sábado, 9 de octubre de 2010

SIMÓN ARMITAGE [1.438]



Simon Armitage 

Poeta inglés. Nació en 1963 en Huddersfield, West Yorkshire. Estudió Geografía en el Portsmouth Polytechnic y Trabajo Social en la Universidad de Manchester. Su primera colección de poemas, Zoom! (1989) fue Selección de la Poetry Book Society. A ésta le siguieron Kid (1992), Book of Matches (1993), The Dead Sea Poems (1995) y Moon Country (1996). Ha escrito para radio, televisión y teatro. En 1993 fue el Sunday Times Young Writer of the Year. Su obra ha recibido varios reconocimientos, entre ellos el Erick Gregory Award y el Forward Poetry Prize. The Dead Sea Poems fue una Recomendación de la Poetry Book Society.



Trabajos publicados

Poesía:

¡Zumbido! (1989)
Xanadu (1992)
Cabrito (1992)
Libro de fósforos (1993)
Los poemas del mar muerto (1995)
CloudCuckooLand (1997)
Matanza Tiempo. (1999)
Señor Heracles
Poemas seleccionados (1991)
Doctor casero universal (2002)
Canciones que viajan (2002)
Odisea de Homer (2006)
Tyrannosaurus Rex contra el cabrito de la pana (2006)





No es lo que haces sino lo que eso te hace

No vagué por los Estados Unidos
con apenas un dólar en el bolsillo,
un par de jeans rotos y una navaja suiza.
Viví entre ladrones en Manchester.

No atravesé descalzo el Taj Mahal,
escuchando el espacio que se abría
entre cada pisada, levantando y poniendo
la huella sobre el piso de mármol. Pero jugué

a hacer patitos en el lago Black Moss
en un día tan quieto que se oía cada onda
surcar. Sentí la inercia de cada piedra
gastarse contra el agua; luego hundirse.

No he jugueteado con el cordel de un paracaídas
sentado al borde de una avioneta en vuelo
pero sostuve la cabeza lacia de un niño
en la guardería, y acaricié sus manos rollizas.

Y sospecho que el nudo en la garganta
y la sutil sensación en cascada, en algún sitio
dentro de nosotros, son ambos parte de esa
intuición de algo más. Esa emoción, quiero decir.

Versión de Carlos López Beltrán y Pedro Serrano




Chiste nevado

¿Te sabes el del tipo aquel de Heaton Mersey?
La mujer en casa, la amante en Hyde, la querida
en Newton-le-Willows y dos lindas chicas
en Werneth, en tercero de prepa. Bueno,

pues como iba ya tarde y en un muy buen coche
desdeñó las señales de alarma y quiso sortear
las seis millas finales de nevada en los Altos;
y en cosa de minutos, dicen, se había atascado.

Se entretuvo pensando en la vida y en cosas así,
lo que hace el perro al morderse la cola,
y la serpiente que se devora así misma.
Y veía que la nieve ascendía por los vidrios

y se sintió a gusto; y el whisky en la anforita
estaba tibio y suave, y aunque no tiene gracia
el chiste termina más o menos así.
Lo hallaron recostado en el manubrio

con las letras de VOLVO marcadas al revés
en la frente escarchada. Y alrededor de un ponche
discutieron después en el pub
quién de ellos tenía el mérito mayor.

Si el que confundió la antena con una vara seca,
el que reconoció la silueta del coche,
o el que dijo que oyó el quejido de la bocina
como un despertador bajo la almohada.

Versión de Carlos López Beltrán y Pedro Serrano




Poema

Y si nevaba y la nieve cubría el camino
Agarraba la pala y la hacía a un lado.
Y siempre arropaba a su hija por la noche.
Y una vez que mintió le pegó con la chancla.

Y cada semana se bebía la mitad de su sueldo.
Y los que no gastaba cada semana lo ahorraba.
Y alababa todas las comidas de su esposa.
Y una vez, por reírse la golpeó en el rostro.

Y para su madre contrató una enfermera privada.
Y los domingos la llevaba a la iglesia en taxi.
Y lloró cuando paso de mal a peor.
Y dos veces le robó diez libras del bolso.

Así es como lo consideran al volver la vista atrás:
A veces se portaba así, a veces se portaba asá.

Versión de José Luis Justes Amador



Hombre con corazón de pelota de golf

Se le fueron encima con tenedor y cuchillo, me contaron,
y se lo extirparon con una cuchara: Dunlop, cacarizo, totalmente duro.
Rebotaba en la piedra pero no en un suelo blando. Tomaron
nota de eso. Rebanaron la piel (algo como de cuero,
o de hule, de párpado) y se adentraron; tres millas
de tripa o cuerda, elástica. Y dentro una bolsa
o un saco lleno de bálsamo o esmalte, como Copydex.
Marcaba el registro más bajo del papel tornasol
pero no se quemaba, y sabía amargo, feo; a resina
quizás, de un árbol o una planta. Y despedía un gas
que los hizo llorar a todos cuando lo inspeccionaban.

Ese corazón fue alguna vez una manzana, concluyeron.
Verde. Y tenían la intención de plantar otra manzana
en ese sitio, empezando por la semilla. Pero él se negó.

Versión de Carlos López Beltrán y Pedro Serrano





REGLA SEGURA

Una regla segura de por vida es: confía en nadie. 
Esa es la primera, en segundo lugar, 
el hombre con vista 20/20 que alcanza la cima 
del Everest (olvidemos por ahora la curva 
de la Tierra), mira al Este y al Oeste y recibe 
una visión perfecta de su propia nuca.

Tercero, siempre habrá 
un centímetro de piel imposible de rascar 
entre los omóplatos, inalcanzable 
desde arriba o abajo. Y cuarto,

como dije alguna vez, no vaya a inventar 
el ácido que pueda atravesar todo 
sin antes pensar 
en qué será conservado.

(Traducción: Andrew Graham-Yooll)



A SAFE RULE

A safe rule in life is: trust nobody.
That's the first, and secondly,
the man with 20/20 vision who achieves the peak
of Everest (forgetting for now the curve
of the Earth), looks east and west and gets
a perfect view of the back of his head.

Third, there will always be 
that square half-inch or so of unscratchable skin 
between the shoulder blades, unreachable 
from over the top or underneath. And fourth

as I once heard say, don't go inventing 
the acid that will eat through anything 
without giving some thought 
to a jar to keep it in.















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