viernes, 10 de septiembre de 2010

THOMAS BOBERG [981]



Thomas Boberg 



Nació en Dinamarca en 1960 y es uno de los más destacados poetas de la poesía danesa contemporánea. Su primer libro Hvae sen de pa mit o je kast, lo publicó a los 24 años. Otros de sus libros editados: Ud af mit liv (1984); Hvid glod (1986); Slaggeddyret (1987); Vor tids historie (1989); Digte 1990 (1990); Marionetdromme (1991) y Vandbaerere (Portadoras de Agua, 1993, editado en Perú, Editorial Nido de Cuervos, Lima, con la traducción del autor y de Renato Sandoval).




De: Sueños de marioneta (1991)


Imagen ciega


La punta como diente de arado
deja en el suelo su huella
destapando la topografía de una mente

Soy el que describe los nervios y soy
el mundo que se traza a su medida

Un reloj de arena que al voltearse
apresuró el vacío que de a pocos redime

El vacío que será completo
cuando el último grano haya partido
el mundo será entonces uno y transparente

por el día que declina





De: Portadoras de agua (1993)


Una ventana


Me siento a la ventana y la niebla se unifica
con mi ojo
El guardia sordomudo en su jaula de vidrio hojea
su gran registro
La carencia se ha tensado en una cuerda
sacude mi lengua, tañe más alto
chilla
donde mi interior extraído yace tenso en un
potro, una meseta
entre la disolución por un lado
y el crecimiento por otro
tan sobrio como cristales de sal en una herida
La cuerda me corta, me tensa por completo
y la tonada se exprime libre en un rayo
de sal
ansiando la claridad
¿Aún podremos extraer la perla
de torturada concha
para tendernos a reposar y levantarnos luego
con la idea de una posibilidad viva a salvo?





Buscando agua


Exigimos y exigimos lo más grande En la incertidumbre
flota nuestro motivo
Abajo se apresuran No los reconocemos y sin embargo somos nosotros
Sólo el tiempo es meta y huye
como agua entre los dedos buscamos no lo encontramos
pues la tierra en sal se ha tornado
Quién conoce la fuerza Allí estoy yo
frío como una lámpara Ardo
busqué en los rincones más allá del tiempo y la vergüenza
empujó puentes hacia el mar
Negros mastines jadean en los tejados Las casas son féretros
de cristal Huyo
Van en grupos buscando agua
Van en grupos llevando la muerte a las puertas
La tierra estuvo girando, se encontró a sí misma, plana
como un ojo
allanada Baila
Llegan con baldes de lata y plástico
Buscan agua no la encuentran
Ni siquiera creímos en la muerte
Y si alguien quisiera la alegría, entonces mira...
Mis huesos surgen por todos lados
como lo gótico, monstruosa es la belleza, pero no hay lugar
Marea
Me incliné hacia el cardo de la estrella
Miré a todas partes era tarde
Están afuera
No tocan las puertas
Buscan hierba no la encuentran





Juego de niños


Y el lapicero alzado como azote
una y otra vez en el círculo seco del corazón
el silencio contundente
cuando miro las grietas y fronteras del pasado
golpe tras golpe
el ahora insoportable
que roba el fuego del todo hasta el cielo
que sólo podemos presentir
una esfera distinta
donde nuestros óseos miembros nada tienen que hacer
pero por doquier escucho
al invierno deslizándose
cada vez más blanco por la memoria
de nuevo todos los deseos
rostros fugaces tras vidrios empañados
como si fuera niño otra vez
estoy aquí escuchando el tiempo
el tiempo que se extiende en un canto distante
y que alza el espacio para reconocerlo
cerca y lejos
cada vez más débil, fuerte
estoy yo, óseo
sin beneplácito de la naturaleza
fundido en un bloque, mi celda
de palabras no dichas
como niño otra vez, estoy aquí envejeciendo
regresivamente en el tiempo
pensando en trenes, soñando nieve, murmurando la libertad





