domingo, 12 de diciembre de 2010

2435.- PABLO GUEVARA MIRAVALL


Pablo Guevara Miraval
Jaime Pablo Guevara Miraval (* Lima, 23 de mayo de 1930 - † 2 de noviembre de 2006) fue un poeta peruano.
Pablo Guevara se formó en las Universidades San Marcos y la Católica de Lima, graduándose en letras.
Tras un periodo de estancia en España y Dinamarca en la década de los 1960, regresó al Perú donde fue reconocido como uno de los autores integrantes de la denominada generación de los 50 junto a Jorge Eielson, Julio Ramón Ribeyro, Carlos Germán Belli y Blanca Varela, entre otros.
Entre su obras destacan: Retorno a la creatura (Madrid, 1957), Los habitantes (Madrid, 1963 - Lima, 1965), Crónicas contra los bribones (Lima, 1967), Hotel del Cuzco y otras provincias del Perú (1971), Un iceberg llamado Poesía (Lima, 1998), La colisión, En el bosque de hielos, A los ataúdes, a los ataúdes, Cariátides, Quadernas, quadernas, quadernas (Lima, 1999. Al final de su vida logró escribir un bello libro titulado "Hospital", el cuál fue publicado por sus compañeros poetas más cercanos: Gladys Flores, Rodolfo Ybarra, Gonzalo Portals, Carlos Carnero y Rafael Espinoza.
Fue Premio Nacional de Poesía (1954) y Premio Copé de Poesía (1997).




MI PADRE

Tenía un gran taller. Era parte del orbe.
Entre cueros y sueños y gritos y zarpazos,
él cantaba y cantaba o se ahogaba en la vida.
Con Forero y Arteche. Siempre Forero, siempre
con Bazetti y mi padre navegando en el patio
y el amable licor como un reino sin fin.

Fue bueno, y yo lo supe a pesar de las ruinas
que alcancé a acariciar. Fue pobre como muchos,
luego creció y creció rodeado de zapatos que luego
fueron botas. Gran monarca su oficio, todo creció
con él. La casa y mi alcancía y esta humanidad.

Pero algo fue muriendo, lentamente al principio;
su fe o su valor, los frágiles trofeos, acaso su pasión,
algo se fue muriendo con esa gran constancia
del que mucho ha deseado.

Y se quedó un día, retorcido en mis brazos,
como una cosa usada, un zapato o un traje,
raíz inolvidable quedó solo y conmigo.

Nadie estaba a su lado. Nadie.
Más allá de la alcoba, amigos y familia,
qué sé yo, lo estrujaban.

Murió solo y conmigo. Nadie se acuerda de él.



DOS MONARCAS

Amo al pescado, el plateado monarca
que se agita en mis manos. Yo lo escucho
y lo miro vibrante en mis sentidos, tal vez
como en las costas libres de alguna gran bahía
donde no hay pescadores que sumerjan sus redes.
Fabulosa materia que me intriga los ojos,
dinos, ¿fue feliz este espacio de aleteos dorsales?
Surcador de los sodios, ¿fue feliz este estado del ser
temblando en la ansiedad, pero que nunca supe si es que huía
o partía hacia costas o límites? Oh, habitante del mar,
-otro reino que es el mío- oh, querido, necesito saberlo.

Hoy estamos cogidos. Y tú extrañas el mar.
Y yo extraño el amor. Si sonara el amor
extenso como el mar. Oh, querido.

(De Retorno a la creatura)



CANTO XI
LAS TORTUGAS

Ajenas a la vida de la justicia y la injusticia
y bajo los cielos rojos las tortugas pasan
con su casa de mil lados a cuestas…

Pasan, ignoradas de los hombres, las arrugadas
que nunca estuvieron presentes en los asesinatos;
en tanta noche humana son la imagen feliz
de polícromos palacios y cabañas
que nunca han hecho sombra a la existencia;
pasean, comen, procrean, van a dormir,
en las concavidades de las playas calientes
escuchan la voz de palmeras, sueñan.

