miércoles, 16 de marzo de 2011

HILDA DOOLITTLE [3.445]


HILDA DOOLITTLE

(Bethlehem, Pensilvania, EEUU, 1886, † Zürich, Suiza, 1961)

Abandonados sus estudios en Filadelfia para perseguir el ambiente literario de Londres, H.D., bautizada así por su compañero de generación Ezra Pound, es una de las poetas en lengua inglesa que podríamos calificar de atemporal, visionaria, mística en ocasiones; creadora, en fin, de una mitología propia a partir de las ya existentes con la que dotar de voz a personajes encasillados por la tradición y, sobre todo, explorar nuevos cauces en la innovación poética y la interpretación de las civilizaciones.

Fue tempranamente ubicada en el grupo de los imaginistas, variante poética del modernismo. Sus integrantes rechazaban el encorsetamiento rítmico y conceptual de la poesía victoriana en aras de la preeminencia de la imagen repentina, densamente cargada de sensaciones, evocaciones e incluso visiones traídas del subsconsciente; otros rasgos definitorios serían el uso del verso libre y corto, así como la búsqueda de la inmediatez comunicativa frente la abstracción o la generalización.

El legado humano y poético de H.D. permanece intacto para la mayor parte del lector en español. Estos dos poemas pertenecen a No caen las murallas (1944), primer libro de su Trilogía, formada también por Tribute to Angels (1945) y The Flowering of the Rod (1946).


[41]

Sirio:
¿qué misterio es este?
eres semilla,
grano junto a la arena,
plantado en el surco
negro como el plomo.

Sirio:
¿qué misterio es este?

te has ahogado
en el río;
los riachuelos de la primavera
empujan las compuertas del agua.

Sirio:
¿qué misterio es este?

donde el calor quiebra y agrieta
el desierto de arena,
tú eres una neblina
de nieve: blancas, diminutas flores.



[43]

Pero no caen las murallas,
no entiendo por qué;
hay un ssss-silbido,
una nueva dimensión,

desconocida, del relámpago;
estamos indefensos,

polvo y pólvora anegan los pulmones,
nuestros cuerpos chocan

al cruzar las puertas desgoznadas,
ceden los dinteles

formando un aspa;
caminamos sin descanso

bajo un aire leve
que se espesa en niebla cegadora,

entonces nos apartamos
sin demora, porque ni del aire

podemos fiarnos,
denso donde habría de ser fino

y tenue
donde las alas se separan y abren,

y el éter
pesa más que el suelo,

y el suelo se comba
como en un naufragio;

no conocemos reglas
por las que guiarnos,

somos navegantes, exploradores
de lo desconocido,

lo no registrado;
carecemos de mapa;

quizá arribemos a puerto,
a cielo.

Traducción y notas: Natalia Carbajosa



La vara en flor

De Trilogía, 1944-1946

Voy donde amo y soy amada
hacia la nieve;

Voy hacia aquello que amo
sin ningún pensamiento de deber o piedad;

Voy hacia donde pertenezco, inexorable,
como la lluvia que no ha cesado de caer

hacia los surcos; he dado
o podría haber dado

vida al grano;
pero si éste no crece o madura

con la lluvia de la hermosura,
la lluvia retornará a la nube,

quien cosecha afila su acero sobre piedra;
pero éste no es nuestro campo,

no lo hemos sembrado;
impiadosos, impiadosos, dejemos

el sitio de la calavera
para aquellos que lo compusieron.




Satisfechos, insatisfechos,
saciados o entumecidos de hambre,

he aquí la urgencia eterna,
la desesperación, el deseo de equilibrar

la variante eterna;
tú percibes este llamado insistente,

esta demanda de un cierto instante,
la vocación de gozar, de vivir,

no el mero afán de perdurar,
la vocación de vuelo, de consecución,

la vocación de reposo tras un largo vuelo;
pero ¿quién conoce la desesperada urgencia

de esos otros –verdaderos tal vez ahora
míticos pájaros—que buscan, infructuosos, reposo

hasta que se desploman desde el punto más alto de
la espiral
o caen del centro mismo de un círculo cada vez más estrecho?

pues ellos recuerdan, recuerdan, al mecerse y revolotear
lo que existió una vez –recuerdan, recuerdan—

ellos no se desviarán –han conocido la bienaventuranza
el fruto que satisface –han retornado—

¿y si las islas se perdiesen? ¿si las aguas
cubrieran las Hespérides? Mejor es que recuerden—

recuerden las manzanas doradas del árbol;
Oh, no los compadezcas, mientras los ves caer uno por uno,

pues caen exhaustos, adormecidos, ciegos,
pero en un cierto éxtasis,

pues de ellos es el hambre
del Paraíso.

*Poemas incluidos en el libro Poemas de Helena en Egipto, Ediciones Angria-Caracas, Venezuela, 1992.

Traducción: María Negroni y Sophie Black.



Oréade

Mar, agítate.
Agita tus pinares puntiagudos,
lanza tus enormes pinos sobre
nuestras rocas;
echa tu verdor sobre nosotros,
cúbrenos con un fangal de abeto.


Jardín

I

Tú eres clara, rosa,
tallada en roca, dura
como tormenta de granizo.

Podría escarbar el color
de los pétalos como
tinte desaguado de una roca.

Si pudiera quebrantarte
yo podría quebrantar un árbol.

Si pudiera sacudir
si pudiera quebrantar un árbol,
yo podría quebrantarte.


II

Oh viento, desgarra el calor,
raja el calor,
desgárralo en jirones.

La fruta no puede caer
con este aire tan denso.
No puede caerse al calor
que estruja y desnariga
las puntas de las peras
y redondea las uvas.

Corta el calor,
labra sobre él
deshaciéndolo a ambos lados
de tu camino.

*



Breve antología de poetas imaginistas
traducción de

Christian T. Arjona
Natalia Fernández



EL PERAL

Polvo de plata,
flotando sobre la tierra,
más allá del alcance de mis brazos,
te has elevado,
oh, plata, 
más allá del alcance de mis brazos,
nos afrontas con tu gran masa;

ninguna flor jamás ha abierto 
un pétalo tan puramente blanco, 
jamás ninguna flor sacó su plata 
de plata tan extraña;

Oh, peral blanco,
tus matas de flores
tupidas en la rama
traen verano y frutas maduras
en su corazón morado.



TORMENTA

I

Chocas contra los árboles,
rompes la rama viva:
la rama blanca,
el verde abatido,
cada hoja desgarrada como leña partida.

II

Cargas los árboles
con gotas negras,
te arremolinas y chocas:
tú has arrancado del viento
una hoja grávida, 
y la has lanzado,
da vueltas hacia arriba y se desploma,
una piedra verde.



ATARDECER

La luz avanza 
de cumbre en cumbre, 
de flor en flor 
las hepáticas, diseminadas 
bajo la luz
se desvanecen 
los pétalos hacia dentro, 
los puntas azules se arquean 
hacia un centro más azul
y desaparecen las flores.

Aún son blancos los brotes del cornejo, 
pero las sombras se lanzan
desde sus raíces 
el negro se desliza entre raíces, 
cada hoja
recorta otra hoja en la hierba, 
la sombra busca más sombra, 
luego las dos desaparecen,
la hoja y su sombra. 



PEAR TREE

Silver dust
lifted from the earth,
higher than my arms reach,
you have mounted.
O silver,
higher than my arms reach
you front us with great mass;

no flower ever opened
so staunch a white leaf,
no flower ever parted silver
from such rare silver;

O white pear,
your flower-tufts,
thick on the branch,
bring summer and ripe fruits
in their purple hearts.



STORM

I

You crash over the trees
you crack the live branch
the branch is white,
the green crushed,
each leaf is rent like split wood.


II

You burden the trees
with black drops,
you swirl and crash
you have broken off a weighted leaf
in the wind,
it is hurled out,
whirls up and sinks,
a green stone.



EVENING

The light passes
from ridge to ridge, 
from flower to flower
the hypaticas, wide-spread 
under the light grow faint
the petals reach inward, 
the blue tips bend 
toward the bluer heart 
and the flowers are lost.


