miércoles, 5 de enero de 2011

2777.- FABIÁN CASAS


Fabián Casas (Buenos Aires, 1965), poeta, narrador, ensayista y periodista, es una de las figuras destacadas de la llamada «generación del '90» en la Argentina. Estudió Filosofía y comenzó a trabajar como periodista en el diario Clarín, a comienzos de los '90. Fue también editor del diario deportivo Olé. Se desempeñó en la revista deportiva El Gráfico y luego pasó a ser subeditor general y editor general del semanario El Federal. Su carrera literaria se inició también a comienzos de la última década del siglo XX, con la fundación de la revista de poesía 18 Whiskys, junto con otros poetas de su generación, como José Villa, Daniel Durand, Darío Rojo, Ezequiel Alemián, Mario Varela y Eduardo Ainbinder. La publicación editó sólo dos números, pero tuvo amplia repercusión en el ambiente literario de la capital de la Argentina. Para la misma época, publicó "Tuca", su primer poemario, que fue señalado como emblema de una corriente objetivista. Algunos de sus escritos en blogs forman parte de su libro "Ensayos bonsái", junto con textos de mayor aliento. En 1998 participó del Programa Internacional de Escritores de la Ciudad de Iowa, EE.UU. En 2007 recibió en Alemania el Premio Anna Seghers. Una antología de su poemas salió en Alemania en el 2009 (traducido po Timo Berger).
[editar]Obras

Otoño, poemas de desintoxicación y tristeza (poesía, 1988)
Tuca (poesía, 1990)
El salmón (poesía, 1996)
Pogo (poesía, 1999)
Ocio (novela, 2000)
Bueno, eso es todo (poesía, 2001)
Oda (poesía, 2003)
El spleen de Boedo (poesía, 2004)
Los Lemmings (relatos, 2005)
Ensayos bonsái (ensayos, 2007)
Rita viaja al cosmos con Mariano (cuento infantil, 2009)



EL SALMÓN

Para el nenito pelado

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La desesperación es la tristeza que nace de una cosa futura o
pasada con respecto a la cual no hay más razón de dudar.

Spinoza, Etica, libro 3, XV, definiciones




Me pregunto

Definitivamente este es mi rostro de hoy.
Ojeras marcadas, pelo desparejo;
los labios hinchados. Nada más.
Me pregunto, porque puedo hacerlo,
cómo será tu rostro de hoy;
mientras tu corazón late al revés,
hace ya cuatro años
bajo la tierra.







Sin llaves y a oscuras

Era uno de esos días en que todo sale bien.
Había limpiado la casa y escrito
dos o tres poemas que me gustaban.
No pedía más.

Entonces salí al pasillo para tirar la basura
y detrás de mí, por una correntada,
la puerta se cerró.
Quedé sin llaves y a oscuras
sintiendo las voces de mis vecinos
a través de sus puertas.
Es transitorio, me dije;
pero así también podría ser la muerte:
un pasillo oscuro,
una puerta cerrada con la llave adentro
la basura en la mano.









Una oportunidad

Caminás con las manos en los bolsillos,
por la rambla, rodeando el mar.
Te acordás de otro tiempo, aquí mismo,
estabas enfermo de la cabeza
y no podías sostenerte de pie,
con elegancia. Sin embargo,
pudiste salir.
Hubo una oportunidad en aquella época.
Ahora mirás el mar, pero no decís nada.
Ya se han dicho muchas cosas
sobre ese montón de agua.








Me detengo frente a la barrera

Me detengo frente a la barrera.
Es una noche clara y la luna se refleja
en los rieles. Apago las luces del auto.
Está bien, pienso, es bueno que nos demos un tiempo.
Pero no comprendo nuestra relación;
no sirvo para eso. ¿Acaso serviría de algo?
Tu padre está enfermo y mi madre está muerta;
pero igual podría ir y tirarme encima tuyo
como todas estas noches. Eso es lo que sé.
Ahora la tierra vibra y un tren oscuro
lleva gente desconocida como nosotros.








Alarma

Durante la noche
suena la alarma de una fábrica
cercana a mi casa.
Mientras fumo,
me pregunto si será un error,
un robo
o algo exclusivo.









Poema social

Aprovechando el sol en este invierno crudo,
los obreros de la fábrica, en su hora de descanso,
formaron una hilera de cascos amarillos
en la vereda de enfrente.
Si no fuera por el rubio, que se rasca la cabeza,
parecerían una fila de lápices
del mismo color.







A mitad de la noche

Me levanto a mitad de la noche con mucha sed.
Mi viejo duerme, mis hermanos duermen.
Estoy desnudo en el medio del patio
y tengo la sensación de que las cosas no me reconocen.
Parece que detrás de mí nada hubiese concluido.
Pero estoy otra vez en el lugar donde nací.
El viaje del Salmón
en una época dura.
Pienso esto y abro la heladera:
un poco de luz desde las cosas
que se mantienen frías.






Cancha Rayada

Caminamos, con mi viejo, por la playa de estacionamiento.
Es un día de calor sofocante
y en el asfalto recalentado
vemos la sombra de un pájaro negro
que vuela en círculos,
como satélite de nuestra desgracia.
Una multitud victoriosa, a nuestras espaldas,
ruge todavía en la cancha.
Acabamos de perder el campeonato.
La cabina del auto es un horno a leña;
los asientos queman y el sol que pega
en el vidrio, enceguece.
Pero no importa, como dos bonzos
dispuestos a inmolarse,
nos sentamos y enciendo el motor:
Fabián Casas y su padre
van en coche al muere.

Fabián Casas (Buenos Aires, Argentina, 1965)
De "El Salmón", Libros de Tierra Tirme, 1996

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