miércoles, 5 de enero de 2011

VÍCTOR M. DÍEZ [2.781]


VÍCTOR M. DÍEZ

Víctor M. Díez nació en León en 1968.

Es autor de los poemarios Evaporado va (Ed. Provincia, León. 1996) finalista de la XII Bienal de Poesía «Provincia de León»; Cordura Abajo (Junta de Castilla y León, Valladolid. 1996) Premio Letras Jóvenes; Circo Varado (Nómadas, Oviedo. 1999); Oído en Tierra (De la luna libros, Mérida. 2000) VI Premio «Ciudad de Mérida» de Poesía; Voz fuera de campo (Icaria, Barcelona. 2004); Ser no representable (De la luna libros, Mérida. 2004). 

Además ha sido incluido en las antologías: Poesía Pasión de Eduardo Moga (Libros del Innombrable, Zaragoza. 2005) y Poetas de paso de Tomás Sánchez Santiago y José Luis Puerto (Amarú, Salamanca. 2001).

Colaborador habitual de revistas literarias y prensa diaria, trabajó para la Semana Internacional de Cine de Valladolid, como redactor de su revista oficial SEMINCI, desde 1998 a 2004.

Como poeta de acción ha colaborado en la última década con músicos improvisadores en diferentes proyectos: Actualmente recorre escenarios de España y Europa con la agrupación Sin Red. Pertenece al colectivo Musicalibre. 

Actualmente imparte un taller de escritura creativa, auspiciado por Universidad de León. 





Una lengua anudada marca el camino secreto de la huida.
Amanece y no amanece. Suena a campana el silencio
de los pasos sigilosos y entelados
antes de amanecer.
Se deja el ayer amontonado en su arenal de imágenes
y la montaña sin luz se escalona al volver la cabeza.
Tierra y tela y tierra otra vez.
Un camino que cruza otro camino.
Un hombre desnudo hacia el horizonte.
Hay luz
pero no hay ropa en el futuro.

(De ‘Todo espera un fuego’.
Antología 1989-2008. ILC. León, 2010)



Gazpacho del pintor trabajando

Tomates muy maduros. Corta, pela, tritura. Rojo.
El pimiento verde. Pan mayor, hueso, tierra.
La sal gorda y la sal fina, cristales rotos hacia el interior.
Oro viejo en el aceite para mudez del brillo.
Nieve deshecha del pepino, peladuras, desnudez y agua multicolor.
Dedos, ojos; manos, labios, lengua; respiración.
La sencillez ámbar del ajo, alojándose.
Lo que remueve un hombre agachado cerca de la tierra.

El cuenco incoloro, la cuchara invisible. Invitación.



Dibujo

¡Sucumbe, precipítate!
Crees oír una voz.
Es el contorno, el límite de tu dibujo.
No, no es nadie en el paisaje
ni a tu espalda.
Bebes, miras, mides.
Entre lo consciente y lo involuntario,
ése es el estrecho margen. Lo borras todo.
Sueles pensar como un fotógrafo
en el cuadro exterior.
Enumeras los modos de caer. Hace calor.
Estas cansado de palabras, mueves las manos
bajo el sombrajo. Paisaje dicho.
Has sido eyectado, expelido...
Las palabras te pesan, otro trago, nadie escucha.

Piensas en esos modos de caer.
Miras a través de los prismáticos
la loma enfrente. Bodegas.
Lo profundo es visible. Recomenzar.



Pero se oye

Los domingos un cadáver. Erguido.
Cruza pálido el umbral del cabaret.
Un cadáver con guantes
tacones de bailarín escenario botas de aviadores
alemanes en los pasillos. Labios pintados:
la cantante grita, oídlo, en las habitaciones interiores.

Ropa de escenario deshecha, su voz
de cantante grita. Pequeña ciudad grita.
Baile, baile, baile... y morfina alemana en los apartes.

Aquí nació Buenaventura Durruti, el héroe o
el gran perro malnacido.
La ciudad es un agente doble.
Fotografías de un baile, músicos vencidos
fumando en las traseras.
Los domingos un cadáver familiar...

espías delatores habitaciones falsas fosas paseados.

La memoria de lo no vivido en primera persona,
así desordenada, se vivifica.
Una música sin partituras; canción de escombros
en la ciudad ocupada; tumbas sin nombre.

( Poemas de Voz fuera de campo Ed. Icaria. Barcelona, 2004)



EROS

COMO el imán apunta
y surge el genio
de la lámpara sucia.

Como el bosque
se recoge en monte bajo. Así,
entre los cobertores pasa un rebaño
caliente y sinuoso,
sin inteligencia propia,
que avanza y se revuelve.

Así las manos y los pies
son genitales.