(De Los habitantes)



CRISTINA

Y es en el oval de la mejilla que camina,
hija a mi lado, el esquife más pequeño
que tengo, el más dorado de todos,
donde está la proa de mi amor.

Y en el tan dulce pelo que es,
dorado del Botticelli, trigo de Teruel, Jauja o Kiev,
y en el pórtico oval gótico por donde brillan
ojos ojivados del Van der Goes o del Memling
ventanitas son de monasterio oscuro, oscuro,
irisados bajo la garúa nacen y mueren,
rojos, verdes, azules en pugna con el gris
de calamidad de Lima, y el marchito tiempo
al fondo, tiempo que lloro, plúmbeo marco
como los de Leonardo…
En tanto sostengo el remo, el bracito nacarado,
el cáñamo japonés, el tallo de la flor de Rhodesia,
en el mar desencadenado y en la albúmina excesiva
como de tuberculoso de Lima, y en la alegría
de su boca, música del Corelli, campanita
solar del valle mientras tiembla mi corazón
y llegar al puñal no oso, y por fin mi vida es
junto con la de la imaginación aunque sólo
sean unos segundos -siempre son unos segundos,
estos que son la vida de los que no han perdido
su libertad ni jamás se la dejarían arrebatar
por sobre todas las cosas y pueden predecir
la sequía o la cosecha de la gavilla,
aunque los pueblos estén de duelo
por los gavilanes y los guerrilleros,
ah Nacimiento, ah Muerte, volver a partir
desarrebujando las velas, aún más remendadas,
ah Niñez, ah Juventud, ah Gravidez, ah Vejez
del Amor, y los astutos dioses haciéndonos
las espaldas y las olas creciendo, siempre creciendo…

(De Crónicas contra los bribones)



LOS ECUESTRES

Mi país enrumba hacia Nacimiento y hacia Extremaunción, a la
gloria de las destrucciones en este Orden atormentado.
Aunque hay niños que se arrojan enloquecidos y luchan por los
valles
y los viejos dicen que se arrojarían prestos a despanzurrarse
por las inscripciones en sus arcos votivos
-diciendo que mueren así por sus principios-
la mayor parte de muertos son jóvenes:
ellos amanecen apasionadamente encarcelados,
apasionadamente apaleados, apasionadamente acuchillados,
desmembrados, bombardeados;
aves rapaces basureras oscurecen los cielos
se posan en mis hombros
vienen a mis sauces y mis alcanfores y me cuentan la Historia
que no se daña, hacen imponderables mis escritos, ciudades reginas
no os amo
pues mil noches necesito para cumplir una bella jornada.

II
Hay que destruir este Orden Establecido,
para levantar la res-plan-des-cien-te-casa-de-psyché
en el vasto imperio solar y en el corazón, y atreverse a matar:
como el enfermo deshauciado que desarmó a su enfermedad
palpando cada día la verdad de sus muros en vez de adivinarlos,
y la verdad de su poder -o no poder- para destruirlos.

En estos hogares, banderas, templos, instituciones, libros,
de leyes, de misas, de cocinas, de contabilidades, deidades
no sois más mis amigos, nunca lo fuísteis, sois mis enemigos.

Jamás el más mínimo cultivo, ni cocina ni sazón;
carne, alguna vez, cruda o semicocida por el calor de los muslos
frotando sobre el arnés;
mujeres cautivas, las necesarias para burlar alguna burda jornada,
en los carromatos sin roperos ni joyeros ni afeites ni tapicerías;

Niños, muchos niños libres, sin propiedades, sin rebaños
ni molinos de agua ni molinos de viento ni escuelas
de ésas que domestican la libertad;
ambos sexos en toda edad con un mismo vestido,
para toda estación un mismo color, con groseras costuras
de pieles de roedores salvajes, animales resistentes por muchos años
y por todo saludo el saludo del Odio cuando ha sido descuartizado
el Amor.

