sábado, 13 de noviembre de 2010

SOLEDAD FARIÑA [1.860] Poeta de Chile




Soledad Fariña Vicuña 

Poeta y artista visual nacida en Antofagasta en 1943. Entre otros títulos, es autora de El primer libro (1985), Albricia (1988), En amarillo oscuro (1994), Otro cuento de pájaros (1999), La vocal de la tierra (1999), Narciso y los árboles (2001), Se dicen palabras al oído (2007), Ahora mientras danzamos (2012) y Yllu (Lom, 2015). 

Entre 2002 y 2012, estuvo a cargo del taller de poesía de la Escuela de Literatura Creativa de la Universidad Diego Portales. Entre 2005 y 2010, impartió cursos de Literatura y Literatura Infantil en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Ha obtenido la Beca de Creación otorgada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. En 2006 obtiene la Beca Guggenheim. Actualmente vive y escribe en Mirasol, Quinta Región-.


Obra

El Primer Libro, Ed. Amaranto 1985
Albricia, Ediciones Archivo, 1988
En Amarillo Oscuro, Editorial Surada, 1994
La Vocal de la Tierra, antología poética. Ed. Cuarto Propio 1999
Otro Cuento de Pájaros, relatos, Ed. Las Dos Fridas, 1999
Narciso y los Árboles, Ed. Cuarto Propio, 2001
Donde comienza el aire, Ed. Cuarto Propio, 2006
Se dicen palabras al oído (2007)
Ahora mientras danzamos (2012)
Yllu (Lom, 2015). 


Húsar

a Guillermo Valenzuela 

detenida en la boca 
la lengua la saliva 
descifrando el lugar 
para después cifrarlo: 

las manchas la pupila 
que inventa sus jirones 

la madre el sexo de la madre 
las camas 
las mamparas 
un hálito familiar que se deshace 

quitarse de la vida dar el salto 

atizar en el ojo la crueldad 
pisoteando el paisaje 

cuchilladas al aire 
ruidos tenues 
imágenes veladas 
-los poros de la herida- 

pequeños goterones 
de un húsar de madera 

que no sabe su nombre



me contemplo

hemos de arder 
a oscuras

me falta una vena
me falta una mano
un asa de piedra pegada

a mi alma 


¿me dará un Gran Párpado?
¿me dará ojos blancos?

a Humberto Díaz-Casanueva





¿alguna vez?

A Juan Luis Martínez

Ah, mi vieja cajita de madera 
encarcelada, destituida, borrada, 
tachada, desterrada, fundida,

deshinchada, desollada


¿alguna vez soñaste 
ser un pájaro?



para Héctor Hernández Montecinos, 
y su libro que se llama, que se llamó (hace siglos):


“Cómo ternura dolor hedor amor Amor 
sabor Amargo Agrio a veces
son una misma y larga y dulce letra”
Noviembre 2002


Un sol inteligible: sol, ombligo 
pero esto es espiral lombriz que zigzaguea y que no es esto 
ni es lo otro 
como un dios en teología negativa 
cirrus, lombriz nombrándose no soy el mismo y siempre 
soy el mismo:
mi servidumbre y mi espalda... expuesta a la serpiente 
a la lombriz que todo lo recorre 
página en blanco, árbol blanco memoria en blanco, olvido,

olvidar el futuro

¿con quién despertaré mañana? - pregunta Manicomia

¡qué será manicomia! ¿un estertor? 
¿un espiral un virus 
anunciando el término del mundo con un flatosagrado?

eterna traslación intensa traslación

del azar al azahar del cenit al nadir envejeciendo 
beatífica lascivia y la espalda 
¡ah!, la espalda: 
imperio de lo implícito

ama el ser que no teme al dolor posterior

dice la mancha 
al hombre-hembra 
al hombre-hambre 
que dice sí cuando duda
quejido simultáneo, calcáreo
exige 
su función pétrea : 
la profecía de convertirse en hueso

serpiente quebrantada que ha perdido su piel
en asfalto rugiente preguntándose

¿qué sigue después de ser perseguidor?

o


¿quién se amarra a tus tobillos
para degollarte con odio?


