Heddy NAVARRO HARRIS
Nace en Puerto Montt, sur de Chile el 18 de octubre de 1944.
Profesora de Estado en Artes Plásticas. Universidad de Chile. Stgo. [1967]. Es poeta y artista plástica. Trabajó hasta febrero del presente año en el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes a cargo del Programa Difusión de las Culturas Originarias. Ha ejercido además como diseñadora gráfica para las editoriales Literatura Alternativa y Fértil Provincia. Creadora y editora de la Revista Palabra de Mujer y del Sitio Web Ser Indígena, Portal de las Culturas Originarias de Chile.
Es exonerada políticas de la Facultad de Bellas Artes. U. de Chile. Stgo. Donde ejerce como profesora ayudante de la cátedra de Introducción al Estudio del Arte.
En agosto de 1974 es detenida por la DINA por los agentes Osvaldo Romo y Luz Arce, entre otros. Al ser dejada en libertad emigra a la Argentina donde permanece algunos meses, volviendo a vivir en Chile en condiciones de semi clandestinidad.
Desde al año 1975 retoma sus escritos diseminados en diarios de vida y cuadernos de estudiante.
Publica su primer libro 'Palabra de Mujer' a fines de 1982.
Entre los años 1981 a 1992 ejerce como profesora de Artes Plásticas y Jefe de Departamento de Artes del Colegio Francisco de Miranda. Stgo.
Vive en Valdivia desde 1992 donde ha ejercido como Profesora de Redacción Periodística. Escuela de Periodismo. Universidad Austral de Chile y actualmente es coordinadora de la Oficina Sur del Area Culturas Originarias de la División de Cultura.
1998- a mayo de 1999 : Miembro del Directorio Centro Cultural Municipal. Valdivia.
Taller de 'Poesía Adolescente'. Centro Cultural Mapocho. 1988 Taller de poesía femenina 'Palabra de Mujer'. Instituto de la Mujer. 1989-1990. Taller de Encuentro con poesía poblacional. La Legua. 1989.
Co-dirige el Taller Literario de la Universidad Andrés Bello. 1990.
Premios y Distinciones
Primer Premio, Concurso de Poesía 'Javiera Carrera'. 1982. Santiago.
Tercer Premio. Concurso de Poesía. AGECH. Agrupación de profesores. 1983.
Gana Concurso Proyectos Fondart Creación y edición de/libro de poesía. 'Sur'. 1994.
Beca Escritor Nacional. Fondo Nacional de Fomento del Libro y la lectura. 1996.
Publicaciones
Libros de poesía
PALABRA DE MUJER Editorial 'Tragaluz'. 1984
OVULOS Editorial 'Tragaluz'. 1986
ODA AL MACHO Ed. 'Ergo Sum'. 1987
POEMAS INSURRECTOS Ed. Literatura Alternativa. 1988
VIRGENES V[B]ACANTES. Ed. Fértil Provincia. 1991
MONOLOGO DE LA HEMBRA TARDIA [antología poética]. Ed. Fértil Provincia. 1994
SUR. Ed. Fértil Provincia. Valdivia. 1994.
CANTOS DE LA DURAMADRE. Ed. Fértil provincia. Santiago. 2004
Libros inéditos
A Pie Desnudo [novela]
Miel de Ulmo [cuentos Infantiles]
Tarot: Libro y cartas [creación literaria plástica]
Poemas Resurrectos [poesía]
Ofrenda
Nunca dejé una flor blanca en el altar del sol
de Macchu- Picchu
jamás lancé el aroma de sus pétalos al pozo
Sagrado
de Chichén-Itzá
Tampoco escalé el rehue para ofrendar copihues
blancos
A Ngenechen
No me cogió un mozo gallardo por esposa
no desfloró mi piel su tacya
para que floreciera mi maíz
Más bien
sólo llevaron mis manos
papas entierradas
maquis oscuros como el silencio
Más bien
sólo lancé polluelos y huevos azules
como la gallina
que corretea asustada
detrás de la del hombre
De “Palabra de mujer” (1984)
Crónica (desde la piel)
Mujer soy
contradictoria instancia que aletea
saca cuentas
decide el almuerzo
balancea proteínas
recuerda sus tareas a los hijos
abre la puertas de la cocina
y pela papas
Walt Whitman
resbala por mi pecho
Crónica desde la Azotea
Mujer soy
histérica, serena, hipersensible
Aterrizo cuando encero
Suelo volar desde la azotea
y servir el desayuno
aún con las alas
desplegadas
Pudor
Sólo yo voy desnuda
como si no hiciera frío
me saludan
se sonrojan
y se abrochan el último botón
de la camisa
De “Óvulos” (1986)
Papas
Hicimos el amor
