miércoles, 28 de marzo de 2012

6385.- DIONISIO CAÑAS





DIONISIO CAÑAS (Tomelloso, Ciudad Real, España, 1949) Vivió en Francia nueve años y residió en Nueva York desde finales de 1972 hasta el año 2005. Fue Profesor en la Universidad de Yale y catedrático de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Poeta-artista y crítico de literatura y Arte, sus últimos libros de poesía son: El fin de las razas felices (1981), El gran criminal (1997), Corazón de perro (2002), En caso de incendio (2005), Video-Poemas 2002-2006 (Libro-DVD, 2007), Y empezó a no hablar, La balada del hombremujer (ambos del año 2008) y Lugar (antología y nuevos poemas), selección y prólogo de Manuel Julia (Hiperión, 2010). Con el grupo de artistas ESTRUJENBANK —al que perteneció desde su fundación— publicó en 1992 una colección de textos: Los tigres se perfuman con dinamita (2º Edición, 2003) y Tot ESTRUJENBANK (2008).






Ladrón de palabras (1.987-2.008)


Dados negros


Cuando no importa ya lanzar los dados, porque todas sus caras son oscuras superficies semejantes a sí mismas; cuando las sombras son iguales a los a los cuerpos, y la única perspectiva es un horizonte ciego; cuando llegamos con nuestra roca a una cumbre sin cielo y sin mentiras, y no queremos bajarnos de ella; cuando andamos cabeza abajo y el cielo es el abismo; cuando el silencio devora el silbido, como si nos hubieran cortado la lengua; cuando sentimos que la vida es ya un dado negro, lanzado en la oscura página del tiempo; cuando somos lo negro…entonces es cuando empezamos a vivir de nuevo.




Un esqueleto escribe sus memorias


Supongamos que llueve
y que estamos cansados de escribir,
supongamos también
que es escandaloso
el precio de los funerales,
que aquel hombre y aquella mujer
que tanto amamos
ya no son nuestros amantes
sino una ficción
en el mar de las ficciones.
Supongamos
que nos tocamos el cuerpo y nos decimos,
“esto no es mi cuerpo”,
Que nos tocamos los ojos y nos decimos,
“estos sí son mis ojos”;
entonces, sólo entonces,
empezamos a viajar entre los muertos.
El paisaje por donde vamos
es hermoso, digamos tropical,
pero también es hermosa la aridez,
digamos de Manhattan.
Así, cada vez más hacia dentro,
nos encontramos,
como el que no quiere la cosa,
con unos cuantos esqueletos,
con unas rosas, con abundantes frutos de mar
y con las ganas de llorar entre las gallinas.
Supongamos, pues, que también estamos
cansados de mirar hacia dentro,
que queremos estar junto a nuestra madre un ratito,
que un poquito de amor
sería suficiente para dejar
de llorar todos los recuerdos.
Supongamos, es sólo un suponer,
que hemos sido felices alguna vez,
que no llueve esta tarde,
que estamos cansados de morir,
que aquí no ha pasado nada
y que escribir tiene
un extraño sentido verdadero.




Cerca del cielo no se vive bien,
lo sé porque yo he vivido mucho tiempo
entre la tierra y el cielo.
Es mejor esta pequeña
parte de La Mancha
donde los pájaros del amanecer te llaman,
donde las hormigas hacen
sus propios caminos,
donde las arañas preparan
sus trampas sin perdón.
Cerca del cielo hay agujeros
tan negros como tu corazón,
cerca del cielo no se oyen las noticias
con sus charcos de sangre.
Se vive mal cerca del cielo,
quiero estar aquí, recostado en la tierra,
oyendo su palpitación, su amor y su miseria,
esperando la floración de los almendros,
el dulce beso del escarabajo,
mirando hacia arriba para ver pasar las nubes,
para que cuando llueva
el agua limpie los recuerdos
de todos esos muertos
que nos miran desde el cielo,
y a quienes pido
que me deje tranquilo,
lejos del cielo.