Vals


En cristal
frente a dos dorsos
y música
que liberó pupilas
en cada partícula de polvo
deslizándose por sedienta
ciudad
abril
sus sonajas

Cenizas
flamearon en pelo
y cabezas sacudidas de paja
Gritos
derrumbaron silencio inerme
carcomiéndolo
y llantas labraron grietas
abriéndose
al sesgo
en débiles fontanelas
desembocando
en vals sin fin
llevando conciencia
a puertas del infierno

Deformes
siluetas azotaron cristales
y música se arremolinó
viró su danza eslava
su Dvorak
derecho a caída
que llama
- arroja la orilla
golpeando arrecifes de fantasía
haciéndolos espuma

Es real y labios se tuercen
real y velocidad aumenta
no hay mensajeros aquí
sino palitroques de barro en juego
hasta que el ganador
nos separe
cruces
de astillas en ojos recién nacidos
y vals sin fin

Es real en tierra
real risa hueca de impotencia
imanes de dolor de los sistemas
y rueda triunfal de estaciones

Bella
criatura enflaquecida
al borde de fuego
circular
Hermosa
niña deforme
con frente caída sobre
ceño
a la luz de farol roto
izado
en niebla de noche
ella cojeando hacia sombra
en ruinas
de una casa azul al fondo de
un rincón
aferrada a su hermano

El cero de medianoche
anillo de la nada
y el cambio de los tiempos
horca
donde el signo de interrogación
pende
de cabeza
ese mensaje que la boca amordazada
del tiempo
envuelto en la tiniebla de las masas
engulle hasta el fondo
no la plata
escupida en la mano dorada
del silencio

Vals sin fin
y el desencanto se quiebra de risa
y los trajes se rasgan
en la gira desde el día hacia abajo
pues qué ser dormitará esta noche
con un hueso nuevo en
sus mandíbulas
qué piedra alumbrará esta noche
en sueño junto a la tumba del mar
sino
un regazo que se elevará salvajemente
resistiendo
inaugurando el paso desde el ímpetu
hacia el extravío hacia
la vejez
abajo

y
el día ascenderá
con la esclerótica
a flor de piel
arrasando rojo con voraz
destello
el rasguño de uñas
cuando las palabras fracasen





Nada


Aquí se respira con el terror
bajo la piel
Ya no hay tiempo para captar
la diferencia
entre lo que cae
y lo que permanece
entre la herramienta
y la víctima

Aquí cualquier cosa puede suceder
un pulmón revienta
un zócalo se hace añicos
bajo el busto enorme de la luz
una conspiración
que horada el nervio
del corazón
y los días pasan
digo yo
como humanos reflejos
parten
van por el mundo en ruinas
farfullando, silbando
porque aquí cualquier cosa puede suceder
y sin embargo nada sucede

Estoy tendido
aquí cerca de la tumba
en el horizonte su labio
ardiente
donde el fuego se eleva
cerca del mar
está mi sueño
más ligero
que el vuelo del ala
voy
con los pies en el tiempo
por blancas y extensas playas

Por la orilla voy
por la orilla de la palabra
el filo
una caída
en donde me enredo
la frase y yo
somos un camino que se precipita
abajo en la tiniebla
somos un abrazo que agota
que devora la noche
por las blancas y extensas playas
de la nada





La tiniebla


No te apoyes en la tiniebla, ella vendrá
vendrá como un estallido de algodón, un pecho fustigado
que en silencio se quiebra en lo más recóndito de la habitación
donde ni siquiera los dientes brillan
No me avergüences porque creí
creí que nunca
perdería mis ojos en la tiniebla
Es más recia que la palabra no, más larga que todo
y no hay mar que pueda ahogarla
Pero la tiniebla, déjala, déjalo todo y vete, vete hasta que
encuentres su doble, el sol
La tiniebla es un caballo reventado
La lengua está seca de tanta sordera
Soñamos con corceles de nieve