Qué nos pasa.

No siempre el silencio es
estrellita eres libre o servible? dices
en esta

peregrinación/pesadilla

del cenit al nadir 
sin caer

vuelve el hombre a su origen:

mancha era 
mancha es

mi dolor mi dolor mi dolor

de la mancha a la marcha 
del azar al azahar 
del cenit al nadir, sin caer

qué vemos tras el miedo


o


cómo será tu corazón esta noche


pero

el hombre-serpiente ha perdido algo 
y se queja

he perdido la inocencia 
la piel el rumbo 
el juicio 
con un susurro la quebrada decencia

-se queja-

pero

ninguna boca me resultó extraña anuncia su gloriosa
boca

y sin embargo 
se queja:

he perdido algo he perdido algo he perdido algo

y soy un hombre ahí donde más duele

su gloriosa boca 
los poetas - dice- cuando no estamos 
en el aire hacemos cosas peores

el amor a mi Chico a los que tienen miedo 
a los que lloran porque 
se van muriendo por dentro cuando aman...

dormimos de la mano
-dice-
peces en las zapatillas                   -veo
cardumen 
en mi espalda                                 -siento


y


ay de mí y de los que
ay de mí ay de mí ay de mí


para los pájaros los poemas son albos
dice el lombriz (y para quien habla 
con los ángeles
los pájaros representan 
el conocimiento de las cosas)

pero aquí: hay pájaros que son peces. No olvidarlo.

me busqué lejos de mí y me encontré –dice el pájaro pez

perritud intrahuesos

y la nuevanovela, y el museo dela novela dela eterna, 
¿por qué? pregunta su hermanita
él no responde, escribe 
sonríen él y su madre
él escribe la dulzura del pájaro de plumitas azules 
de O, de K, de H, sobre todo de hache

y

de la m (¿a la “eme” de g.d.?)


eme eme eme eme eme 
mmmmmmmmmmmmm

son 752, dice en principio
pero hay tachadura y luego
son 232 emes -dice

la escritura está en las jaulas, estas jaulas

(las jaulas de javier?)

palabras palabras como jaulas

“las palabras son lo que menos se parecen a lo que dicen”
dices

y sin embargo lo dices 
pasando tu mano kilométrica sobre estas páginas

y tal vez para quienes estamos en ellas
podría significar una larga caricia
un abrazo 
el que nos dimos
ayer
allí
en lo oscuro
en la rojez 
de las cosas 
sin nombre 
no yo
no tú

el sol
brillando entero 
atrás

a medianoche.






Extracto de Yllu (Lom, 2015)
Yllu-200x0-000025170100174


El canto de la madre                                                                                            

Quiero pensar siempre en la antigua y sombría Devi
el Deseo la agita: su bello rostro chorrea de sudor amoroso.
Lleva un collar de bayas rojas y negras
está vestida de hojas.
Tantras, Himno IV


Juventud
(Recitativo corto)

vamos Chuzo vamos! entierro mis talones desnudos en sus ijares, él levanta un instante las orejas nerviosas y se lanza en carrera veloz hacia el otro potrero, el de las amapolas, a lo lejos distingo el horizonte rojo. Vamos vamos, apuro, sola, montando en pelo, mis muslos transpirados rozan se incrustan en su pelaje húmedo, somos uno Chuzo, le digo, Chuzo Chuzo,  él  entiende mi desvarío por el sol, por el aire, el olor de la alfalfa del potrero, la carrera sin límite hasta llegar a este  océano rojo, intenso, extenso… nadie cree que esto es real, ¿qué importa?, montar así  es cosa de animales, sí, soy salvaje, contesto besándole las belfas, a él no le importa, de un salto atraviesa la zanja y ya estamos, chuuuuu, chuuuu, le digo tirando hacia atrás las riendas, él me entiende y se detiene en seco, me deslizo por su lomo, él baja la cabeza y roza un poco la yerba, luego me sigue en mi carrera:  rojo, rojo, digo sintiendo la caricia  de los pétalos hasta que extenuada me dejo caer, Chuzo Chuzo, aquí aquí;  él, más parsimonioso,  al fin dobla sus patas y se echa, ojo y ojo se encuentran, se espejean, movimiento nervioso orejas belfas hocico,  miro: rojo abajo, azul arriba, en medio oliéndonos, gustándonos, mi caballo y yo misma,  éste es el universo…