(Publicado en la revista ‘Turia’, nº 93-94.
Teruel, marzo-mayo 2010)



La Hydra reverberante

Darlo todo por perdido
Allí empieza lo abierto.
El otro lado es el mayor contagio.
Juan Juarroz


No deja ver. Ese humo de lo humano.
La renta de los cuerpos
se ajusta a un eco. Mil millones de escuchas
son insuficientes para absorber.
Insuficiencia respiratoria.
Ser diminuto. Humano. Ser reciclable.
- Sin dientes soy, si ciegos y sordos ya éramos.
¿Dónde estáis? ¿Quién os esconde?
Dejad que os toque.
Quién reproduce sin descanso.
Todo excepto lo nuestro.
En el bosque de la ansiedad anidan quienes buscan
Todo envuelto.
Haz acopio de los eslogans que percuten en susurro:
Lo escaso y adulterado.
Por cien manos pasa. Su corte sin cicatriz.
Un tráfico denso.
- Ten esta maleta llena de periódicos para viajes ilusorios.
Una cadena alimenticia demasiado larga.
Hoy nada. Agotado. Hemos salido a suicidar -me nos.

Hable quien hable, se enredan las voces.
Superposición en la escritura de las bocas.
Una enramada en el paisaje: digo, dice, dije...
Como abanico ... Somos tú, yo, y aquel
que llega será.


Cuerpos cardinales

Ser de agua 
hasta hacer el vacío en la copa del cuerpo
para escuchar…
Y en la canción intermitente del que falta, 
contemplar ahora el mundo
como un paisaje en retirada.


*


Como el imán apunta y surge el genio
de la lámpara sucia. Como el bosque 
se recoge en monte bajo. Así,
entre los cobertores pasa un rebaño
caliente y sinuoso, sin inteligencia propia,
que avanza y se revuelve. 
Así las manos y los pies son genitales.


*


Es más lo que calla el huerto.
Agachado, cambia las palabras 
el hortelano. La cabeza y las manos
entre las tomateras 
que ocultan lo que madura.
Y las calabazas repentinas
como imágenes.
Líneas, hileras, roturas, mudez;
el cuerpo pegado al texto.


*


La banda, su delgadez.
A cada nueva ciudad buscan 
rendijas los músicos.
Con la cháchara a otra parte…
Como moscas alrededor de la botella,
hasta que uno entra por el lugar sinuoso
y suena la orquesta.


*


Revolotea una mariposa del Rif:
memoria de tu aldea.
Tres turnos al día. Surge el término
en la imaginación más sucia de la ciudad.
Camas calientes, lo llaman; sólo dormir.
El embozo tiene la forma de una cabeza
anterior.




TODO LO ZURDO – VICTOR M. DÍEZ
• Colección Buccaneers, nº 14

Acostumbrado a caminar por el maravilloso lado zurdo de la vida, Víctor M. Díez (León, 1968) embarca junto a la tripulación de los Bucaneers de Varasek, silbando su canción libremente improvisada.

Todo lo zurdo es un catálogo de desenfoques, poemas de una escritura texturizada por su sonoridad casi salvaje, por su variedad de discursos. Desde las resonancias beat de su poemavudú, a la prosa poética del Diario imaginario de Denardo Coleman, pasando por series tan contradictoriamente volátiles como Haciendo pie o Roto, el autor se delata en su dedicatoria al gran maestro del free jazz, Ornette Coleman: el músico de todas las músicas, uno de los creadores más libérrimos e imaginativos del Siglo XX.

Se ha dicho de la poesía de Víctor M. Díez que es “Como un temblor. Una escritura cíclica, envolvente, aunque arraigada en la precariedad. Versos que por momentos abrasan” (Olvido García Valdés. ABC cultural. 30 de abril de 2016). Entre sus libros anteriores, cabe destacar título como: Evaporado va, Oído en tierra, Voz fuera de campo, Ser no representable, Discurso privado o Escrito sonámbulo; además de las antologías: Todo espera un fuego y Maldito baile obligatorio, por citar algunos.

En el artículo antes citado, la poeta Olvido García Valdés, añadía: “Poesía sonora, poesía escrita. Una escena casi vacía. Una voz que brotara de un muñeco o simulacro que mimara discursos, peligros, afectos. Una voz que anduviera por dentro, haciendo del sentido puro sonido, raro sonido, cavernoso y múltiple, sentido evocado, desplazado. Ocurre así cuando se escucha en escena a Víctor M. Díez, agitador cultural, actor, performer, miembro del grupo SIN RED; poeta de acción, poeta. Su poesía escrita traslada pareja inquietud, igual intensidad”.



I

Saliva azul frontera enemigo de cerca
Quién no fue visitado en el museo sangrante
Bajo el ovillo del tráfico desvanecerse
                                                      en nadie
Mirar a los ojos, ver en los ojos canicas
                                                      salvajes
La costa te persigue, vas por la calle
con una alfombra al hombro y una botella
de plástico Tú creas el desierto
Lo que cae de ti comienza un mundo
Se seca y se agrieta lo que cae de ti.


