jueves, 24 de marzo de 2016

PEDRO CASALDÁLIGA [18.302]


Pedro Casaldáliga

Pedro Casaldáliga Plá, en catalán Pere Casaldàliga i Pla (Balsareny, Barcelona: 16 de febrero de 1928), es un religioso, escritor y poeta español, que ha permanecido gran parte de su vida en Brasil. Ha estado siempre vinculado a la teología de la liberación y ha sido siempre un defensor de los derechos de los menos favorecidos.

Hijo de una familia de campesinos, Casaldáliga se trasladó a Vich para estudiar en el seminario. El 31 de mayo de 1952 fue ordenado sacerdote en Montjuïc (Barcelona) y se unió a la orden de los claretianos.

En junio de 1968 se trasladó como misionero al estado del Mato Grosso en Brasil. El 23 de octubre de 1971 fue ordenado obispo de São Felix do Araguaia. Su diócesis es una de las más extensas del país, ocupando una superficie de cerca de 150 000 km², habitados en su mayor parte por indígenas con muy pocos recursos. Poco después de ser nombrado obispo, Casaldáliga empezó a sufrir amenazas por parte de los terratenientes así como del régimen militar existente en ese momento en Brasil. João Bosco, su vicario, llegó a ser asesinado por unos sicarios que confundieron a Bosco con el propio Casaldáliga (1977). En esos momentos recibió total apoyo del Vaticano, especialmente por parte del papa Pablo VI, pero esto no siempre sería así.

Aunque jamás ha regresado a España y siempre se ha mostrado reacio a viajar por miedo a no poder entrar de nuevo en Brasil , en 1985 realizó una polémica visita a Nicaragua. Casaldáliga se trasladó hasta ese país para mostrar su solidaridad con los religiosos nicaragüenses. En 1988 viajó hasta el Vaticano y fue recibido en audiencia por el Papa. La visita no fue plenamente satisfactoria y unos meses más tarde recibió una seria advertencia por parte de la Santa Sede que criticó su apoyo a la causa sandinista y de la Teología de la liberación.

Al cumplir los 75 años, a Casaldáliga se le recordó desde el Vaticano que —como todos los obispos al llegar a esa edad— tenía que presentar su dimisión. El religioso decidió permanecer en la diócesis que había presidido durante más de 35 años, reclamando la participación de la comunidad en la elección de su sucesor,1 a pesar de que la Santa Sede le recomendó abandonar el país. Enfermo de Parkinson desde hace algún tiempo, Pedro Casaldáliga no quiso abandonar la lucha por la defensa de los derechos de los menos favorecidos.

Libros

África De Colores. Promoción Popular Cristiana, 1961.
Creio na Justiça e na Esperança. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1977.
Proclama del justo sufriente: relatos y poemas brasilero (con Frédy Kunz y Pedro Terra). Centro de Estudios y Publicaciones, 1979.
Experiencia de Dios y Pasión por el Pueblo. Santander: Sal Terrae, 1983. ISBN 84-293-0670-6
Comunidade, ecumenismo e libertação'. São Paulo: EDUC, 1983.
Nicaragua, Combate y Profecía. San José de Costa Rica: DEI, 1987. ISBN 99-779-0439-1
El vuelo del quetzal: espiritualidad en Centroamérica. Maíz Nuestro, 1988.
Leonidas Proaño: El Obispo de Los Pobres (con Francisco Enríquez). Quito: El Conejo, Corporación Editorial, 1989. ISBN 9-788-7009-1
Espiritualidad de la Liberación (con José Mª Vigil). Santander: Sal Terrae, 1992. ISBN 84-293-1076-2
Sonetos neobíblicos, precisamente. Musa, Nueva Utopía, 1996.
Ameríndia, morte e vida (con Pedro Terra). Petrópolis: Paulus, 1997.
Murais da libertação (con Cerezo Barredo). São Paulo: Loyola, 2005.
Orações da caminhada (con Pedro Terra). Verus Editora, 2005.
Versos adversos: antologia (con Enio Squeff). Editora Fundação Perseu Abramo, 2006.
Martírio do padre João Bosco Penido Burnier. São Paulo: Loyola, 2006. ISBN 85-15-03238-4




de PALABRA UNGIDA


LA GRANADA ABIERTA

     Abriré el corazón rotundamente, 
igual que una granada. 
Para que se lo lleven, grano a grano, 
los pájaros del cielo, 
las almas de los hombres...

     Tú cuídame, Señor, que esté maduro: 
que no me caiga a tierra, 
inútil, ni una sola 
de sus talladas margaritas rojas...

     Las palabras no son 
más que un eco, 
muerto, 
casi no mío ya. 
La voz es el silencio.

     Apenas son el viento 
de este pinar oscuro de la carne... 
La palabra del alma es el silencio.

     Con tiento el corazón, 
alma: con mucho tiento, 
que lleva vino de Consagración...




Copla

     Río abajo se va al mar. 
Y a la fuente río arriba. 
Tú, bajando hacia tu mar, 
subes a tu fuente, Vida.

     Tu vestido de alegría 
me engaña a veces, Señor. 
No me ha engañado nunca todavía 
tu vestido de dolor.




Supervivencia

     Pero quédate en la playa, 
viviendo en todas tus cosas. 
Entero, presente, claro. 

     (El mar ha encerrado toda 
su alma infinita en cada 
una de estas caracolas).

     Aunque tú no las veas, 
siguen luciendo las estrellas.
Ya has entrado en la noche, 
para verlas...?




La muerte

     Como a una hermana. Sin rubor. De frente 
y en un paso a nivel de mi avenida... 
¡Quiero esperarte agradecidamente, 
como si hubiera entrado ya en la Vida!

     Tú, el Principio y el Fin. 
Yo, un ahora peregrino 
desde Ti a Ti.

     Señor, no quiero ser más que lo que soy: nada. 
Para que, de este modo, 
en mi mansión deshabitada 
Tú, Huésped dueño, lo seas todo.




Misacantano misionero

     ¡Qué unción de plenitud la tuya, hermano, 
al coronar —ya Cristo— la senda dolorida, 
hoy que gime en tus velas la voz del mar lejano 
y abres al holocausto la rosa de la vida!

     Yo no soy más que un chopo claro
sobre las aguas del Deseo.

     Boca del viento, y brazo de la noche 
para la alta limosna del rocío.

     Subo hacia Ti, Señor, sinceramente: 
pero con las raíces empapadas 
del afán de la tierra.Estoy sin fruto: 
pero en la luz de tu Misericordia 
soy todo plata como un candelabro.

     ¡Yo no soy más que un chopo claro 
sobre las aguas del Deseo...!




El campo y Dios
                                      A Lorenzo Gomis

     Por debajo del alma
me pasa el agua.

     Por encima del alma 
las nubes altas.

     Por en medio del alma 
la gran nostalgia.

     Corazón, échate al mar 
como una barca sin velas; 
ni te pongas a remar. 
Suelta al viento la canción 
y apaga tus luces. Pon 
un niño por timonel... 

     ¡Mar adentro, corazón, 
que Dios velará por él!



de CLAMOR ELEMENTAL 

I. LAS AGUAS DEL TIEMPO

MEMORIA Y VISPERA

El sol abrasa, libre, el mediodía 
de este sertão sin horas ni respuestas.
Y el Araguaia estira la piel cruda 
de jacaré, tostándose, 
salpicado de niños y de pájaros.
Yo, recuerdo y espero.
Prendidos por la brizna 
del Pirineo aquel de una igual fecha, 
de siempre igual memoria, 
-junto a las aguas frías del Esera naciente, 
la Maladeta y sus cuchillas blancas, 
la Renclusa y, abajo, los pastores-, 
rezo los salmos, tibios, ya sin verlos, 
mientras me siento lleno de sentido, 
lleno de mil razones para estarme, 
lleno de esta vigilia, tan amada, 
tan poblada de amigos ya gloriosos; 
seguro del Amor que me conduce, 
transido de la muerte que reclamo... 

São Félix, 14 de agosto



PRESENCIAS

con amigos ausentes. 
Me encuentro siempre 
entre el instante y la muerte. 
Me encuentro siempre 
con un libro enfrente, 
con un hombre doliente, 
y un paisaje y la corriente, 
y el sol rusiente, 
y el sueño, por fin, clemente. 
Y un pájaro, un niño, y un árbol, vivientes. 
Y Dios persistentemente presente...