III
Como Hunos
con cabezas rapadas y trenzas solitarias mirando el horizonte
con olores nauseabundos visitando a los amigos y a los enemigos,
sentados a horcajadas sobre la realidad,
realidad medida, calculada, soñada, admirada
toda la vida sobre patas cortas e hirsutas,
avanzaron con maestría dueños de sus medios:
flechas y caballos.
Caracoleando sobre andaluces caballos, los almagristas primero,
después los chupeños, sobre morochucos, en las breñas,
hoy los guerrilleros, a pie y en asnos y en caballos,
también disponiendo
de sus únicas vidas cuando nada ni nadie, aparentemente se las
pedía
en el imperio feudal que mal se disimula con créditos o
parcelaciones,
un poema sin sombras me visita, aletea y me hiere
y me hace feliz u hosco o desdeñoso
de todo bien remoto y de todo bien próximo.
Como esos magníficos hombres
de los que sólo se hallaron sus vestigios después de mil años
(2 o 3 cráneos en Mozonszentjanos
-llanuras de Hungría-), así mis hermosos compadres
dejaron sus restos en mis montañas
Compadre Guillermo, Compadre Paul
ya los encontraremos.
Llegaron al punto
en que se volvió a demostrar
que lo habitual y lo cotidiano
es la Historia
y que vahos, sudores, llagas, imprecaciones,
pies como globos, diarreas, caídas, maldiciones
a través de muchos kilómetros sin testimonios
son la Historia,
otra Historia,
y destruyeron el Imperio Romano
y su injusta PAX.

(De Hotel del Cuzco y otras provincias del Perú)


UN ICEBERG LLAMADO POESÍA
4


Y de pronto apareció por ahí ese maldito iceberg
llamado Poesía o Literatura o Aburrimiento o lo que fuera
con la única condición precisa de no devenir en Aburrimiento
ni por un instante…

Los viajes se podían repetir hasta el Aburrimiento
pero una vez llegados allí / a ese cape borrascoso o Cabo
de Nueva Esperanza o cabo furioso ¿vencería una vez más
el Aburrimiento/ el más temible malhechor de la Antigüedad
¿el más temido de los Tiempos Modernos?

2/3 de humanidad padece de hambres crónicas
-con frecuencia el tercio restante y muchos de los 2/3 se
aburren se aburren inexorable-mente-demencial-mente
tonta-mente se aburren se aburren se aburren….
Naufragando a cada momento en un mar de dementes aburridos
navegando en los bajeles rutinarios del más tonto aburrimiento
en un mar de aburridos aburrimientos…

Y había que vencer el Aburrimiento en el mismo huevo
a como diera lugar
antes que un campesino enorme musculoso se volviera un
guerrero lleno de astucias ¡Herakles
antes que fueran las Columnas de Hércules!
el Peñón de Gibraltar o Escila y Caribdis en el
Estrecho de Messina… que nos llenarían de pavor
y harían del barco miles de fragmentos aburridos
flotando sobre el mar…

¡Y no aburrirse durante cinco días y cinco noches!
¡y poder atravesar el Cabo de Nueva Esperanza con la
promesa de poder vencerlo! ¡cómo no salir corriendo
a comprar pasajes para esa travesía famosa!

Parafraseando a Stevenson:
"un barco es como una isla, una porción de sólido
rodeado de aburrimiento por todas partes"

¡Qué podía pasar entonces con este mausoleo flotante
prometido a la vida y no a la muerte! con más de
trescientos metros de eslora y unos ochenta metros de ancho
y alto como un edificio de once pisos
que parecía haber tenido a la muerte larvada en su seno
y estar lleno de adormideras rojas y blancas (opio)

Y como yo no era heredero de nada
-y no prometía nada a nadie… salvo unas palabras sueltas
unas letras apenas garrapateadas… letras por escribir
a mediano y a largo plazo aún por redactarse…

Yo no podía condenar a nadie
a vivir en mi compañía a vivir entre la luz y las tinieblas
las tinieblas y la luz y las soledades
por muchos años luz…

Y yo debía… ¡Jamás aburrirlos!...
si sucedía ya sabía a que atenerme…

(De Un iceberg llamado poesía)

No hay comentarios:

Publicar un comentario