Pascale Petit
(París, 1953) es una poeta franco-galesa.
Creció en Francia y Gales. Estudió escultura en el Royal College of Art.
Ha publicado cinco colecciones de poemas: Heart of a Deer (1998), The Zoo Father (2001), The Huntress (2005), The Treekeeper's Tale (2008) y What the Water Gave Me: Poems after Frida Kahlo (2010). En 2004, fue seleccionada por la Poetry Book Society como una de las Next Generation poets (Poetas de la Próxima Generación). The Zoo Father ha sido publicada en edición bilingüe inglés-español en México, y distribuida en otros países de habla hispana, como España. Otra de sus publicaciones poéticas es The Wounded Deer: Fourteen Poems after Frida Kahlo (2005).
Sus poemas han sido traducidos a ocho idiomas. Así mismo, Petit ha traducido a poetas chinos contemporáneos, incluyendo a Yang Lian, Wang Xiaoni y Zhai Yongming.
Ha viajado con amplitud, particularmente por la Amazonía venezolana y China.
Bibliografía seleccionada
Icefall Climbing (Smith Doorstop, 1994)
Heart of a Deer (Enitharmon, 1998)
Tying the Song Co-editada con Mimi Khalvati (Enitharmon, 2000)
The Zoo Father (Seren, 2001)
El Padre Zoológico/The Zoo Father (El Tucan, Ciudad de México, 2004)
The Huntress (Seren, 2005)
The Wounded Deer: Fourteen poems after Frida Kahlo (Smith Doorstop, 2005)
The Treekeeper's Tale (Seren, 2008)
What the Water Gave Me: Poems after Frida Kahlo (Seren, Reino Unido, 2010, Black Lawrence Press, Estados Unidos, 2011)
Poetry from Art at Tate Modern editor, pamphlet (Tate Publications, 2010)
Galardones
Sus galardones incluyen, tres premios del Arts Council England y dos de la Society of Authors.
Las arqueras
Las arqueras, en las que lo masculino no existe, son siempre representadas de
perfil, nunca de frente.
Vienen -se dice- tardíamente de regiones cálidas.
De este modo, durante los dos o tres primeros años, se ignora lo que miran de
frente y lo que encierran de extraño o de familiar.
(Ahora bien, es probable que todas no miren la misma cosa. No hay campos de
arqueras, ellas no son grandes flores. Y cuando son varias se matan entre sí).
Si se cambia de lugar, la arquera también cambia de lugar.
Si se le da la espalda, juega a las escondidas.
(¿A veces, sonríe?)
Se quisiera atraer su atención pero no ama la música y no conoce demasiado de
leyendas.
Con el tiempo, se piensa en la arquera por analogía: se cree que busca un línea
que no está fuera de ella y donde coincide consigo misma.
En ocasiones, la arquera descubre que caza: se aproxima por abajo y por
encima. En este momento, de detiene, tensa la cuerda, se vuelve lenta y
abstracta, y no toca el suelo.
En la noche, cuando se cree sola, lejos de la mirada del hombre que la dibuja, se
estira cerca de una fuente de calor.
En la oscuridad, sus ojos forman un suave resplandor cuando el hombre pasa la mano por su espalda y toca su joroba.
Los Hombres Inflables
Los hombres inflables se desplazan en grupo, pegados unos a otros para que no
se les confunda, aparentemente lúcidos e incrédulos. Conversan lentamente
entre ellos.
De lejos, parece que no se mueven, que son bancos de arena.
O bien, se diría que su vuelo es un desvío, y sólo cuando cada uno de sus gestos
es estudiado desde un ángulo preciso, después de largas frases, se adivina su
trayectoria.
(Es difícil saber, sin embargo, dónde están verdaderamente : ¿qué decir de
alguien que se vé arriba de la Bahía de Hudson o del Canal Saint-Georges a esta
hora?)
A la caída de la noche, los hombres inflables no tienen miedo, se desprenden de sus lazos y se dispersan. Gritan como si se tumbaran árboles. Algunos descienden peligrosamente, cerca del suelo, y van a dormir bajo las cornisas. En efecto, no son los más precisos.
Está dicho que las arqueras esperan ese momento - en que ellos se dispersan, en que son todavía visibles - para escogerlos.
Nadie sabe con certeza al cabo de cuánto tiempo cae un hombre inflable. En la
espera, la arquera que lo ha escogido puede pensar cómo era él justo antes de
caer. A menudo la arquera sólo dispone de unos segundos para hallar una
actitud y hacer como si allí no hubiera nada para ella.
A veces, la caída dura largo tiempo y la arquera olvida al hombre que espera,
aunque se vuelve sincera o simplemente ausente cuando él está ahí.
En realidad, las arqueras optan raras veces por la indiferencia: la mayor parte
del tiempo esconden a los hombres que encuentran en sus mangas y les hacen
una especie de boca-a-boca que los devuelve a la vida, a sus riesgos y peligros.
La Ultima Noche de Hombres Inflables
Ella explica que no fue ella: no dispara desde hace tiempo. Este debió caer solo.
Cuando tienen sed -o cuando quieren cerezas- ellos se descuelgan sin esfuerzo.
"Pero, ¿a cuándo se remonta la última noche de hombres inflables?"
Se diría que no le molesta el que se inclinen sobre él. Pregunta: "¿qué ha dicho
ella?" Hace esfuerzos, demuestra que puede mover los dedos, pero la pierna
izquierda y la derecha, no puede. El cree que hablan al revés.
Cuando no la ve, la busca con los ojos.
Ella pregunta : "¿qué ha dicho él?". Lo mira. Quiere permanecer bajo los árboles pero no desea hacerle el boca-a-boca: tiene miedo que explote sobre ella.
Ella dice : "se puede hablar delante de él, pues no comprende."
Y lo cubre con una sábana.
Sueño del Gato
(Sueño)
...Esto exige una gran paciencia: no es necesario abandonar su posición. Soy
capaz de esperar varias horas en el mismo sitio. En realidad, no estoy siempre
aquí. Juego un gran papel.
De antemano sé pasos de danza.
Después te tomo, te pongo sobre el escritorio por ejemplo, al lado de la
máquina-de-escribir-cartas o en el sofá adonde voy todo el tiempo.
No haces siempre lo que quiero. O haces "la que no espero". Yo también sé jugar
a "el que mira a otra parte".
Digo algo como "el final es hermoso esta noche", intento sorprenderte.
Te acaricio la mano. Recomienzo varias veces. No tengo el lugar para abrazarte.
Es un trabajo de loco, pero terminas por plegarte muy bien.
Me dices que jamás has pasado por aquí. Cuentas las montañas, y han pasado
varios días, de pronto.
(Al final, te das cuenta que la tierra es más pequeña de lo que creías).
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