RI0 DAS MORTES

Unas garzas, blanquísimas al sol, 
describen lentos vuelos sobre el "mato".
Se ha parado el motor, y el barco flota 
a merced de las verdes aguas mansas.
Todo es cielo y orilla.
Viajamos desde ayer. La noche ha sido 
de luna y de quimeras. 
Y antes que el día abriera sus rescoldos 
ardían ya la arena y mi garganta.
El barquero David, el "velho nego", 
-la esclavitud que fue, la que perdura- 
"retirante" a la búsqueda de un hijo, 
pregunta, mira, calla, ríe, espera. 
Pregunta sobriamente, y calla mucho. 
Como un árbol cansado. 
Lee las aguas con los ojos tensos,
y alguna vez levanta el brazo noble, 
para indicarnos la presencia exótica 
de un pájaro en la orilla...
Este hermoso caudal, rizado apenas, 
de verdioscura miel, 
es el Rio das Mortes...



SEÑORA DE LA ESPERANZA

Señora de la Esperanza, 
porque diste a luz la Vida. 
Señora de la Esperanza, 
porque viviste la Muerte. 
Señora de la Esperanza 
porque creíste en la Pascua, 
porque palpaste la Pascua, 
porque comiste la Pascua, 
porque moriste en la Pascua, 
porque eres Pascua en la Pascua.



AMANECIDA EN EL RÍO DAS MORTES

Con la estela del barco 
se estremece la móvil porcelana, 
como un vientre preñado de sorpresas.
La mañana se filtra, victoriosa, 
por las balsas ceniza de las nubes.
Juan de Brito ha contado ya su vida 
y habla ahora de peces y cruzeiros.
Los árboles sumergen sus sombras, como remos 
flexibles, en las aguas que cortamos... 
Y aún flota, fulgurante, curso arriba
la plata de un tesoro 
que la noche volcara por esta misma ruta.
Una hilera de patos colegiales 
espera el autobús, allá en la orilla.



de Antología mariana



CANCIÓN RECIENTE SOBRE MARÍA DE NAZARET

Tengo tres amores, tres: el Evangelio,
la Patria Grande
y el Corazón intacto de una mujer: 
la llena de Dios,
tan nuestra,
María de Nazaret.

Toquen o no las campanas 
-que el computador es ley-, 
todavía sigue hablando 
el arcángel Gabriel,
Y le responde María
con un colectivo amén. 
Y el Verbo se hace carne 
en el vientre de su fe. 

Pasan, iguales, las horas 
sobre el serrín de José. 
La Biblia y los periódicos, 
juntos, se han puesto a leer. 
Y crece el Niño y el Reino 
y crece el Pueblo también. 
Pasan romanos y gringos 
y en ese imperial vaivén 
se llevan sueños y vidas, 
al Calvario, del Quiché.

Pero María y las madres 
rumian la paz de Belén, 
el polvo de Galilea, 
el sol de Genesaret, 
el gusto del pan partido 
y el ausente amanecer 
de la mañana de Pascua 
que siempre está por volver.



NIÑA DEL SÍ

Todo estaba pendiente de tu boca.
Igual que si los hombres, de golpe, se sintieran 
con la vida en las manos, detenida, 
como un reloj callado y a la espera.

Como si Dios tuviera que esperar un permiso...

Tu palabra sería la segunda palabra 
y ella recrearía el mundo estropeado 
como un juguete muerto que volviera a latir súbitamente. 
Tú pondrías en marcha, otra vez, la ternura.

Orilla virginal de la palabra, niña del sí preñada con el Verbo,
sin la más leve sombra de no, toda en el Día. 
Dios encontraba en ti, desde el primer albor de tus latidos, 
la respuesta cabal a su pregunta 
sobre la Nada en flor...
Tú lo hacías dichoso desde el Tiempo. 
Tu corazón se abría como una playa humilde, sin diques fabricados, 
y en la arena sumisa de tu carne el mar de Dios entraba enteramente.

Niña del sí, perfecto en la alabanza como una palma de Cadés invicta;
jugoso en la alegría rebrotada, como la vid primera; 
pequeño como el viento de un párpado caído, y poderoso 
como el clamor del Géresis.

Niña del sí desnudo, como un tallo de lirio 
bajo el filo implacable de la Gloria...
Cuanto más cerca de la Luz vivías, 
más en la noche de la Fe topabas, a oscuras, con la Luz, 
y más hondas raíces te arrancaba tu sí, ¡niña del sí más lleno!
Tú diste más que nadie, cuando más recibías, 
infinita de seno y de esperanza.
¡Tú creíste por todos los que creen y aceptaste por todos...!
Creías con los ojos y con las manos mismas, y hasta a golpes de aliento
tropezaba tu fe con la Presencia en carne cotidiana.
Tú aceptabas a Dios en su miseria, conocida al detalle, día a día:
en las especies torpes del vagido 
y en las especies del sudor cansado 
y en el peso vencido de la muerte...

¡Rehén de la victoria de la Gracia, fianza de la tierra contra el Cielo,
gavilla de cordera, presentada y encinta! 
Porque has dicho que sí,
Dios empieza otra vez, con tu permiso, niña del sí, María. 
Las alas de Gabriel abren el arco por donde pasa entera la Gloria de Yahvé.
El arca de tu seno, de madera de cedros incorrupta, viene con el Ungido.
La Primavera acecha detrás de Nazaret, regada por el llanto,
y sobre las banderas blancas de los almendros
el trino de tu voz rompe en el júbilo, humildemente solo.



MUJER DE CADA DÍA

Mientras crece la noche, cada día 
prende el Amor su llama 
en tu candil de aceite desvelado, 
siempre igual y creciente.
El pan de tus moliendas se cuece, cada día, 
bajo el fuego tranquilo de tus ojos, 
mientras crece también la madrugada.
La fuente de la plaza te entrega, cada día, su limosna 
mientras le crece el corazón al mundo.

Como el ave del Tiempo vas y vienes,
de la casa a la calle, del Misterio al misterio, 
muchas veces al día, 
y llevas con tus pasos el compás de las horas... 
Tú sabes qué es vivir a pulso lento, 
sin novedad para la prensa humana. 
Apenas sin distancia: la de un grito. 
En esta pobre aldea que vigilan 
las higueras comadres 
y el centinela de un ciprés oscuro. 
-¿De Nazaret va a salir algo bueno? 
José viene cansado, cada noche.
Y el Niño trae el hambre entre los dedos 
por undécima vez.
-¿Qué quieres, hijo?
(Las almendras se miran, asustadas de gozo, 
y el plato ríe miel por todas partes). 

Tú ya has dejado el huso sobre el banco dormido 
y la lana suspira blancamente. 
Esta mañana has ido por retama, 
y te sangran las manos, en silencio, 
y te huelen las manos a lejía de yerbas. 
Has ordeñado luego las dos cabras sumisas, 
y sabes toda a leche.
Ayer vino el siroco, y te abrasó las flores. 
Hoy irrumpe el simún 
como una tropa de soldados romanos, 
y hay que cerrarlo todo y, con la prisa, a oscuras, 
se te pierde una dracma, rescatada 
del tributo de Herodes.

Si las vecinas rompen tu retiro, como gallinas locas,
tú sonríes. 
Un día nace un niño, y tú lo acunas. 
Y un día muere un hombre, y tú lo velas. 
En la olla inservible crece un lirio morado, 
y tú riegas su lenta profecía. 
Nazaret se despuebla, cuando llega la Pascua, 
y tú marchas con todos, 
peregrina del Templo, 
con Yahvé de la mano, 
con un salmo en la boca.
La ruta de Israel converge en tus sandalias. 
Y los caminos múltiples del mundo 
arrancan de tus pies caravaneros. 

Tu corazón no para, día y noche. 
Día y noche recogen sus limpios cangilones 
el agua de la Vida. 
Y el Verbo se hace Hombre, día y noche, 
delante de tus ojos,
al filo de tus manos,
detrás de tu silencio...



SOLEDAD

Unica siempre, desde que subiste, como un canto 
de alondra no cazada, 
a las manos de Dios, para sus juegos, 
tú rompiste en la Gracia como un lirio entre espinas, 
isla de soledad en tu inocencia cercada por las aguas del Pecado...

Sola de toda humana compañía 
capaz de acompañarte totalmente, 
con la vida apostada en la aventura del Reino, 
con las fieras del Odio y del Amor acechándote, impunemente sola,
¡con la carga de Dios sobre la espalda de tus catorce años sorprendidos!

Sola contra la noche del Misterio, 
por las arenas de la Fe abrasadas,
sin otra luz que tu mirada pura y sometida, 
descalzo el pie y el corazón abierto, como un río 
desangrándose entero ...

