sábado, 3 de septiembre de 2011

4543.- JOSÉ MARÍA ZONTA


José María Zonta
(Pérez Zeledón, Costa Rica, 1961)

Incluido en antologías de México, Cuba, Colombia, Ecuador, España, Francia, entre otros, ha publicado La noche irreparable (1985), Los elefantes estorban (1992) Tres noviembres (1995), Lobos en la brisa (1998), Juego azul (1998), Casarsa (2001), El Libro de la decadencia (2002) y Casa de la condescendencia (2010). Ha ganado varios premios de poesía en Costa Rica, Argentina y España. Es también periodista.






La mujer sencilla se enfrenta a la arquitectura de una ópera
y cae derrotada.
La mujer sencilla se pesa en la balanza desigual
y cae.
La mujer sencilla se contrasta con la complejidad
del matrimonio y cae derrotada.
La mujer sencilla choca contra los inciensos de Oriente
y cae.
La mujer sencilla cuenta los pisos del rascacielos
y cae derrotada.
La mujer sencilla trata de contar el número de la lluvia
y cierra los ojos.
Adonde mira todo supera sus sentidos.
La mujer sencilla intenta descifrar su propio genoma
y cae derrotada.
A la desnudez de la mujer sencilla la sorprende la moda
y cae derrotada.
La mujer sencilla se enfrenta a los protocolos
de la aristocracia y cae derrotada.
La mujer sencilla camina por el pasillo de conservas
del supermercado y se pierde.
La mujer sencilla se busca en la globalización
y no se encuentra.
La mujer sencilla encara la tecnología y cae.
La mujer sencilla trata de seguir las ramificaciones
de la política y cae derrotada.
La fragancia natural de la mujer sencilla se contrasta
con las marcas de perfume y cae.
La complejidad la embosca.
Pero la hoja que se desprende despierta
la brisa y la casa.
Sus senos están otra vez en la vanguardia.
El amanecer camina sobre la hierba, simple
como el hilo que nos une.
La mujer sencilla prepara un té con sus derrotas.
La sencillez no es lanza, es herramienta de jardinería.
Desnuda es una gota que el sol no evapora
y es su victoria.








Debes morder
cada sueño que amenaza escapar
cada estrella que cae al mar
cansada de sostener el cielo

cada oleaje
cada taxi que me aleja
cada canción
cada borrón en la ventana
porque podría ser mi alma

debes morder
las pirámides para que sigan en pie
las tribus de ternura y sus tambores
la estela que dejan las ballenas al sonreír
a mis amuletos de luz

intercepta y muerde en el aire
la flecha que me rompería en dos

muerde
la Radio Mariposa
los treinta lunes del mes
y la lúcida oruga
que arrastra tu boca a la mía

muerde distancias que separan
muros levantados
desnudos
invisibles
el olvido hasta volverlo río
la derrota hasta convertirla en beso

muerde
el silencio que lentamente
se nos hará futuro
la navidad aunque no te guste
el rostro escondido en su nube
muerde mis ojos atados
el humo de los abordajes
el tulipán que en mí creció

con tus dientes tan a punto de amanecer

muerde las ruinas que fui
el bosque que soy
las palabras que bajan de la montaña
con una vela en las manos

muerde la garganta y la sed
con tus barcos de mujer

porque si muerdes suavemente los galopes del amor
lo retienes para siempre.


Del libro: Tres noviembres
Premio Latinoamericano Educa.









No entrar como turista en el corazón de una mujer

haciendo fotos
dejando latas de cerveza
buscando sólo catedrales inmensas
y estatuas transparentes

con la mochila llena de mapas
y haciendo comidas rápidas

hay un país
siete ciudades
una cordillera y un invierno
en el corazón de una mujer

no bebas allí sólo un vaso de mar

no entres en avión
toma el tren de la media luna

no reveles allí tus fotos en una hora

si no hace demasiado frío
entra desnudo

no lleves paraguas

y sobre todo no tales árboles
en el corazón de una mujer

no acostumbran volver a crecer.

Del libro: Los elefantes estorban
Jaén, España







Soy un hombre con tendencias a usar escafandra
a abrir las jaulas en los zoológicos
a dejarme derrotar por las amapolas
a caerme de las motos
a tener frío
a buscar lo que no se me ha perdido
en los escotes
a escribir boletines
a tomarme fotos con las caras de los otros
a sonar campanas cuando quiero
que me prestes atención
a apuntar apellidos en mi pecho
a sobresaltarme con el calor de tus manos
a lavarme los ojos con jugo de naranja
y tomar pócimas

en fin

a amar las orugas
que nunca se volverán mariposas.