¿Limita la bondad con el
silencio?
¿O con su ausencia?
Lo bueno no es una rata
Lo bueno es una miga que de pronto
está en el camino de una rata flaca
¿Y lo malo?
En torno a nosotros la muerte erige sus invisibles
e inclinadas torres
para que nuestras almas trepen
cuando la miga de la bondad sea devorada





Lo que encontré lo extraje de mí mismo
poniéndolo en un círculo alrededor de donde estaba
pero yo ya no estaba
Mis manos tendidas hacia ti están abiertas y
vacías como el molde que pusiste bajo
el fuego, para que se llenara de la
materia goteante de nuestra vida en llamas





Bajo el cielo de noviembre

En el cielo nórdico de noviembre pende el sol
oblicuo, blanco como una píldora
antes de caer en el vaso negro
con un sonido de tizne frotado contra el plomo
o con un crujido en un rincón

¡Condúceme al país donde los muros resplandecen
como el mar salado
donde los nombres de los frutos son largos y extraños
y las mujeres oscuras como mi deseo!

La médula partida entre las nubes
vierte fino polvo en la calle
donde una mujer cualquiera tira de un cochecito
lleno de muñecas y periódicos mojados
y un soplo de caos atravesó la boca y
la entrada vacía bajo un chubasco de confetis negros...

Era primavera y se hizo otoño, granizó
y las disputas se avivaron
o un avión se precipitó con una cola de fuego
encendiendo por un instante la pantalla antes de que el frío
congelase allí
el cortejo de abrigos
y el vaso rebosante de anestesia

Pero allí donde esa mujer se vuelve
y nosotros nos despertamos con la risa de las muñecas
un niño empuja un enorme aro
como un sol
por un espacio de objetos y de sombras





Cruzando el abra


Setiembre en el mundo y las estrellas
han arrojado su telaraña de hielo sobre la meseta
Las cicatrices hendidas de las rocas aparecen en
los rostros
de los que alguna vez pasaron por aquí
Como el hielo es el tiempo, flaco y la pálida luz

Los pastores migraron por mi sueño
cortados en silencio como rocas
rebaños de ovejas que conté
mulas cargadas de tiniebla y oro
la moneda recién acuñada de mi vergüenza
que cambié por chispazos de sus huellas

El viajero ha ido en búsqueda
del polvo iluminado
en el dorso de la lagartija...

El polvo se arremolina, la nieve arde, el sol brilla
el sol se pone, el pico saca chispas
de la corteza de la tierra y recién nacidos
se deslizan desde el silencio al grito al silencio

Vino de la nada y a la nada ha de volver
y el camino cruzará el abra
entre las dos realidades empinadas
que nos pesarán como en una balanza
antes de que logremos atravesar





Cactus

Yacía en la vida
como un animal perezoso
y la sangre viajaba por mis venas
Los guardianes silbaban la llegada de la noche
a las afueras de la ciudad-prisión
y los reos traqueteaban sus
platos de hojalata
Un muchacho ofrecía rosas
a un hombre dormido
y una chica jaloneaba a su hermanita
desde la puerta
He visto, he visto desde la ventanilla de un tren
en marcha
un extraño cactus
en forma de estrella
alzando sus lenguas hacia
el cielo
te pregunté su nombre
y tú me miraste
con una sonrisa, lejana...
y la noche cayó en una mano
llena de lluvia
Yacía en la vida
dormitando como ciudad crepuscular
y los perros viajaban por mis
calles





