sábado, 17 de julio de 2010

251.- BALBINA PRIOR



Balbina Prior: Nació en Villaviciosa de Córdoba (España) en 1964. Es licenciada en filología inglesa. Actualmente ejerce como profesora de inglés. Sus trabajos se han publicado en diversas revistas literarias como “Extramuros”, “Turia”, “Cuadernos del Sur”, “La República de las Letras”, “El Maquinista de la Generación”, Baquiana (USA), “Literaturas.com”, y “Singularidades” (Lisboa), de cuyo consejo asesor forma parte.

Ha sido articulista del diario “Córdoba” y en traducción sus primeras incursiones han sido realizadas sobre Anna Wickham, Emily Dickinson, Donald Hall y Aphra Behn en Las fábulas del deseo y otros poemas (Sial, 2004). En narrativa ha publicado “Los Dragones Rojos” (Centro cultural “Generación del 27”, Málaga, 1999). Es autora de los títulos de poesía “Soldado de Rodas” (Córdoba, 1993), “Perversidades” (Fernán-Núñez, 1994), “Poemas en Off” (Córdoba, 1998) y "Ladrones de Miel" (Cuenca, 2000), "Frágil Sinfonía" (Valencia, 2003) y con "En los Andenes de la Era Heisei" (Móstoles, 2001) obtuvo el premio de poesía “Ciudad de Móstoles”(2000). Dirige el proyecto editorial “Aristas de Cobre”, dedicado a publicaciones de poesía, relato y traducción.

Aparece en las antologías “Guía de Artistas y Escritores Contemporáneos Andaluces” (Málaga, 1997), “Quinta del 63” (CELYA, Salamanca, 2001), “Cuadernos del Mediterráneo” (El Toro de Barro, Cuenca, 2001), “Mujeres de Carne y Verso” (La Esfera de los Libros, 2001), “Ilimitada Voz” (Universidad de Cádiz, 2003), entre otras. Ha sido traducida al francés, inglés y portugués. Su último libro ha sido Final de Entrega. Antología de Poetas contra la violencia de género.







HE COLECCIONADO SIEMPRE AMORES

Colecciono experiencias
como relojes, sellos o postales del extranjero,
como discos que usas
y no vuelves a escuchar.
He coleccionado siempre amores,
pasatiempo infame de mi generación,
amores desechables, para colgarlos
en cualquier estante como recuerdo,
hasta ayer mismo que encontré
tus ojos verdes en el rellano de la escalera.

(De Perversidades)




BARCO LATINO SOBRE EL TÁMESIS

¿Qué habría yo de buscar en este barco,
en medio de tanto cuerpo de salsa encendido,
desesperado en un país hostil a la cumbia,
que nunca baila con el tercer mundo y cerrados sus pubs
borrachos ninguna campana para nadie suena?

Londres, como si nada, flota sobre el Támesis,
inmune al pesticida derramado por todas las razas,
pero es una patera con inmigrantes sin dirección ni puerto,
como hinchado pez ilegal muerto sobre las aguas,
como petrolero a punto de vertido,
reventados ya sus tanques y a la deriva.

Desde siempre sin pasaporte como Joseph Conrad,
nada busco en esta inasible oscuridad,
nos vemos siempre obligados a avistar puerto,
y resabiados, acudimos a cualquier lengua,
cualquier alma, cualquier sexo para no estar solos.
Todos los indocumentados hemos encontrado siempre hostal
en la piel bordada del traficante, en los ásperos parques urbanos,
en la doble jornada en restaurantes griegos como Spiro,
incluso en los ojos dorados del sajón y su xenofobia,
abuso vetusto y perfumado de poder egregio.




ESTA SEMANA, AMOR

Esta semana, amor,
cuando te marches de vacaciones
haré un escáner a la ciudad,
agotaré la VISA de compras toda la tarde,
visitaré antiguos amigos que te disgustan,
besaré bares y discotecas de moda,
he de beber toda la rutina con ron helado
y regresar de madrugada,
sin remordimiento quizás me levante a las doce
y si sale, por qué no, compañía
estarás jodiéndome como siempre.





EN LA ADUANA

Y cuando en la interminable cola,
perdidos ya todos tus derechos,
todos empujan indignados:
blancos primero, afros y chinos;
latinos, indios y musulmanes;
para que sus familias no sequen
sus calcetines de zurcida rabia
al viento rasante del metro
que taja todas sus gargantas.
Y según la fuerza de cada cultura
vas entrando por una puerta diferente,
puede que te admitan
por la de inmigrante, la de turista
o por la de business class sin demoras.
Y nadie quiere ser el último.
Y nadie quiere esperas.
Y cuando por fin te regalan el visado
para no volver nunca más a tus raíces,
a no ser que llegues
en carro alquilado de diamantes
que admiren los vecinos,
te enseñan su forzoso idioma
para cargar contra todos tus antepasados,
que te dejaron anchas palabras pero pocos dólares,
y todo se reduce a sacar las automáticas,
escondidas desde siglos
entre tu castigada piel y las cuatro tallas más
de tus vaqueros vencidos.
Y nadie entonces se conforma,
porque no queremos
que por heterodoxos nos deporten,
pues dentro de poco nuestra cultura
no valdrá nada, y porque de todos modos,
te la arrancarán del vientre
como droga en la aduana.