Madre en la soledad, Virgen con Hijo: 
sólo tú has vencido, a todo riesgo, 
la extraña soledad de dar a luz sin padre, 
sin poder compartir con otra orilla 
la mirada y el aire del Hijo, confluentes, 
Madre sin Hijo, al fin, 
tú, sólo, has consentido invictamente el despojo total de tus entrañas, 
saqueadas por Dios y por los hombres... 
¡Tú, solamente, has sido rechazada por el amor de un Hijo!
Madre sin Hijo y con el Hijo enfrente 
¡con el Hijo a merced de todo el mundo!

¡Mujer de la más honda soledad, 
viuda y sin Hijo y aun en flor perenne, como un árbol
despojado en abril, apenas núbil!

Madre en la soledad,
Madre en la muerte, para darnos vida 
con la vida del Hijo subastada.
Madre en la noche del mayor silencio, 
a tientas el andar del corazón 
y la palabra humilde sin respuesta, 
como una flauta en el desierto frío.

¡Sin respuesta de Dios ni de los hombres 
sola en tu Soledad!
Más sola que el Dolor, dormido en tu regazo para siempre. 
Más sola que la Muerte, renacida en tu gozo, 
como una golondrina libertada. 
Sola de todo Mal, con el Pecado muerto al pie de tu sonrisa.

Camino del sepulcro, con el llanto caído como un velo piadoso,
detrás de la derrota de tu Carne, 
la soledad del mundo caminaba a tu paso, redimida. 
De vuelta del sepulcro, mientras tu Soledad iba bordando 
los ocultos senderos de la Pascua, 
la Paz se recostaba sobre tus manos puras
y la Esperanza amanecía a tiempo, al filo de tus hombros, ¡alborada!

¡Te llamaremos todos, muchas veces, desde esta nuestra soledad tan sola,
María Soledad!
Soledad tan cercana y sin estorbos, 
tan sonora de aroma y de ternura, 
que hasta los niños ciegos han de poder hallarte. 
María Soledad,
toda llena de Dios y de los Hombres, 
Oh Soledad, oh compañía nuestra!



NEGRA

«Ma somo wa, María, one ndzean ya grasia...» 
Con el tam-tam creciente de mi pasión bantú 
yo te saludo, Negra, divinamente hermosa. 
Con todas las palmeras yo te aplaudo, «Morena por el sol de la alegría».
¡Yo te grito con todos los cachorros que amamanta la selva!

Déjame descargar en tus espaldas 
este niño africano, de tres meses de fuego, 
que ha crecido conmigo, poderoso 
como un clamor de mar, como un desierto, como la noche viva ...

Traigo el dolor del Africa naciente sobre mis pobres manos. 
Ven y verás el llanto de las cribas
y oirás el silencio rugiente de los tigres. 
Las playas profanadas sollozan de vergüenza, contra el cielo.
¡Toda el Africa sangra de heridas ululantes!
Con los libros debajo de los brazos, 
vaga por las estrellas, sobre el bikoro insomne, 
la sombra virginal de Meredith. 
Las niñas, recién hechas, acunan, como un saco doliente de cacao,
producto de un mercado sin reclamo posible, 
los hijos tatuados de rasgos extranjeros. 
Un viento advenedizo dispersa las hogueras sagradas de las tribus,
y, mientras en las fincas paternas, desoladas, 
la hierba multiplica sus machetes impunes, 
los hombres balbucientes engrosan, en manada, como cebús centrados en su furia, 
las fábricas salvajes y los muelles febriles y los bares borrachos...
¡En las nobles muñecas aún palpitan las boas enroscadas! 

Pero los muertos velan, boca arriba. 
Cada dólar, ganado en la codicia, es un ojo de nsué sobre el camino.
¡Todos los ríos bajan cargados de memoria!

Han llegado mil dioses importados, en una sola hora. 
¿Tú vas a llegar tarde con Cristo, Madre negra? 
¡Ven y verás, tú misma, cómo se agrietan, rotas 
de sed estas gargantas, pobladas de canciones! 
Hay trescientos millones de negros que te esperan, con sus banderas niñas, 
en esta patria, verde de Esperanza. 
Rebaños de elefantes se acercan a tus pies, con sus antorchas de marfil en alto, 
y el ébano levanta sus columnas para acoger tu carne transparente. 
Todos los ojos, turbios de nostalgia, se vuelven a tus ojos. 

Belén ha abierto ya, de par en par, su corazón de nipa 
y un carrillón de dátiles va tocando la hora de dar a luz la Luz.
Mientras las gruesas nubes cruzan el sol, incólume, 
los ibis se han posado blandamente 
y un ángel de la Paz sobre las grandes aguas. 
Maigangu, ¿por qué lloras? 
el niño que ha nacido es blanco y negro: 
¿quién va a ponerse a odiar? 
...Los soldados romanos sepultarán sus armas debajo de las piñas olorosas
¡y hasta los mercaderes caerán de rodillas, con todos los diamantes en las manos!

Ma somo wa, María...
La noche tropical vuelca sus arcas 
en tu mirada fiel, sobre la aurora. 
Mecida en tu regazo, donde se acuesta Dios con nuestro sueño, 
toda el Africa late con un ritmo de cuna...



CAMPESINA

Llamados a las filas de una nueva milicia, 
marchan los hijos mozos con un macuto prematuro de ira, 
y queda el campo fiel abandonado... 

El pedazo de tierra que teníais, detrás de aquel otero 
por donde entraba el sol,
lo trabajaban juntas tus manos y Sus Manos.
Salía el Sembrador una mañana, y abría el mundo el corazón estéril.
De pronto sorprendían Sus Ojos creadores 
un filo de cizaña advenediza. 
El grano de mostaza se hacía ya posada para todas las aves viajeras,
y crecía en el trigo la forma presentida de Su Carne...

Volvían los pastores, con la noche a la espalda 
-¿con la muerte a la espalda volverían?-, 
y balaba el aprisco recobrado y concorde. 
Él volvía también, y te llamaba 
como quien grita alerta, cada tarde, 
a la hora precisa de las hostias.

Pero un día se fue, ya para siempre. 
Junto al taller, cerrado por ausencia, 
el mástil de un madero naufragaba en la sangre del ocaso, 
y el campo y tú quedabais a la espera.

Se van los hijos mozos...
La tierra ya no da para la vida. No da para los ojos y el deseo.
Detrás del oleaje varado de los surcos 
la múltiple sirena de la ciudad invita a la aventura. 
Los brazos se han cansado de echar semilla al viento irresponsable, 
¡y están muy lejos del dolor del campo 
el Sanedrín blindado de leyes y el Pretorio!

Llegarán los tractores, ¿pero a tiempo?,
¿desplazarán los brazos?, ¿se llevarán las almas? 

Sobre la tierra, núbil a pesar de los hombres desalmados, 
tarde o temprano llueve.
Dios sigue amaneciendo cada día. 
Aún tiene el horizonte camino para el alba y el regreso. 
Y en el soto erizado de chopos de esperanza 
permanece de guardia la alondra de tu ermita.




DE TODAVÍA ESTAS PALABRAS


I. Y van a ser 500 años...



A CRISTÓBAL COLÓN O COLOMBO O COLOM 

La mar era más ancha que Castilla 
y el finis terrae no era la verdad. 
Mejor que tu ambición soñó tu quilla 
y abrió los muros de la Humanidad.
No fue misión de España ni de Roma: 
nos encontraste por casualidad. 
(Armada ya la paz de tu paloma 
contra la paz de nuestra libertad).
Tierras, tesoros, vidas, de un acaso, 
perdido nos hallaste y nos vendías, 
Cristóbal, ¿de qué Cristo portador?
El Nuevo Mundo te salía al paso, 
mientras buscabas sólo especiarías, 
sirviendo, sin saberlo, a un Rey mayor.



A LAS TRES CARABELAS

Palomas de la fiebre de Moguer 
tan dulces en la boca vuestros nombres, 
niñas las tres violadas por los hombres 
del oro y de la sangre y del poder.

Calzabais horizonte y aventura, 
volviéndole la página a la Historia. 
Pero al azar de vuestra trayectoria 
la mar se inundaría de amargura.
El grito de Pinzón hirió la tierra 
y el vuelo del quetzal dejó varado 
y puso a la subasta nuestra suerte.
Palomas mensajeras de la guerra, 
detrás de vuestros sueños han llegado 
todas las carabelas de la muerte.



A MOCTEZUMA

Dioses por dioses, sin piedad trocaban; 
madres por viudas, reyes por vasallos. 
La muerte cabalgaba en sus caballos. 
Sus cruces y sus preces blasfemaban.
No «fue Dios quien les dio tanta victoria». 
No andaba Dios metido en sus degüellos. 
Menos que maceguales todos ellos, 
quemaron con sus naves su memoria.
Y basta ya de imperios y de oro. 
Sea el maíz el único tesoro 
y soberano el Pueblo y ley la Vida.
Libre la sangre en las banderas rojas, 
verás reverdecer piedras y hojas, 
Tenochtitlán verá la amanecida.



A BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

los Pobres te han jugado la partida 
de una Iglesia mayor, de un Dios más cierto: 
contra el bautismo sobre el indio muerto 
el bautismo primero de la vida.
Encomendero de la Buena Nueva, 
la Corte y Salamanca has emplazado. 
Y ese tu corazón apasionado 
quinientos años de testigo lleva.
Quinientos años van a ser, vidente, 
y hoy más que nunca ruge el Continente 
como un volcán de heridas y de brasas.
¡Vuelve a enseñarnos a evangelizar, 
libre de carabelas todo el mar, 
santo padre de América, las Casas!



A ANTONIO VALDIVIESO

Llenos de unción y libertad tus labios, 
repletas de oro y de terror sus arcas, 
Pedrarias o Somoza los tetrarcas,
y tú y tu Pueblo frente a sus agravios.
Pastor, espejo claro de pastores, 
que el óleo de las Casas ha bruñido, 
un Pueblo nuevo vela, estremecido, 
la herencia de tus huesos redentores.
Pastor de Nicaragua, todavía 
necesitamos hoy tu parresía 
contra el Imperio o en la Iglesia ausente.
Primer ocote de la Iglesia alerta, 
rosa de sangre pastoral abierta 
en el costado azul del Continente.



AL CONQUISTADOR ANÓNIMO

Cierzo y candil, tocino y vino rancios, 
tu geografía te encuadraba en tres 
todos los altercados y cansancios: 
la plaza, la bodega y el ciprés.
Pastor de puercos, plantador de esperas, 
ahíto de servir o de soñar, 
de pronto se te abrieron las fronteras 
y te sentiste dueño de la mar.
Venías para el rey, por la fortuna, 
perdones y oro codiciando a una, 
héroe y bandido mitad por mitad.
Pobre traído para matar pobres, 
dejabas, entre lágrimas salobres, 
conquistas de embarazos y orfandad.



AL MISIONERO ANÓNIMO

Quizás no daba más tu teología, 
del Reino y de un imperio servidor, 
salvar y conquistar la paganía, 
cruzado entre las armas y el Amor.
La espada tu Evangelio desmentía, 
los yelmos apagaban tu fervor, 
¡la mucha sangre de tu Eucaristía 
no era sólo la sangre del Señor!

¿Pudo la Pascua hacernos gente esclava? 
¿Qué nueva libertad nos liberaba 
en las violentas aguas del Bautismo?
¿Qué paz traían tus atadas manos? 
¿Hacía de verdad hijos y hermanos 
el Padre Nuestro de tu catecismo?



AL INDIO ANÓNIMO

Eras tierra, pasión, memoria, mito, 
culto en la danza y fiesta en el sustento. 
Pero ellos te imputaron el delito 
de ser otro y ser libre como el viento.
Te hicieron colectivo anonimato 
sin rostro, sin historia, sin futuro, 
vitrina de museo, folclor barato, 
rebelde muerto o salvaje puro.
Y, sin embargo, sigues siendo, hermano, 
ojos-acecho al sol del altiplano, 
huesos- murallas en los tercos Andes,
raíces-pies en la floresta airada, 
sobreviviente sangre congregada 
por todo el cuerpo de la Patria Grande.



AL NEGRO ANÓNIMO

Los labios gruesos del amor y el canto 
no besarían más la tierra amada. 
Toda la sal del mar sería llanto; 
sólo muerte y exilio, la mirada.
La argolla y la blasfemia del cauterio 
cancelaron tu paz, tu Dios, tu gente. 
En las blancas razones del imperio 
tú no eras, servías solamente.
Pero llevabas Africa en la entraña 
y hacías tuya toda patria extraña 
y siempre algún tambor salvó tu hora.
Carbón de libertad, diamante duro, 
arde en tu sangre el fuego del futuro 
hacia la prohibida negra aurora.



A LA MADRE ANÓNIMA

Madre de hijos hechos a la lumbre 
y de hijos impuestos por acoso, 
somos la despoblada muchedumbre 
de tu amor y tu vientre sin reposo.
Molías las palabras y el maíz, 
trenzabas los caminos y las palmas. 
Indios, negros, mestizos, tu matriz 
nos ha dado los cuerpos y las almas.
Guarda tu soledad nuestros despojos 
y en el claro de luna de tus ojos 
el horizonte irrenunciable vemos.
También bendita entre las mujeres,
no tienes nombre, madre, pero eres 
la América que somos y seremos.



SONETO LIBRE A LA PATRIA GRANDE

Y serás tú, por fin, la Patria Grande, 
India, negra, criolla, libre, nuestra, 
un Continente de fraternos Pueblos, 
del Río Bravo hasta la Patagonia.
Banqueros, dictadores y oligarcas 
engrosarán el polvo del olvido. 
No pagarás la deuda que te hicieron. 
No aceptarás más multinacionales
que Dios, la paz, el mar, el sol, la vida. 
Despertarás los huesos de tus santos 
y los arbolarás en pie de Historia.
Serás un parto de utopías ciertas 
y el canto de tus bocas hermanadas 
enseñará la dignidad al Mundo.


II. Centroamérica nuestra


CENTROAMÉRICA NUESTRA

Como un volcán en ti, 
la paz de la Justicia.
Bandera de los Pobres, 
como un viento de luchas, 
la Libertad, en ti.
¡Centroamérica nuestra!, 
toda en dolor de parto, 
futura como el Reino, 
diaria como el llanto.
Maíz de tierra y sangre, madura, la Esperanza. 
Amor en cada piedra, tatuada de Historia. 
Tortilla compartida, la Pascua verdadera.
¡Eje del Mundo Nuevo, 
Centroamérica nuestra!
Calladla, eruditos, fariseos. 
Dejadla en paz, los grandes, invasores. 
Veladla, de rodillas, los pequeños. 
(Dios la tenga en sus manos, día y noche, 
como un pájaro en vuelo).
Que nadie aborte el sueño que late en la montaña. 
Que nadie apague el fuego que dora de Promesa 
las tiendas del exilio.
Que nadie vista el día 
desnudamente nuestro 
nace de la noche en Centroamérica.



CANTO DEL TIEMPO MAYA

Sopla el viento consignas 
por las duras almenas, 
y las piedras palpitan, como senos preñados, 
revestidos de carne combatiente.
El tiempo es Tiempo Maya.

Con verde terquedad, 
al sol de todos, 
yergue el maíz paterno 
sus millones de antorchas.
Entre el poder y el miedo,
transitorios, 
muchos brazos custodian la insurrecta alborada.
Indígenas, no más, 
sin credenciales, 
allá en los campamentos -las tiendas del desierto-
los refugiados en su propia tierra 
esperan regresar:
-Regresaremos 
cuando en Guatemala 
la «democracia» 
ceda
lugar
a la Justicia;
cuando sea «cristiana»
la Verdad y no el nombre. 
Yo vuelco en garzas blancas 
sobre el campo, reseco y conculcado, 
mis presagios profetas.
Cae la tarde como un desafío 
de incitantes penumbras 
delante de los montes 
que se las saben todas. 
Dolor y furia y canto desbordados, 
el Agua Azul viene de Historia adentro, 
y sube de la entera tierra maya, 
como un cuenco hervoroso de promesas, 
la sangre de los mártires.
El tiempo es Tiempo Maya.
-¡Seremos otra vez un Pueblo libre, 
la nueva Guatemala! 
Con almendrados ojos 
veremos nuevamente la hermosura. 
Veremos los quetzales caseramente nuestros. 
Cruzaremos los cerros prohibidos, 
ya en continua oleada de paz y fértil canto. 
Cerraremos la herida de la impuesta frontera. 
Barreremos, por fin, del calendario 
tantos «días nefastos». 
Sabias manos capaces 
de darle al mundo opaco 
luces de artesanía, 
tejeremos la vida de colores, 
trenzaremos la Historia de sorpresas diarias, 
trabajadas en Paz y con Justicia 
por el telar del Pueblo.
El tiempo es Tiempo Maya.