Mientras lloro con un ojo

Ahora me he vuelto ese ladrón al que siempre yo negaba
frío, no como quien calcula
sino como el cleptómano, ardiente...
y no espero, tomo
no sólo el silencio del cadáver, no sólo la campana
de la capilla, sino la torre de la iglesia, el portal y el mendigo
en el atrio, su tazón, su moneda
yo robo
y el rebaño de ovejas resuena por el polvo, por el cansancio
empinándose
robo la sangre, robo la luz y la piel, hasta
los pulmones
hasta las cámaras batientes del sueño
Mi hurto, mi botín
es el día mismo y todo lo que trae
la noche misma y todo lo que contiene
robo la fogata nocturna junto a la choza
inclinada
donde los carboneros junto a la ferrovía
calientan sus manos nudosas
yo tomo lo que ni siquiera tienen
Por fin soy ahora el ladrón que siempre fui
y lloro con un ojo
mientras que con el otro robo
ahora cuando la fogata se extingue junto a las manos de los pobres
y se levantan
y parten como humo por los rieles
robo también la ceniza de sus vidas
de su pobre hoguera
que nunca le dejará un hueso a un perro lastimero
lo tomo también
robo con un ojo
mientras que con el otro lloro





La elipsis incomprensible del cielo, o la vida misma, sobre nosotros se curva. El tiempo se desplaza sobre la tierra en un grito, como tizne. El radiómetro brilla. Los nervios se han enganchado en las pestañas y alguien lucha en vano contra las sombras... Arrasaron el
silencio, arrancaron la hierba y estamparon la piel con huecos como brasas. Están en las
afueras del músculo dormido del corazón. Aguardan la señal. Entonces atacan... Y un ojo
ebrio de sangre, petrificado en alguna parte entre la curiosidad y el repugnante azul





La luz se mece en una cáscara sobre la hoja del horizonte antes de cortarse y tumbarse en el
rojo. Un fantasma vuela hacia el siglo XXI, una columna suave de humo, o pájaros sobre el
mar... Ahora llegan del mar en naves impregnadas de petróleo, y sus redes arrastrándose
contra el fondo. Parece que hay granizo, granizo y fuego, pero el tiempo se hace esperar,
arrastra redes enormes por la atmósfera. Y por el teatro sordo del mercado pasa un ejército
de figurantes uniformados, encabezado por una figura vestida de payaso, empujando
pesados contenedores rebosantes con los últimos cadáveres del día





De: Bajo la Constelación del Can (1997):



El ritual


En el sendero detrás del cementerio
por donde yo corría
pasando por el asilo de ciegos
con un gato muerto entre los brazos, yendo hacia la capilla
la primavera se despertaba. Nevaba.

El sendero
parecía interminable, sesgado y azulflameado
por la ruda sombra
del miedo de mi infancia, arrojado contra las ruinosas vallas.

En la ventana vi al ciego
despertarse con los pesados copos en sus párpados,
en el cementerio a un vagabundo
buscando un atajo hacia su casa.
Vi siluetas por todos lados
y oí el murmullo de la tierra.

Cuando alzaba la mirada, me daba con la luna genuflexa;
luego se instalaron las constelaciones,
y ahí también había vida
y cosas que se perdían.

Enterré al gato a los pies de un ángel,
presioné el puño hasta sangrar contra la pared de la capilla
y huí caminando.
Al final se encendieron las nubes.
Se apagaron los faroles.

La nieve despertó mis ojos.
Me levanté y fui a la ventana.
El hielo de la primavera flotaba en las calles
y entré por la puerta recién cerrada.





Ojo de urraca


El pensamiento se abate contra los ángulos de la ventisca
y la lluvia es una piel de fuego gris sobre el golfo
Siento ajustarse esa cuerda
que me ata al otoño que desciende
y que me tira hacia el vetusto barrio:
El primer día busco el espacio austero
en el corazón del edificio silencioso
Al segundo día yo atrapo al sentimiento
sujetándome a la cuerda
la hoja cayendo en círculos dentro de un círculo
hasta darme contra el fondo del barrio
en un mar de hojarasca
Al tercer día estoy sentado en el borde del tejado
con octubre en la panza
y la larga vigilia de un ojo hostil
buscando en lo gris todo lo que brilla

