lunes, 13 de septiembre de 2010

1044.- JACOBO FIJMAN


Jacobo Fijman ( Nació en Orhei, Besarabia, actual Moldova, 25 de enero de 1898 – Murió en Buenos Aires, 1970) fue un poeta judeoargentino. Formó parte de la vanguardia literaria del grupo Martín Fierro, donde se vinculó con Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo. Desarrolló varios oficios irregulares, y a partir de 1921 comenzó a padecer crisis mentales; crecientemente adepto al misticismo, se convirtió al catolicismo en 1930, y colaboró en varias revistas religiosas antes de ser internado definitivamente afectado de psicosis delirante en 1942. Moriría aún internado en 1970.
Fijman, nacido en Europa, llegó a la Argentina en 1902, donde sus padres habían inmigrado en busca de trabajo; era el mayor de tres hermanos, y tres más nacerían ya en tierra argentina. Tras una breve estancia en Buenos Aires, se trasladaron al sur, donde su padre trabajaba colocando vías férreas en la línea de Río Negro. En 1907 se mudaron a Lobos, donde haría sus estudios primarios; desde niño mostró gran habilidad para el dibujo. Fijman, una personalidad tumultuosa y difícil, abandonó a su familia en 1917 para volver a Buenos Aires, donde estudiaría el profesorado en francés.
Durante sus estudios en el Instituto de Lenguas Vivas se formó en filosofía antigua, griego y latín. Adepto al violín desde muy joven, acudió con asiduidad a los espectáculos de música clásica, mostrando verdadera pasión por Arcangelo Corelli. Ya graduado, trabajó brevemente como profesor en un liceo de señoritas, hasta sufrir la primera de sus crisis mentales. Abandonando trabajo y hogar, vagabundeó por la Argentina ganándose la vida como músico callejero; de esta época datan sus primeros poemas. Llegado al Chaco, trabajaría como peón rural un tiempo antes de regresar a Buenos Aires.
Su aspecto y costumbres resultaban chocantes para la época, y a inicios de 1921 fue detenido por la policía, salvajemente interrogado y recluido en la cárcel de Villa Devoto. La crisis mental que le produjo el maltrato llevó a su primera internación en el entonces Hospicio de las Mercedes, afectado de delirios. Fue dado de alta seis meses más tarde, después de haber sido sometido a tratamientos que incluían el electroshock.
La bohemia
Intentó restablecerse, trabajando como periodista primero en el Uruguay y luego para Mundo Argentino y la revista de la comunidad judía, Vida Nuestra; en esta última aparecen sus primeros poemas publicados, gracias a su amigo de infancia Carlos Grünberg. Tras un nuevo viaje hacia el Litoral, regresa a Buenos Aires, y desempeñaba esta profesión cuando Leopoldo Marechal, promotor de la revista Martín Fierro, lo invitó a unirse al grupo; allí conoció a numerosas personalidades de la vanguardia local, como Pompeyo Audivert, Alfredo Bigatti, Girondo, Leopoldo Marechal, José Planas Casas y Antonio Vallejo. Los poemas y relatos que publica en varias revistas atrajeron atención, y por esa misma época, en 1926, vio la luz su primer libro Molino Rojo. Sobre Molino Rojo, Fijman dice que "En Molino Rojo hay una gran influencia de la sonata de Corelli 'La locura'. Esta sonata tiene dos formas de ejecución. 'El Loco' y 'La Loca'(...)Molino rojo tenía un título que atrapaba a los anarquistas y socialistas. Reaccionan instantáneos ante el color rojo. Se notaba en la ciudad un estado de demencia general. Y en Molino Rojo desde luego, hay una intención que empieza por la demencia..."
Su estado se había agudizado entretanto, abrazando una suerte de misticismo fascinado con la religiosidad medieval. Sin embargo, pudo desempeñarse con elegancia como columnista de arte para el diario Crítica, cuyo fundador, Natalio Botana, lo había contratado junto con el célebre piscólogo Enrique Pichón Rivière para la sección de cultura.
Entre 1927 y 1928 viajó por primera vez a Europa desde su llegada infantil a las costas argentinas; acompañado de Vallejo llegó a París, donde el surrealismo estaba en plena efervescencia, y conoció allí a los grandes poetas del movimiento, entre ellos André Breton, Paul Éluard y Antonin Artaud. Pese a las afinidades literarias, la inclinación mística lo distanció de los poetas. Contaría más tarde que
(...) con Artaud nos conocimos en un café, en La Coupole. Estuvimos a punto de pelearnos. Yo me identificaba con Dios y Artaud con el diablo. Y el conde de Lautréamont era un loco perverso. Se había entregado a los vicios y hacía con ellos poesía.
Compensó esas compañías con la frecuente visita de templos y catedrales.
El misticismo
Desanimado, regresa a la Argentina presa de una gran crisis de fe. Sigue en contacto con la bohemia local, y entabla amistad con el pintor Benito Quinquela Martín, con quien coincide en el Café Tortoni. Fascinado con la pintura medieval y la iconografía religiosa, cuenta entre sus pocas posesiones con estampas de santos e imágenes de la Virgen María; a instancias de su amigo Mario Pinto, comienza a concurrir a reuniones evangélicas organizadas por los monjes benedictinos, y traba amistad con varios escritores católicos que alcanzarían relativa fama en la revista Número. En septiembre de 1929 aparece su segundo libro, Hecho de estampas, algunos de cuyos poemas habían aparecido previamente en La Nación. Recibe una recepción calurosa por parte de la intelectualidad católica, y Tomás de Lara le dedica páginas elogiosas en el órgano de la progresía eclesiástica, Criterio.