una noche
y yo casi dormida
pensaba en el canasto
-si quedarían papas-
ahora que las papas están
cocidas
y ni una sola quiere entrar
a mi boca
te digo
podríamos haber comido
amor
toda la vida
Cerbatana
Pasemos a otro punto
alzo la cabeza
y lanzo
con cerbatana
mis pechos
a tus ojos
Óvulos
Yo
la dictadora la esclava
la demócrata
la monarca la socialista la exótica
de Salgari la mapuche heroica
La janequeo
la Inés de Suárez la Tania de Bolivia
La missmundo del año entrante
La secretaria
la maniquí de la Botique la Jenny de
Carlos Marx
La Evita de Buenos Aires
La Matahari
la Krupskaia
de Lenin
la Amanda de la fábrica
la Rosa de la cocina
la Juana lavandera
la Isidora de Duncan la ñusta tirana
la señora de los milagros
la difunta Correa
que dio de mamar a su hijo
después de muerta
la Quintrala de los ríos
la fiura de Chiloé
la Juana la Alfonsina la Gabriela
la progenitora de los Incas
la machi del Nguillatún
la Meica
Yo la parturienta
seguiré pariendo hombres
a pesar de la bomba de neutrones
y las verdades absolutas
De “Oda al macho” (1987)
V
Búscame pecho
abre la boca
mece tu quejido bajo mi oreja
así hasta que el pito de un tren
nos deshaga
hasta que crezcan avellanos
en el monte del pubis
y los cráteres ocultos
se llenen de aguas azules
Cristalinas
VII
Tus piernas
un muelle sumergido
en mi fondo pedregoso
Graznido de pájaro
a ras de seno
Crujir de casa
a pleno viento
Golpe de tronco
contra muslo
Y por fin
llueves
torrencialmente
sobre mí
IX
Hombre roble sumergido
por tus extremidades subo
escalando riscos
Amplio eres y angosto
un barco donde me mezo
pero revienta la ola y te astillas
Crujes
penetra el agua
Busco pañuelos y sostenes
tapo agujeros en vano
Estamos solos en medio del naufragio
Beso tu proa
hasta el último mástil
El océano entero penetra
por mi boca
De: Poemas insurrectos (1988)
Proclama I
Me declaro ingobernable
y establezco mi propio gobierno
inicio un paro indefinido
y que el país reviente de basura
esperando mis escobas
Soy mujer de flor en pecho
y hasta que se desplomen los muros
de esta cárcel
Me declaro
termita, abeja asesina y marabunta
y agárrense los pantalones
las faldas ya están echadas
Comunicado II
Estoy en la calle
chuteando bombas lacrimógenas
para ahogar la pena
por el Golpe
que derribó tus besos
Construyo barricadas
pero el miedo me impide
ver tus ojos
más allá de las llamas
Estoy en asamblea permanente
con mi cuerpo
para despoblarlo de miserables criaturas
Enciendo velas en todas mis veredas
Levanto la animita de tus brazos
Porque voy a descabezar al tirano
y decretar para siempre
la democracia de caricias
sin zonas clausuradas
Monólogo de la hembra tardía (1988)
"Vivimos los vestigios de la infancia
desapareció el búfalo
en la pradera sólo cabalga
el ruido de sus cascos..."
(Hembra Tardía)
Ella
Ella recuerda horas
de colores transparentes
el olor de su manzana
el calor de sus marfiles
su mirada interrumpida
por el seno
Ella recuerda sonidos de insectos
a las tres de la tarde
trino de pastos en los campos
despeinados
Que arriba bajaba el cielo
que ella subía
desde la raíz a la hierba
¡Ah! ella recuerda
su hora gris de tocarse a solas
de beberse a solas
de oídos escuchando caracolas de soslayo
de vuelta y vuelta
la mirada al horizonte
Vírgenes Vacantes (1992)
“Todas íbamos a ser reinas, pero fuimos
camadas de libélulas ventilando
mundos ásperos"
Mujerío
Es todo chillar
y aguardar
mientras yo te miro
hermana
y comprendo
que aún
no es tu tiempo
Mujir
Es darse el tiempo
degustar en las entrañas
la poquedad de la rutina
la convexa cavidad
de la caverna
el bulto negro
cargar la nada
Mujerar
Es huir
ganarse malditamente
los cielos
ahuyentar los cuervos
que se prenden a la espalda
quedarse en fríos
esperando
la suavidad
de sus garras
De “Cantos de la duramadre” (2004)
Exaltación del Silencio
" Creo que una de hierba es tan perfecta
como la jornada sideral de las estrellas...