Amor mío
nos ha tocado la era de la ropa
de pantallas gigantes
transmitiendo almas enanas

el camino al sol nos lo han sembrado
de caramelos envenenados

cuesta admitir que no hemos avanzado
desde la Edad de Piedra a Sarajevo

nuestros amigos están allí afuera
tienen frío y sus hijos crecen contra el viento

nos han contado la leyenda
de los buenos y los peores
y no cabemos en ningún bando

y nos hacemos el amor para identificarnos
sin papeles

para salirnos de la foto
ver el futuro
morder una estrella

señores ella hace el amor
para curar la atmósfera
limpiar el mar
alumbrarme las cuevas del alma

enciendo una lámpara cada día
en honor de los que usan las manos
sólo para amar

me controlo
me disperso
me vuelvo esencia de la saliva futura

los niños están asomados a la baranda
de la vida
asustados
por favor no les enjabonemos el piso

ya ves amor
nos tocó la época de la ternura perfumada
aplaudida
manipulada

así que cierra las cortinas
y vuelve a darme otra vez
la dulce luz apagada de tu cuerpo.










Uno sale del trabajo
proporcionalmente feliz,
ojos contaminados
y compra unos vasos
casualmente dos.
Paga impuestos
recibe malas noticias y contra enfermedades.
Uno piensa improperios
para callárselos,
no acaba de entender la íntima relación
entre la juventud y la muerte.
Uno estudia filosofía
porque entiende que la vida es un tranvía,
recibe la lección y no la enciende,
uno es totalmente libre de hacer lo que quiera
dentro de su jaula.
Uno grita, quiere amar,
toma una cerveza,
no recoge el guante que dios le tira.
Envuelve la noche en hojas de soledad
y se aposenta en los bordes de alguna canción.
Uno hace esto y cree que es vivir,
pero se engaña quedamente.
Hasta que una mujer lo mira
lo aplaca, lo prende,
le atraganta la vida en los ojos.
Entonces uno ríe de sí
controla los gastos
ya no envidia a los gatos
y esparce amor.










Me voy a hacer el favor de amarte
yo
que nunca me traté con amabilidad
que no me quejé si las botas me apretaban
ni protesté por los millones de desayunos fríos

a partir de ahora
me haré el dulce regalo de besarte

tal vez eso no signifique
que duelan menos las palabras que duelen

ni dejar de cortarme al afeitarme el alma

no importa

yo con mis favores me alcanzo
me pongo una mano en el hombro
un abrigo si llueve
y me ofrezco así a los demás

sin el apoyo del gobierno
pero con el aplauso de las flores

voy a hacerme el favor
de bajar del tren
encender el fuego
y amarte.










En el año cuatrocientos dieciocho
mi alma quedó dividida
en dos zonas independientes:

la septentrional
sujeta a continuas migraciones de pájaros

y la meridional
que corresponde a mi alma propiamente dicha
y donde mi amor milenario por ti
se ha mezclado con la población
y lo han visto acarrear agua
limpiar templos
e iniciar una nueva Dinastía.
Generaciones posteriores inventarán nuestro origen
dirán que fuimos hijos de inmigrantes
que conquistaron las grutas y robaron
el secreto de nacer como el agua

y que nuestra civilización desapareció
porque los Dioses olvidaron incluirnos en las leyendas

que no merecimos el cobre
el bronce ni el hierro

que quedamos abrazados a la madera
aún cuando se quema

dirán que no te amé
porque no supe registrarlo en la piedra.











Entra en detalles cuando
le hables a ella de mí
dile que en mi jardín un trueno amaestrado
remueve el estanque

que no tengo antecesor ni rey

que en una pintura el tigre cae
sobre el ciervo y su mirada es incierta

que de mi calendario eliminé
nombres de días y meses
y entonces entiendo mi edad
en términos de luz y sombra

no tengo territorio ni historia

oeste y este están en la misma dirección

no soy un salvaje

entiendo los cantos de los campesinos
que recogen la cosecha

tu mensaje le dará de mí clara idea

si insiste en venir dile que espere el invierno

y que siga el camino de la lluvia.

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