martes, 12 de julio de 2011

MARTHA GANTIER BALDERRAMA [4.146]



MARTHA GANTIER BALDERRAMA


MARTHA GANTIER BALDERRAMA, Nacida en la Paz, Bolivia, 1957. Estudios de geología, en Bolivia. Licenciatura en Lingüística y Literatura en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Especialización en Didáctica de la Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Caldas, Maestría en Literatura en la Universidad Tecnológica de Pereira. Publicaciones: Poesía: Poemas (Premio Franz Tamayo de poesía 1979 y 1980); Alba retorna con la niebla, De la piel del tiempo(castellano-alemán), De algún lugar, de algún cielo. Ensayo: Las andariegas de Alba Lucía Ángel, una lectura sin armas ni armaduras. Poesías y cuentos suyos han sido publicados en revistas reconocidas como Prometeo (Colombia) y Con dados de niebla (España) y en antologías de Latinoamérica y Europa. Remigia, la Muñeca de Trapo cuento para niños. Actualmente vive en Alemania. Ha sido invitada a eventos como el Festival internacional de poesía de Medellín en 2004, Festival de poesía internacional en Bogotá revista Ulrika, Festival de poesía en Cartagena de Indias, Festival de poesía en Riohacha, Encuentro de mujeres poetas en Cereté, Festival de poesía en Manizales. 
        


EN BERLIN MORIR NO QUIERO

En Berlín morir no quiero
y si muero que sea ahora
que después será muy tarde
seré una sombra inadvertida
arrastrando mis nostalgias por tus calles mi señora
No quiero que me encuentre el último tren cabizbajo,
solo y triste, mascullando mis pesares como un viejo derrotado.
Quiero volver al lugar donde creo que voy a encontrarme,
quiero morir oyendo la lluvia de mis montes
y montañas soñar que me abrazas y te
abrazo debajo de nuestros cielos.
No quiero que apagues mi voz,
quiero cantarte allá en las alturas,
donde moran los dioses.
En Berlín morir no quiero
y si muero que sea ahora
que después será muy tarde
seré un despojo solitario los despojos
son despojos y las sombras no alumbran
en tus calles trasnochadas.
En Berlín morir no quiero.



Potosí

De tanto esperarte
acurrucada entre las mantas
de mis dioses rotos
me crecieron ciudades
con ojos de vicuña.

Extraños hombres
entraron a mi cuerpo,
en mi cielo nacieron
estrelllas mestizas
y mis lágrimas
brincaron al yunque de herreros blancos.

Ninguna sangre tuya,
ninguna sed,
ni siquiera la del karkancho
asoman a la margen de mi río.

Un aliento de copagira
empaña mis calles

Ay! De tanto esperarte.



Los retratos

En cada piedra
hay el rostro de algún dios
y el más allá está frente a nosotros
cada guijarro es el verso frustrado de los que ya se fueron,
en cada montaña
hay un amor eternizado.

eso ya lo sabían esos indios de plumas coloridas.



Elejía de Juckumary

La memoria de la piedra

Silencio doloroso
aroma de ausencia,
hueso muerto piel marchita,
cántaros heridos,
oscuridad de tumbas
en sus vientres.
Ayer la piedra tenía olfato
hoy el olfato tiene una piedra
polvo huérfano asoma
a la memoria
del granito
cuchillos de silencio
atraviezan el asfalto
se retuerse el alquitrán,
a medio día
el calor
le recuerda a la grava
que un día fue piedra
y escuchó el paso
de guanacos y vicuñas
de guerreros y tal vez
el silbido de algún juglar enamorado.




LOS QUE SUBÍAN Y LOS QUE BAJABAN

Todos se equivocaban
Cuando intentaban abrirla
Como se abrían todas,
                                             - ella se abría sola-
Y los que ya habían subido
Decían que no la cerraran
- que ella se cerraba sola-
De nada servían los gritos o las señas,
seguían gastando su vida
intentando abrirla o cerrarla.

Ninguno se equivocó cuando bajaba,
No había nada más que gastar
Habían aprendido que “esa puerta” se abría y cerraba sola
Y así, bajaban sin hacer ningún esfuerzo,
Livianos,
             Suaves,
                        Bajaban…



HOMBRES - REGADERAS

A dónde van esos hombres
Conteniendo sus sangres?
Regaderas parecen esos hombres.
Que tan urgentes, tan de prisa,
van las regaderas que parecen hombres
¿Estarán los campos sedientos de sus sangres?