CHETUMAL

Yo me fui a comprar futuro
junto al mar.
La zona franca 
no lo era bastante para mí. 
No se compra la gracia de la vida. 
No se negocia con el Pueblo.
La bandera en la piedra no ondeaba,
era piedra.
Pero el mar desplegaba, azul y verde, 
más allá de mis ojos 
su estandarte indomable.
El águila dorada posaba muerta al sol,
como una momia,
mientras cantaban libres, sobre el césped, 
muchos zanates negros.
Centroamérica es, toda, esperanza. 
Y «ellos» se están volviendo monumento irrisorio, 
sal de olvido.
Daba el reloj las diez.
Daba la hora 
de ser ya para siempre solidario 
mi corazón.
América era mía como un beso de nupcias. 
El Mar Caribe y yo seríamos mañana:
la singladura azul de la utopía.



DE MÉXICO A CHIAPAS

Manando leche y miel 
cualquier tierra sería 
promesa 
para mí,
y para todos.
La espumosa blancura 
que subía mi padre, 
con sus manos venosas, 
desde los olorosos mugidos del establo.
Los niños de El Quiché 
no tienen leche. 
Ven, beben, 
sangre,
miedo.
Chochos los borriquillos 
vuelven a su rutina. 
Vuelve la Primavera 
-nunca se sabe cómo-. 
Y las abejas liban 
el gozo del futuro, 
compañeras del aire soleado, 
guerrilleras tenaces del silencio.
-«Vamos seis años», 
dice el campesino, 
como un Moisés;
y su mirada miel 
se rasga en horizontes.
El viento ha desnudado 
esos cerros insomnes. 
La fe desnuda el corazón dispuesto.
Centroamérica toda 
se me enrosca en el alma
como un pacto 
de furor y ternura.
Quiero mirar sus niños 
jugando a trastos viejos 
con el imperio roto; 
jugando a tierra libre,
como pájaros.
El mundo se hace tarde. 
Pero la luna exhibe 
su medallón de sueños.
Caminos solidarios 
los caminos de Chiapas,
transitados de Reino. 
las Casas nos acoge 
como un dogma de piedra incontestable 
perforando la noche.



GUATEMALA

Quetzales,
incapaces de ser esclavos, 
dadnos 
la fatal hermosura de vuestra Libertad.
Guatemala imposible ¡tan segura del Tiempo! 
Invencible derrota, 
conquistada esperanza, 
matriz de sangre antigua,
¡Guatemala!
Maíz del Continente, 
pan de nuestro futuro, 
amasado en la piedra del silencio, 
con las aguas del llanto... 
Al rescoldo feraz de tus aldeas 
coceremos la hogaza del mañana. 
Dios traerá de nuevo hasta tus pechos los hijos exiliados, 
y será cada muerto, redivivo, una aurora en tus ojos, 
una raíz en flor para los nuestros.
La Biblia, secuestrada por los dioses del lucro y de la muerte, 
será palabra viva en la boca del Pueblo.
Cada espera oprimida 
-Guatemala que esperas hace siglos tu hora-
será un siglo de surcos venideros, 
cosecha colectiva de esperanzas fraternas: ¡Amerindia!
¡Guatemala esperada tanto tiempo, 
india hermosura nuestra,
imprescindible,
tan agónicamente deseada!¡



NO PASARÁN, ¡SE PASARÁN!

«No pasarán, amor, no pasarán». 
¡Se pasarán! 
Se pasarán de listos los que piensan 
que pueden impedir que nazca el Día. 
Se pasarán de necios si pretenden
acallar el volcán de corazones 
de América Latina
Momotombo
de luchas y esperanzas.
Se pasarán de pútridos 
recontando sus dólares de muerte. 
Se pasarán de viejos 
mientras nuestra chavala rojinegra 
contamina de fiebres de utopía 
a todas sus hermanas. 
Se pasarán de escribas, esclavos de la ley, 
mientras Jesús de Nazaret camina 
-presencia solidaria de Dios- entre los Pobres.
... Si pasan por encima de nuestro cuerpo, un día, 
no pasaremos nunca: ¡Amor, no pasarás!



LEONEL RUGAMA

-¡Que se rinda su madre, 
que se rindan sus armas, 
que se rindan sus dólares, 
que se rinda su imperio!
Nosotros seguiremos avanzando 
más allá de la muerte.
Santo negro amerindio,
Leonel, 
compa, 
hermano,
¡niño maestro nuestro!
Cada verso que dabas era un código vivo. 
Y fue un volcán de luz tu testamento.
Decías «Libertad» y era el vuelo tu alma. 
Decías «Compañero» y era el Pueblo. 
Decías «Nicaragua» y era tu cuerpo muerto 
la asteada bandera. 
Decías «Hombre Nuevo» y eras tú.
Si callabas el Nombre sacrosanto, 
lo gritaba tu vida consagrada al servicio. 
Era el Dios de los Pobres 
quien venía gritando en tus silencios. 
Era el Cristo que un día reclamaste 
quien se vino, de golpe, 
derramado en tu sangre.



CANCIÓN SALVADOREÑA

Farabundo, corazón 
que en El Salvador porfía. 
Tan pequeña geografía, 
tan tenaz revolución. 
Se hace verdad la utopía 
de Morazán, compañero. 
Mujer, campesino, obrero 
trenzaron sus manos ya. 
Va a florecer San Romero 
y El Salvador vencerá.



HONDURAS CLANDESTINA

Honduras, dulce Honduras, 
calladamente nuestra, 
hermana clandestina, 
tus hermanas te llaman. 
Todas las caracolas, 
todas las garzas libres, 
todos los muertos fieles 
te llaman al abrazo. 
(¡Centroamérica unida, Morazán, 
«nuestro amor que no muere»! 
¡Por amor de tu vida, 
Centroamérica nuestra, 
no callaremos más 
hasta que rompa 
la aurora en tu mirada, 
hasta que estalle el sol de la Justicia 
en mitad de tu pecho!).
Lempira, yergue el duro 
pedernal de tu rostro 
contra los invasores. 
(Los traidores, Lempira, tú lo sabes, 
cabalgan en la grupa del imperio). 
Sea otra vez consigna 
el Peñón de Cerquín. 
Convoca en la unidad 
a todos los rebeldes.
Sobre tu paz, Honduras, 
la orquídea morada 
oficia un prolongado Viernes Santo. 
La sangre de Pavón y Landaverde 
chorrea de tu boca, reciente de martirios.
Chorrea de tu cuerpo 
mucha sangre sin nombre, 
Honduras desangrada. 
(Las malas Compañías 
te han desangrado siempre). 
Las bases del imperio, como clavos, 
hierran tu pobre carne, 
Honduras ocupada, Palmerola, 
¡corazón ocupado de América Latina!
... Y, sin embargo, Honduras, 
limpias bajan tus aguas 
como el alma del Pueblo. 
Duros, como verdades, perseveran 
los guijarros desnudos, en tu cauce. 
La niebla, como un código, 
protege tus pinares 
y el ritmo cauteloso 
de tus hijos mejores. 
Cimarrones alzados, 
montaraces del día, 
en las minas de Olancho 
los esclavos despiertan
Los mártires de Olancho 
vibran al sol sus palmas. 
Tercos de rebeldía, 
los huesos de Zelaya 
levantan su trinchera. 
Guadalupe, el testigo, 
ha escrito en muchos ojos 
sus huellas solidarias.
Llamas de Dios, unidas, 
ocotes de la Iglesia, 
crecen tus campesinos. 
La Palabra germina en sus silencios.
Forjan los sindicatos 
los brazos del futuro. 
Campesinos y obreros 
entrelazan sus pasos, 
«taulabés» de la Historia, 
«acortando el camino».
Hondureños, hermanos, ¡sed vosotros! 
Grabad en cada piedra 
de todos vuestros montes y quebradas 
esta sola palabra: Dignidad. 
Ponte de pie, en la noche, 
y urge la madrugada, 
Honduras clandestina. 
Sean tuyos los montes, 
limpios de mercenarios. 
Tuyo sea el maíz, 
libre de Compañías. 
Sea tuya la vida, liberada.
Sobre tu boca, rota 
de miseria y de espanto, 
el Padre de los pobres 
pondrá un guacal de Pascua, 
leche y miel de alegría. 
Cosecharás cantando 
tu siembra de dolores. 
No dirán más de ti «la que no es Pueblo».
La Virgen pequeñita de Suyapa 
ha recorrido como una paloma 
toda la patria herida, y con su vuelo 
ha suscitado un aire de promesas. 
¡En el Nombre de Dios, 
contra todos los dioses, 
amanece en tus cerros la esperanza!