EPITAFIO


1


La poesía ha posado su vuelo y se dispone a morir
Pájaro de plumas congeladas y alas de hielo
su canto es circular y se enreda alrededor del cuello
como la soga del ahorcado
De una sola Muerte
poesía y poeta
están colgados del árbol cuyas ramas se enhebran en el cielo
Ojo de aguja la nada deja pasar el hilo de sangre
del poeta muerto de la poesía muerta
El poeta no carece de gestos ridículos
quizás sea en lo ridículo donde se exprese mejor
su verdadero condición de artista
Ya no transmite las estrellas del cielo al papel
del papel a los ojos de la mente
El poeta es definitivamente ridículo
No en vano está sentado en la puerta
esperando que entierren la poesía
cuando en verdad es él el muerto
Pobre poeta
Ahí como lo ven colgado de su cuerda
enroscado por la poesía
palpó el vacío
y creyó sentir allí el corazón de su escrituro
(«La suprema ficción» se decía inocentemente)
Su inocencia le costó la vida
quiso escribir poro alojarse en una eternidad inexistente
(¿quién le recordará dentro de dos mil quinientos años?)
Pero el poeta también se reía de la Eternidad
decía que una cosa bella era algo eterno
y entonces escribía un poema
un epitafio o la fealdad del mundo
Pobre poeta
no sabía que la ficción suprema
ero esta tarde este grupo
de ojos indiferentes que se ríen de él
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en su ridículo papel de ahorcado
con su soga hecha de palabras
No sabía que la suprema ficción
no estaba en la escritura
sino fuera de ella fuera del tiempo
Y el poeta le quitó las máscaras al tiempo
y descubrió que detrás de la última máscara
no había rostro
ni ojos con que mirar.




2


Detrás de cada poema amenaza una tachadura
un silencio amenaza detrás de cada poeta
Un largo olvido detrás de cada amor
Detrás de cada día una luna preñada de temores
un sol cargado de castigos detrás de cada noche
Una violación un crimen detrás de la inocencia
Un jardinero detrás de cada rosa
Detrás de este poema está escondido el cuchillo
que rajará tu cuello lector de ojos abiertos
Para que de ti brote caliente
la tinta de este EPITAFIO


(El fin de las razas felices)










PELEA


Tomaremos las precauciones del ornitólogo
Un boxeador le revienta el rostro a otro
el primero es un negro el segundo un blanco


Dos pájaros en equilibrio dos orquídeas
con un fondo de selva untuosa y. húmeda
Dos lienzos dos artistas y sin embargo


uno es el lujo de la sangre y la violencia
el otro la belleza de unas flores y dos pájaros
El tema principal detiene la mirada


y en un plano segundo aparecen pintados la selva
y el público exaltado ante dos hombres peleando
La sangre como lúdica la selva como estética


Los espectadores esperan que pronto uno de los dos
boxeadores caigan rendidos en el suelo
Uno es negro el otro es blanco


«Un negro y un hombre blanco» es el título
que George Bellows puso a su cuadro en 1909
luego lo cambió por el de «Ambos miembros de este Club


El negro está venciendo al blanco y el pintor
tenía que enmendar de algún modo el título
para que no reflejara su natural racismo


Bellows buscaba en la figura clásica un orden
para contrastarlo con el movimiento y la violencia
(una América exacta y sangrienta como sus edificios)


Orden clásico y velocidad Sangre y belleza
Dos cuerpos dos razas en un rectángulo de luz
y el público que espera sólo la Muerte


Martín Johnson Heade pretendía mucho menos
pintaba las diferentes clase de pájaros zumbones
pero también él supo repartir la violencia


entre el fondo selvático y la pelea de los pájaros
ambos miembros de una misma especie Heade
detiene el ojo sobre las flores y las aves


el instante es el mismo que pintara Bellows
pero el resultado es más luminoso aunque el cielo esté oscuro
La selva abierta frente a una multitud anónima y salvaje


América Latina como fondo selvático y romántico
El público americano antes de la depresión de 1929
rostros macabros pintados por un Goya periodista