De ésta no te escapas


Todos quieren llegar a ser alguien, incluso
yo. Entonces hice mis maletas.
Cada piedrecilla, dice el monje, contiene un sinfín
de granos cayendo con violencia,
y cada grano un mar cantado a quien sepa escuchar.
Yo intenté comprobarlo... Me parece
que creía en eso demasiado poco...
y sólo tengo pocas ganas de imaginarme cómo acabará
todo eso: la pieza teatral sobre lo Irreversible
pasando el buffet de las mascaradas donde yo soy la cometa de papel en llamas
que un demonio furibundo va tirando tras de sí.
El lenguaje de aquí que no entiendo del todo fustiga
como sal mientras la cometa
está a punto de consumirse como todo lo que brilla en la noche.





Carta de un turista


Busco
el lugar perfecto en la casa,
y sin parar corro por todo el barrio
en pos de la blanca habitación de viento suave
que he perseguido toda mi vida.

Libre soy de abordar un barril
y de quebrarme bajo el botón de la Cruz del Sur hacia alguna
isla guanera saqueada en el océano de carbón...

Atado así en el dilema
que sólo aumenta la tensión de la esfera
entre la condición básica de la célula
y el espacio azul del ave;

Y con todo lo que hoy sabemos el silencio es por cierto lo más próximo.
Si la flecha
no apunta a lo más lejano,
y no existe un centro
sino aire y tierra, seres, agua
e incluso hombres
cuando otro hombre lleva un tajo en la ceja
y una condena entre las rejas y la eternidad,
entonces resulta casi imposible no caer
en una espectacular indiferencia,
como si no valiese la pena
porque la vergüenza nos sobreviviría,

¿y los cisnes cuando pasan cantando frente al Café Francés,
y el elefante que hace mutis, el impala, la jirafa, el avestruz,
y la palabra
cuando ya no tiene eco en nuestro escepticismo?

En algún lugar de Zimbabwe alguien intenta despertar
a un espíritu dormido.
Un remolino de banshees sobre el Kalahari de la catatonía
demonios de polvo en plena danza
y el rinoceronte surge entre una nube de garzas,
mientras al aire lo perforan balas
el baobab se arranca él mismo las raíces
porque ahora quiere marcharse.

Porque yo también soy un forastero
y tú en tu propio país huyes de algo maligno en la tierra,
refugiado
bajo el sol
que cada mañana derrama sus cartas de luz
visto desde la cima de la libertad
durante todo el día
por debajo de las puertas de acero
retorciendo con su calor los platos de hojalata.

Aquí abajo
empezamos a soñar
aún más cuando la noche llega a rastras
aún más en el invierno fantaseamos
aún más cuando se hace más tarde
y nos damos cuenta de que es demasiado tarde para todas esas fantasmagorías
aquí con la soga al cuello
y el costal en la cabeza
y cuando la tierra en un instante
es retirada de nuestros pies.





Blanco


Las coincidencias no rastreables de la cadena del tiempo
quisieron que su traje fuera blanco.
Los jóvenes ni siquiera bajan por la noche
pero se quedan planeando en la corriente de aire,
descansando día y noche con las alas extendidas.
El vuelo sobre el océano
su lecho natural;
el hoyo entre el mar y el cielo
debe ser lo más próximo al equilibrio
al que aspira la imaginación.
Ningún suspiro de una tierra en constante transformación
le llega a su oído en el éter.
Aún el globo parece inmutable
azul, verde y callado como la esfera donde circula.
El ave blanca
ha sido creada para alzarse sobre la superficie
y las succionantes profundidades.
Cuando llega a la isla
desciende a su peña preferida.
Nosotros abajo
encadenados a la roca.
Ella arriba con su negra mirada
llena de viento y espacio;
y su traje blanco
extendiéndose en la envergadura más grande del mundo
cuando se arroja al cielo;
cada vez más lejos de nuestro Alcatraz.