The cornel-buds are still white, 
but shadows dart 
from the cornel-roots
black creeps from root to root,
each leaf 
cuts another leaf on the grass,
shadow seeks shadow, 
then both leaf 
and leaf-shadow are lost.


*



Versiones en castellano de Sandra Toro
http://el-placard.blogspot.com.es/2013/01/poemas-de-hilda-doolittle.html



CALOR

Oh viento, desgarrá el calor,
abrí el calor
hacelo jirones.

Los frutos no caen
en este aire espeso-
los frutos no caen en el calor
que golpea y aplasta
las puntas de las peras
y hace redondas las uvas.

Cortá el calor-
abrite paso a través de él,
y dejalo correr a cada lado
de tu camino.




LEDA

Donde el río lento
se encuentra con la marea,
un cisne rojo alza sus alas rojas
y el pico más oscuro,
y debajo del morado, debajo
de su pecho suave
desenrosca su pata de coral.

A través del morado intenso
del calor que agoniza
del sol y de la niebla,
el rayo erecto de la luz solar
acaricia
al lirio de pecho oscuro
y esparce un oro más rico
en su cresta dorada.

Donde el ascenso lento
de la marea
flota hacia el río
y boga lentamente a la deriva
entre las cañas
alzando banderas amarillas,
flota
donde se encuentran río y marea.

Ah beso soberano--
nunca más el arrepentimiento
ni recuerdos antiguos
para arruinar el éxtasis;
donde los juncos bajos se espesan,
el lirio de un día, dorado
se despliega y descansa
bajo el aleteo suave
de las alas del cisne rojo
y el temblor tibio
de su pecho.



LETEO

Ni piel ni cuero ni vellón
te cubrirán,
Ni cortina de seda ni refugio
de cedro hallarás sobre vos,
Ni pino
Ni abeto.

Ni visión de aliaga o de espino
Ni de tejo de río,
Ni la fragancia del arbusto en flor,
ni la queja del tordo al despertar,
ni la del zorzal
ni la del pardillo.

Ni la palabra ni el contacto ni la vista
del amante en la noche
anhelarás sino ésto:
el rodar de la marea entera para cubrirte
sin preguntas
sin besos.


  
JARDÍN PROTEGIDO

Ya tuve suficiente.
Respiro con dificultad.

Todo camino termina, toda calle,
todo sendero conduce al final
a la cima de la colina –
así que aminorá el paso,
o encontrate con la misma pendiente del otro lado,
y lanzate.

Ya tuve suficiente –
claveles, clavelinas, siemprevivas,
hierbas, berros.

Oh por el latigazo de una rama--
en este lugar
no hay olor a resina
ni sabor a corteza, a pasto común,
aromático, astringente –
sólo hay canteros y canteros de claveles perfumados.

¿Acaso han visto bajo techo frutos
que busquen la luz?--
¿las peras envueltas en trapos
protegidas de la escarcha,
los melones, casi maduros,
asfixiados en paja?

¿Y por qué no dejar que las peras se aferren
a la rama vacía?
Tanta persuasión sólo dará
una fruta más amarga –
Déjenlas aferrarse, madurar por sí mismas,
demostrar su valor,
mordidas y marchitas por la escarcha
para caer, al final, hermosas
con su abrigo rojizo.

O al melón –
Déjenlo desteñir su amarillo
bajo la luz invernal,
aunque sepa ácido –
es mejor el sabor de la escarcha –
la escarcha exquisita –
que el de la paja de embalar.

Por esta belleza,
belleza sin fuerza,
la vida se ahoga.
Yo quiero que el viento rompa
y disperse estos tallos rosados,
que arranque su cabezas fragantes y
las arroje sobre las hojas secas –
que esparza las ramitas en los caminos,
los gajos rotos.
que arrastre las ramas grandes de los pinos
y las lance desde un bosque lejano
justo encima del huerto de melones,
que rompa las peras y los membrillos--
que deje los árboles por la mitad, destrozados, retorcidos
mostrando que la lucha fue valiente.

Oh que borre este jardín
para olvidar, para encontrar una belleza nueva
en un lugar atroz
atormentado por el viento.