II

Saliva azul ojos brillantes de los perros
del invierno           las esquinas están perdiendo
su magia de esparto y cables pelados

Un oscuro precipicio de angustia
                                                    el charco
Visto desde la azotea
                                agua de barro en las venas
Circulación del bulevar        agua de barro
En los labios dormidos
Lo que cae de ti                   mientras tú caes
se hace hélice y asciende mientras tú caes.


III

Saliva azul el caracol velocísimo del éxtasis
En la cabina descuelgas el oxímoron de un lugar
privado a la vista de todos          comunicando
llamando para atrás             hablando de vuelta
Tu interlocutor espera palabras mágicas
Permaneces callado como ese bolsillo que nunca
encuentras que no encontró ni el policía de la nariz
de gancho
Recuerdas diálogos de viejas películas
Yo era un robinson entre ocho millones de personas
Hasta que vi tus huellas en la arena
Recuerdas códigos alafanuméricos
                                          direcciones antiguas
palabras en idiomas endemoniados
hiljaisus kuulas taival


IV 

Saliva azul ropa de bebé punto de nieve
La mente regurgita la papilla que engulló
                                              por la pupila
Diapositivas en la mente a oscuras
Te santiguas para entrar en las gasolineras
El camino es sagrado         el viaje es sagrado
Pero el mundo está descalzo chapoteando
En un charco lleno de símbolos
                        la boca llena de símbolos
Un hartazgo de comba de saltar a su ritmo
Como fieras domesticadas tigres nerviosos
dando vueltas alrededor del tanque
Repostar surtidor depósito
Pastamos en el campo semántico
mientras expresidiarios que lavan su culpa
nos miran como a carceleros suyos


V

Saliva azul salida 9 de cualquier autopista
Alguien que vive bajo el puente circunvalado
 Te mira
como si hubiese caído al fondo de una caracola
Algunos animales le acompañan y él observa
los colores metalizados
de las cápsulas más veloces
El avión que cae sacando las patas de atrás
Grita como una grulla amplificada sobre
 lo nuestro
El pastor futurista podría entrar en la bodega
por la escalera de su mente y rebuscar
entre los equipajes hasta encontrar una botella
para beber junto a su hoguera de plásticos.


VI

Saliva azul     la fuerza de la gravedad    unas palabras
                  de la penillanura finlandesa
Hiljaisus kuulas taival//silencio sereno camino
Meter la mano en el avíspero de la palabras
Ser un completo imposible
                                                        poeta soldador
de palabras           la angustia de no encontrar
Las rendijas los huecos los vacíos las junturas
La lengua hinchada que no deja pronunciar
                                                               el sentido
La mano que amenaza con abrirte la nuez
para que salga, para que caiga
lo indecible.


VII

Saliva azul        goteo en el ojo del tiempo
Las uñas crecen como ciudades descontroladas
La distancia hasta las afueras hace temblar
las uñas en las paredes de cal blanca el mundo
haciéndose cactus para nosotros
Una pesadilla de botellas rotas que solo calma
Un sonajero de semillas
El perro lame la mano que da cuerda
La mano que sostiene la cometa del tiempo
                                        El tiempo que muerde

Acaricias la mano que muerde.


VIII

Saliva azul       sexo en el temporal    circuito nocturno
de siluetas que aparecen de repente ante el tirador
Tras una puerta    en la ventana         en el callejón
La bailarina exótica bajo la telaraña de luces
Sexo sereno en las playas de azúcar en el bosque
de helechos entre los rebaños
                                                            Los pies descalzos
Un toque eléctrico en los cables del cuerpo
Un aire previo de peonza
Un aire de peonza muriendo despacio
                                       hasta detenerse del todo.


IX

Saliva azul       dodecaedro        lo que te digo
                                            por contaminación
O lo que se evapora en lo que te digo
El mensajero trajo anoche su metáfora
como un pájaro recién nacido
En el nudo de las manos
                                     en el nido de los dedos
Las llaves ardieron al pasar ante tu puerta
Sonó un teléfono gigante bajo los pies
Los transeúntes mojados       como de cera
Sus paraguas clavados en la figura
Ya no llueve sobre cualquiera.


x

Saliva azul un fósforo encendido aunque soples
mil veces             estás derritiéndote
La estulticia se acumula en los confines
de la mente como plásticos abandonados
Migas de bondad que arrojamos al sacudir
el mantel sobre la corteza de asfalto
Las multitudes se mueven como un crustáceo
sobre el papel            sobre la piel
derritiéndose bajo la parafina del firmamento
Tu planeta es una hogaza incomestible
                                                            Pan sin sol.






.





No hay comentarios:

Publicar un comentario