Walt Witman”*
Tremenda la aurora
y deslumbrante
arremete contra el día
mis alas de tormenta
aúllan amarillas
trayendo fondos de
arena
Rotunda,
como un puerto cerrado
detrás del horizonte,
la borrasca se anuncia,
entonada de carmín
entre las nubes
Como cangrejo asustado
piel firme sobre la roca
puerto cerrado y
en mi nariz el humo ocre
de la ventisca marina
Océano revolcado
tienta mi olfato
y se adentra
gimiendo
mientras mi boca
prepara su orgasmo
de silencio exaltado
Veo cientos de formas
cada una con su vaivén
y su tono
una ensenada de botes
anclados
luchando fieros
entre ola que atrae
y ancla que aquieta
Mi lengua saborea la sal
lame cabelleras en desorden
hasta besar tus dedos
Salobre el gusto
me provoca
y abriga mis muslos
soslayados
Camino contenta
al ritmo del esterillo
hasta un bosque de mañío
Por fin descanso en la cumbre
¡Oh! Desde ella vislumbro
la comarca del río
El horizonte llovido
la bahía que ahora se abre
al ruido de las barcas
que ya saludan victoriosas
Emito ahora
un sonido nuevo
un liviano sonido
de abejorro
entrando
En la espesura
Sobre “Terral”, de Heddy Navarro
por Leonardo Videla
Cuando un libro se abre con una cita a la producción de la misma autora, es difícil no considerar el gesto como un llamado de atención al lector desprevenido o, quizás, como un modo de reclutar a un lector más avizor para la tarea de ensamblar conceptualmente, con la menor cantidad de crisis posibles, la nueva pieza que llegó a sus manos en la continuidad ya digerida de la obra anterior. Sin ir más lejos, en la nota de contratapa del libro, Raúl Zurita habla de “fidelidad” para referirse a la voz que nos habla en Terral, en el entendido de que hay algo, la raíz o el origen de la voz, digamos, ante la cual hay que rendir cuentas tras cada verso que se escribe. A mi parecer, sin embargo, este libro de Heddy sólo en superficie consiente esta aleación con su poética anterior, y creo que, muy por el contrario, en Terral hay aspectos constructivos y estilísticos que anuncian un divorcio, ciertamente dificil, con los trabajos reunidos hace algunos años en Palabra de Mujer.
En cuanto concierne al montaje general del libro, Terral se nos presenta estructurado en tres unidades que corresponden, bastante aritméticamente, a las tres etapas de un proceso de instalación mental. 1) un peregrinaje paisajístico de norte a sur, que parte en el desierto y termina en los canales australes; 2) una instalación en un sur mental; y 3) el consecuente proceso de descomposición, de CISMA, una vez que se ha alcanzado ese destino sureño.
Atacama, Elqui, la quinta región, la zona de volcanes de la Araucanía, san José a la costa, Curiñanco y un lugar cuyo nombre me resulta impronunciable: estos son los hitos que marcan el recorrido de la primera sección, un recorrido que inicia en un estado de muerte fósil, asociada a la aridez del Norte Grande, y que debiera terminar en algo asi como la vida, seguramente asociada a la humedad y la vegetación, pero que —ya se verá— no termina así. Como sea, este tránsito de la voz, este vagabundeo por los paisajes señeros del Chile poetizado, se deja leer como la búsqueda de un renacimiento. Así, desde que la poeta dice:
Y este
mi mar muerto
hasta cuando declara
marcho siempre al sur
no estoy preparada
para sufrir menos lluvias
la pulsión de búsqueda defrauda cualquier instinto de permanencia en otro lugar que no sea aquel considerado el “propio”. O sea: la búsqueda sólo se detendrá cuando, en la segunda sección de Terral, ese lugar desde donde hablar ya haya sido inventado por el tránsito mismo.
Ahora bien, la programación de este recorrido norte-sur, lleva señales de ruta fácilmente identificables en los epígrafes que abren cada parte, provenientes de autores chilenos que se adscriben simbólicamente a cada uno de esos espacios: Zurita, Mistral, Neruda, Teillier, Lienlaf,, Rosamel del Valle. Es como si la voz que canta en Terral tuviera que pagar tributos a algunos númenes tutelares de esos paisaje de la poesía chilena, y en consecuencia la búsqueda de la voz indefectiblemente se delata como una ansiedad por encontrar un rincón en ese cánon que no haya sido invadido todavía, un espacio que, ojalá, hasta ahora no haya sido anexado al mapa de la poesía chilena. En tal sentido, es elocuente el hecho que la última parte de esta primera sección, aquella del nombre impronunciable, no lleve epígrafe de ningún vate y, en cambio, rinde homenaje a dos mujeres de una etnia de la que, según entiendo, no quedan muchos hablantes.