  
LOS MISTERIOS PERMANECEN

Los misterios permanecen,
yo sigo el mismo
ciclo del tiempo de la siembra
y del sol y la lluvia;
como Démeter en la hierba,
multiplico,
renuevo y bendigo
como Baco en la viña,
sustento la ley,
abrazo los misterios verdaderos,
el primero de ellos
nombrar muertos a los vivos;
soy el pan y el vino.
abrazo la ley,
Sustento los misterios verdaderos,
yo soy la viña,
y las ramas, vos
y vos.



Heat

O wind, rend open the heat,
cut apart the heat,
rend it to tatters.

Fruit cannot drop
through this thick air--
fruit cannot fall into heat
that presses up and blunts
the points of pears
and rounds the grapes.

Cut the heat--
plough through it,
turning it on either side
of your path.


Leda

Where the slow river
meets the tide,
a red swan lifts red wings
and darker beak,
and underneath the purple down
of his soft breast
uncurls his coral feet.

Through the deep purple
of the dying heat
of sun and mist,
the level ray of sun-beam
has caressed
the lily with dark breast,
and flecked with richer gold
its golden crest.

Where the slow lifting
of the tide,
floats into the river
and slowly drifts
among the reeds,
and lifts the yellow flags,
he floats
where tide and river meet.

Ah kingly kiss --
no more regret
nor old deep memories
to mar the bliss;
where the low sedge is thick,
the gold day-lily
outspreads and rests
beneath soft fluttering
of red swan wings
and the warm quivering
of the red swan's breast.

from Hymen (1921)


Lethe

NOR skin nor hide nor fleece
Shall cover you,
Nor curtain of crimson nor fine
Shelter of cedar-wood be over you,
Nor the fir-tree
Nor the pine.

Nor sight of whin nor gorse
Nor river-yew,
Nor fragrance of flowering bush,
Nor wailing of reed-bird to waken you,
Nor of linnet,
Nor of thrush.

Nor word nor touch nor sight
Of lover, you
Shall long through the night but for this:
The roll of the full tide to cover you
Without question,
Without kiss.


  
Sheltered Garden

I have had enough.
I gasp for breath.

Every way ends, every road,
every foot-path leads at last
to the hill-crest --
then you retrace your steps,
or find the same slope on the other side,
precipitate.

I have had enough --
border-pinks, clove-pinks, wax-lilies,
herbs, sweet-cress.

O for some sharp swish of a branch --
there is no scent of resin
in this place,
no taste of bark, of coarse weeds,
aromatic, astringent --
only border on border of scented pinks.

Have you seen fruit under cover
that wanted light --
pears wadded in cloth,
protected from the frost,
melons, almost ripe,
smothered in straw?

Why not let the pears cling
to the empty branch?
All your coaxing will only make
a bitter fruit --
let them cling, ripen of themselves,
test their own worth,
nipped, shrivelled by the frost,
to fall at last but fair
with a russet coat.

Or the melon --
let it bleach yellow
in the winter light,
even tart to the taste --
it is better to taste of frost --
the exquisite frost --
than of wadding and of dead grass.

For this beauty,
beauty without strength,
chokes out life.
I want wind to break,
scatter these pink-stalks,
snap off their spiced heads,
fling them about with dead leaves --
spread the paths with twigs,
limbs broken off,
trail great pine branches,
hurled from some far wood
right across the melon-patch,
break pear and quince --
leave half-trees, torn, twisted
but showing the fight was valiant.

O to blot out this garden
to forget, to find a new beauty
in some terrible
wind-tortured place.

from Sea Garden (1916)




The Mysteries Remain

The mysteries remain,
I keep the same
cycle of seed-time
and of sun and rain;
Demeter in the grass,
I multiply,
renew and bless
Bacchus in the vine;
I hold the law,
I keep the mysteries true,
the first of these
to name the living, dead;
I am the wine and bread.
I keep the law,
I hold the mysteries true,
I am the vine,
the branches, you
and you.