(T) DEL AGNÓSTICO

la religión de tu vida entera desdeñaste
Aphra Behn a Dryden

No es la fe un calcetín
pisoteado en el barro,
que se recoja
para tapar una herida
mortal en el pecho.
Nada resta para aquellos
impermeables a la anestesia,
inseminados con lo refutable,
que se mantienen erguidos
rehusando sobre césped artificial
el tributo al cemento granulado como duda.
Aquellos con la adrenalina disparada,
viviendo con los brazos escayolados
y en silla de ruedas,
que no aceptaron provocaciones de la culpa,
militando en el permanente relativismo,
sin poder pagar matrícula tan cara,
sin dar solución a su suerte,
porque una vez que te han caído
las cenizas recién incineradas
de tus antepasados en los ojos,
no hay quien se deshaga de ellas
por el sumidero de cualquier wáter.




LA LÍRICA DEL VIAJE

Nunca fue la belleza en un poema
lo que busqué, era cosa de inermes mujeres.
Primero creí en la metafísica y en la entelequia,
desaprobé todo lo que no tuviera aristas,
pero el poema críptico cada vez hacía más aguas,
poesía a la deriva y siempre la forma,
la Sacra Forma.

Fue cuando llegué a lo cotidiano,
después a lo intrascendente,
y por último descendí por las escaleras
al nightclub de las vanidades.
Perdida la complejidad, todo era atraco narrativo.
De nuevo a la deriva y ya con demasiados cumplidos
no estaré por descubrir de críticos ávidos
de joven poeta desechable,
poesía de intencionado abuso,
nada valgo si entro en años y sobrepeso.

Como gato escaldado me adentro
en el uniforme a rayas del eclecticismo,
desgastadas todas mis zapatillas de esparto,
quizás sin paisaje definido ahora
todo esté por descubrir.
Al fin la lírica del viaje.

Y llegados a lo cursi
de la metapoesía, seguiré aquí,
de pie, hasta que acabe
con la palabra, o ella conmigo y mis días,
pero ¡cuidado! tengo un revólver de subasta
que perteneció –dicen– a Hemingway.

En los andenes de la Era Heisei, 2001.




PISOS EN ALQUILER

Declaro haber vivido en miles:
de patio interior, oscuro y de vida intensa;
el del sexto sin ascensor
lleno de goteras y fuertes vientos;
del que nos echaron porque nos amábamos
sin control ni reglas fijas;
el que no escondía siquiera letrina;
uno con demasiados recovecos y sin esperanza;
otro compartido sólo viernes noche y ya sabes para qué,
y aquella casita en Cájar de vistas a la vega.

Llegué a acostumbrarme como al amante esquivo,
pero las paredes desnudas
dan siempre una lección de humildad,
y a menudo, como amigos, a mis libros
y a los posters de Grecia y Nueva York
les crecían raíces y alguna fisura de poca importancia.

Ahora busco casa para comprar.

Del libro 'En los Andenes de la Era Heisei'




MANIFIESTO DE CUALQUIER NOCTURNO

Reivindico el desenfado
y la desinhibición de mis deseos,
el punto de alcohol compatible con mis sentidos,
el encuentro furtivo con un amante efímero,
el bullicio sin rumbo de un grupo humano,
el golpe mortal a la rutina,
la amargura cuando sale el sol,
el exceso, sobre todo el exceso

Magnifico la valentía
de todos aquellos que viven con ojeras,
que no le ponen precio a la hora,
que desacatan las leyes ordenadas de la Naturaleza,
que amarían sólo hasta el alba,
capaces de todo en el punto exacto de la Medianoche,
de nada cuando unas gotas de luz
rayan la noche descarada,
vencida ya.

Y por qué no, cosas menores,
el riego purificante en la madrugada,
el irrespirable ruido del camión de basura,
la inestabilidad de la calle bajo la farola,
el robo del BMW sólo para hacer un trompo,
el tirón en cualquier esquina del drogadicto
falto de estatus de enfermo,
siempre insensible sociedad de Derechas.

Porque al fin, somos un recinto privado,
como si la vida fuese un parking subterráneo
y nadie pudiese salir sin tarjeta decodificada.

(De Poemas en Off)




UNOS POCOS MINUTOS EN AMÉRICA,

aún entre la magia negra del jet lag
y la búsqueda del hotel en calle Veinte Art Decó.
Honestamente, como todo siglo un exceso,
demasiado pronto para situarse entre lo desconocido,
no queda sino la defensa propia contra el titán imposible,
del miedo una huida desesperada que me desborda.
He venido de lejos y sola, no hace falta que lo jure,
únicamente veo un agujero bruno en la pared,
librando nervioso su batalla entre los cuadros
de independencia, que nada aportarán a la historia ni al arte.

Me asomo apoyada en el quicio del Veintiuno,
me marea el violeta del drug store en la esquina,
acera izquierda y derecha, no hay paso de cebra,
y caigo en esta colcha ajada por tantos cuerpos y sus temores.





Quiero Mi libertad
Para Septiembre,
si no me la das,
la tomaré a la fuerza
con el fusil
de guerra civil de mi abuelo.
Adiós y no llores.

(De Poemas en Off)





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