miércoles, 17 de agosto de 2011

4439.- BERNARDO FARRERA VÁZQUEZ


Bernardo Farrera Vázquez. (México)
Poeta de formación autodidacta. En el año 2001 cursó el Seminario de Poética impartido por el poeta y ensayista Gustavo Ruiz Pascacio. Obtuvo el segundo lugar en el Premio Estatal de Poesía Juan Bañuelos 2003 (Juegos Florales San Marcos Tuxtla) y el Premio Latinoamericano de Poesía Benemérito de América 2004 —categoría estudiantil— con el poemario Los istmos de Eros (UABJO, 2004). Fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y el Desarrollo Artístico (Coneculta-Chiapas) en el área de poesía en 2005. Actualmente estudia la licenciatura de Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Chiapas.



Poética

Hablar de poética es hablar de una zona oscura y silenciosa o blanca y ruidosa, que después de tanto hablar y callar, de hablar y volver a callar, definimos como poética. Los primeros versos, si somos exigentes, no son tales, algún intento, de Nervo, de Neruda, de Sabines. El primer asomo de poesía como en todo ser humano es el asombro del mundo. A quien en verdad es poeta, este asombro debe sobrevivirle hasta la muerte. Después viene el descubrimiento de la magia del lenguaje, las nuevas formas que, si son nuevas, pronto arraigarán y se convertirán en un lugar común. Para escribir poesía es necesario tener necesidad, quien no necesita escribir poesía pierde el tiempo. ¿Necesidad de qué? Se preguntarán muchos, pues tampoco lo sé, por eso escribo poesía. Quizá este pequeño poema logre arañar lo que no he podido decir:




Qué digo
Por qué digo lo que digo
De dónde viene lo que digo
No sé
Sin embargo estas palabras son como
Después de la noche un sol
Habiendo atravesado un pantano tierra firme
Una caña de pescar salvando del naufragio al pescador.







Poemas del oficinista ocioso
(fragmentos)

1

Soy un oficinista ocioso.
Estoy en el pozo de los ascensos.
Soy el primer peldaño de abajo hacia arriba
y el postrero inversamente hablando.
¡Oh! sabios San Lucas y San Marcos cuánta razón tienen.
Tengo 3586 compañeros en el sindicato
pero quienes verdaderamente me acompañan
son los ratones, las cucarachas y las polillas
que diariamente roen la monotonía del tiempo.
Mi fuerza está en la debilidad.
Mi importancia en la insignificancia.
Soy un cuadro,
un mueble oxidado,
un estante viejo,
no puedo faltar,
soy parte del inventario.
Soy un dios… ¿un dios?…
Sí, un Dios oscuro que todo lo ve y lo sabe.

Aunque las cabezas caigan.
Yo. Permanezco.



2

El área de trabajo
es una zona irreal.
Aunque afuera haya frío
adentro un viento tibio recorre las oficinas;
si el calor en el exterior
incide como montaña nevada;
la podredumbre más allá de la puerta
aquí la limpidez gobierna clara y precisa;
si la tristeza muy lejana
por acá la sonrisa fabricada;
si allá quietud
aquí movimiento.

Si allá armonía
acá el caos.



6

Busqué el amor por la playa
y me topé
con la sal tendida a pierna suelta,
a lo lejos una pareja se devoraba mutuamente.
Me disfracé de payaso con traje y corbatín prestado,
roja nariz ajena y sonrisa rentada,
pero al menor gesto de mi sonrisa,
caían lágrimas como granos de maíz.
Quise ser serio contador de números,
de fortunas de otros y sentirme importante.
Quise ser recto como las líneas del planchado de mis pantalones,
quise ser pulcro como el afeite de mi barbilla,
quise ser intachable como una hoja en blanco.

Sin embargo
no era más que un vil engañador
porque ninguna de estas vidas era la mía.



7

Si tuviera un hijo
no le llamaría la atención
por sus borracheras,
por su mala educación,
por sus excesos.

Lo dejaría libre sin atarlo a mí.

No le impondría un Padre nuestro, un Ave María,
un Hare Krishna…, un illah illa…,
pues parece grosero tratar a los otros
como tontos.
Si tuviera un hijo
ya hubiera muerto de vergüenza
siendo un oficinista ocioso.


[http://www.puntodepartida.unam.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=444&Itemid=29]






Calendario

El mismo día
(el mismo acento en la misma palabra)
a punto de desprenderse.
El calendario el mismo
colgado de la eterna misma pared ceniza.
La escena la misma,
las sombras entrando en multitudes
al encenderse el mismo quinqué
a la hora misma.

Dolorosamente se ha desprendido el día
y yo, no soy el mismo.



Epigrama
(Variación a un fragmento de Safo)

Tanta era la belleza de ese fruto tan alto
que nadie osaba tocarlo.
Era para la pura contemplación.

Después
de haber transcurrido polvo
se volvió magro áspero y sucio,
y aún así, acudían como enjambre las miradas…
de las moscas.







El traje

¿Las cosas hablan
por sí solas, dicen
lo que nosotros no?
¿Este saco tendido es acaso parte del Gerente o sin él ya no es más
que un demente?¿Débil o libre este raído dibujo abre los brazos,
abraza el aire? Sin rostro, sin corazón
colgado de un alambre cual equilibrista,
siente porque no tiene cabeza.¿Sus
pensamientos son ese enjambre revoloteando
sobre él o son los buitres desde lo alto; tal vez
pensará esas nubes o esos árboles? Sin viento agita
desesperado sus brazos…alguien viene por él,
oh Rimbaud su yo es otro.



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