Madurez
(Aria)

Cuál será el origen
de este dolor antiguo
quizá es este  cuerpo y su deseo
negándose a salir del recodo  de ramas
que lo ocultan
o tal vez  el designio de pasar  esta lengua
una vez y otra  sobre la misma  herida
 o la danza  por esta cuerda floja
tan viva  que los poros se alargan
en forma de tentáculo  tersura
de una piel en su tibieza líquida
de sangre de saliva   de semen
tengo  una llaga    una herida
tengo un torrente
el corazón  se ha estrujado
y hay tanta nube  tanto viento
a destiempo  que los ojos
no saben qué  hacer  con el agua
que inundará esta mesa esta silla
el mantel  también será  inundado
y  el magnolio   el olivo
tanta humedad  en una sola llaga
que todo lo devora
que todo lo deshace
pero esta vacuidad  no es el vacío
es un lleno  de árboles
que se hablan  uno al otro
sin  saber si están solos  o se tienen
quizás  en las raíces
mis hijos mirándose  como árboles
amándose  como árboles

Los recuerdos
(Coro final)

El sol iluminó la mesa blanca,  el mantel se abrió como una boca.  Sí las mañanas están  más cálidas.    Sí es primavera y aquí traigo pedazos de recuerdos.     Él  baja la voz  rumiando  sus historias,   me dice que en las noches  acompaña el runrún de su cabeza  con alguna  melodía escuchada al azar,   pero su oreja aguanta poco.

Mira la diafanidad del aire,  le digo,  mira como el viento nos acaricia la piel,   fue solo ese  momento,  me dice, porque  ahora  es la sombra  y en la sombra es la música o nada.      Mira,  le digo  el pasto  reverdece  y por esa humedad corretean  las tres,   sus cuerpos frágiles como ramas de sauce doblándose  hacia el agua.

Habrá que protegerlas me dices, encerrarlas,   habrá que masticarlas te digo,   tragarlas como  pétalos,  habrá que distanciarlas de los nombres,  me dices, habrá que volverlas a la incerteza que late, te digo.

Ellas me piden cuentos en las noches.    Palpen, sientan como  nada este pez en mi pecera oscura, les digo.   Escuchen como mezcla  sus escamas  rojizas con las mías azules. Ellas miran, tocan, palpan, pero ha llegado el tiempo  de abrir  esta compuerta,  el agua nos inunda de momentos antiguos, mohosos  y de ahí  se devuelve a  humedecer mi corazón tan seco.

Anoche dormí mal,  imágenes de errancia, alguien viajaba,  promesas susurradas al ritmo de los rieles,    llegábamos a un pueblo,   a la plaza del pueblo, boleros las noches de verano, una glorieta, una fuente,   subíamos los cerros,  los cercanos  -piedras cascajo suelto-  las cabras lo habían despojado de cualquier hierbecita, una hilacha era el río. Ya no existe ese pueblo, me dice y sigue cavilando   bajo el magnolio, los ojos hacia adentro.

