luchas
cavando un hueco en estás páginas
en esta vida
para sembrar las semillas de su entrega
esperando que un día
sus raíces empujen mis pasos
cuando ya no sienta ganas de seguir andando.
-Nota diecinueve -
La casa presiente la llegada del habitante
nada lo espera
la gotera en el lavamanos
anuncia el suicidio de las cosas
a fuera todo se mueve
adentro todo se cae
se desase
con el portazo
que resucita la inutilidad del ser.
-Nota doce-
Una sombra con dos cabezas
ha quedado dibujada en las cortinas
una húmeda y doliente sombra
desahuciada sombra
hambrienta sombra
buscando en el sexo
una descarga de vida.
Una sombra con dos cabezas
hecha poesía en un grano de polvo
fuimos.
También somos
Lo que abandonamos.
Amores perros.
Hombres piel de lagartija marchan en la memoria.
Músicos de manos claras que armonizan el silencio de ayer.
Fantasmas
Impenetrables
De pasos largos.
Nos recuerdan el fracaso y la alegría en una pesadilla de niñez.
Cómo pesa el no haberlos amado
Antes que el año terminara.
Quizá pesa más
Este miedo a quedarnos solo
Persiguiendo al olvido.
-Nota ventitrés-
Alguien acaba de abrir la puerta del patio de atrás
ese espacio en abandono
agrietado
por la solemnidad
de los días inútiles.
Hacían falta más que frecuentes visitas curiosas
desde la cerca
presentir huidas
descifrar el santo y seña oculto en el jardín.
Un giro del cerrojo
despertó el apetito de la soledad
devolviéndole vida a la casa.
Hay silencios perpetuos que abrazan puertas
como hay cerrajeros de secretos
que ahuyentan fantasmas.
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