miércoles, 10 de noviembre de 2010

ENRIQUE SOLINAS [1.802]


ENRIQUE SOLINAS

Nació en Buenos Aires el 11 de julio de 1969. Desde 1989 colabora con publicaciones de Argentina y del exterior, es docente y forma parte de grupos de investigación en literatura latinoamericana, literatura argentina y literatura y mística. 

Publicó en poesía: Signos Oscuros (1995), El Gruñido (1997), El Lugar del Principio (1998), Jardín en Movimiento (2003), Noche de San Juan (2008), El gruñido y otros poemas – Antología poética–, Ediciones Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2011., Invocaciones -cuatro poetas en la voz del mito- (2012), de Corazón Sagrado,Viajero Insomne Editora,Buenos Aires, 2014, Jardín en movimiento (Hanan Harawi Ediciones. Lima, 2015) y Barcas sobre la zarza ardiente, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2016

En narrativa: La muerte y su conversación (cuentos, 2007). 

Su obra forma parte de antologías nacionales e internacionales, siendo traducido al inglés, al italiano, al griego, al portugués y al chino. Por su labor literaria obtuvo varios premios, entre ellos, el 1er. Premio Nacional Iniciación Bienio 1992/1993, de la Secretaría de Cultura de la Nación, el 1er. Premio Dirección General de Bibliotecas Municipales de Buenos Aires 1993, Subsidio Nacional de Creación de la Fundación Antorchas, Concurso 1997 de Becas y Subsidios para las Artes, el 1er. Premio Estímulo a la Creación año 2000 de la Secretaría de Cultura de la Nación, el 1er. Premio de Cuento Fantástico 2004 de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, etc. Obtuvo la Beca de Residencia Shanghái Writing Program 2014. Actualmente, su actividad incluye la narrativa, la traducción, el periodismo cultural, la crítica literaria y de artes plásticas, y la investigación.


(de El Lugar del Principio, 1998)


La casa

La casa está perdida en un jardín
o un jardín esconde en su garganta el hogar que vivimos,
lenguaje elemental,
                              laberinto de piedra,
las ramas de los árboles que abrazan
a ese mundo herido en el costado.
A veces el jardín respira y deja ver
esas paredes que alguna vez fueron de luz.
A veces inventan un mundo sin saber
que no se entra jamás,
que hay que permanecer afuera de la Historia.

La casa está perdida en unos ojos que nunca más veré.
La casa está perdida en esa misma casa.
La casa es una pérdida constante
en cualquier jardín.

La casa es un jardín perdido
en el lugar de la memoria.


El Pueblo

En un pueblo muy chico
donde todos nos conocemos los delitos
y la nieve se cae como pintura fresca,
y la nieve se cae como pintura fresca,

                        vivo.

Tengo una casa
con patio, perra y padre,
y un jardín,
y una hermana
que todo el día
se disfraza de noche.

Cuando llega la hora de descansar
nos disparamos con gritos,
pero todos somos malos apuntadores
(NADIE QUIERE MATAR A NADIE AQUÍ).         

Triste es la canción que pasan por la radio
    (golpean a la puerta).
Triste es la canción que viene del jardín.

Nadie atiende.
Golpean a la puerta.

Nos abrazamos
                        porque tenemos miedo.  



Sólo una muerte

Sólo una muerte
puede vivir más allá del tiempo y la distancia.
El horror contamina lo bello y estos ojos
que muerden el peligro,
devoran las imágenes de siempre
                                  como un fuego.
No hay rosa, no.
La realidad es un viento de lobos.
Aquél campo de flores
que alguna vez brilló como una espada,
hoy canta una canción oscura desde el hielo.
           
No hay rosa, no.
La realidad es espejismo.
Y toda flor (que frágil y deseada)
es más hermosa y perfecta cuando muere.
           
Todo es posible.
                           Todo es misterio.
           
Sólo una muerte
                           puede salvarse de su propia muerte.



(de Jardín en movimiento, 2003)


Definición

A veces la vida es algo simple:
hay que cerrar los ojos
y que te dejen
lleno de palabras
en ese lugar
donde se piensa demasiado
en la luz.