El 7 de abril de 19301 es bautizado en la fe católica. Número, que publica obra literaria y crítica suya, anuncia la finalmente frustrada publicación de San Julián el Pobre (cuentos), que debería haberse dado a imprenta en la primavera de ese año. A fines de ese año vuelve a la enseñanza del francés y ahorra algún dinero; gracias a ello, volvería a Europa en un segundo viaje, planeado éste con la ambición de tomar votos sacerdotales y dedicarse a la penitencia entre los benedictinos de Bélgica. Lo atormentaba sin embargo su amor por Teresa, sobrina de Oliverio Girondo, que aparece reiteradamente en sus obras de esta época.
Mucha de su producción de estos años aparece en Número, antes de dar a luz su tercer volumen de versos, Estrella de la mañana (et dabo illi stellam matutinam), aparecido durante la dictadura de José Félix Uriburu. Número desapareció en el curso de 1931, y Fijman se vio nuevamente reducido a la indigencia. Volvió a tocar el violín en las calles y en bares como medio de subsistencia, mientras eludía a sus conocidos; en 1933 La Nación publicó dos obras suyas, y en 1934 ARX imprimiría su poema Letanía del agua perfecta, pero tendría poco contacto con amigos y familia. Apenas la muerte de su madre el 23 de abril de 1934 lo lleva a visitarlos brevemente para desaparecer luego de nuevo.
Como durante su primera crisis, en este período de penuria dibuja compulsivamente, y sobre todo, lee y estudia, devorando las obras de los peripatéticos y los escolásticos. Concurría asiduamente a la Biblioteca Nacional Argentina hasta octubre de 1942, cuando el director de la misma, a la sazón el célebre antisemita Gustavo Martínez Zubiría, decidió prohibirle la entrada aduciendo que se había dirigido de manera irrespetuosa y violenta al personal. Atacado por una de sus crisis, deambuló varios días por la ciudad, y su comportamiento errático llevó a que la policía allanase el ático en que vivía sobre la Avenida de Mayo; tras la puerta abierta, los oficiales que efectuaron la operación encontraron dos carpetas con apuntes, una caja de lápices, casi un centenar de libros, un peine y una única muda de ropa sucia y en mal estado.
Segunda internación
Tras exámenes que lo declaran afectado de alienación mental volvió a ser confinado en Villa Devoto, y el 2 de noviembre en el Instituto Neuropsiquiátrico José T. Borda, de donde no sería ya dado de alta. El brutal tratamiento psiquiátrico incluiría nuevos electroshocks y una constante dosis de sedantes.
La década siguiente sería trágica; internado en el hospital, y luego trasladado durante unos años a la Colonia de Alienados Open Door, Fijman careció de contacto con la realidad. En 1948 aparecería retratado en el celebérrimo Adán Buenosayres de Marechal, apenas disimulado con el nombre de Samuel Tesler, pero ninguno de sus antiguos amigos haría contacto con él hasta 1952, cuando Osvaldo Dondo, antiguo colaborador de Criterio logra que lo devuelvan al Borda y ve con entusiasmo algunos signos de recuperación. Al año siguiente el diario Clarín publicó la primera nota sobre Fijman en casi dos décadas.
Con claras señales de mejoría, Fijman pintó y escribió con ahínco durante estos años; declararía más tarde que "entre mi pintura y mi poesía hay una misma mano. Las mismas concepciones". Logró permiso para salir del hospital, y se encontró con antiguos amigos y colaboradores, como Dondo, Lisandro Galtier, y Juan Jacobo Bajarlía. Aparecieron nuevas notas sobre Fijman a partir de 1958, y en ese mismo año logró obtener una pensión de la Sociedad Argentina de Escritores. Para mejorar sus ingresos, traducía obras del francés para los psiquiatras del hospicio.
En 1962 y 1964 parte de su obra fue recopilada como parte de antologías; en 1966 apareció por primera vez en más de 30 años obra inédita, publicada por Galtier en la revista Testigo. Otro poema aparecería dos años más tarde, atrayendo la atención del escritor y abogado Vicente Zito Lema. Tras entablar amistad con el poeta, Lema bregó por obtener su tutela, obteniéndola finalmente en 1969. En mayo de ese año apareció el primer número de la revista Talismán, editada por Lema y dedicada por entero a Fijman, con el subtítulo poeta en hospicio. Pocos meses más tarde la revista Extra, de Bernardo Neustadt, publicó varias notas del mismo Fijman, y su figura volvió a cobrar celebridad. Las revistas de sociedad se ocuparían de él durante un tiempo, y el poeta recibiría invitaciones para publicar y aparecer en los medios; en 1970, invitado a una emisión cultural del Canal 7, Fijman provocó quizás su último escándalo al declarar públicamente que todos los domingos, en misa, los sacerdotes comen mierda.
Lema publicó en julio de ese año El pensamiento de Jacobo Fijman, o el viaje hacia la otra realidad. Gravemente enfermo, Fijman dejó de ser capaz de pasar los fines de semana en la casa de su tutor; aterrado por la perspectiva de una autopsia, pidió reiteradamente a Lema que no permitiera que le destrozaran la cabeza después de muerto. El 1 de diciembre de 1970 falleció, víctima de un edema pulmonar. Pocos amigos acompañaron su velatorio en la sede de la SADE. En 1985 una semblanza póstuma lo recordaría como Jacobo Fiksler en la novela El que tiene sed, de Abelardo Castillo.
Obras