Vértigo


Aunque la paloma desgreñada de la tristeza se encuentre en la ventana,
el café te levanta.
Hablan de dinero y de su procreación;
hablan de autos y mujeres, les llevan champán.
También el café se enfría como la paloma en la ventana y su ojo
haciendo guiños. El café
es un lago negro bebido hasta el fondo por la boca de la mudez.
Cuando a rastras llego a la orilla, los hombres ya se han marchado.
Y las mujeres se han ido contoneándose a sus oficinas, aquí queda
el aroma de perfumes y bisutería para dar fe
de la ausencia para la que ellas fueron creadas.

Han retirado la taza y el fondo de la taza, y en su lugar vacío
hay una nota pequeña: De aquí no hay escape.
Me precipito por la puerta de vidrio, ante la pálida sonrisa de la recepcionista,
bajando, bajando por el corredor. Y todas las puertas
que no abro son testigos de los espacios que nunca veré;
y las habitaciones bajo llave saben del camino que no conoceré
antes de que se acabé. Piso
el último umbral a través de un follaje de rosas inodoras
guiándome hasta el interior de un espacio hacia el espejo del fondo
y succionándome como si yo antes hubiese estado aquí,
como si fuese el final que había estado buscando como yo a él
bajando por el sendero del vértigo de la repetición:

murmuran sobre dinero y la procreación del dinero, ofrecen órganos
y muchachos sin hogar.
Intercambian códigos y billetes, reparten jeringas.
Ahuyentan a las aves desgreñadas hacia las nubes mediocres.
Regresan a los niños con trapos y cuentas astronómicas.
Susurran en sus celulares.
Y la réplica oliendo a diamante con pezones de eternidad
yo la recuerdo, corre
corre al viento frente a los nichos, a las fechas y cruces,
frente a los cráneos y las vírgenes...
Comentan sobre el cemento y la potencia del cemento.
Ponen en circulación anuncios y urnas pequeñas.
Ella corre y corre y yo me ahogo en el grito, corro y me hundo.
Exigen oro que sepa parir.
Huyo hacia la hendidura en una lluvia blanca.
Erigimos castillos que se desploman, arrojamos
palabras hacia manos soñadas, escuchando, otra vez corriendo
y desaparecemos.





El jardín del picaflor


1.

Doblar la esquina, abrir violentamente una reja, quedarse contra el muro de pasos que nunca llegan, desaparecer de alguna tercera esquina, en un ángulo muerto, golpearse los sesos contra un árbol que tiene a alguien sujeto entre sus ramas, el hombre de la luna venenosa que sabía tu juego desde que empezaste a correr. Ver a otro que se inclina sin un sonido, una mujer que se transforma en un saco justo cuando el pueblo inunda las calles, justo cuando todo se ilumina en el puerto. Espuma amarilla en largas franjas. Bajo la espuma, agua. Bajo el agua, nada. ¡Levántate, océano en placas de plomo derretido, muéstrame quién soy! Aquí donde me encuentro de cabeza y con los pies pegados al Globo. ¿Es cierto que estamos divididos en dos; por un lado necesidad, por otro, placer; que el todo es frío, y que las partes se obligan a ir hacia los puentes?

2.

Furtivamente paso por el jardín del picaflor. Los panales gotean cera y miel. Me muevo en un laberinto de reflejos. Los mil ojos de la mosca. La risa me despierta. Me encuentro otra vez en el sinfín de la mañana. Las gaviotas son más grandes más pesadas más fuertes más grises más negras las cabezas más rojas las gargantas cuando pelean por las vísceras desechadas. Las ratas corretean eufóricas sobre las cloacas rotas. Conozco al desharrapado. Cada vez que nos cruzamos nos extraña que aún estemos aquí. El corazón se encoge en un gancho, colgada se columpia una cuna de sed. Abro un periódico pisoteado. El ciego que siente su camino por el mundo me dice que la esencia de la superficie es siempre la misma.