SIN MANOS

A
   Veces,
            Tengo ganas de córtame las manos
                                                                    De raíz,
Desde la memoria,
                             Desde la caricia,
              Desde la escritura                   
para nunca más recordar
que las tuve.
Entonces, correría por un prado en blanco
Descalza y sin manos,
       Sin saber  del “peso específico” del amor
                                                Ni  la dureza de las monedas
Tampoco del abrazo de “paz” en domingos de misa
                    Palparía  el universo con el resto de mi cuerpo,
Probaría el caolín,
                       El trigo,
la piedra y el volcán
Hasta encontrarte,
Te tocaría a besos

Y prolongaría mi caricia
Desde el crepúsculo hasta tu espalda
                                  Donde germina el día
Así,
Sin manos,
Te cosecharía



NADA HAY AL OTRO LADO

La tarde late en el vientre
De cigarras cansadas de existir,
El viento mece
un columpio colgado
en las ramas de un árbol,
Cae una hoja
Sobre un rostro reflejado
en el andén.

Susurra el crepúsculo
Una canción dolorosa: 
                              “Nada viene del otro lado,
                                                                 Nada hay al otro lado”
Sólo la renovación del vacío
Y la ilusión
De un tiempo viajante
donde columpia un niño,
dueño del instante.



GATOS DE DOMINGO

Por donde no hay camino
Atrévete a ser tú el camino
A recoger el color de la rosa
Vaciado en la tarde
A decirle al ave vespertina
Que su viaje se equivocó de plumaje
Atrévete
Con tu mano ultrajada
A tocar las campanas
Del templo de tu aldea
Antes que el gallo cante
Atrévete a estrujar tus gatos de domingos
Y a tirarlos por la ventana
Por donde todos los días ves flamear
Ropa recién lavada.
Atrévete a quitarle las lagañas a la puerta de calle
Y a correr al otro lado
Donde tus pies no conocen
A decirle a la muerte
Que está ciega
Y va por errado camino
Atrévete a decir NO.



LAS CARAS DE LA LLUVIA

La lluvia es vertical,
Oblicua,
Horizontal,
            Es  promesa,
                              Milagro…
   Es  memoria.                           
Porque nos devuelve a océanos antiguos
y habla de la última estrella
Que cobijó la pupila del ciervo moribundo.
La lluvia disuelve todo,
                 Hasta el amor
La lluvia es duenda
Es mestiza
Cálida,
Fría
Sensual,
Dura
Blanda
La lluvia sobrevive a la muerte.



BUSCÁNDOTE

Entre las manos de la gran madre mar
En masa informe y latente
Antes de tener corazón
Ni dedos para pulsar una viola
Te presentí
hombre añorado

Hace millones de años.

Cuando fui pez,
asomé a la orilla de las aguas a husmear  tus huellas
Mientras el universo
Bobinaba y bobinaba astros
Y la gran madre asidua con su rebozo azul
sentada frente y de espaldas al infinito
ensayaba a hacer figurillas vivientes.

Sobre mis codos aún enclenques y sangrientos,
chapoteando  el lodo
de eras arcaicas,
disputándome el sendero
con engendros movientes,

Te busqué hombre

entre el humo
de abetos fantasmas,
debajo de lluvias de cenizas volcánicas,
entre el tropel de bestias aterradas,

te busqué,
te busqué hombre ansiado.

En montañas apenas paridas,
en la aturdida niñez de los ríos,
en los labios de voraces volcanes,
te busqué hombre.

En el cielo del desierto
corté mis alas
haciendo de mi vuelo 
festones en la arena.

Tumbé dólmenes, ídolos exóticos, 
desgarré nieblas, espanté fantasmas tullidos de los atrios.

Con desesperación te busqué hombre.

De primate
brinqué de rama en rama
velando el horizonte,
cansada de esperarte
tiré mi pelaje al viento
erguí mi cuerpo a la altura humana.
y emprendí nuevas caminatas.

Y seguí buscándote
Hombre. 
En las secreciones de cavernas frías,
en huevos y crisálidas abandonadas.

Con este cuerpo hombre,
cien mil veces perseguido
y destilado en los alambiques de todas las edades
te he buscado con ansias.
Hombre soñado.
Con este cuerpo
convertido a veces en mariposa nocturna
hombre dibujado en el cuaderno de mi infancia
con este cuerpo achicharrado en el fuego de la gran ciudad
en mi plato, en la mirada del maestro de colegio,
en las estrellas y en las otras estrellas
Y en la de tantos hombres que cruzaron mis amaneceres,

Y cuando por fin te encontré,
allí, en el monte cabizbajo,
de espaldas al mundo 
me dolieron todos los caminos que recorrí.


EL ALGÚN LUGAR DE ALGÚN DÍA

Tanto tiempo
viajé a bordo de ti
Sin importarme los naufragios
Que tejían las arenas
Ni los besos detrás de los vidrios,
Tampoco la herida del madero.
Quemaste todas mis naves
Incluyendo la que ibas tú,
Ahora te sueño viajando
Debajo de las aguas
Metido en un bloque de hielo
Sereno,
con los ojos fijos en algún cielo
que no está en mis coordenadas.
Nunca llegamos a ese “algún lugar”
A tender nuestros cuerpos
Bajo la sombra de árboles dorados
El tiempo,
Sabio de todos los tiempos
Cuidó el “algún lugar” y el algún día”
En la estación seca de los sueños







.

1 comentario: