miércoles, 1 de septiembre de 2010

801.- MODESTO FRAGA


Modesto Fraga (Fisterra-A Coruña, 1974) Las primeras aportaciones de Modesto Fraga a la poesía gallega se remontan a su participación en las actividades llevadas a cabo por el Batallón Literario da Costa da Morte. Así, sus primeros versos publicados figuran en el volumen De mar e vento (De mar y viento, 1997) donde colaboran otros cuatro autores pertenecientes al Batallón. Son varios los premios de poesía que ha ganado, como el Rosalía de Castro, el Avelina Valladares, el Francisco Añón, el Fernández del Riego y O Grelo, gracias al que ve la luz su primer poemario individual: Do amor salgado (Del amor salado, 1997). En esta obra ya se presenta Modesto Fraga como un poeta del amor para el que la naturaleza agreste de su Fisterra natal se constituye en leitmotiv constante. Mar de ausencia (2000) y Ese estraño silencio (2002) completan su nómina de obras individuales. Es miembro del Pen Club Gallego y figura en la antología A poesía é o gran milagre do mundo (La poesía es el gran milagro del mundo, 2002).


AQUEL VERANO DIJISTE QUE ME AMABAS.
No era amor, mas tú me hablabas de ello.
Me hablabas del amor de nuestro sello
Y que era a mi tan sólo a quien buscabas.

Aquel verano dijiste que me amabas.
Que ansiabas del amor lo más sencillo:
Recorrer con tus labios mi cabello
Y tocarme como sólo tú me tocabas.

Aquel verano dijiste que me amabas.
Que no tuvieras antes quien te amara,
Ni quien te amara tanto tú tuvieras.

Aquel verano dijiste que me amabas.
Dijiste que dejándome perdieras
El día que por siempre te marchabas.

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CUANDO nadie nos mire y el invierno agite los árboles
con tal intensidad que el mismo viento tiemble.
Entonces vendrás caída cual hoja seca errante
a poblar la ciudad de las casas de madera.
Forestas que forjamos de luz y primavera
donde el sol ilumina aún antes de ser día.
Tú y yo caminando por selvas densas, valles,
en la ilusa urbe erigida de tablas y bambúes.
Cuando nadie nos mire y sea sólo lo Nuestro
ese lugar que el olvido insiste en recordarnos.
Poblaremos alpendres y humildes cañaverales
para que no derrumben el amor de nuestro exilio.
Y construiremos bosques, lunas y equinoccios,
algarves y macondos y hogares nunca vistos.
Recogeremos cuanto de la tierra fértil nace
en las horas en que el sol perece en el crepúsculo.

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DEJA que te imagine en este invierno de rosas
y armonía. De aromáticas horas
devalando en los pliegues de tu cuerpo,
en la cálida ambrosía de tu sexo:
ese dulce desnudo inusitado
que invita a poseerte a cada instante.
A recorrerte despacio
en el calor de las noches, en la certeza del clímax.
Trazando un cuadro abstracto de versos y saliva.
Y convocarte entonces, sin pronunciar palabra,
invocando el silencio,
impregnados de polen y de larga locura,
amándonos en un goce indescriptible
en este invierno de rosas y armonía.

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ASÍ, calladamente
esperar las palabras de tus labios
otoñizos

merecer la tibieza
de tu cuerpo
tierno en primavera

las dóciles caricias
de tus dedos
delicados
como el estío

como uvas
sabrosas y dulcísimas
de invierno


(De Ese estraño silencio, 2002)
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Pero nada cambia
Todo sigue
En el mismo lugar
Atemporal, inamovible

son los mismos paisajes,
los mismos silencios
las mismas olas

ya no hay parejas
enlazadas por la calle
ni extraños rituales
ni frustraciones perversas,
ni poetas

porque nada cambia
excepto los ojos
con que se ve
el tiempo

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En las manos

-las del trabajo-

llevo el nombre
de todas las cosas que amo

el aroma de las noches
el sabor
el olor a sábanas limpias
que deja un lunes al sol

agua en dos cuerpos
amor, saliva
en uno sólo

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TEMPUS FUGIT

Esta noche
De cálidos aires alisios

Las parejas ignoran
El desierto
Y se cogen de la mano

Extraño ritual aquel
Movimientos de arena y ternura
que sólo abandonan
en los pasos que llevan
a una nueva caricia

son la envidia de la frustración,
de los amantes desamados
de la octogenaria memoria,
del tren que se fue
de los silbidos del albañil,
de los poetas