III. Confesiones


VOY A PASAR LA VIDA

-Voy a pasar la vida
más o menos inútil, 
más o menos poeta.
No habré tenido un hijo. 
No habré sido magnate ni gerente de lucros, 
ni albañil o mecánico. 
Habré plantado unos contados árboles
y habré escrito unos libros, 
muchas cartas,
hojas hijos al viento.
-Procura que la Gracia y la Ternura 
llenen de vino nuevo ... 
tu ánfora de barro. 
Dios mide a su manera la eficacia. 
Ama a todos los hijos de los hombres. 
Di tus palabras como las semillas 
que mueren pero brotan. 
Haz de tu corazón célibe solo 
un ambulante hogar desatrancado, 
una lona de circo bullanguero. 
Deja las digitales de tus pies peregrinos 
como besos en llama solidaria 
sobre la carne de la Madre Tierra. 
Posa tus ojos, tibios ya de ocaso, 
como lumbres de aceite, acurrucadas 
en la vigilia universal del Tiempo.



DENTRO DE AUSCHWITZ

¿Cómo
hablar de Dios 
después de Auschwitz?, 
os preguntáis vosotros,
ahí, al otro lado del mar, en la abandancia.
¿Cómo
hablar de Dios 
dentro de Auschwitz?, 
se preguntan aquí los compañeros, 
cargados de razón, de llanto y sangre, 
metidos en la muerte 
diaria
de millones...



ME ANUNCIAN OTRA VEZ LA ESPERADA

Me anuncian otra vez la esperada. 
Me anuncian Tu visita.
Voy a poner en orden la casa del recuerdo. 
Voy a vestir de flores de pobreza 
mis sueños y mis iras.
A orillas de la tierra me aguarda la canoa...
Después,
mientras se explican 
los pájaros, las ruedas, 
los soles y las lunas, 
yo espero que el silencio 
diga, sobre mi sangre, 
palabras verdaderas.



EL POSIBLE REVÓLVER CONVOCABA

El posible revólver convocaba 
los odios y las sombras. 
Dios estaría al quite, en todo caso,
y era preciso andar hasta la hora. 
Pero mi corazón, chapado en fuegos, 
sellaba, como el sol, la tarde agónica.



EL TIEMPO Y YO

-I-

La noche y yo luchamos
impotentes
y el gallo no proclama 
los rounds de este combate.
El día
caerá
como un decreto 
sobre esta lucha sorda 
y yo seguiré siendo 
el mismo personaje 
de antes de esta noche.

-II-

El día y yo reñimos 
azorados 
por las contadas horas 
que van de seis a veinte. 
Mientras la luz nos cubre, como un manto, 
el miedo de llegar a no ser día.

-III-

La tarde y yo morimos
silenciosos.
La noche
caerá
como un decreto 
sobre las hojas mudas 
que olvidarán la gloria de esta tarde 
y el paso de mis ojos.
Mañana serán otros
el día y los humanos.
(Si no tuviera fe para negar la muerte, 
quizás yo no tendría coraje de nombrarla).



TIEMPO DE FRUSTRACIÓN

Fueran otros tiempos, 
yo te cantaría 
soñándote nuestro
lucero del alba... 
Hoy los gallos roncos 
quiebran la redoma 
de tu cara inútil 
y un caballo exhausto 
rumia en mis silencios 
la impotente hora. 
¿Para qué amaneces 
si no va a ser día? 
Lentamente el Pueblo, 
fatalmente pobre, 
surcará el cansancio 
sobre el Araguaia. 
Las orillas, ciegas, 
impondrán el curso 
de la ley y el orden. 
Y arderemos todos, 
como tablas sueltas 
del difícil barco,
bajo un sol injusto.



SALMO 23

El Señor es mi Pastor...
Los pastores de mi casa 
me enseñaron a sentirLo. 
La «chivita» deportada
por la guerra fratricida 
me ayudó a reconocerme 
vigilado por sus Ojos, 
añorado por sus Manos.
Yo sería un pastor
¿bueno?
Tu Palabra me alimenta, cada día, 
como un valle. 
Me convida tu Misterio, como un monte. 
Como un río me penetra, 
perdonado,
tu Ternura.
Pirineo y sus pastores,
por las rocas,
en la nieve,
por el Ésera desnudo tierra abajo, 
por las noches estrelladas cielo arriba.
Los balidos impotentes me acosaban, siendo niño. 
Los balidos de los pobres, degollados, me traspasan. 
¿No bastaba con tu sangre, Pascua nuestra?
Si atardece en mis majadas, 
Tú serás su paz caliente. 
No les faltará tu silbo
cuando rompa el día nuevo.
Los mayores desencantos 
puedo atravesar seguro. 
¡Tú me llevas como un hombro, 
Pastor bueno!



MALDITA SEA LA CRUZ

Maldita sea la cruz 
que cargamos sin amor 
como una fatal herencia.
Maldita sea la cruz 
que echamos sobre los hombros 
de los hermanos pequeños.
Maldita sea la cruz 
que no quebramos a golpes 
de libertad solidaria, 
desnudos para la entrega, 
rebeldes contra la muerte.
Maldita sea la cruz 
que exhiben los opresores 
en las paredes del banco, 
detrás del trono impasible, 
en el blasón de las armas, 
sobre el escote del lujo, 
ante los ojos del miedo.
Maldita sea la cruz 
que el poder hinca en el Pueblo, 
en nombre de Dios quizás. 
Maldita sea la cruz 
que la Iglesia justifica 
- quizás en nombre de Cristo-
cuando debiera abrasarla 
en llamas de profecía.
¡Maldita sea la cruz 
que no pueda ser La Cruz!



ALGO TENEMOS, ROMA, DE ROMANOS

Algo tenemos, Roma, de romanos 
todos los que heredamos 
la leche del latín, la fe de Pedro. 
A pesar del Imperio, detrás del Vaticano,
en la piedra y la sangre compartidas 
todos tenemos mucho de romanos.



CARDENALES DE ROMA

Cardenales de Roma, 
hermanos todavía:
¿Qué somos 
si no somos
Pascua viva?
¿Qué celebramos
si no celebramos
toda la sangre en cada Misa?
¡Ay de las Curias 
sin romerías!
No me quitéis la sangre de los mártires 
del cáliz que alimenta mi osadía.
Si les priváis del Testimonio,
¿qué les queda a los Pobres de América Latina?
Roma, la misma Roma, 
¿qué sería 
si callase en sus piedras 
la hermana sangre antigua?



YO, PECADOR Y OBISPO, ME CONFIESO

Yo, pecador y obispo, me confieso 
de haber llegado a Roma con un bordón agreste; 
de sorprender el Viento entre las columnatas 
y de ensayar la quena a las barbas del órgano; 
de haber llegado a Asís,
cercado de amapolas.
Yo, pecador y obispo, me confieso 
de soñar con la Iglesia 
vestida solamente de Evangelio y sandalias, 
de creer en la Iglesia,
a pesar de la Iglesia, algunas veces; 
de creer en el Reino, en todo caso
-caminando en Iglesia-.
Yo, pecador y obispo, me confieso 
de haber visto a Jesús de Nazaret 
anunciando también la Buena Nueva 
a los pobres de América Latina;
de decirle a María: «¡Comadre nuestra, salve!»; 
de celebrar la sangre de los que han sido fieles; 
de andar de romerías...
Yo, pecador y obispo, me confieso 
de amar a Nicaragua, la niña de la honda.
Yo, pecador y obispo, me confieso 
de abrir cada mañana la ventana del Tiempo; 
de hablar como un hermano a otro hermano; 
de no perder el sueño, ni el canto, ni la risa;
de cultivar la flor de la Esperanza 
entre las llagas del Resucitado.



PIENSA TAMBIÉN CON LOS PIES

Piensa también
con los pies
sobre el camino
cansado
por tantos pies caminantes.
Piensa también, sobre todo, 
con el corazón 
abierto 
a todos los corazones 
que laten igual que el tuyo, 
como hermanos, 
peregrinos, 
heridos también de vida, 
heridos quizá de muerte.
Piensa vital, conviviente
conflictivamente hermano, 
tiernamente compañero.



TE LLAMARÁN POETA

Te llamarán poeta 
para reirse de tus razones 
que desentonan de su razón; 
para zafarse de tu Evangelio 
que les cuestiona a su propio Dios.
Te llamarán profeta 
para exigirte lo que no son, 
para llevarte hasta la muerte 
y darte un póster en su salón



DIOS ES DIOS
Yo hago versos y creo en Dios.
Mis versos 
andan llenos de Dios, como pulmones 
llenos del aire vivo. 
Carlos Drummond de Andrade 
hace -hacía- versos, 
mejores que los míos, 
y no creía en Dios. 
(Dios no es simplemente la Belleza).
El Ché entregó su vida por el Pueblo 
y no veía a Dios en la montaña.
Yo no sé si podría convivir con los Pobres 
si no topara a Dios en sus harapos; 
si no estuviera Dios, como una brasa, 
quemando mi egoísmo lentamente. 
(Dios no es simplemente la Justicia).
Muchos humanos izan sus banderas 
y cantan a la Vida, 
dejando a Dios de un lado. 
Yo sólo sé cantar dando Su Nombre. 
(Dios no es simplemente la Alegría).
Quizá yo no sería capaz de estos caminos 
si no estuviera Dios, como una aurora, 
rompiéndome la niebla y el cansancio. 
Y hay sabios que caminan imperturbablemente 
contra el viso de Dios,
haciendo Historia, 
desvelando misterios y preguntas. 
(Dios no es simplemente la Verdad).
... Belleza sin ocaso, 
Verdad sin argumentos, 
Justicia sin retomos, Amor inesperado, 
¡Dios es Dios simplemente!



