miércoles, 16 de marzo de 2011

JOSÉ ÓSCAR LÓPEZ [3.447]


JOSÉ ÓSCAR LÓPEZ


(Murcia, casi Lorca, 1973). 

Licenciado en Filología Hispánica. Autor de los poemarios Nuevos dioses (Finalista del Premio Voces del Chamamé, Asturias, 2001 / Los cuadernos portátiles, Murcia, 2002) y Agujeros (Editora Regional, Murcia, 2002).

Ha publicado diversos relatos en antologías (El corazón delator, Nausícaa, Murcia, 1999, Murcia Joven –dos veces finalista-, 1999 y 2003), revistas (Gaudeamus, Universidad de México, El coloquio de los perros, en internet) y fanzines (Casa Subterránea), así como ensayos (revistas Agua de Cartagena, Postdata de Murcia) y poemas (II Antología poética, Universidad de Murcia, 1999, III Antología poética, ídem, 2000, fanzines como Oh Poetry! y revistas como Hache de Murcia o Entrelíneas de Tel Aviv).
Colaboró durante dos años como articulista de opinión en el periódico La Opinión de Murcia y actualmente en la tertulia radiofónica La radio se mueve de Onda Regional de Murcia, donde participa en la creación y puesta en escena radiada de una antología apócrifa de poetas murcianos. Mantiene la bitácora http://www.joseoscarlopez.blogspot.com/



ESTACIÓN TERMINI

Todos los trenes que parten de esta estación a cada hora y
que no llevan a ninguna parte,
la loca que vende flores y que mea detrás de los andenes
cuando cree que nadie la mira,
la gente que entra y sale a diario de esta ciudad, y que
entra y sale y no dejan nunca de entrar y de salir,

será por eso que la llaman la Ciudad Eterna.

Es inevitable sentirse vivo enfrentados a aquello a lo que
odiamos: los domingos por la tarde en las estaciones.
Pero estamos en Roma y nuestra admiración hacia esta ciudad
siempre sorprendente y caótica, ruidosa, atenúa el odio,
y estamos cansados también, es cierto, y el cansancio, hora
es de confesarlo, atenúa, qué duda cabe, la vida.

Mi amor recuesta su cabecita que es una guirnalda en mi
hombro mullida cesta, mi amor que se muestra esquiva
cuando pretendo darle un beso
y me dice: “Estoy cansada, muy cansada, quiero llegar a
Florencia, quiero llegar ya mismo a casa”.

Es extraño decir Florencia, nuestra casa, pero así será por
algún tiempo, Florencia, agua caliente para ducharnos
juntos, en silencio, y después una cena reparadora
antes de dormir, nuestro hogar, Florencia, extraño,
hermoso,
“Pronto estaremos en casa”, le digo, vuelvo a intentar un
beso que ella esquiva otra vez, y luego me abraza y
es ella quien me besa.

El tren arranca y parece que lleva al fin hacia alguna
parte, Roma quedará de repente atrás por mucho tiempo,

nos vamos a casa
tan cansados

como si todo este caos y todas estas ruinas hubieran tenido
que ver de veras con nosotros.

(De Nuevos dioses)



NEUKÖLN

Quien está maldito muerde el cielo
Georges Bataille


Las anfetas golpean en nuestra lengua,
en la cabeza, Daniel conduce como un demonio
borracho por entre las calles del barrio turco.
Todos andan buscándole para su exposición.
A mí puede que no me busque nadie.
Nadie sabe que Daniel prendió fuego a sus cuadros.
Quizás con suerte ardamos juntos en unas horas
en cualquier habitación de un hotel de este barrio.
Conduce como un loco, como si la ciudad
ardiera a nuestra espalda. Las anfetas golpean
en nuestra cabeza, los corazones en nuestro
pecho. Los tenderos salen a vernos pasar
fulgurantes como un rayo como fiebre,
un rayo que no va a destruir nada
salvo su propia trayectoria, a sí mismo allí
donde pasó. Siempre adelante. Ojalá ardamos
cuanto antes.

(De Agujeros)


SEPTIEMBRE


Las ruedas desinfladas en la verja,
unos niños jugando a la pelota,
un viaje que no haremos,
promesas de septiembre.

La bolsa preparada, las maletas
en la puerta del patio
esperando que llames,
que deshagas tu cola
e inundes el pasillo con olor a champú.

Que brilles, pelirroja.

Busqué señales en el cielo,
la tarde detenida
y un reloj.

Dormir a pierna suelta junto al agua.

(Inédito)




Me gustaba verla mear, acuclillada, entre los coches.
En verano hacíamos autostop, de playa en playa,
mi hermana nos pasaba la hierba
y nos miraba querernos mucho.
No nos despegábamos.
Pero lo que mejor recuerdo de aquel tiempo
era cuando ella decía: tápame, voy a mear,
y yo le decía: pero déjame, quiero verte meando.
Ponía cara de esfuerzo, de niña buena, de bueno,
ésta soy yo, meando,
y yo la miraba,
acuclillada, meando.






