Ion Gheorghe
Ion Gheorghe (Nacido el 18 de agosto 1935, Florica, Buzău, Rumania) es un poeta rumano, representante de generației resurecționale și a paradoxismului.
Hijo de George Anton agricultor y Filofteii George (n. Marin).
Tras estudiar en la École Normale "Spiru Haret" (1947-1948) y la Escuela Pedagógica en Buzau (1950-1952) y en la Escuela de Literatura y Crítica Literaria "Mihai Eminescu" en Bucarest, donde se graduó en 1954, entre 1955 y 1970 completa sus estudios en la Facultad de Filología - Universidad de Bucarest.
OBRA:
Nopți cu lună pe Oceanul Atlantic – scrisorile esențiale (București, Editura pentru Literatură, 1966),
Zoosophia (București, Editura Tineretului, 1967),
Vine iarba (București, Editura pentru Literatură, 1968),
Cavalerul trac (București, Editura Tineretului, 1969),
Mai mult ca plânsul – icoane pe sticlă (București, Editura Eminescu, 1970),
Megalitice (București, Editura Cartea Românească, 1972),
Avatara (București, Editura Eminescu, 1972),
Poeme (cu un Cuvânt înainte de Marin Mincu), București, Editura Albatros (colecția „Cele mai frumoase poezii“), 1972,
Noimele (București, Editura Cartea Românească, 1976),
Dacia Fëniks (București, Editura Cartea Românească, 1978),
Elegii politice (București, Editura Cartea Românească, 1980; reeditări în 1982 și 2002),
Proba Logosului (antologie, cu o Prefață de C. Stănescu), București, Editura Albatros (colecția „Biblioteca pentru Toți“), 1981,
Zicere la zicere (București, Editura Albatros, 1982),
Scripturile (București, Editura Eminescu, 1983),
Joaca jocului (București, Editura Cartea Românească, 1984)
Țara rândunelelor , București, 1963
Cultul Zburătorului , București, 1974
Cenușile , București, 1980
Și mai joaca jocului , București, 1985
Condica în versuri , București, 1987
Zalmoksiile , București, 1988
Muzaios , București, 2001
Elegii politice , București, 2002
Cogaioanele – Munții Marilor pontifi , București, 2004
Piedras de catedral
Están allí como si fueran piedras,
sentados en los sacos de cemento,
sobre escaleras recién hechas,
de donde sacudieron la arena con periódicos;
se ponen a comer pan con melones,
ensimismados o en silenciosas parejas;
de las semillas que han caído en sus rodillas
brotan dos hojas de vidrio, y el viento
sopla en los muros hasta que nacen ventanas.
Cuanta piedra, tanto campesino en la ciudad:
los que son jóvenes aún comen un pan al día
y medio kilo de tomates;
transitando sobre el vacío del que nacen las palabras,
duermen sobre las puertas de madera del circo,
bajo el hedor del agua que mana de las narices del gladiador;
en su presencia, el cónsul se saca la camisa,
se lava la nuca después de haberse afeitado
y pregunta delante de ellos a la palmera carbonizada.
Quosque tándem abutere, Catilina?
Poco le importa a la piedra la paciencia del otro;
sueña con su aldea hasta que pueda vengar la sangre
desencadenada en la otra ribera;
duerme sobre melones y se alberga en campamentos:
hasta ahora ha vivido sólo de dos panecillos caseros
esperando en la enfermería la llegada del tren.
Son como grandes piedras el campesino y sus hijos,
él se está alabando por las caras rumiadas
como si hubiese robado el vientre de su caballo,
silba, y donde silba él se levanta una casa nueva,
después deja en cada cerradura dos hojas de albahaca
pensando en los primeros inquilinos;
sed sanos y de buena voluntad, les dice
y regresa a su aldea una vez por semana,
llevando sobre sí una bolsa de pan.
Algún joven emerge del maizal disfrazado de brujo
y espanta a las muchachas que están binando.
El muy loco se casa a toda prisa.
Apenas puede andar la esposa con la piedra en el vientre
y él sale otra vez para construir casas en los sitios
por donde anda errante
y regresará encorvado por las bolsas henchidas
de sus bienes:
habrá comprado arroz y azúcar y muñecas para los niños
y otra vez dejará piedras en el vientre de su mujer.
¿Quién podría huir más con las piedras dentro?