Se indican sólo las ediciones actualmente disponibles.
Fijman, Jacobo (1985). Poemas. Zaragoza: Cometa. Selección de poemas. Prólogo de Alberto Luis Ponzo; selección y notas de Carlos Vitale. ISBN 84-85815-10-6.
Fijman, Jacobo (1998). San Julián el pobre. Buenos Aires: Araucaria. Ed. Alberto a. Arias.
Fijman, Jacobo (2003). Poesía completa. Buenos Aires: Del Dock. ISBN 987-559-037-1.
Fijman, Jacobo (2005). Obras (1923-69) 1: Poemas. Buenos Aires: Araucaria. Ed. Alberto a. Arias.





POEMAS



"No soy enfermo. Me han recluido.
Me consideran un incapaz. Quiénes son mis jueces…
Quiénes responderán por mí.
Hice conducta de poesía. Pagué por todo.
Sentí de pronto que tenía que cambiar de vida.
Alejarme del mundo. Y me aislé. Me fui de todos, aun de mí…
Hoy es la demencia un estado natural.
Todas las palabras son esenciales. Lo difícil es dar con ellas.
El delirio son instantes. Puede durar toda la vida.
Mi poesía es toda medida.
El arte tiene que volver a ser un acto de sinceridad."

(Jacobo Fijman, "Todo lo que uno recibe es pasión")





Molino rojo

CANTO DEL CISNE

Demencia:
El camino más alto y más desierto.
Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
Tosen las muecas
Y descargan sus golpes
Afónicas lamentaciones.
Semblantes inflados;
Dilatación vidriosa de los ojos
En el camino más alto y más desierto.
Se erizan los cabellos del espanto.
La mucha luz alaba su inocencia.
El patio del hospicio es como un banco
A lo largo del muro.
Cuerdas de los silencios más eternos.
Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.
¿A quien llamar?
¿ A quien llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?
Se acerca Dios en pilchas de loquero,
Y ahorca mi gañote
Con sus enormes manos sarmentosas;
Y mi canto se enrosca en el desierto.
¡Piedad!