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Tus ojos
saben de mi silencio

aquí la lluvia
no existe

pero la luz
es un sol fresco

que me sueña

salvándome


(Poemas inéditos, De Caderno Rodiniano)

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AMOR A LA DIGNIDAD PALESTINA

Yo sé que por amor aún vives
Aún existes
Resistes todavía
Heroica Palestina

Lo sé por los ojos de los que anuncian
Territorios liberados
Por las manos de los que llevan las uñas partidas
De arañar horizontes

¿Qué son la metralla, los sharones
la desmemoria, las mentiras
para negar la justicia
de tanta tierra humillada?

Yo sé que vives
Que existes
Que resistes todavía

Convoco la luz
Y te veo, escucho
La dignidad
El pálpito de los corazones
De hombres y mujeres
Con la mirada fija
En los campos de Nablus

“Piedra frente a misil”
contra la barbarie,
hablo con la voz de Bodaño
con la lucidez de la libertad,
contra la mentira

porque miente el poder
la historia miente
porque mienten todos
miente la biblia, miente, miente

Goliat no murió
La piedra de David
Falleció en los vestigios
De la mentira de su propio veneno


(De Ofrenda dos poetas galegos a Palestina, 2004)

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EXISTES porque habitas
la distancia que nos une con el tiempo.
Por el solsticio último
que nos enseñó a amar
en la soledad de sentirnos juntos.
Por la pasión de los cuerpos
extasiados en la experiencia prohibida.
Por las palabras dichas
aún ante el propio oído
de la distancia que nos une, amada.
Existes porque aguardas
nuevos otoños para volver a amar
y sentir así la sangre
de la pasión desenfrenada
latiendo nuevamente, amor mío.
Y en la feliz distancia
que iluminó la unión de nuestros cuerpos,
recordaré, amada,
que en el solsticio último de invierno
existo por que sé que existes.

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SONETO ACRÓSTICO

AHORA que estás lejos, amada ausente,
renuncio a la potestad de mi verso,
absorto espero en el silencio, inmerso
como el amanecer espera el nuevo abrente.

Y cuando evoco, al fin, tu piel ingente
limada en el fervor perseverante
indaga mi pensar en tu semblante
para hundirse en el eternamente.

O cuando los días sin amor hermoso
hundido entre las sábanas de esta febril estancia
ausente amada, amarte es lo que reclamo:

Muchas son las noches en que muestro
mirándote en los metros, la distancia,
renuncias a saber por que te amo.


(De Do amor salgado, 1997)

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MAR DE FORA*

En Mar de Fóra
apenas se percibe la luz del día.

Y el frío arde
en los golpes del silencio más arraigado.

Y todo sigue extraño
y silencioso

como una sombra
seca de paisajes.

En Mar de Fóra
a menudo se mezclan
las artes del tributo más efímero:

herencia de salitre
-la nuestra-
de hombres y mujeres salitrosos.

Porque llevamos el silencio
y la palidez salada del trabajo.
Ese ingente labor
de remendar las redes del encaje más absurdo.

En Mar de Fóra
las redes son la cuna
donde anidamos, nosotros,
más allá de la luz oscura
que nos señala el día


* Playa de Fisterra, en la Costa da Morte


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“COÍDOS”

Un nimio rastro
de espuma

voluptuosa y lasciva

adivina
el sol oculto en la extensión de la superficie

en cada ola
un frío intenso
a recorrer los cuerpos
muertos

las algas
de carne inerte

y los peces
en un boliche
repleto de silencios

cada cual procure en el otro
sus sombras

el olor a marusía
en estos mares
es una bocina sorda
que a menudo
nos sorprende
impunes


(De Mar de ausencias, 2000)


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