(Poema traducido por Patricia Davelouis y el autor)





De: Cosas terrestres (2001)

Zoo


Están alrededor de la jaula
quieren que el chacal muerda
han pagado por él
esperan un gruñido
han pagado por él





Poema para el décimo aniversario


Ella es un reloj de arena con rosas
él es una estación de tren
una impaciencia mundial
Ella es el sol del rostro
una risa de cristal fino
Ellos son una ola que se divide
un iluminado compartimiento
un manifiesto sin freno de seguridad
un país en fuga al que alguien apunta
una pasión de exploradores polares
Y si ella es guardia
disfrazada como ella misma
él es la llave en el cinto
para el armario donde está la bestia ciega





La roca


Vuelve
Vuelve a la iglesia

Se desliza por la rendija
atraído por el Cristo negro
en la sentina de la nave

pero el guardián le impide la entrada
¿A quién quieres ver?

Se mira por el espejo de la carne
se ve con una guadaña




Catedral


Corona de espinas
ciruela
wigwam
sombrero bufo
campana de inmersión
medusa


Brasilia, enero 2001



Retrato de unas fauces


Desde que la euforia se acostó
con el tiempo
ya no queda ninguna ciudad subterránea
En el puente los niños
arrojan piedras a la autopista
Trato de captar sus pensamientos
entre corrientes crepitantes
Un ser indiagnosticable
pasa gruñendo
Entre los dientes la única mano del poeta





Palabras al tiempo


Cuando descubrí la primera cana
no había apagón en la ciudad
Mi padre no hizo ningún comentario
a pesar de que yo había cancelado el viaje porque de pronto
tuve miedo de tropezarme
Mientras, mi madre, que ahora era un ángel,
había visitado a mi mujer para decirle que todo andaba bien
Sara cumplió ciento veintisiete años
y esto cabe en una frase
¿Es cierto que lo que significa algo
se amontona en un rincón del tiempo
hecho de tiempo pero sin tiempo?
Jakob, que era medio cobarde,
fue sin embargo uno de los elegidos
y también se hizo viejo
Pero la linda cajera,
¿acaso no era una niña anteayer?
Cuando descubrí la segunda cana
el emperador no abdicó
Toma esta moneda y llévasela a tu madre
le dije al mendigo
que parecía mi hijo
Quién comprende que uno no está muerto
Pero por qué no reservar esta experiencia para la nieve
de la cima más alta
Tampoco esta vez se escuchó ninguna protesta de mi padre
Mientras, una ciudad estaba cubierta de cenizas
y se había encontrado otra en el fondo del mar
a la que enseguida creí la Atlántida
Ahí los cadáveres eran arrojados en una fosa
Aquí se sacaba una estatua con una grúa
Fue entonces que descubrí la tercera cana
Ningún ángel llegó trayendo un mensaje
La tomé con gran calma
con el índice y el pulgar y la arranqué
Mi mujer no lo notó
porque ella soñaba que corría al patio
detrás de la casa de la infancia
donde su madre estaba bajo la sombra del jazmín
con su sonrisa de veintiséis años
Dos noches después me castré la lengua
con los dientes
Eso fue estúpido
pero la recogí del polvo
y corrí hacia la bruja
para que me la pegara
Yo había llegado al final de mi avenida
y detrás tronaba el gran no-lenguaje
Cuando desperté
descubrí un bosque de árboles grises afuera
en el espejo
Tienes que ir allí, dijo ella, es tuyo
pero trata de recorrerlo bien
eso que no sabes que buscas
no existe fuera de él
Ahora hay canas por todos lados y tengo escalofríos
y mi padre acaba de apagar el último cigarro





Animal blanco en la nieve


Tendido, cuento los ángulos
de la dura idea
un obrero la ha extirpado del abrazo de la montaña
y la ha afilado
Tendido, contemplo mi cristal de humo
buscando el animal blanco en la nieve
Tendido, al acecho de este movimiento




1 comentario:

  1. Muy buena selección de poemas de Thomas Boberg, lectura recomendada. Saludos Fernando

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