ALDEA

Mi blanca soledad
Aldea abandonada.
Revuelo de perezas
Sobre la torre de un anhelo
Que tañe sus horizontes.
Pintadas negras de la desolación.
Yunques abandonados y puentes solariegos.
Se ha sentado el dolor como un cacique
En el banquillo de mi corazón.
Las lluvias estancadas de mis sueños
Se han cubierto de musgo.
En el horno apagado del silencio
Mis frutos maduraron
Estérilmente.
Perdí mi itinerario en el desierto.
¡Hospedería triste de mi vida
en donde sólo se aposentó el azar!
En una pradería de cansancios
Balan estrellas mis ovejas grises.
Lugarón sin destino;
Las calles andariegas
Beatas de mi ser
Son manos
Contemplativas
Que van perdiendo soles...





CIUDAD SANTA

Tres gritos me clavaron sus puñales.
Paisaje de tres gritos
Largos de asombro.
¡bromearon los sudarios del misterio!
Fuga de embotamientos;
Suspiros
en la niebla inmovilizada.
Cipreses.
Bronce de los terrores
Informes, fragmentados.
Mueren caminos
Y se levantan puentes.
Un árbol se transforma
Cerrando sus pupilas.
Caen medrosamente las palomas
Angélicas del sueño
En las uñas heladas del espanto.
Un infinito horror
Manaba en mis entrañas
En un himno de muerte.





CÓPULA

¡Nos unió la mañana con sus risas!
En las rondas del sol
canciones de naranjas.
Danzas de nuestros cuerpos
Desnudos- rojo y bronce.
El olor de la luz era sagrado:
Música de horizontes,
Espacio de paisajes-
Rojo y bronce-
Ruido de melodías,
Himno de soles,
Eternidad
Y abismo de la dicha
En la alegría loca de los vientos.
Canciones de naranjos
En la piedad de los caminos.
¡Todas las aguas del silencio
rompimos en la danza!
Dicha de los abrazos y los besos;
Toda la gloria de la vida
En nuestros pechos
Jadeantes y ligeros;
Nuestros cuerpos: auroras y ponientes
En la alegría loca de los vientos.
¡El corazón del mundo en nuestra boca!





MORTAJA

Por dentro;
Atrás el rostro.
¡El pasado aniquila!
¡Es en vano que encuentre una herradura
en el estanque turbio de mi imaginación!
El árbol ha cubierto de palomas
mi soledad; pero es en vano.
Desnudo
Siempre estoy como una llanura.
Para buscar un cerro
Miro las multitudes.
Estoy siempre desnudo y blanco;
Lázaro vestido
de novio;
una mortaja viva
entre el ayer eterno
y el eterno mañana;
una mortaja viva
que llora en mi garganta.





EL "OTRO"

Tarde de invierno.
Se desperezan mis angustias
como los gatos;
se despiertan, se acuestan;
Abren sus ojos turbios
y grises;
abren sus dedos finos
de humedad y silencios detallados.
Bien dormía mi ser como los niños,
y encendieron sus velas los absurdos!
Ahora el otro está despierto;
Se pasea a lo largo de mi gris corredor,
y suspira en mis agujeros,
y toca en mis paredes viejas
un sucio desaliento frío.
¡La esperanza juega a las cartas
con los absurdos!
Terminan la partida
tirándose pantuflas.
Es muy larga la noche del corazón.






VÍSPERAS DE ANGUSTIA

Atmósferas de marasmo despedazan mis ademanes.
Pasos furtivos
en los malditos huecos de mi ser;
desolaciones alteradas.
Azar; ideas fijas.
Revolotear de músicas celestes.
¿vísperas de una nueva angustia?
Sospechas.
Soy de los que no vuelven, hermanos míos.
Atmósferas de marasmo
en torno del más fragante pino.
Amor, alégrame el camino.
¡los fuegos fatuos!
¡Quebrantaré la vida por mi vida
por el imposible contacto de la eternidad!
Pasos furtivos
en el hueco de mi ser;
yo soy el prometido, el anunciado.
Revolotear de músicas celestes.