La Noche en el Jardín

Una pequeña música nocturna
en forma de viento.
Los chicos cazan luciérnagas
y ponen las manos
como para rezar.

Como si Dios fuera una luciérnaga
y se dejara atrapar
para romper el silencio.

Como si el milagro fuera que Dios
sea una luciérnaga

para no sentirnos

tan solos.


San Sebastián

Él abre su cuerpo al mundo
como quien ata la voz a un árbol
y la multiplica.

Sabemos que es así,
que nada evitará su despedida,
la victoria feroz
del que ha perdido.

Si le dan a elegir
entre el silencio o el silencio,
prefiere el estallido
o la mueca
de su representación.

Ah, mi querido,
la revolución ya pasó
y no nos dimos cuenta.
Se fue como esta noche,
tratando de entender
por qué él
–tan bello y extraño–
se deja atravesar por nuestras flechas,
por qué abandona su cuerpo a nuestro mundo
y nosotros tan lejanos como Dios.


Cambios climáticos

Padre,
hoy te vuelvo a encontrar
en esta ciudad desesperada.
Charlemos sobre el tiempo
que es mejor
a conversar sobre otras cuestiones.
Hablemos de la lluvia o el sol
pero no me preguntes
sobre la muerte que nos sucede ahora.

La idea de parecerme a Jean Paul Sartre
aun me seduce
como el sonido de un cuchillo,
atravesando la realidad
(y no te lo digo).

Toda muerte
primero sucede en las palabras
para luego llevarse a cabo
en los ojos
(y no te lo digo).

Padre,
hoy te veo
y al mismo tiempo veo al que seré,
pero distinto.

Ya nada se puede hacer.
Es necesario.
Mejor,
charlemos sobre el tiempo.


Ejercitación

Todas las noches
un hombre nada en la oscuridad.
Su cuerpo desnudo
recorre el cuerpo del cielo.
Ninguna cosa se espera de él
y al mismo tiempo él espera
terminar su rutina
para volver a comenzar
la noche siguiente.

Como un cirujano,
el hombre nada en la noche de la memoria.
Es un bisturí.
Sabe
que la prolija autopsia que realiza
es para que se abran
todas las puertas de la luz.

Entiende el mundo
y por eso exige:
       De ahora en más y para siempre
                    el perdón
          no se convertirá en olvido.


La que no está

Veníamos a reclamar
la transparencia nuestra de su cuerpo.
Hablaba tanto la difunta
que su silencio nadie
podía callar.
Qué tristeza,
los pájaros cantan la mañana.
Su cuerpo de nosotros tan perdido,
tantas veces perdido en nosotros.

Qué tristeza:
ser tan difunta
justo cuando veníamos 
a reclamar su corazón.




(Noche de San Juan, Ediciones del Dock, Colección Pez Plátano, Buenos Aires, 2008.)

Magnificat

Hoy desperté y mi cuerpo
tenía olor a flores,
a perfume de orgasmo y alegría.
Los animales obedientes acompañaban
el transcurrir violento y ciudadano.
El tráfico en las calles se partía en dos
cada vez que deseaba cruzar
hacia la otra orilla.
Voces diversas escuché
y entendí todas las palabras del mundo.
Dos marcas rojas en mis manos
anunciaron la transformación.
“Soy santo”, me dije, “soy santo”.
Entonces comprendí
que en el exceso de la vida
y la muerte
está la redención.


El Doble

Ese hombre que está sentado frente a mí
es apenas un reflejo
de lo que soy.
Tiene mi voz atrapada en su garganta
– y sé que es personal –
como si alguien lo hubiera autorizado
a dejarme mudo.
Transcurren sus días en mi contemplación.
Sabe más
de lo que yo comprendo.
Ese hombre que está sentado frente a mí
sonríe, acomoda su pelo
y espera a que me duerma de una buena vez
para ocupar mi historia.

Ahora
observo que se aleja, sin mortificaciones.
Ahora:
parte como quien regresa
de un largo sueño.
Y es tan simple,
tan vacío de significación,
tan elegante, tranquilo y eficaz,
que da gusto verlo cada vez,
regresando hacia mí,
abriendo
las puertas de la muerte.


