Bruno Javier Ruelas
(Monterrey, México 1991)
Poeta. Coordinó de 2010 a 2013 y de 2014 a la fecha en curso el Taller de Poesía y Cuento Monterrey. Impartió en El Centro de las Artes del estado de Nuevo León el curso “Las Cinco Vías: para la creación y crítica literaria”. Creó en 2014 la primera feria del libro independiente como parte del festejo del día internacional del libro. Ha colaborado en varios estados del país dentro de revistas y antologías con creación poética y ensayo. Actualmente estudia la licenciatura en letras hispánicas por la UANL. Trabaja junto a varios escritores en el proyecto Vocalizar en La Casa de la Cultura del estado. Ganador del primer y tercer lugar en el concurso de literatura joven de la UANL en 2015.
oficio de olvidar
a traerte la melancólica edad donde hicimos flagelo,
ruptura,
olvido,
oficio de olvidar;
Abigael Bohórquez
olvidarte
es olvidar los días
cuando amanecías desnudo
y la luz del sol al entrar por la ventana
te desnudaba más
y los ojos negros se hacían miel
y la miel era el espejo de las cosas
olvidaría
también, que sacabas punta al lápiz
apretando la lengua con los labios
negar dos veces que en el café de media tarde,
viéndote,
me abandonaba el pensamiento
y entonces preguntabas
-¿¡qué!?
– Nada, nada.
Yo debí decirte algo
ahora para olvidarte
me niego de noche
me niego de día
y no andaré pensando
en que andarás pensando,
¿si aún duermes cobijado de mi voz?
¿o la de otro?
si algún día morirás
o si sigues vivo
y la cicatriz de mi lengua
se borrará con tu nombre
olvidarte, es no saber
de tu voz tibia, tu silencio
ni recordar la marca de tus cigarros
o el dinero que te presté
o los rostros de tus amigos
o los rostros de los vecinos
o las caras de las monedas
o el aroma de las cosas que has tocado
ni al ágata de tus labios
ni la depresión de tu madre
o al viento
olvidar las ramas de mi árbol sanguíneo
es oficio de olvidarte.
Buenos días alumnos
(el canto a cuarenta y tres voces)
Là, tout n’est qu’ordre et beauté,
Luxe, calme et volupté.
Charles Baudelaire
Aquí
no hay más que orden y belleza
lujo, quietud y voluptuosidad.
Piensa en la dulzura, los niñitos, amar, morir, vivir a placer.
Piensa en las almas que nos han ocultado
y los soles en las miradas que no encontramos;
mira que la ausencia también esplende fruto
en las villas del entendimiento, los manantiales del poder
y en la aridez de la otredad.
El mundo es un gusano invisible, circunfiere al hombre, al miedo y al silencio.
Mi suerte: una nostalgia que pule huesos
Allá en el fondo, mi voz
abre los parpados de mi madre
y me busca cada madrugada en mi cama.
mi voz, sí, es mi voz
mi voz y sus lágrimas lo único que interrumpe sus rezos
Éramos estudiantes de cabecita rota
nos fracturábamos la mente estudiando en la pobreza
¡ah, los mandatarios!
Ellos terminaron de rompernos la cabeza y el cuerpo entero
andan por el mundo y El Estado con el tártaro de corbata.
Se sabe de Cristo el detalle de su masacre
Que se rifaron sus ropas, le molieron el cuerpo, escupieron en su cara
y hasta cuanta sangre perdió. Su madre sufrió con él,
lo vio morir y lo vio después
en cambio, de mí
se conoce mi ausencia mas no se sabe de mis ropas
si las llevo puestas, si las quemaron o las rifaron
si mi cuerpo está entero o ya soy mero polvo.
Nadie, ni mi madre, me han visto
muchas veces han pasado tres días y yo no puedo regresar
quisiera existir, no,
no hay más que orden y belleza;
lujo, quietud y voluptuosidad.
Hay un Dios metido en todo esto
y su transparencia
es como la de mi cuerpo.
Debería casarme,
ser bueno;
buscar a una hermosa mujer frondosa
cuyas nalgas derritan las banquetas de la iglesia
hundirme en su culo
y dejar de pulir vergas con la lengua,
apretarme entre las leyes familiares
que no me entran ni con lubricante cerebral,
dejar de buscar muchachitos deliciosos
de abdomen endurecido,
encontrar una mujer de finísimo tetaje;
ir a la casa de la voluptuosa en cuestión
sentarme a la cena con su padre
y en la noche de bodas
lazaría su diminuta cintura con un solo brazo
y cogerla hasta que chille ella
o yo.
Su padre obrero o banquero o político
se la pasaría pensando, al conocerme,
“este se quiere coger a mi Yahaírita”.
yo, en tanto, me forzaría en excitarme
al imaginar su tanguita azul,
con el hilo dental verde de tanto uso.
Sí, debería casarme,
ser bueno,
dejar de marcarle a mi mejor amigo
por la noche y preguntarle
por el bóxer que trae puesto,
si la tiene parada o si la tiene dormida;
yo ya no andaré pensando
con quien andar cochando,
masturbarme sería una rutina vital en mi vida.
Porque esta vida de maldito pecador es muerte lenta y dolorosa
y yo,
me quiero morir de muerte.
Azul
Tu vientre,
un mar.
Mi lengua,
peces voladores que tejen
el viento al agua.
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