La segunda sección del libro se instala, entonces, en un espacio inventado del sur. Un sur que es uno entre muchos posibles. Gonzalo Rojas, en una entrevista que le realizara Edgar O´Hara en 1981, aludía a la existencia de muchos sures en la poesía chilena, y pareciera ser que en Terral, Heddy se inventa un sur que tiene similitudes con la costa de esta región donde ahora estamos. Un sur que, a diferencia del Valle del Elqui, no ha tenido a su Mistral y que, a diferencia de Atacama, no ha tenido a su Zurita. Un sur todavía no patrimonializado por la tradición poética, y donde la única voz instalada con seguridad es la de los pájaros.
Los treiles han iniciado
previsiones
y aún señorean en la pradera
aledaña a la escritura
y un poco más adelante constata que “Todo está hecho de pájaros”. Y tal vez es sólo recién aquí donde Heddy puede darse a la ambición de sacar la voz y cantar como ella, en otras oportunidades, ya lo ha hecho. A mi parecer, es en esta sección del libro donde se encuentran los pasajes de más alto vuelo lírico. Un ejemplo:
Toca mi rodiilla y dime
si no es el corazón de un
forastero
agazapado gimiendo
que salió a ver
el sol de la noche?
O este otro:
Era la más opaca hora
del frío y del mundo
detenido
en la uña de mi pie
Y sin embargo, este espacio sin dueño, este jardín no hollado, es la antesala para el CISMA de la tercera sección. Cabe hacer notar, aquí, que a lo largo del libro, y también en gran parte de su producción anterior, Heddy ha buscado, y finalmente, encontrado un espacio para el canto, pero siempre a despecho de dos signos que, en su poética, tienen algo de ominoso. Dos ideas que, sólo para simplifcar, podrían llamarse “ciudad” y “razón”. Por ejemplo:
la ciudad desfallece
excrementos de almas
sus ruinas
entre fangos de toxinas
O bien:
Prevenido de voces
un planeta corrige su órbita
antes que avizore
en lontananza
la pálida inteligencia
humana
Contra ellos, Terral, y me atrevería a decir que toda la obra de Heddy, postula una forma de resistencia mediante una relación simbiótica con elementos preculturales: la tierra, el agua, los pájaros. De manera consistente con esta alianza, la voz de Terral utiliza, al menos, dos estrategias estilísticas bien marcadas. Primero: la voz: muchas veces la voz de la hablante se traslada a los objetos, volviéndolos sujetos de un actuar que pone a la poeta en una difícil vinculación dialógica con ellos. Segundo, la insinuación de un centro privilegiado en el “yo”, denotado mediante el uso frecuente de la primera persona singular en función nominativa: “Yo sirena eterna”, “Yo / sombra inmensa”, “Yo gaviota”. Finalmente: “yo esqueleto de trapo”. En cualquier caso, si bien estas dos estrategias son productivas a las hora de establecer un diálogo con el paisaje, rara vez tienen rendimientos, si no nunca, cuando se intenta lo mismo con otra voz humana. Y así es como en Terral se va viendo que el ir a contrapelo de la urbanidad y la razón, y buscar un blindaje en la ecología de plantas y mares, tiene como consecuencia una forma de soledad, pardójicamente, muy mental , muy urbana.
“En cambio aquí”, dice la poeta en la tercera sección del libro titulada Fin del Tiempo, “un cerebro que hilvana / prodigioso / el vacío inútil”. La muerte, y sobre todo la meditación sobre la muerte y la descomposición, irrumpe CISMATICA en medio del canto que se quería ya fijado y establecido en su propio paisaje sureño, desestabilizando cualquier pretensión de duración. Desestabilizando —permítaseme la extrapolación— cualquier posible asalto al cánon y cualquier ensanchamiento de él.
Sin duda, es mucho más lo que puede decirse sobre este libro. Referirse a él, como yo lo he hecho, en términos estructurales y, en menor medida, estilísticos, es sólo un modo de aproximación posible. Un modo que a mi parecer, demuestra que la estrategia de Heddy —un amplio y ambicioso gesto de apropiación simbólica—, resulta novedoso en el contexto de su obra y, por qué no decirlo, también en la obra de quienes escriben desde parajes mentales cercanos al de Heddy. Un modo, por último, que intenta inventar un interlocutor, con la esperanza de que el monólogo sombrío y angustioso con que cierra el libro se abra, también, a más lectores.
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