Bucólica

El olor de tu cuerpo, amigo mío,
me recuerda al color de la infancia.
Una pradera con demasiado sol
cuando no estoy triste,
cerca del río
en donde alguien dibuja mi ciudad.

Nada es tan importante ni inocente
como pensar en un día perfecto:
vaca y pasto,
los pájaros que nos sobrevuelan
como a San Francisco;
algunas flores,
sendero de amapolas;
el cielo quieto y azul
de utilería.

Sé que pronto ya no estarás aquí.
Todo es inmediato.
Sé que pronto
te ocultarás detrás del sol.

Disfrutemos ahora de este día,
que el mañana no es cierto.

Brillemos como el agua en la noche,
tan sólo para la memoria.


La patria

Triste canción, pequeña,
tan fugaz,
herida abierta a las ciudades,
pueblo,
corazón sin rumbo.

Reina plateada de corona ausente,
sumergida en las aguas
que ocultan la razón.
La pastilla de la felicidad
es un barco que navega
el territorio mudo.

Todos los padres te golpean
y no piden perdón.
Todo tu cuerpo es un gran río
que cambia de discurso.

Y entre el asfalto y las estrellas y el desorden,
nos queda la canción,
callado sueño vacío
bajo el barro de la desesperanza.

Y nuestro rezo,
única y amordazada voz,
temblorosa,
desnuda.


Cumpleaños

Niño en oscuridad,
el sueño ha regresado:
una madre ausente
se presenta
y sopla las velas
del barco
que te conducirá
hasta su entierro.

Es tan extraño el mundo
como la ceniza que vibra
en tu corazón.

(Pide tres deseos.)

Es tan extraño el mundo
que la mujer
bebe de tu cuerpo

hasta olvidarte.


El Rostro de Dios

a mi madre, in memoriam

Esa mujer
extendida hasta nunca debajo de la sábana
no muestra signos de respiración.
Apenas es el resto de una imagen,
el personaje principal en bastidores
no disponible para despedidas.
Hacia los costados,
sus brazos se alargan y tocan el infinito.
Las manos se apoyan en oriente y occidente
sin ganas ya,
sin intención.

Descorro la sábana y al mismo tiempo
vuela una mosca como ninfa sorprendida.
He aquí la cuestión:
sus labios entreabiertos y la piel extraña
contrastan con el gesto de una sonrisa,
y el único signo de vitalidad
es la mosca
que ha bebido toda su respiración.

Si la mujer sonríe es porque sabe algo
que nunca terminó de decir.
Si la mujer sonríe
es porque nos ha engañado
y nunca sabremos el motivo.
Pasa el tiempo como la vida pasa,
como pasa lo bello y lo triste.
Luego la abrirán en dos
para saber la causa de su fallecimiento.
Luego,
su rostro cambiará y será otra,
alguien desconocido.

Ahora sé que éste es el rostro de Dios:
una mujer que se va y la mosca que sonríe,
compartiendo la misma despedida.
Tan sólo nos queda
cubrir el cuerpo de la desesperanza
y contemplar el aire de la noche,
fatal y divino.


Las tumbas

Titila la oscuridad como una lámpara
en mi cara dormida.
Pronto, pronto se abrirán las puertas para que huyan
las palomas del centro de mi cuerpo.
Tiembla todo,
y en su temblor el viento negro avanza
para ocupar el bosque de la historia,
el territorio devastado de la soledad.
Tiembla todo
y en su temblor el viento negro nos muestra
el corazón vacío de la esperanza.

Pronto, pronto cerraré los frascos donde guardo
con pasión la memoria de los muertos.

Pronto, pronto:
cada cosa perderá su significado
y las palabras serán
barcos de luz
que se dirigen hacia la luz.



El gruñido y otros poemas – Antología poética–, Ediciones Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2011.


Acerca del Rigor de la Muerte

Para no morir uno empieza a escribir por la mañana
con un cigarrillo en la mano
y esa paciencia de absoluto
que nadie es capaz de ejecutar.

Nos queda la escritura y el silencio
para cuando llega la tarde
y el humo del cigarrillo en la piel,
y otro cigarrillo más.