Qué piensa qué es lo que piensa.    Mira le digo, mira   sus ojitos,   su frente,  tan erguido.   Míralo,  tiene una vena,  un aliento,  aquí fuimos felices, le digo.  Lo que duró el verano en este papel viejo,  me dice devolviendo la foto.    Sí, ese otoño tuve que alejarme,  cavernas de tristeza, consumición, delirio,   cómo hablarles del encierros  sin poder ver las nubes ni corretear por la hierba,    bajamos al río,   había angustia pegada a las hojas,   un olor impregnado de lágrimas,    pero nadie lloraba.  Ahí estaban los colores: amarillos húmedos,  ocres goteantes,  algunos rojos y el río en sordina como eco a mis palabras que caían también como goteo: que fueran obedientes.   Ellas  miraban, ¿obedecer  a quién?,  ¿a las hojas?, ¿al ritmo del agua?, ¿al nudo en la garganta?,  ¿a la soledad de las piedras?, ¿a su indefensión de no entender qué palabra las dejó ahí tiradas  como una piedra más?   o entenderla, sí, pero no pronunciarla y dejarla para siempre tartamudeando en la boca.   El otoño, usted sabe, hace que enmudezca la voz,  su dorado hace entornar los párpados,  no de resplandor sino de ganas de vestirse con las voces oscuras de algo que se aleja,   de algo que cae irremediablemente.   Aquí hay un clima raro, un sol brillante afuera y mucho frío dentro.    La duda en la palabra me hace perder certeza en lo que escribo.    Pero mi niño   tan sólo balbuceaba y cómo iba a entender esto de los colores con sus ojos risueños  ¡Cuándo te volveré a ver! ¿Qué verás y quién te nombrará las cosas? ¿Quién te enseñará las inflexiones de la palabra pena, la palabra tristeza?   Separarnos, perdernos de los cuerpos, también de los cuerpitos.




Del libro
Narciso y los árboles

   
Con este lazo rojo

Salgo loba a la calle   corro
por la calle elevando remolinos
de polvo    así no me ven

Abro puertas  fauces   llaves
dejo las llaves abiertas
las puertas    abro las fauces
elevando remolinos de polvo

Así no    Me ven     Agazapada
a tu espalda hundiéndote los dedos

dónde llamar     agoté las fichas
no hay más fichas  no hay más números
dónde llamar


                                

Dónde vaciar el grito

Sueño cabalgándote   espoleando
tus flancos    de loba
pintarrajeada  quién va a saber
quién soy


Suben hormigas por los dedos
de los pies
ascienden como murmullo
insistentes
quieren salir por las fauces
como bramido

pero no hay fichas   ni casetas telefónicas
se gastaron los dedos y los números haciendo
musarañas en el aire de tanto marcar el aire

dónde vaciar el grito
escondida en tu puño  lamiéndote las yemas



Azul
                                                                                           
Sueño escondida en el follaje de tus cejas
cerca del ojo   ver lo que ves
azul
ver todo azul como tu ojo    pero detrás
del parpadeo el gallo lanza su picotazo feroz

se aquieta el parpadeo   en una linfa
blanca escudriño   busco
como en el fondo de una taza de té
algún augurio    algo



¿Te acuerdas?

Sueño deambulando blanca y calva por la calle
con un lazo rojo atado al cuello   para que no me ojeen
no me hagan mal de ojo
me puse esa falda negra y larga que arrastra suciedades
de la calle
esa negra ¿te acuerdas?

llevo horas deambulando con mi lazo atado al cuello
para que no me ojeen

                                                                                                       
despierto desnuda  la mano en la garganta:
                                                                                                       
el talismán

alguien lo arrancó de mi cuello
con fuerza lo arranqué de mi cuello




Qué hacer con ellos
                                                                                         
Cae ahora el oscuro y  pavor
siente el chasquido de  los dedos  

titubeando en el aire  Qué hacer con ellos     
                                                                                                       
en el follaje oscuro                                                                          
con este lazo rojo

titubeando  en el aire.      





ALBRICIA (1988)


VIAJO EN MI LENGUA

         de arena pantanosa

dos vocales                              O                E

Viajo y rozan los bordes mi arenilla dormida
Adentro                más adentro de la cavidad sonora
                            tus vocales   las mías
                            en el ronco gemido

Me aferro a mis moluscos                  Penetro las papilas
Adentro               más adentro llego hasta el estertor
                            al eco de otra lengua       La camino  
                            recorro        la nostalgia  la cerco
Pero a la piel no llegan claros los envíos

Qué sintaxis          Qué paisajes que mis ojos no vieron
Quieren brotar desde esas aguas

                                      y tu lengua            mi lengua



CRUJEN LOS HUESOS DE ESTA PRISIÓN

         Intento abrir al ritmo de mi abdomen


un hueco a la palabra               Se encabritan las olas
de mi cabeza                                     Aúllo           Aúlla

                                               el celador     pliegue
                                               de mi memoria

         (mi naranja guardada por cáscara porosa)

Nadie entra en esta esfera                  Apretada
me sumo     Zumo líquidos que irrigan
mis conductos      Pero las fosas husmean
buscando la fragancia               Mi naranja olorosa
apretada resiste pero el dedo se hunde
desgarrando          Me abro en gajos amarillos
y crujo este sonido al desmembrarme





 ¿VA LA LENGUA A SABOREAR MI ESENCIA?