Piedras de rio parecen los hijos del campesino;
el agua pasa.
Una piedra sube a la cúpula de la catedral,
sostiene en sus rodillas el orologio, y en la puerta
está el padre esculpiendo a su soñada Uta,
a quien deja dos hijos en brazos
y a quien olvida en la cúpula;
el que no se persigna, duerme, pero hay muchos
que rumian sin saber sobre las cabezas de todos.
Y una mujer llora por la ausencia de su marido
que se ha perdido en el mundo para traer el pan.
Antología de la poesía rumana contemporánea (Editorial Elion, Bucarest, 2000, trad. de Darie Novaceanu).
La subversión de la poesía rumana durante
el régimen comunista
Poesía y política
por Pedro Caselin
bucarest.jpgLa subversión como actitud política incorporada en un texto poético no ha sido una invención del periodo comunista. De hecho, existe si no desde los comienzos de la literatura, por lo menos desde el momento en el que un poder institucionalizado (religioso, político o militar) ha tratado de subordinar al trabajo literario a fines muy particulares.
Son notorios los casos que ilustran el hecho. Beaumarchais en la Boda de Fígaro de 1784, ha ironizado a la nobleza, cuando ha establecido la tesis, según la cual, el principal esfuerzo de un noble es haber nacido. La afirmación es considerada un atentado a las buenas costumbres de la época, y el Rey le recomienda al jefe de la policía que encarcele al autor por atentar en contra de las buenas costumbres de la época.
En Rumania, por atentado a las buenas costumbres han sido acusados, en primer lugar, Hasdeau por su obra Daduca Mamuca. Ya en el periodo interbélico, Mircea Eliade y Geo Bogza, por su denominada literatura pornográfica. Eugen Lovinescu ha hecho una defensa digna de los dos autores mencionados, al establecer que la única pornografía condenable es la falta de talento e imaginación de sus críticos.
Un gran poeta es generalmente subversivo e innovador. El cambio de paradigma conlleva a la confrontación de dos visiones diferentes sobre el mundo, es decir, entre el hombre y la poesía, confrontación que ocurre insidiosamente, desde el interior. Así pues, la poesía subversiva es aquella que se prueba incomoda frente ciertos postulados ideológicos y morales de un determinado poder. En este sentido, la diferencia entre la poesía subversiva y la poesía disidente, radicaría en el campo de la estética, que dicho sea de paso, es el mecanismo de los cambios de la poesía de un estilo a otro y de una corriente a otra.
Así, la generación que se afirmó en los primeros años de la década de los sesentas del siglo XX en la Rumania de aquel tiempo, era orgánicamente una generación necesaria. El fenómeno de explosión poético no venía como un fenómeno singular e inesperado desde el exterior. En todas las áreas del conocimiento, tenían lugar, sobre el fondo de un lúcido análisis, criticas a los errores administrativos en el campo de la cultura, así como de los abusos y las deformaciones concernientes al campo de la estética cometidos por la nomenclatura cultural.
En el fondo, la aparición de nuevas generaciones de poetas, correspondió a una doble necesidad, la primera, aquella de rescatar y retomar la tradición poética y narrativa, considerada hasta ese momento nociva y caduca; la segunda, aquella de deconstruir el discurso hegemónico oficial.
De esta manera, Ion Gheorghe abordó la grave problemática contemporánea de la identidad nacional rumana, variando entre la gloria poética y la interrogación dramática; Ion Alexandru vivió la experiencia del hartazgo y la desesperación campesinas (el mismo que sintió Lucian Blaga), con una inquietud eternamente turbia, casi adolescente; Marín Sorescu presentó una poesía desmistificadora y al mismo tiempo, dignificante del acto poético, retomando de los modernistas y de los futuristas la idea de una poesía a través de la autonegación, es decir, la poesía como un acto de reflexión para la vida; Adrián Panescu propuso, paralelamente, una poesía de presencia inmediata, dinámica e interactiva entre la vida cotidiana que se le había impuesto a la sociedad rumana y aquella anhelada por el poeta; Nichita Stanescu vivó la poesía como un incesante modo de interrogación de sí, en la búsqueda de una esencia de vida; Ileana Malancioiu ofreció una narrativa de misterio y de procreación taciturna, en la cual la contemplación serena se volvía el mecanismo para evidenciar lo que algunos trataban de ocultar.
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