AMOR CELOSO

Tú pides,
pides siempre,
pides mucho,
Señor.
Lo pides todo.
Te gusta ir entrando, como un fuego, 
vida adentro de aquellos que te aman 
y abrasarles las horas, los derechos, el juicio. 
Tú haces los eunucos y los locos del Reino.
Abusas del amor
de los que son capaces
de abusar de tu Amor.
No muchos, más bien pocos.
(Todos podrán salvarse, 
pocos quieren salvarte plenamente).
Teresa de Jesús, que lo sabía
de andar trochas y noches del Carmelo, 
te lo advirtió. Inútilmente, claro.
Sigues siendo el Total,
la zarza ardiendo
sobre el Horeb de todos los llamados.
Delante de tu Gloria, Amor celoso, 
no hay más gesto posible que descalzar el alma. 
Tú eres. Tú nos haces.
Calcinándonos, 
el Viento de tus llamas nos liberta. 
Tú nos amas primero, en todo caso.


IV. Sacramentos



ESPOSA TIERRA

No quiero irme 
sin haberte amado,
Tierra,
como una esposa.
Todos mis hijos nacen
de tu carne rasgada.



PAJARO SABIÁ

¿Qué me quieres decir, 
profeta impenitente, no invitado, 
oculto en los follajes de la Historia, 
cantando todo el día 
bajo un cielo incapaz de definirse?
¿Qué incómoda consigna 
pretendes ensartarme con tu canto, 
como una espina oscura, voraz, 
atornillándome 
el corazón cansado de consignas?



AL CIPRES DE EMBÚ

El cielo, los humanos y las cosas 
devanas en la paz de tus follajes. 
Brindan sus llamas junto a ti las rosas. 
Los pájaros te cruzan sus mensajes.
Ovillo de certezas y desvelos, 
la noche te clausura penitente, 
el día aguza el filo de tus vuelos 
y el corazón, gemelo, te consiente.
Adusto, no te niegas a la vida; 
compacto, no rehuyes la acogida; 
torre de Dios, subiendo no te evades...
Tenso vigía del entorno humano, 
madura soledad, poeta hermano 
de mis enardecidas soledades.



LAS GARZAS BLANCAS

No consigo mirarlas
indiferentemente.
Me saben todavía 
a detalle de Dios.
Capullos de blancura 
dando entorno a las aguas.
Anforas escogidas, 
llenas de sol primero.
Algodones alados 
que vendan mis poemas.



RIO DAS MORTES

No pasa nada en este río. 
Pasan
las formas de las nubes,
las copas invertidas,
la sombras de las alas, 
nuestros ojos.
Pasamos.
Pasa el río.



LA HIEDRA CUBRE EL TRONCO

La hiedra cubre el tronco 
muerto del Latifundio.
Las venas de mi Pueblo 
trepan hacia el futuro.



¡ESAS MADRES!

¡Esas madres 
con sus hijos 
que son tuyos, Padre nuestro! 
¡Esas pobres de la tierra 
que se mueren dando vida! 
¡Ese mundo que las mata! 
¡Esa casa inhabitable 
que fue casa de tu Hijo!
¿¡Dónde estamos,
Tú y nosotros,
Padre nuestro?



LOCA DE UN PARTO MUERTO

Loca de un parto muerto, 
vuelta a sus cinco años 
leves como unas plumas 
de antes de las ciudades
india tapuia ella, 
ríe toda, callada, 
pájaro en los cabellos 
de su marido niño. 
Sabe que él la ama 
y es todo lo que sabe.
El incrusta en silencios 
sus contadas palabras 
de un dolor prematuro. 
Vuelve el rostro a la tierra 
del menguado destino 
y recoge el abrazo 
de la niña demente 
como un hombre de antaño, 
corazón enterizo.



GUSTAVO GUTIÉRREZ

Guiña chistes y chismes escolásticos, 
cortando
con el aire de su nariz incaica, 
el miedo y la tristeza 
de todo un Continente.
Cojeando, bajito, va muy alto y muy lejos...
La pelada testuz de un adivino
-roca del Machu-Pichu, morada del Misterio-
corona su cabeza luminosa.
(Perú
-Costa del Mar, menos pacífico, 
que debería ser vaivén hermano.
-Sierra del Viento nuestro en flautas libres.
-Selva a las puertas de la Amazonía, 
conquista de codicia y de masacre, 
Oriente del Mañana de los pobres).
Ronca palabra de maestro antigno, 
suelta en sabias cascadas. Tiempo adentro,
recogiendo las rocas de la Muerte, 
fecundando los valles de la Vida.
«Suma» criolla de Liberación.
Exegeta de Marx,
críticamente 
sabe afeitarle al viejo 
la dialéctica barba, 
respetándole el rostro
de profeta del Lucro y de la Historia.
Testigo fiel del Verbo y de los hombres, 
lleva su corazón en punto alerta 
con la Hora de América Amerindia.
Agudo curtidor de odres nuevos 
para el antiguo Vino. 
Asesor de las células cristianas 
que hacen nueva la Iglesia, 
desde la base, al soplo del Espíritu.
Tomasito de América Latina 
(con el perdón de la cansada Europa, 
con la segura complacencia hermana 
de Tomás, el de Aquino).



LOS MÁRTIRES DE LA ANDADURA DEL PUEBLO
Ante el mural 
de Maximino Cerezo Barredo, 
en el Santuario de los Mártires 
de Riberão Bonito, MT.
Amparan el Camino las manos de Su Padre. 
Y el Espíritu sella la andadura, 
con las alas abiertas Paz adentro. 
El Primero en nacer desde la muerte, 
Jesús, Testigo Fiel, rompe la marcha 
y con la gloriosa mano herida 
cancela la vigencia de la antigua tiniebla.
El rostro cotidiano del Pueblo está en Su Rostro. 
Y van con El, hermanos de combate, 
João Bosco, Margarida, 
Rodolfo, Gringo, Tião, 
Josimo, Chico, Santo,
¡... tantos, tantas!
San Romero celebra Eucaristía 
en el ara mayor del continente, 
vistiendo en profecía derramada 
la estola de los mayas redivivos. 
Mientras Marçal, el guaraní, empuña 
la espiga del maíz, 
pan de nuestra Amerindia.
Gritan las herramientas 
la fuerza del trabajo organizado, 
el fraterno poder de las manos unidas.
Por detrás de la cárcel, derribada 
a golpes de una terca rebeldía, 
rompe la gracia matinal del Reino. 
Y las cercas de alambre se retuercen, 
quebradas por la marcha justiciera.
La noche todavía mantiene en sus mazmorras 
hermanos torturados. 
Hay desaparecidos todavía 
en los silencios cómplices.
¡Inútilmente, Imperio, inútilmente!
Nuestros caídos mueren 
con la Esperanza en flor entre las manos. 
Nuestros muertos caminan empujando la Historia. 
Contra los alaridos de la Muerte, 
gritamos las consignas: ¡Tierra! ¡Liberación!,
canto coral de todo un Pueblo en marcha.
Bajo esa clara nube de tanto testimonio,
herederos de Sangre, 
testigos de testigos, 
con ellos caminamos liberando el Futuro. 
Caminamos por El, Horizonte y Camino. 
Hijos de un mismo Padre, 
nacidos de Su Muerte, 
memoria de El y de Ellos,
¡celebramos la Pascua!



MERURI, 10 AÑOS DESPUÉS
En la aldea de Meruri, de los indios Bororo 
escenario del martirio del P. Rodolfo y del indio Simão, 
durante la segunda celebración funeraria.
La tarde dora el aire estremecido 
y dora el polvo sobre el coche intruso, 
zurcido por las aves sorprendidas.
La tarde dora la palmera inmóvil, 
testigo del vaivén de los humanos 
- indios, terratenientes, misioneros-.
Meruri acoge el llanto arremansado 
sobre los huesos que las plumas ciñen 
de un vuelo imprevisible pero cierto.
La luna nos contempla, retraída, 
como un sello de plata prematuro.
La tarde dora el aire y la memoria,
dora en semilla de Bororo y Cristo 
la sangre de Simão y de Rodolfo.