Cine negro


Todo empieza con un chisporrotazo,
así empieza el final;
pronto la policía tirará
la puerta
abajo. Vinimos aquí, señor,
en busca
de esperanzas nuevas para una vida
semejante a aquel borracho viscoso
que te impide ver en paz la película,
buscamos sólamente el agujero
de esta bañera sucia, el sumidero
para vaciar por siempre estas botellas
de ajenjo y gasolina.
La locura
de mi madre, la tuya es una santa,
ciertas caras marcadas
en el anverso de nuestra desdicha
y un chisporrotazo final: el flexo
que se cae, los sonidos de disparos,
alguien corre hacia aquí.
Muy deprisa.
La gorda que conduce el camión de la basura,
allá fuera, se relame y piensa
en el próximo final de su jornada
y en la televisión alguien cuenta alguna historia
demasiado parecida a la nuestra.
Estoy herido. Véte tú.
Otro
chisporrotazo más
pero esta vez de sentimiento, estoy
bien jodido esta vez.







en Llegada a las islas.
Baile del sol.



Schönberg y Bukowski

Un hombre se despierta a cada instante
en un lugar equivocado, pero insiste
en dejar por escrito
(que escribe, que registra,
sin olvidar incluirse a sí mismo
en)
el peso y las dimensiones
de su pequeño mundo:
(apunta
en su cuaderno):

parejas que practican el amor
por pasillos repletos de botellas,
furtivos en las noches
de velos infinitos, de plástico y cortinas,
en ventanas y calles donde gatos
pasean señoriales. Los vigila siempre
la oscuridad y a ella nada se le escapa:
ni el rumor de las fábricas
ni las habitaciones vacías
que aguardan en la mañana
mientras él escuchaba a Schoenberg o algo así.



Una inquietud mueve las fontanelas de la Tierra. Una  conversación que se acaba está abocada, irremediable, al estertor de los monólogos. A todo lo que dice, imperturbable, su vacío. Parto en la multiplicidad, voces imaginarias que suplen al que espera. ¿Vivimos en aquello que nombramos tan sólo los cobardes? Hablar tanto, ¿por qué, si no es para no equivocarme? Y dejar de decir lo que quiero decir: mira, si no, lo bien que les funciona a las estatuas.



Pasaban cielos como escualos sin dientes

Imágenes que se suceden y abren de repente cielos, mares y tierras con la velocidad de un relámpago, que iluminan trozos de rutas que desaparecen inmediatamente, para dar paso a otras posibles rutas, porque todo es posible e imposible a la vez en esta travesía. Cada imagen inventa un mundo, pero los mundos son infinitos, y no hemos de esperar estar mucho tiempo en ellos, ni conocer su historia y leyes.



LLEGADA A LAS ISLAS
(Baile del sol, 2014)


¿Puedes imaginar mi soledad
mientras creaba el mundo?

José Óscar López


Otro libro de José Óscar. Se me viene a la cabeza mientras lo leo un juguete que tenía de pequeño. Una de esas cámaras fotográficas para niños que no hacían fotos pero que te mostraban con cada clic una diapositiva. Imágenes de una ciudad desconocida para tu poco viajado y lleno de entusiasmo cabezón de pelo revuelto.

Con ese mismo entusiasmo me asomo al recién estrenado libro que, al igual que los anteriores (Vigilia del asesino, Los monos insomnes, Nosotros los telépatas), es como una de esas cámaras a través de la cual asomarnos, imagen a imagen, a un universo desconocido, originalísimo y fascinante que sólo conoce el autor de ‘Llegada a las Islas’. No es posible ni acertado, en mi opinión, hablar de géneros en este caso. Me gusta ver sus relatos, sus poemas, sus dibujos, como diapositivas de ese lugar fantástico y ecléctico en el que hay mundos habitados por robots enormes que arrasan las calles a su paso, máquinas imposibles, un viejo Octopus con tirantes y camiseta de Batman, animales psicodélicos, cafeteras …

Hay también rincones en los cuales se sientan a la mesa del poema la Eneida y Star Wars, Bukowski y una PlayStation. Y volviendo con esto al libro, lo que sin duda hay es poesía, poesía de la buena. Poesía bajo la cual oímos el cauce de un bagaje cultural y vital de gran riqueza,   poesía con un ritmo que da pistas del conocimiento del oficio que tiene el autor. Al mismo tiempo José Óscar deja que salte el relato a su libro, y el dibujo -no sólo en la portada-  deja incluso que uno de sus dibujos se coloque bajo un título de poema, de un poema que quizá se coló en algún relato. No es casualidad que el texto más prosaico de todo el libro se encuentre bajo el título ‘El único poema real de este libro’. Es por eso que decía que no es acertado mirar la obra del autor desde un prisma excesivamente contaminado por el concepto de género. No cabe duda de que estamos ante un buen libro de poesía, pero es mucho más, es un gustazo, es una pieza del puzle que forman todas las cosas que ha hecho el autor. Es más placentero, creo, dejarse llevar, dejarse sorprender, montarse en el  sightseeing bus y disfrutar de las impresionantes vistas,  del nuevo idioma.

‘La tierra es un gigante a nuestra semejanza/ si no a nuestra medida’ dice José Óscar en un poema de estas islas de un universo hecho a su semejanza. Espero que desde allí sigan llegando noticias nuevas durante mucho tiempo.

Manuel Pujante






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