sábado, 13 de noviembre de 2010

1859.- ELISA KIDANÉ


ELISA KIDANÉ

(Eritrea). Monja comboniana, poetisa.

Elisa Kidané, eritrea de nacimiento, comboniana por vocación, ciudadana del mundo por elección, nace en Segheneiti, Eritrea, en 1956. Misionera comboniana desde 1980, después de los primeros años de formación realiza su sueño yendo a América Latina: Ecuador, Perú y Costa Rica. Periodista, desde 1996 hermana Elisa presta su servicio en Verona en la redacción de la revista “Raggio” (Rayo), mensual de las monjas misioneras combonianas. Es redactora del noticiero de la revista on-line "Femmis" (www.femmis.org). Ha publicado las recopilaciones poéticas: Ho visto la speranza danzare (He vistoa la esperanza danzar) (1995) y Fotocopia a colori (Fotocopia a colores) (1999).




Dolor

Ha tocado 
a nuestra puerta 
ha ido 
de aldea en aldea, 
de ciudad en ciudad
y nuestra
habitual hospitalidad
lo ha acogido, 
y se ha instalado
en nuestra casa
y se ha aferrado 
a nuestros vestidos
y se ha impreso
en nuestros rostros
y ahora
cuando vamos
por los caminos 
del mundo
detrás de nuestra espontánea sonrisa
se entrevé
a pesar nuestro
la sombra 
de este huésped 
ingrato.

Traducido por A.M.Gabriela Bustamante Escobedo






MUJER Y MADRE

Mientras el sol ardiente
quema impetuoso tu rostro
que tratas de proteger con tus manos.

Mientras la arena
quema tus pies desnudos
que hunden sus pasos
con la esperanza de dejar huella
de una historia infinita.

Mientras el cántaro rebosante de agua
encorva tu espalda pero no tu corazón,
deseoso de apagar la sed
de los que amas.

Mientras tu vientre
esconde, nutre y protege
el enésimo fruto de tu anhelo,
de un amor más verdadero y humano...

Otros, extraños y lejanos a ti,
a tu mundo y a tus problemas,
que nunca te han visto
ni saben quién eres... 
Otros hacen programas
para dirigir tu futuro
y deciden según sus esquemas
cómo y cuándo tendrás que ser Madre.

Otros, usurpando tu derecho de palabra,
pensamiento y opinión,
codifican según sus intereses tu silencio,
pisotean tu dignidad de mujer
e ignoran tu privilegio
de Madre de la Humanidad. 

Entonces,
mientras el sol ardiente
quema impetuoso tu rostro,
una fuerza nueva te nace dentro
y te empuja a apresurar el paso
para dar vida a tu sueño milenario
de justicia y liberación





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