Mario Manuel Bartolo Montalbetti Solari
(Lima, 1953) es un poeta y lingüista peruano.
Mario Montalbetti nació en Lima en 1953. Hizo estudios de literatura y lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Mientras era estudiante en la PUCP editó su primer libro de poemas, Perro Negro. 31 poemas en 1978.
En 1979 fundó junto con Mirko Lauer y Abelardo Oquendo la revista cultural Hueso Húmero. En el primer número de esta revista publicó uno de sus más importantes poemas, Quasar. En 1995 editó su segundo libro, sumamente experimental, titulado Fin desierto. En la década de los noventa publica dos libros más, el racional Llantos Eliseos y el excelente e intimista Cinco segundos de Horizonte.
Viajó a los Estados Unidos donde obtuvo el PhD en Lingüística por el Instituto Tecnológico de Massachusetts.
En el plano lingüístico es discípulo de Noam Chomsky. En el plano futbolístico se declara hincha del Sport Boys.
Obras
Perro Negro. 31 poemas Lima, 1978.
Llantos Eliseos
Cinco segundos de Horizonte
8 cuartetas contra el caballo de paso peruano
1917. Anotaciones de un profesor de lingüística de la PUCP (En: http://blog.pucp.edu.pe/blog/1917)
Bastante Menos Que Una Idea
No creas en la verdad.
No creas en la belleza.
No creas en el amor.
Siéntate al piano
sopla el corno
rasga la cuerda
y quedamos a la par.
No me alcances un beserol
si me duele la cabeza.
No repitas conmigo
películas que ya viste.
No creas que hay algo
importante en lo que haces.
Ni siquiera una buena acción
es tan buena como ninguna acción.
Octava nube o noveno cielo apartes
algún día el cuerpo será un hecho suficiente.
Fin Desierto (fragmento)
para Rocío
hay un desierto a la deriva
enterrado entre tormentas
hay un escorpión inteligente
tallado en cada muerte
y hay una muerte tras otra
entusiasmadas con la religión
aves frías te golpean la cabeza
y aprendes enseguida
hay un río dentro del río
fabricando fiebres delicadas
hay una puerta detrás de la puerta
y un bizcocho detrás del mundo
excavamos en los días de la tiza
vertebrado / invertebrado
escribimos para tapar los hoyos
y reparar las faltas
hay un ángel de barro acantonado en posición fetal
y al fondo un enemigo intolerante
hay un musco que contiene réplicas
de todo lo que has oído
hay un libro que repite todo lo que escribes
y otro que escribe todo lo que repites
hay un sol partido en dos
y una sombra espesa en la escisión
hay un perro perdido en el ojo de la horca
(cada línea es un río una calle un color imaginario
un número irracional en medio de una suma infrecuente
el rostro cambiante de una ventana un amanecer en tu boca
una lápida una lápida que no coagula…
porque cada línea contiene su propia ausencia
porque cada línea no importa
la escala termina con la forma
los ritmos y las texturas se desbandan sobre las dunas
la aridez se hace rama inquebrantable)
de todas las huellas / escoge la del desierto
de todos los sueños / el de las bestias
de todas las muertes / escoge la tuya propia
que será la más breve y ocurrirá en todas partes
decimos nada sobre todo
buscando a aquél que lo dice todo sobre nada
sobre la mesa hay animales vivos y flores amarillas de montaña
muertes simples que se clavan en la tierra como estacas de plata
estampas de los santos gregorio santiago y benedicto
la luna vacía y el sol de invierno
los pies de aquellos que pisarán los granos esta noche
los tambores los cuernos en espiral y agonías que besan los cielos
el violón de madera balsa las cuerdas de metal
todo está sobre la mesa
sobre la mesa las hojas de coca y los nevados
y los ríos de obsidiana
las piedras que se repartirán a medianoche
y la medianoche entera
besando el corazón de un cóndor y la voz de una mujer
que irá de casa en casa buscando a sus familiares todo esto
todo esto está sobre la mesa
¿por qué lo hacen de esa manera? así lo hacen así lo
hacemos
sobre la mesa las tormentas y los vientos y los lagos
de altura
la sed continua de las gargantas en las islas
el diario secreto de las amazonas
el manojo de rosarios cuyas cuentas no conocen
todavía
el paso fugaz de las yemas hacia la redención
todo está sobre la mesa todo esto
así lo hacen así lo hacemos
cañas negras vibran entre sus labios
saliva espesa lame las caries negras
cerdos de patas negras con negras circuncisiones
merodean en silencio
todos lo saben todos los han visto
y están todos ciegos de ver tanta ausencia
se ha ido
puso al ave intoxicada
sobre el abismo y dijo
alcanza al ave de fondo