         Oblonga y apretada
         gruesa y áspera
         palpitante
         resguardo el zumo tibio

         Nadie lo toque

Ni la lengua                    Ni la bóveda roja



SACIAR SU HAMBRE

                   (de esencia)

                                               pide la lengua

Violento el paladar acoge su deseo
apretando mi gajo que escurre su secreto
mi dejo amargo escurre            Las comisuras
llenas de escenas innombrables
Surge savia desde pozos profundos             Intenta
la lengua caracoleando abrirse entre corrientes
tibias                    frías
Surge zumo que estruja la memoria
Aconchada en la ciénaga

                                      Hojas y guías verdes invaden
                                      mi cerebro
                                      Piedras desconocidas se engarzan
                                      en los ojos como gemas sin nombre
                                      suplantando pupilas        bastoncillos
                                      del iris


SE DESFLECA ESTA LENGUA

                            Bailan sus hilachas

Como guías aéreas
Abandonan la escena más allá de los labios
                            (sus guardianes los dientes)
Sinuosa se desliza hasta el pecho auscultando
latidos desde una superficie
                            (insiste un instante e los latidos)
Perpleja vuelve a entrar a escena
enrollando sus guías                 Acogen los labios
en su prisión el hueco de esta lengua

                            muda quedamos

(el humus cenagoso no se cuaja en palabra)



ABRO EL PÁRPADO MUDO

cierro y vuelco hacia dentro el sol del ojo

         mi ánima              mi alma busco

entre líquenes negros      algas            veo flotar
mi rostro carcomido por lenguas
Ahí va ese ojo como boca sedienta              Qué busca

         Arriba                            Abajo




PAPELILLOS

         estopas

                                      hilachas                aserrín

lamen sin pestañear por la boca
entreabierta y muda de palabras                            Flotan
las manos rígidas de yeso entre las lenguas

         Con índice y pulgar alzan el organdí
en pequeñas flexiones              en reverencias blancas
         Encajes de bolillo           borlas          forman
los pliegues del párpado



NADIE ESCRIBE MI CUERPO

         se lamentan las uñas

desperdigadas lloran manos
dedos de los pies tiernos como pétalos

Cantan los labios húmedos en boqueo
de peces

         mi ánima              mi esencia

y vuelven las hilachas
a juntarse en recuerdos
por la boca entreabierta



ESCURRE ENTRE LOS DEDOS

                   un cardumen minúsculo

         Por las fosas penetran aletillas
         nerviosas              Una corriente
         tibia arrastra mi Ojo fijando
         la Pupila



(Qué lengua          piensa mi lengua
                            caracoleando perdida esta razón
Qué esencia          aflora de la ciénaga verde

Desplegando sus líquenes         Ella pasa rozando
Me abraza su humedad me atrae me acicala
Me incrusta el peine hostigando los huecos



¿ES ÁCIDA?             ¿ES AMARGA?


Pregunta su lengüeta a mi párpada erecta


Mi pesada aridez se vuelca hacia su oreja
Mi hálito en su cuenca sopla ese pozo negro        


  ME ABRAZA              ME ACICALA

Hostigando los huecos intenta otra palabra

Ambas frotamos entretejiendo nudos
Acaricio su lengua con la mía de yeso


                                      Alga húmeda y tibia
                                      Alga azulada áurea

(el soplo se encabrita)

                                      Alza eleva violento latigazo
                                      en el Anca

por ese flanco oscuro asoma la palabra


                                      (¿la ácida?             ¿la amarga?)








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