DECIR TU NOMBRE, MARÍA
Decir tu nombre, María, 
es decir que la Pobreza 
compra los ojos de Dios.
Decir tu nombre, María, 
es decir que la Promesa 
sabe a leche de mujer.
Decir tu nombre, María, 
es decir que nuestra carne 
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María, 
es decir que el Reino viene 
caminando con la Historia.
Decir tu nombre, María, 
es decir junto a la Cruz 
y en las llamas del Espíritu.
Decir tu nombre, María, 
es decir que todo nombre 
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María, 
es decir que toda muerte 
puede ser también Su Pascua.
Decir tu nombre, María, 
es decirte Toda Suya, 
Causa de Nuestra Alegría.



EUCARISTÍA
Para Arturo Paoli

Mis manos, esas manos y Tus manos 
hacemos este Gesto, compartida 
la mesa y el destino, como hermanos. 
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos, 
iremos aprendiendo a ser la unida 
Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos. 
Comiéndote sabremos ser comida.
El vino de sus venas nos provoca. 
El pan que ellos no tienen nos convoca 
a ser Contigo el pan de cada día.
Llamados por la luz de Tu memoria, 
marchamos hacia el Reino haciendo Historia, 
fraterna y subversiva Eucaristía.



V. Antífonas

¿Para qué tu Navidad 
si no hay gloria en las alturas 
ni en la tierra paz? 
y a José y María
no les dan lugar 
ni dentro ni fuera 
de la ciudad?
y la Buena Nueva 
ya no es novedad? 
y mandan 
callar 
a todos los ángeles 
que osan cantar? 
¿Para qué, 
para quién, Niño, 
tu Navidad?
Dinos cuál es tu Dios, Jesús; enséñanos 
a no hacerlo el Dios que no lo haces. 
¡Devuélvenos tu Dios, 
mostrándonos el Padre!
Entre tu rostro humano 
y la gloria de Dios 
está el abismo 
de nuestra fe y tu muerte.
¿Dónde estará
la Paz 
que Tú nos has dejado 
si no hay paz 
en medio de nosotros?
Tú eres
tanto
la Paz 
como el Desasosiego.



DEUS ABSCÓNDITUS
Eres un Dios escondido, 
pero en la carne de un hombre. 
Eres un Dios escondido 
en cada rostro de pobre. 
Más tu Amor se nos revela 
cuanto más se nos esconde.
Siempre entre Tú y yo, 
un puente. 
Es imposible el vado.
Tanto me llamas Tú 
como Te busco yo. 
Los dos somos encuentro.
Haciéndome el que soy
-anhelo y búsqueda-
Tú eres el que eres 
-don y abrazo-.



ASAMBLEA EPISCOPAL
¡Este lujo, Señor, 
de pensar tu Evangelio, 
cercados de jardines, 
y hacer la Eucaristía,
hartas siempre las mesas, 
y lanzar documentos, 
sin lanzarnos nosotros, 
mientras la muerte sigue...!
Voy a decir de Ti 
mi última palabra. 
(Siempre penúltima 
y mía siempre).
Espero que me digas 
tu palabra 
reproche,
tu palabra 
respuesta,
tu palabra 
convite. 
¡Díteme tú, Palabra!
De ti, sólo de Ti, siento sed y nostalgia. 
Todas las aguas vivas 
me hablan de Ti, oh Fuente. 
Vivo para el retorno. 
Busco, como un espejo 
herido de penumbras, 
la llama de Tu Rostro.



VI. Proverbios

El pobre malo 
tiene una ventaja: 
la de ser pobre. 
El rico malo, 
dos inconvenientes.



De astilla
en astilla
hasta el Madero.



-Hay que prevenir la guerra 
haciéndola, 
dictaminan las geopolíticas. 
Matemos para vivir 
militarmente. 
¡Abajo las vidas, 
arriba las armas!



El Sur,
el Sur, 
¡no el Occidente, hermanos!



Somos pobres, 
pero somos
mayoría
¡y el futuro!



Gracias a tu ayer, 
habrá para ellos 
un mañana, 
hermano.



Mi hoy, entre los dos, 
ha de ser responsable 
como un arco de Historia 
en el puente del Reino.



¿Qué le dice el Tercer Mundo 
al Primer Mundo? 
- ¡Si no fuerais lo que sois, 
podríamos ser 
los que somos!



¿Por qué lo que es de todos 
no es de nadie, 
si todos somos todos?



Dos son los problemas, 
dos: 
los demás
y yo.



Vuestros tiempos perdidos 
son mi tiempo de canto. 
Me anticipo a gritaros que ya es hora. 
(Quizás roncos de angustia, 
por causa de la noche, 
los gallos, los poetas, despertamos el día).



PALABRA
Este frágil sonido con que abrazo 
el río, tu mirada, la estrella de Belén, 
la barca inevitable hacia el ocaso 
y el mismo Dios también.



El primer tomo de CEHILA 
-ese reverso de la Historia-
es nada menos que la Biblia



.Como un péndulo
voy,
viviente y libre,
entre la angustia y la acción de gracias.



El contemplativo 
es un productor
de gratuidad.



Después del Viernes Santo, 
Jerusalén es margen y camino, 
fuera de las murallas. 
Fuera de la Ciudad, 
en el velo del Viento 
Dios esconde y revela 
su mirada de hombre.



Volver al mismo surco, 
pero hundiendo 
la reja del arado 
cada vez más adentro. 
Hasta la tierra viva 
de donde brota el Reino.



El silencio de Dios ignora el grito 
de esas noches humanas. 
La muerte las habita. 
No os riáis de sus miedos 
invocando a la luna



.Otra vez hecho carne
de locura
acontecía Dios
en mi silencio



.La Eucaristía 
que no es mesa 
acaba siendo 
pura blasfemia.



Solamente en el Kronos, 
con sus días ceniza, 
se da el Kairós del Reino,
luminoso y opaco.



Franqueó su corazón 
como un silo.
Grano a grano, 
los dolores de su Pueblo 
lo han colmado.



No basta con dar pan, 
hay que dar hambre. 
No basta con que des el Evangelio: 
has de abrir, con tu vida, 
la pasión de comerlo.



En los ásperos dientes de la Historia 
vuelca tu corazón como una alcuza 
llena de Dios 
y de ternura.



El camello que no pasa 
por el ojo de una aguja, 
entra en cualquier catedral.



Lo malo no será 
perder el tren de la Historia, 
sino perder el Dios vivo 
que viaja en ese tren.



El amor no es bueno 
por ser mandamiento, 
mas por ser amor



.Paz,
pan,
paz: 
Con una «n» no más, 
ya le has puesto sangre nueva 
al corazón de la Paz.



Como esta rosa 
en medio 
de las espigas útiles,
tú debes ser ternura en el combate. 
Mientras caen los granos para el surco del Reino, 
no dejes se marchiten los pétalos del canto.



Si en medio de la Iglesia 
te sientes hoy, hermano, 
como un leproso antiguo, 
¡no atropelles el tránsito 
ni dejes el Camino!



Junto con los otros, 
pero abierto al Otro, 
como el gran Ausente, 
como el gran Presente, 
como el otro Otro.



Contra los cañones, 
versos. Y versos 
bajo los cánones...



Libre,
pero ceñido de una malla 
de límites sumisos, 
de escándalos ajenos.



No encajes la amargura 
del golpe de la azada. 
Abrete a la fecunda 
visita de la siembra.



La paz, como la rosa, 
en cualquier clima, 
sólo crece cuidada 
y con espinas.



Delante de los ojos 
el calendario entero. 
Pero en la mesa 
el pan diario.



Jesús es
en persona 
la controversia de Dios. 
¿De qué Dios se trata, hermanos?



No hay prueba mayor de Dios 
que ese final de la Cruz.



No hay cabeza viva 
sin su corazón: 
¡la ideología!



Tu cabeza sólo anda 
en la medida en que 
caminan sobre la tierra
tus propios pies.



Si no tienes
demasiado,
podrás tener el Espíritu 
y ser hermano,
hijo en el Hijo.



Entre tú y yo, 
la distancia, yo. 
Pero el puente, hermano, 
nosotros dos.



No sé los nombres de todos, 
pero me aprendo sus ojos, 
y por sus ojos los llamo.



El pájaro se fue
y dejó de sí, 
por todo testamento,
este latido verde 
temblando sobre el río.



Esta es nuestra alternativa:
vivos
o resucitados.





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