Qué oscura es la ciudad cuando anochece,
pero su oscuridad nos muestra una certeza.
Ahora sabemos
que con buena voluntad también se muere
y que uno es capaz de morir como cualquiera.
Se deja la vida a medio hacer,
se piensa en todo aquello
que jamás sucedió
y a nadie importa.

A veces se pierde y está bien.
La inmortalidad es algo demasiado alto,
demasiado pesado, demasiado lejano.

A veces se pierde y está bien.

Estoy listo,
estoy listo.

Por lo menos,
habré intentado mis palabras para no morir.


Escrito a fuego

Uno va por la vida
como quien regresa al lugar donde se cantan
las canciones de cuna,
a paso de guerrero,
con la lanza quebrada
y una herida que nunca se termina de sanar.
El cuerpo que soporta
las mordidas del tiempo
es el cuerpo dela Historia.
Y uno va
preparado a golpear las puertas dela Casadel Orden
–las manos tan cansadas,
la sangre que corre por la vida–,
bajo el brazo
el tejido de los sueños:
tejer y destejer
los distintos caminos que me nombran.

Con un hilo brillante, con un hilo de noche,
con la sombra de un hilo que se incendia.
Así escribiré.
Y aunque caiga sobre mí toda la violencia del mundo,
y aunque la muerte me lleve cada vez más lejos,
y aunque recuerde el nombre perdido del comienzo,
así,
escribiré.



de Corazón Sagrado,Viajero Insomne Editora,Buenos Aires,2014


LO QUE SE VA

Como la luz entre los árboles,
cada mañana.

Como una lluvia fresca
en medio del corazón:

  como la muerte;

como cuervos acribillados
sobre el asfalto,
carbón encendido,
sombra impura,
bajo la luz,
siempre,
entre los árboles.

Yo soy el que se va y el que regresa,

y el que se va otra vez.


LUGAR

En el fondo del agua
estoy
en el cielo.


EN VOS CONFÍO

Cuando era chico
en la Iglesia me regalaron
una estampa del Sagrado
Corazón de Jesús.

El rostro joven
no dejaba de mirarme
a los ojos,
al mismo tiempo que
la mano santa
señalaba su corazón,

      su corazón,

su corazón:

su corazón como una llama roja,
rodeada de espinas;
su corazón de fuego atravesado
por el mundo y la cruz;
su corazón divino y humano.

Entonces,en ese instante,
me di cuenta de que
el amor de verdad es un misterio
y que el dolor te hace más hermoso.

Para que brilles
y descubra tu belleza,

siempre,siempre,

siempre el corazón encontrará
una nueva manera de sufrir.



de jardín en movimiento (Hanan Harawi Ediciones. Lima, 2015)


de garden

Madre de la desaparición,
me ahoga tu sangre hasta en los ojos.
He bebido el aliento perdido de tu voz
y tanto vacío
me supera.
Cada tarde,
siento en mi frente
las gotas rojas de tu respiración
y escribo con ellas
en la pared
las últimas palabras
del criminal.
Desaparecida y nueva,
te nombra a cada instante la vegetación enferma.
El jardín es tu corazón.
Me obliga tu sangre
a gritar el silencio del mundo.



borderline

Quería caminar el silencio,
el delicado filo de las cosas.
Tenía nueve años mi voz.
Quería caminar.
Atadas las piernas y los brazos,
quería caminar.
Quería irme lejos,
el delicado filo de las cosas,
caminaba,
adonde sea.
Mis pies se cortarían y yo
caminaría tratando de huir.
Quería caminar el silencio,
atravesar una puerta que no existe.
El invierno es propicio
para que caiga la nieve
en forma de poema.
La nieve cae sobre mi piel.
Me incendio.
Quería caminar el silencio.

