miércoles, 22 de septiembre de 2010

1223.- JOSÉ LUIS HOPFFER ALMADA


José Luis Hopffer Almada nació en Isla de Santiago, Cabo Verde, en 1960. Animador del movimiento Pro-Cultura (1986), cofundador de la revista Fragmentos, 1987. Colaborador de importantes revistas, ha publicado los libros: A Sombra do Sol I y II, 1990; y Assomada Nocturna, 1993 y 2005. «Lo que cuenta es el árbol de mi infancia, donde continúo y siempre», afirma Hopffer Almada. Según Inocência Mata: «La evocación de los innumerables amigos de infancia, recordando la vida vivida en el suelo de la cultura y en el humus comunitario, prosigue y se exhibe en los poemas reescritos y aumentados de la nueva Assomada Nocturna. Se trata a mi entender de un solo poema dramático, en el que el sujeto enunciador convoca a sus interlocutores (que además ya no son rigurosamente los mismos), y, por medio del diálogo que quiere establecer en situación de teatral, en diálogo monologante, regresa al pasado, como si quisiera en él fortalecerse, muchos años después. La palabra en este macropoema gana, así, poder de presentización y una eficacia performativa en la medida en que, diciendo, el texto presenta e identifica a los interlocutores en su idiosincracia, así como su diferente lugar en el mapa comunitario del grupo, a pesar de la ausencia total de jerarquización, de cualquier tipo: Todos nosotros éramos / negros blancos mulatos // todos éramos pielesrojas / de escalpes criollos. Esta Assomada que José Luís Hopffer Almada convida al lector a revisitar no es ya tan sólo nocturna (en rigor nunca lo fue): pues el ambiente crepuscular que supuestamente habría de emanar del universo, dada la insistencia del estribillo «(en) las noches largas de Assomada», se deshace al calor de la convivencia, de la vida comunitaria, de las memorias compartidas, de alegrías y angustias. Pues la colectivización de las varias voces («Todos nosotros éramos» es el leitmotiv de este «relato»), en sus diversos meandros espaciotemporales, crea una sinergia centrípeta que culmina en la más eufórica solidaridad, precedida de la evocación de los tiempos de convivencia y comunión.



Autobiografía ortónima

nací en una aldea
a la sombra de un caserón
y de la austera penumbra de las montañas

niño aún
recorrí las exhaustas márgenes de las riberas
la húmeda orografía de la Assomada
y me hice árbol de la planicie

el serpentear de los caminos
me hizo desembocar en el mar
y desaguar en el silencio
junto a una ciudad
extendida en azul y murmullo



* * *



de espaldas al mar
me insinué
—hacia más allá de la isla—
en la lenta y transparente
caminata de las nubes
para de leipzig besar
la nieve con olor
a carbón y melancolía
para de europa
largamente acariciar
el níveo y silente frío

hoy sé que soy
un simple signo de adán y eva
y de su edén pétreo en el pico de antonio



* * *



¿Te acuerdas, Dhigo
de las largas noches de la Assomada
entre los follajes del maizal
y de nuestros pies
vagando niños
en infatigables correrías verdes?

Todos nosotros éramos
negros blancos mulatos
todos éramos pielesrojas
de escalpes criollos



* * *



¿Te acuerdas, Txikoza
de las terrazas tendidas
sobre la decadente majestad
la decrépita monumentalidad
de las ruinas hechas grutas
de los castillos abandonados
de las sombras escondrijos
riba contra báxu
kutelu contra nhaga
en las largas noches de la Assomada?

Todos nosotros éramos
nhagar de corazón
plenos de natal
plenos de assomada

Traducciones de Elkin Obregón


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