viernes, 18 de febrero de 2011

3071.- ÓSCAR CURIESES



Óscar Curieses (Madrid, 1972). Ha publicado hasta la fecha Sonetos del útero (Bartleby Editores, 2007). Parte de ese libro fue parcialmente traducido y publicado en inglés (Revista Shearsman nº 79 y 80, 2009, Reino Unido) y en francés (Revista Le Fram nº 17, 2008, Bélgica),

y Dentro (Bartleby Editores, 2010 )
Ha participado en varios proyectos multidisciplinares como Biolencias (2008), junto al director de cine David Reznak y Cuerma (2004), con el compositor Juan Gómez Espinosa. Su poesía aparece recogida en revistas (Hache, 7 de 7, El coloquio de los perros, Ayvelar, etc.) y en algunas antologías de poesía, la última de ellas, Fuga de la nada (Bohodón Ediciones, 2009). En la actualidad escribe un diario ficticio sobre el pintor Francis Bacon, titulado Hombre en azul, y su primera novela, Matar a Mario.





Saturno

Cantos de sangre dentro de la nuez serán untosas frutas ante el vino derramado entre muslos sudorosos. Será el vástago de piedra quien de la deshecha cópula me siegue el alma negra de la boca y siembre. Solo el vacío talle de mujer enclaustra un rictus sucio entre los ojos de nuestros hijos y sus padres, y ellas, feas de bilis, malolientes, peinan traidoras manos. Cuelga el dios Saturno -la mano busca flor y encuentra falo- junto al reloj, allá donde sus hijos serán también muy pronto devorados.

La que envuelve la piedra

Te llamo y siempre comunicas pies con el vació de tu boca. Ahora responden clavos tus palabras, corren a la nevera del olvido y duermen, ¿ya no recuerdas ayer cuando tu sueño juraba junto a mi ventana húmeda un poco más que amor desencajado? Solo cenizas quedan en la tierra, sábana y carne sangran la semilla en mi interior de luto y semen blanco. Toca su paso la raíz descalza y ya las flores férreas incuban tallos y piel madera junto a un aire que es todo trágico y mentira, sí.


El hijo ciego o Hades

Auguras días de palabra suave, canción muy sangre: el álamo y la menta. No temas siempre desterrar el fruto del pobre pecho pobre de mi amor. Desperezados cántaros de almíbar forjan los besos en el jirón de Dios. Yo he sido, soy, la lluvia de tus campos fértiles: solo es para ti mi carne. Tu trigo pace leche y miel oscura junto a los muertos, allí, tú pregonarás amor a nuestros padres y hermanos, todos ellos vendrán pronto a nuestra boda. Vestirás tú el casco y cerraré la puerta y callarán.

(del libro Sonetos del útero [Bartleby Editores, 2007])












TRANSPARENCIAS MARINAS

I


Relincha el mar entre sus ingles húmedas y acudimos los dos a su reclamo. Las islas son hipódromos de sangre donde sudan nuestras crines en su esfuerzo por amarse.

Todo es perfecto mientras corremos líquidas playas porque nadie sanciona nuestro intento.

Cabalgamos en océanos de arena y transcurre nuestro tiempo. Brota el sol su sangre luz y todo lo abrasa, todo lo confunde.

Y avanzamos juntos-ciegos hacia el acantilado:

mar es piedra,
coágulo,

marea de caballos transparentes.


II


Se derrama el sol caliente del cielo sobre tu océano. Esta vez es para siempre, no habrá más amanecer: mis ojos se ahogan.

Y busco a Dios en lo oscuro, mas nadie desea ser atado a esta noche progresiva: Él quiere dirigirme, no ser dirigido.

Navego en este barco llamado ceguera hacia lo hondo, y aunque le haya abierto el vientre a las sirenas, sólo escucho la risa histérica del viento en mi rostro de sal rajada.

Y la flauta es como un mástil…. y la canción es muy oscura.

Toda vida es barco. Todo capitán es ciego. ¿Qué es el mar?


III


Dos caballos beben sal junto a las rocas del acantilado y el mar unta sus ojos muertos en las olas:

Todos somos caballos en el agua profunda e intacta, y todos regresamos poco antes de la vida al origen que nos dio la muerte:

Es así: coceamos al océano y no sirve de nada. Las aguas ganan siempre nuestro paso. Primero somos caballos, después piedras:

Queremos la partida eterna de la muerte para colmar el hueco y renacer a la profundidad.



(sección de Dentro, Bartleby Editores, 2010)





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