*

Traducción de Daniela Birt


Envidia

…incluso en la casa de Hades,
—Safo

1

Envidio tu opción ante la muerte, 
cómo te envidio esto.
Yo soy más codiciosa de ella
incluso que de tu mirada, 
deseo más de su presencia
aunque me torture en una captura,
terrible, intensa.

Aunque me apriete en un abrazo
hecho en contra de mi voluntad 
y me atormente con su tamaño, 
sin esfuerzo pero tan lleno de fuerza, 
y me asesine
en esa tan terrible contienda, 
aun, cómo te envidio tu oportunidad.

A través me perfora —imperiosa—
hierro—fiebre—polvo
aunque la belleza sea destrozada
cuando perezca,
te envidio tu muerte.
¿Qué es para mí la belleza?
¿No me ha destrozado ella lo suficiente, 
no he llorado en la agonía del amor, 
el nacimiento, el odio,
con el orgullo aplastado?

¿Qué permanece después de esto?
¿Qué puede dejar suelto en mí la muerte
después de tu abrazo?
tu toque,

tus miembros son más terribles
para hacerme daño.
¿Qué puede desfigurar la muerte en mí
que antes no lo hayas hecho tú?


2

¿Qué puede enviarme la muerte
que tú no lo hayas hecho?
tú reuniste violetas, 
tú hablaste:
"tu cabello no es menos negro, 
ni menos fragante. 
ni en tus ojos se encuentra menos luz,
tu cabello no es menos dulce
con el púrpura en tu mechón alzado"
¿por qué fueron esas ligeras palabras
y las violetas que reuniste
de tanto valor?

Cómo te envidio la muerte;
¿qué podría la muerte traerme
más negro, más lleno de centellas
que destruir, que asustar
que el recuerdo de esas primeras violetas, 
el ascenso fortuito de tu voz, 
el frenesí oportuno y cegador
mientras te doblabas?


3

Así es que la diosa me ha matado, 
por tu casual sonrisa
y mi bufanda desdoblándose
mientras te abalanzabas sobre ella;
para que me atrapara
en el trazo adelantado de tu brazo
mientras levantabas el velo, 
y las sonrisas rápidas y desinteresadas.

¿Podría haberlo sabido?
No, ahórrate la compasión, 
aunque me rompa, 
aplastada bajo el odio de la diosa, 
aunque haya caído abatida por última vez, 
tan alto he lanzado mi mirada
en su presencia.

No me tengas lástima, ahórrate eso, 
pero cómo te envidio
tu opción ante la muerte.


Envy

. . . even in the house of Hades.
—Sappho

1

I envy you your chance of death,
how I envy you this.
I am more covetous of him
even than of your glance,
I wish more from his presence
though he torture me in a grasp,
terrible, intense.

Though he clasp me in an embrace
that is set against my will
and rack me with his measure,
effortless yet full of strength,
and slay me
in that most horrible contest,
still, how I envy you your chance.

Through he pierce me —imperious—
iron—fever—dust—
though beauty is slain
when I perish,
I envy you death.
What is beauty to me?
has she not slain me enough,
have I not cried in agony of love,
birth, hate,
in pride crushed?

What is left after this?
what can death loose in me
after your embrace?
your touch,

your limbs are more terrible
to do me hurt.
What can death mar in me
that you have not?


2

What can death send me
that you have not?
you gathered violets,
you spoke:
"your hair is not less black,
nor less fragrant.
nor in your eyes is less light,
your hair is not less sweet
with purple in the lift of lock;"
why were those slight words
and the violets you gathered
of such worth?

How I envy you death;
what could death bring,
more black, more set with sparks
to slay, to affright,
than the memory of those first violets,
the chance lift of your voice,
the chance blinding frenzy
as you bent?


3

So the goddess has slain me
for your chance smile
and my scarf unfolding 
as you stooped to it;
so she trapped me
with upward sweep of your arm
as you lifted the veil,
and the swift smile and selfless.

Could I have known?
nay, spare pity,
though I break,
crushed under the goddess' hate,
though I fall beaten at last,
so high have I thrust my glance
up into her presence.

Do not pity me, spare that,
but how I envy you
your chance of death.








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