miércoles, 8 de septiembre de 2010

952.- DARÍO VILLEGAS


Darío Villegas nació en Bello, en 1961. Dibujante y artista plástico del Taller de Artes de Medellín. Expone sus obras en diferentes galerías desde 1982. Ha ilustrado los libros Cartas desde el sueño, con poemas de Juan Manuel Rosca, 1982. Poetas en su tinta , 1988. De genes y gentes, Colciencias, 2002, y otros Beca de Colcultura 1995 para su proyecto inédito La noche en la poesía colombiana. En 2005 creó su propia editorial ”Quiero, puedo y no me da miedo” con la que publicó su libro de poemas y dibujos Círculo Hechizado, El Ángel sitiado y otros poemas y Destrucción de los últimos Ángeles con textos de Marco Antonio Campos.




Poemas de Darío Villegas


Postales de niebla
¡Alegría feroz!
Esto es jugar sobre la arena
A levantar castillos,
Tumbarlos,
Ofrecérselos al mar.

Tanta intención
Dibuja su escritura en la memoria,
Añade figuras y trazados
Sin fin,
Que un mapa ordenado es imposible.

Mamá está ocupada
En su máquina de coser.
El abuelo habla con Dios entre la sombra.
Los hermanos esperamos la llegada
De lo que viene sin ningún anuncio.
Nuestra infancia
Estrellada contra un negativo.

Dibujamos la primera postal de niebla
Marchándonos con lo que llevamos puesto.

II

Alegría feroz
Sobrevivir a los desastres.
Un espectro gesticula en otro idioma
Frente al muro de la luz.

Soy el niño que se cuenta historias
Y contempla
Una formación de aviones
Volando sobre el patio.



III

Nuestros padres son campanas
De bronce
Invocando espíritus lejanos
Sobre un paisaje humeante.

Un niño no sospecha cuantas historias
Deberá escuchar cuando pregunte
Lo que es ser un hombre.

Lady Macbeth
Le hablará de Cristo.

Alegría feroz, abandonar el hogar
Y escribir por cuenta propia los senderos.
Dibujar en los muros
El destello
Irreversible.

IV

Un día
La casa está ocupada por otros inquilinos.
Una voz distante responde
Que ya no viven aquí.

Volvemos con señales de viaje.
La mirada oblicua,
Una opulencia de abalorios,
Tatuados los brazos,
Vencidos de cansancio.

Hemos visto la niñez arder
A la vuelta de la esquina.
El destino en rotación
Sobre un círculo de cobre.
Nos hemos pasmado en el silencio
Del universo vacío.

La soledad
Medida en años luz.



V

Alegría feroz de las edades.
Ver cambiar el rostro en las fotografías.
Alegría del amor y el abandono.

Ferocidad
de no saber en qué se cree
Y extraviarse.

Abrir caminos a ninguna parte.

Amo a una mujer,
Sombra y luz en iguales proporciones.
La amo con un odio dulce.
Contra todo pronóstico la espero.

No hay nada
Más alegremente malvado
Que un amante.



VI

Ferocidad de contemplar
Las máscaras abandonadas
Y saber que son las mías.
Que todo me pasó a mí,
Que no fue a otro.

Que para la vida
No hay ventanilla de reclamos.
Que a nadie puedo echar la culpa.

Mirar al cielo hondo
Y actuar
Sabiendo
Que el dolor
Es la otra orilla del deseo.

VII

Alegría feroz la de la muerte
Que dispersa el sueño,
Las figuras,
Las palabras.

A veces temo despertar
En medio de la eternidad
Y encontrarme como un punto
En el silencio,
Sobre la llanura
Sin Sol,
A la sombra de ningún árbol.
Midiendo con mis pasos
La circunferencia del abismo.

A veces temo
Que eso sea ahora.



VIII

Alegría feroz, dulce,
Escucharte hablar por el teléfono.
Vampiro deseo
Llamado por un eco distante.

¿Qué promesa puede haber
En las frases que pronuncias?
Cada nombre es una despedida.
Cada palabra un límite.
Cada silencio,
Un destello imprevisto del mal.

Alegría de saberte en algún lado,
Ferocidad,
El tiempo sin amor.



IX

Libertad feroz del pensamiento.
Baraja de olvidos y nombres
En una tienda de adivino.

Tenues presencias emergen
De la oscura frontera.
Imágenes devueltas por el oleaje,
Falsamente idénticas
A las que conocimos.

La deriva de lo imaginable
En todas direcciones
Hasta el vértigo.

En éste reino de fantasmas,
Dios insiste
Como una tormenta de palabras.



X

Alegría feroz, reconocer en el desierto
Una casa dibujada
Por los marcos de puertas y ventanas.

Avanzar sobre un paisaje sin linderos.
Abandonando lo que tuvo algún valor,
Sin saber lo que se busca
O de qué se huye.



XI

Alegría feroz que se desgasta
Como el filo
De una navaja de afeitar.

¿En qué columna se registran
Las pérdidas,
Los actos, los proyectos,
Las montañas de basura que dejamos a un lado?

¿Dónde han quedado los despojos
De nuestros enemigos?
Nos hemos hecho idénticos
En el combate.

La figura de un verdugo
Cansado de la muerte,
Es la de un hombre que despierta,
Antes que los otros,
A una mañana desabrida.

Alegría, alegría,
Abolidos los rituales
Del castigo,
Abolida la codicia,
Dibujar amor
En las márgenes ajenas.
Cultivar historias
Que caben
En una conversación.

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