SUB-DRAMA

Desolaciones.
Altos silencios
Que balancean sus cabezas truncas
esencialmente.
Han caído mis esperanzas
como palomas muertas.
Desbandes.
El canto de mi mismo se alucina.
Cristales rotos.
Murga carnavalesca.
¡las risas rojas!
Cifras desafinadas y arbitrarias;
¡el dolor más eterno!
Me trasvasa el espanto sus caminos.
Pavor de candelabros;
Romance de agonía.
¿Quién soy?
Ha perdido su espacio
completamente el universo.
Se cierran las estrellas en mis ojos.
Nadie y nada.
Terribles apariencias
aplastan el cristal de sus sarcasmos.
Pasa un convoy de brujas caprichosas;
cuelgan mis extensiones deformadas.
Mi corazón es una isla roja
en que destacan sus banderas negras
los días de mi anhelo.
Las miradas ardientes de mis ojos,
¿en qué se apoyarán mañana?
Canciones de mi ser,
hemisferios de dicha,
volúmenes de aromas
¿en qué tambor de soles
se agitarán mañana?
Orientes y occidentes.
Se quebrarán mis ejes.
Lo sé.
¡Llueve sin latitud el dolor más eterno!
Han caído mis esperanzas
como palomas muertas.
Pavor de candelabros; romance de agonía.






GABÁN

Soy una alforja
de lluvias.
Mi corazón regó en las primaveras
sementeras de espacio;
por ello mi cabeza
es una gorra remendada y parda
(genialidad)
o, un gabán roído,
pues he amado.
El pienso de mis días
desparramé en las sendas;
rompí todas las tejas
de los pesebres
humanos.
De mal en peor
tildaron mi locura;
merma mi audacia,
enflaquecen mis manos dadivosas
como las muelas viejas.
¡El gabán de mi ser se va pudriendo!






CENA

Cenas de mi soledad en hosco abatimiento;
eterna como Dios, profunda de universo.
¡He sido el más ausente: el juntador de formas!
Cenas de mi soledad...
El sudario más frío es uno mismo.
¡Buscar y qué buscar!
¿Encrucijadas puras donde zapatean los truenos
en un constante mediodía?
Cenas de mi soledad en hosco abatimiento.
Pan y sal. Lamentos.
Piernas que saltan; salidas de cortejo;
vacilación de luz que viene abajo.
¡Extremaunción de un armonioso herrero!
Ir; pero no ir nunca;
en algodón de olvido sumir todos mis días.
Anuncios que deslizan;
canción de gallos en la mañana azul de mi esperanza
continuación de tiempos fundamentados en dolor.
Fui un desaparecido, el más ausente:
el juntador de formas.
Amanecer desentonado...







Hecho de estampas

POEMA I

Caía mi sueño en la otra soledad de los canales.
Regocígate, niño, la presencia graciosa de la muerte
reparte en sombras alternadas el olor de los ángeles
y levanta tus sordos desamparos.
Niño de paz,
han apagado las islas monótonas de los soles perfectos.
Niño de paz,
imito el mundo en un mi sueño ajeno a la claridad.
Un silencio de música se apacienta en las torres.






POEMA III

Está mi risa de niño
Con la abuelita ciega de la noche obscura.
Resuenan mis botas groseras de campesino
en la ternura de los caballos,
y he ido.
Al son de ríos lúcidos y puros
Tiemblan las curvas de los pozos como dulces
patas de corderos.
Encerrada en mis pasos sigue la noche obscura.






POEMA V

Yo estaba muerto bajo los grandes soles,
bajo los grandes
Soles fríos.
A través de mi llanto
Oigo el agrio sudor de la precocidad.
Yo vuelvo sobre un musgo
Y las ciudades crecen a la aventura hasta la noche
Del estupor.
Miseria.
Dios pesa.
Me llaman vientos de mar.
Van y vienen en grandes cambios; se alargan
en saltos irritados
que apagan mi temblor, que exasperan los sueños.
Jamás podré seguir.
Yo me veo colgado como un cristo amarillo sobre
los vidrios pálidos del mundo.






POEMA VI

Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.
Mi voz:
pequeña líneas, pequeña canción que nos separa de las cosas.
Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades
blancas.Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
Mi voz fría y sucia como la piel de los muertos.






POEMA XII

Yo quería jugar.
Estaba el signo de mi naturaleza plena de llanto y
protección severa.
Bajo a mi obscuridad, y avanzo entre mis brazos
con una estrella niña.
Soplan olores de banderas frías
y resuenan tambores de infancia
en el mismo silencio, bajo la misma estrella.
Viene mi carne allende las transparencias.
Rodeo la luz fresca.
Ánimos de pavor yacen en mis profundas soledades.
No es el mismo silencio, no es la misma estrella.
Arranco vísperas de muros inclinados,
y más allá de todo se mueve el brillo opaco
de la agonía.







