miércoles, 3 de noviembre de 2010

1717.- RAÚL QUINTO


Raúl Quinto nació el 2 de abril de 1978 en Cartagena (Murcia), España, aunque muy pronto se trasladó con su familia a Carboneras, en la costa almeriense. Estudió Historia del Arte en la Universidad de Granada, periodo durante el cual mantuvo una gran actividad literaria en el marco del bar La Tertulia y la revista Contra Tiempo. Del año 2006 al 2008 co-dirigió la revista electrónica Oniria, y actualmente es el codirector de la colección de poesía de la editorial La Garúa Libros. Trabaja de profesor de secundaria en Almería.

-POESÍA:
Grietas (2002, 2007).
La piel del vigilante (2005).
Poemas del cabo de gata (2007).
La flor de la tortura (2008).

-OTROS:
IDIOTECA (2010). Ensayo híbrido.








Arritmia

Palpita, tensa resistencia,
el corazón de la alambrada,
como la voz que en las arterias
dicta tu pulso
ensordeciendo los aullidos:

el miedo late
detrás de ti,
sabe tu nombre

igual que tú conoces la distancia
que separa tu mano de la hoguera
y pronuncias la llama
intentando no arder

y compruebas que el fuego
no tiene más perfil que el movimiento,
más dolor que su tacto;
el miedo late en las palabras.

(De La flor de la tortura, 2008)






La grieta del mármol

Querrían ser de aire pero pesan
demasiado las venas
y sus blancas raíces.

No, no podrán jamás ser respirados
ni unirse con el humo
en su vertical fuga.

Están presos del mármol de los zócalos
como vetas de sangre
que buscan las aristas
para escapar con vida del desgaste.

(de Grietas, 2002)








El comediante

Un sudario manchado, un traje de segunda mano
de harapos y de sedas, un disfraz
(The Velvet Underground)


Es cierto que los hombres se disfrazan
para acercarse más a la verdad.

Vi la piel del incendio derramarse
como un río de algas,
y supe que los cuerpos calcinados
conservan su sonrisa en la ceniza.

Siempre recuerdo las miradas huecas,
los gestos delatores, el perfume
que renuncia a los párpados
para volverse sólido y antiguo.

La condición humana es una mueca.

Yo vi cómo unas manos escarbaron la tierra
para encontrar un agua del color de su alma,
y vi cómo se hundían bajo su propia arena.

Soporté la mirada de este mundo
y rompí a carcajadas cada velo.

Había comprendido la broma de la vida.










El vendedor de periódicos

con la muerte diaria confundido
(Javier Egea)

Losas calientes para pies descalzos.

La calle se traviste de condena
y cada paso es un reflejo ambiguo
de este cielo con forma de cornisa,
lo veo cada mañana, cada tarde,
cada noche al cerrar esta ventana:
hay polvo en los cristales,
la vida se deshace.

La Historia nace en estas mismas calles
cuando las hojas de papel se elevan
buscando vuestros rostros,
cuando adoptan sub forma
y son de sangre desbordada y muda,
porque no mienten los esoejos rotos,

porque somos el fondo de la noche
y tenemos las manos de agua blanca.

(de La piel del vigilante, 2005)








EN LA ÓPERA DEL RUIDO

ALGUIEN señala con el dedo
la dirección a un precipicio,
escribo el vértigo;
escribo la caída
de este verso
al vacío, la página
arrancada del libro.

Desde el espacio en blanco
que divide el silencio de tus ojos,
desde la helada boca del revólver
besándote la nuca
y el corazón diseccionado
de los siameses,
desde el latido que los une
y el bisturí que los separa;

escribo el alarido.
Escribo que no hay nada
dentro de las palabras
como tampoco hay nada en las pupilas
del que observa la nieve,

y desde aquí,
desde este extremo de la niebla,
desobedezco








CRISTAL OJO

IGUAL que un cuerpo
atravesando la tormenta
tan sólo existe en trueno.

Igual este mensaje.

Igual que el bosque
cuando el relámpago ilumina
la silueta del ahorcado.

Escribo con las uñas
sobre tu piel
hasta que brota de la sangre
el final del poema.

(de La flor de la tortura, 2008)








BRUMARIO

Decide un punto de partida.

Hay una música de arañas.
Una esfera perpetua. Una ofrenda
para la diosa y su corona
de moscas. Un satélite
de incomunicaciones. Una ley.

Diseña un edificio cuyas puertas
desaparezcan una vez cruzadas.

Diseña una emoción.

Un clavicordio, percutiendo
metálico la cuerda. La cuchilla
que desciende del cénit

interminablemente.

Algunos aseguran
que una cabeza separada
del cuerpo puede continuar consciente
casi medio minuto. Esos ojos
abiertos de raíz
frente a la multitud. Eso decir.

(Inédito)

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