Un instante donde la lucha queda detenida
tú y yo como los pájaros o los boxeadores
en un pequeño apartamento de Nueva York


Tú y yo suspendidos en un tiempo sin belleza
sin palmeras ni un público que nos observe
en un húmedo día de verano en Manhattan


Los amigos esperando la caída de alguno de los dos
La victoria de un pájaro frente a la selva
La derrota del boxeador negro frente a la raza blanca


Orquídeas pájaros zumbones boxeador blanco boxeador negro
«ambos miembros de este club» en el que tú y yo un día
nos encontramos dibujados por las palabras del poema


La herida abierta deja de ser orquídea
La sangre sobre el rostro del boxeador blanco
La sangre en las plumas de los pájaros zumbones


Tú y yo paralizados en esta página
y como fondo unos años pasados juntos
con la idea de que el amor no sería nunca


unos trazos negros suspendidos en el espacio blanco
una pelea de palabras que se esparcen como la sangre
sobre el rostro del boxeador blanco o la saliva del negro


Los picos de los pájaros que se hieren
Todo empezó de una forma inesperada
en el lugar más oscuro de esta isla


Tejió el tiempo el lienzo necesario
donde proyectar la escena tantas veces
repetida en la mente de aquellos que se quieren


Pero el espectador verá dos pájaros dos hombres peleando
y no intentará entender el origen o el destino
de esta vieja e inútil discordia


También la luz derrota al hombre como la sange
en el rostro blanco y la piel tersa
de las piernas del negro (copia del gladiador


de Borghese en el Museo del Louvre
Quizás un boxeador quizás un guerrero
según Francis Haskell y Nicholas Penny


en su libro sobre El gusto y la antigüedad)
En verdad qué más da que sean el producto
del ornitólogo artista o del cronista pintor


ambos intentaron detener un instante ya perdido
¿Soy yo el poeta pintor de nuestras vidas?


Menos hermosos que unas flores y unos pájaros
menos violentos que un boxeador destrozando al otro
porque detrás de cada beso no siempre ha habido amor


Nueva York se levanta como un fondo húmedo y untuoso
frente a nosotros que somos dos alas de la misma Muerte
absurdos rivales de una pelea perdida de antemano


Hay orquídeas en tu pequeño apartamento
de la calle 26 junto a la avenida Lexington
Es mío el idioma del negro tuyo el del blanco


y las palabras se cruzan en el vacío de la habitación
igual que ciegas aves en una selva tropical
o la sangre y la saliva de los boxeadores


Todo parece haberse roto repentinamente
como si tomáramos el cuadro de Bellows y el de Heade
y los hiciéramos pedazos y los arrojáramos a la alfombra


y no supiéramos distinguir
cuál es la sangre de los boxeadores
cuál es el escenario del fondo donde el público


observa con asombro una lucha de imágenes
Pierna blanca puño negro rostro tinto en sangre
una selva de Brasil unas nubes la humedad de Nueva York


el vapor del agua sobre las plantas o el de las alcantarillas
Tú y yo despedazados entre los pájaros
y los boxeadores sin saber cuáles son tus palabras


en inglés las mías en español La selva la ciudad desierta
Una magnífica confusión para empezar la primavera
Un espejo se rompe y en sus fragmentos


se reflejan porciones de tu vida y la mía
Las palabras se rompen y salpica la sangre de los boxeadores
la sangre de los pájaros en la selva tropical


tu sangre y mi saliva tus orquídeas y mi piel
tu cuerpo y mis alas tus pétalos y mis nubes tu Muerte
mi Muerte la Muerte: «Hay que tratar a los muertos


como a niños, hay que quererlos, hay que respetarlos,
porque ellos nos miran desde su mente muerta,
y en ellos también vive nuestra Muerte»


El poema es un pájaro en el amanecer de Manhattan
es un boxeador alzando un puño ensangrentado
un pájaro destrozado en el aire tropical


el poema es un cielo donde estamos tú y yo
peleando inútilmente como pelean en el vacío
de la página las palabras la Muerte hecha papel


(El fin de las razas felices)













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