Estrella de la mañana

I

Los ojos mueren en la alegría de la visión desnuda
de carne y de palabras,
en la tierra desnuda y en el cielo desnudo,
en el día desnudo y en la noche desnuda bajo los
cielos todo crecidos.
Es demasiado bella la noche de oro de muros y
banderas luminosas.
Corremos en la noche de plata bajo la noche de oro.
Tierra desnuda, tierra perfecta, cielo desnudo,
Cielo perfecto.
Voces desnudas de la voz eterna.
En la noche de oro nos llaman las acampanas,
Y oímos el vuelo de las aplomas desde la noche de
plata bajo la noche de oro.

V

En la misma belleza saborean las lunas su soledad
dichosa.
Caen todas mis muertes en el espanto
de la nada del mal de la nada irreal de la nada.
En las tinieblas puse mis manos cuajadas de llanto.
Arreó la gracia mis ojos perdonados,
y hecho he sido en lo interior de todo y nada.
He sido el que es de todo y nada en bella gracia.

XV

Ama tu alma mi alma, paz de los días, paz de las
noches nacidas en los espantos de muertes,
y en los gozos de muerte y esperanza de muerte.
Amor, Amor; Amor,
tu alma canta dolor de carne, dolor de vida, pavor
de muerte
bajo los cielos llovidos de esperanza.
Amor, Amor; Amor,
viste tu desnudez el agua capaz de las criaturas.

XVIII

Nos levanta la cruz hacia el río de los aromas.
Entre sí suben las criaturas mansas tendidas
en amor a Cristo.
Entre sí las criaturas fuertes sobre asientos
de paz
que cuidan las espadas en amor de Cristo.
Amor abre la luz, y se derraman soles y bailan los
corderos.
Tu alma canta, mi alma reza en los días cerrados,
en las noches cerradas,
en la vida cerrada, en la muerte cerrada bajo los vuelos
abiertos de los cielos.
Entre sí suben las criaturas mansa
en los asientos puros de olorosos maderos.
Amada,
afuera nos besaremos desnudos de tinieblas y pavores,
tendidos en amor de Cristo.

XXIV

Nace en mi llanto de oscuridad de todo
llanto,
oscuridad de soledad de todo llanto.
Vuelven las almas sobre mi alma de alma en alma,
de muerte en muerte.
Lloro con llanto de mi llanto
sobre mi alma de alma en alma, de muerte en muerte.
En soledad de soledad con soledad
en soledad, en todo, en soledad crecida en soledad.
Reposan los huesos en mediodías
en la soledad de mi alma desnuda en soledad.
Criatura de la quietud donde nacen soles.
Debajo del nacimiento
mi garganta solloza almas de alma en alma, de muerte
en muerte.






CANCIÓN DE LA VISIÓN REAL DE LA GRACIA

Niño, tú tienes el oído junto al amanecer
de la tierra y el cielo.
Amén el bosque, Amén el mar y Amén a las estrellas.
El signo de tus manos ata el secreto del mundo.
Amén el bosque, Amén el mar y Amén a las estrellas.
La tierra canta y el cielo, y la vida y la muerte.
Niño, tú tienes en el signo que trazan tus manos
el día y la noche, y la tierra y el cielo, y la vida y la muerte.
Amén, Amén, Amén,
niño de alba de la tierra y el cielo.







Poemas inéditos de sus últimos años

ECLOGA

Tú, la incóndita niña,
De la incóndita flor
Y la incóndita muerte,
Constas de flor y de muerte.
Tú, la incóndita niña,
Demuestra flor y muerte.
Tú, la breve sentencia
De la lúcida muerte,
Que pones con el llanto
La incóndita flor,
Y la incóndita muerte.







RETRATO DE DOCTOR

Este aquí, seráfico leyente,
Trae la flor perfecta
Recibida en ejemplo de ser a ser,
De simples y compuestos,Y día temporal,
Unidos por el uno que nunca fue movido,
Por aquél que depura la imperfección perfecta.
Este aquí seráfico leyente,
Lleva la perfectísima, la perfección perfecta
Del color y la lumbre, del amor y la estrella.






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