Tenía nueve años mi voz.
Quería dormir en el silencio
y que alguien me caminara.
Madre–Sonido.
Cuerpo–Ceniza.
Tenía nueve años
mi voz
cuando las palabras
me comenzaron a desaparecer.


cambios climáticos

Padre,
hoy te vuelvo a encontrar
en esta ciudad desesperada.
Charlemos sobre el tiempo
que es mejor
a conversar sobre otras cuestiones.
Hablemos de la lluvia o el sol
pero no me preguntes
sobre la muerte que nos sucede ahora.
La idea de parecerme a Jean Paul Sartre
aun me seduce
como el sonido de un cuchillo,
atravesando la realidad
(y no te lo digo).
Toda muerte
primero sucede en las palabras
para luego llevarse a cabo
en los ojos
(y no te lo digo).
Padre,
hoy te veo

y al mismo tiempo veo al que seré,
pero distinto.
Ya nada se puede hacer.
Es necesario.
Mejor,
charlemos sobre el tiempo.



retrato de enrique 06:00 a.m.

Estoy aquí
esta mañana,
mientras afuera los autos
atraviesan el mundo.
Como si no tuviera importancia
yo quiero decir
la noche,
pero en esta mañana es imposible.
Afuera los autos vienen para irse
al mismo tiempo que el sol
pesado se levanta
para mostrar que yo no voy
en ninguno de ellos.
“La realidad, la sombra de la realidad,
el gesto de la fuga es la realidad”,
digo,
sentado en mi cuerpo de escritor,
mientras me miro en el espejo
y pregunto “¿quién soy?,
¿quién me creo que soy?”
Entonces,
igual digo la noche esta mañana,
me paso la crema de afeitar
y no termino
hasta ver en mi cara
la voluptuosidad del color rojo.


tren fantasma

Alguien llora en algún espacio de la vida,
lágrimas de un chico que comienzan a caer
en la cabeza del desafortunado.
La locura es un par de manos de madre que no aguantan.
La locura es un par de manos
que pegan, que atan, que encierran.
(Por un momento
vi la llegada del tren.
Madres pegaban a sus hijos con un fondo de sol,
apagaban cigarrillos en sus pies,
los ataban a los asientos.
Luego, los desataban y los colgaban del pasamanos.
Luego,
los descolgaban y los pateaban de un lado al otro.)
Alguien llora en algún espacio de la vida.
Partirá el tren.
Partirá el tren en la inminencia de la noche.
Partirá el tren.
Partirá el tren y no puedo dejar de subir.
¿Volverán las madres a castigarme
como quien asesina y se disculpa?
¿Cómo se puede expresar el terror
de expresar la alegría del encuentro?




Barcas sobre la zarza ardiente, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2016


En la zarza ardiente

Desde esta absoluta oscuridad
veo a mi padre despedirse
con esa dignidad propia
de quien conoció
el mundo y lo habitó.
Acompaño a mi padre
en el gesto de su despedida,
en esta vida de hospitales
donde todo pasado es presente
y el futuro
es nada más
que una conversación.
Atrás quedan
los días de la noche,
las palabras
que debían madurar
para ser ciertas;
queda en el camino
la expectativa
de lo que no sucedió,
la verdad de la belleza,
su cuerpo inaccesible.
Pero ahora es el silencio,
el silencio que grita
el silencio
en la voz del bosque.
Pero ahora es el deseo,
el deseo de que el tiempo
vuelva hacia atrás,
cuando el invierno todavía joven
encendía
su lámpara mágica
y alumbraba el camino
de nuestro alegre porvenir.


Mi padre es leve

Mi padre es leve como una flor
cuando en otoño cae como las hojas
del libro que alguna vez leyó
al calor del invierno.

Cuando partas de aquí,
Padre,
partiré también.

Algo tuyo
quedará en mí,
siempre.

Y siempre algo de mí 
se irá contigo.


Las dos orillas

“Nuestras vidas son barcas en el tiempo
que navegan la memoria en desaparición”,
escribo,
mientras ahora la noche es un santuario
hasta que llegue el día.

No me dejes ir, tan solo,
hasta el país del sueño.
Puedo no volver
y así quedar anclado
en mitad de la vida.

No me dejes ir, por eso
tomo tu mano en la oscuridad
y creo que esa amarra
sostendrá mi cuerpo
entre las dos orillas.

(El sueño avanza en la noche
como un guerrero furioso
hasta el corazón.)

Y no me dejes ir, tan solo,
te lo pido,
acuérdate de mí
cuando vengas en tu reino.

Porque es noche y es siempre.

Porque puedo no volver
y tengo miedo.







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