y resuelve el suspenso
de toda esta geometría
vuela en silencio
abriéndote al espacio
que no toma en cuenta
el espacio que ocupan
las cosas llamadas reales
el ave descendió tres
tormentas espirales
y encontró al ave
que laceraba su letargo
colgada de un rayo de porcelana
aquí hay alguien
que se ha ido y que ha dejado
esta succión i>
y termitas en todos los peldaños
y en todo este espacio abierto
los niños nacen sin cerebro
y encierran sus cabezas en bolsas de plástico
y deambulan por el desierto
como astronautas atormentados
medio millón delicadamente
desolados por esta versatilidad
de la repetición
hallan
un muslo un fémur un párpado
y una sanguinaria homilía sobre esta visión
que no hay ojos que vea
propiamente
porque es aguja y agujero al mismo tiempo
el mismo nervio
óptico
y en todo este espacio abierto
los senos están secos y las tibias tibias
hallan
el gran decorado de fondo que sigue su viaje
más de lo mismo tras más de lo mismo
como una piedra encerrando el fósil de una piedra
todo este espacio y ningún lugar donde ponerlo
vacíos
los niños aspiran el ágil plomo de las tardes frías
y cargan de tumor sus tristes tálamos
sordos a las palmeras
bajo cuyas palmas se indigestan
y ciegos
con cada muerte me vuelvo más lento
menos elegante y me recuesto en piedras
que son cráneos dormidos en el desierto
mi lengua está tatuada de sed
y las tormentas caen como flores
que caen de otro planeta
por fin el fin que no admite comienzos
o esta redención
entierro mis ojos
estudio mis manos mis uñas
son rabia fosilizada
persistencia del cólico de los árboles
ramas negras contra el cielo dorado
y el invierno sobre el invierno
el tiempo transfiere su ponzoña al paraje
los sueños nos despiertan picoteándonos los ojos
persistencia del cólico de los océanos
el primer sonido es un eco del último
peces de agua dura rellenan los desiertos submarinos
siete pozos son los siete días y veinticuatro
muelas las horas decapitadas por la marea
persistencia del cólico del fuego
naufragio de las hojas de té en agua hirviendo
una pared blanca con cien sombras que danzan
entre lluvias secas un fandango sangriento
él muere ella murmura y muere
persistencia del cólico del colibrí
por eso mira fijamente a la muerte en los ojos
y le hinca el pico afilado hasta dejarla exangüe
y transfórmale sus oscuros humores
en néctar absurdo que sólo la adicción redime
persistencia del cólico de los perfumes
llevo en atados aromas sombríos que emanan de la tierra
lentos desastres son estos cantos de amor
esta montaña gris o esta bola de acero
este ascenso inesperado a 5000 metros
el vago huayno que me trajo hasta aquí
describe lechuzas negras y amores cortos
ensangrentados
ver en la oscuridad o a través de ella
caer de aviones
danzar al son de once arpas afiladas
el altiplano me debilita / nunca estuve ahí
nunca estuve ahí
ese ichu inerrante o esta mesa turquesa
esta muerte no es muerte
cómo será tirar a 5000 metros
estrangulado por el aire raro
o por el vómito de un ave carbonizada
nunca estuve allí
nunca estuve ahí
nadie está bien
esta débil precocidad de la sinrazón
este vado
este viento que otras bocas chacchan
más voraces y más insanas
nunca estuve ahí
arden las hojas secas
verdes fuera de si
lo que cambia entra
en combustión
se vuelve otra cosa
de otro color
en el estanque las carpas
rojas escarban
donde el espacio
no puede entrar
toma té
tres sorbos
tres veces
del corazón emigran
sueños solitarios
siguen las direcciones
de las ramas que caen
sobre el agua
solamente en una canasta
de vientos
puedes llevar tu vida
el fuego pesado de la hoguera
reconoce el carrizo
y huye de las malas
lo que adquiere forma
está condenado
a perderla
té / tres sorbos más
Ya No Te Quiero, Pequeña
Ya no te quiero, pequeña
ahora amo a los caballos.
Mañana amaré a las islas
y pasado será alguna ave.
(Tal vez en tres años
te vuelva a amar).
Y luego serán las vacas
pintas y luego serán
los minerales ?tú sabes, el
cobre, el hierro, el?
y luego serán las ciudades
(alguna que otra jirafa)
y luego los puentes.
Antes un arcoiris que amarte, pequeña,
ya no te quiero
ahora amo a una mujer
que disuelve sus cuerpos
en las lluvias del otoño
iluminada/ anudada/ inundada
por el neón brillante
del poste de alumbrado público.
(Oh pequeña)
ya no (te quiero
Oh mujer)
ya no te quiero
sólo amo a las calles que me alientan
hacia la noche mientras la noche
ya no es noche sino mar y el mar
tumba de sonámbulos océanos, licor.
Una sucesión de amaneceres
No sabes lo hondo que es lo vasto que es
viajar serpentino entre los rayos de una bicicleta
robada al vecino
Así aparece el primer tema rodando por las arboledas
una buena mañana el primer tema que es el tema del miedo
del miedo a caerse al suelo del miedo a las cosas
a las que tenemos que acercarnos para verlas de cerca
del miedo a lo que repta como si caminara miedo
a perder el habla miedo a perderlo todo que es el miedo
a morir que no es lo mismo que el miedo a la muerte
morir es un acto cometido fuera del verso
es ilegible es arrimado se muere siempre afuera siempre
entre ruidos siempre en suburbia morir es un ademán
como quien entra en actitud de ejecutar algo
sólo que nada y sólo que siempre al final
la muerte en cambio es parte del verso se diría
parte misma del verso es un cuerpo extraordinario
no sabes lo hondo que es lo vasto lo impredecible
más impredecible que la danza de una lengua de fuego
más impredecible que un mal sueño al tercer día
de haber emprendido un viaje esto es lo más impredecible
lo más impredecible es lo que vas a pensar a continuación
ahora que ya te has gastado todos los puntos seguidos
porque todo absolutamente todo cuenta
el primer tema es el tema del miedo es el tema
de las dos miradas que cruzan a mitad del ojo
el tema de las dos miradas que se cruzan sin verse
dando simplemente la sensación de un encuentro
que no se ha llevado a cabo como si una bala
pasara cerca del hombro y dijéramos casi mientras
sentimos una ligera vibración en el aire un silbido
plateado casi un temblor helado un mal de ojo
que nos envuelve sin dejarnos reaccionar
y emergemos perplejos y emergemos hastiados
de tanto hablar en lenguas
pero igual gracias por preguntar
gracias por registrar con esmero las insoportables
diástoles de la pasión insoportables
no sabes lo hondo lo vasto lo bello que es
De Cinco segundos de horizonte:
COMA BERENICES
Que aun en las aguas de la ensenada
el hábito abuse una misma derrota
y que esta sea seguida, alba y ocaso,
por navíos y derivas en delirio imitado,
sus quillas afeitando el rumor rosado
de invisibles corales ¿no es una lástima?
Parirse resta con velas blancas de este caldo
de pronombres importados, tomar la altura,
plegarse al viento, crudo como el algodón,
burlar Camotal y Abtao, y entonces fugir,
como se decía antes, fugir de las mechas
si es preciso, con las intremidades intactas.
Un ave. Un mar. Un video al límite, cinco
segundos de horizonte y a ver qué haces.
EL PERUANO PERFECTO
¿Quién es este hombre? ¿Qué hace este hombre?
¿Por qué está sentado bajo el cobertizo de su casa?
¿A quién espera sentado bajo el cobertizo?
Esta es su casa. Esta no es su casa.
El hombre nació en Perú pero ahora vive en Arizona.
El hombre vive solo en Arizona. El hombre vive
exactamente a 6104 kilómetros de su esposa
y de su hijo. Esta es la casa del hombre.
Esta no es la casa del hombre. ¿Por qué está sentado
bajo el cobertizo de la casa? El hombre prepara
una clase de filología. El hombre es profesor
de filología en la Universidad de Arizona.
Mañana es la clase. El hombre prepara la clase.
El hombre se sienta bajo el cobertizo y prepara
la clase. Eso es lo que hace el hombre.
¿En qué piensa el hombre? En la clase de mañana.
El hombre agrupa las palabras angosto, angustia,
angina y observa que comparten una misma raíz.
¿Por qué se levanta el hombre? ¿Por qué abandona
la sombra del cobertizo y se dirige a la cocina?
El hombre se dirige a la cocina porque ahí están
los cuchillos. El hombre va por los cuchillos.
El hombre se dispone a afilar sus cuchillos
mientras piensa en un grupo de palabras.
¿Por qué afila los cuchillos en lugar de gozar
del sol o beber un vaso de agua fría bajo
el cobertizo? El hombre afila los cuchillos
y deja de pensar en la clase. ¿Por qué ha dejado
de pensar en la clase? ¿Por qué sigue afilando
los cuchillos una vez que ya están afilados?
El hombre guarda los cuchillos en una gaveta
de la cocina. El hombre ha terminado de afilarlos.
El hombre regresa al cobertizo. ¿Por qué
regresa el hombre a sentarse bajo el cobertizo
de la casa? Esta es la casa del hombre.
Esta no es la casa del hombre. El hombre
está sentado bajo el cobertizo. Ya ha preparado
la clase de mañana. Ya ha afilado los cuchillos.
Ahora prepara el hombre su propia muerte y resurrección.
FONDO DEL POEMA
Nada seduce más al hombre, no el paso meditado de la sombra de
un animal, no la vida, no el ojo negro de la muerte, no la muerte, no
la tenacidad del deseo, nada seduce más al hombre que un abismo.
Ante él, el hombre siente una indecible necesidad de arrojar algo,
una envoltura de papel, una moneda, una idea, lo que sea, incluso a
sí mismo, con tal de verter algo en su largo vacío. Y esto es lo más
curioso: si no encuentra nada que arrojar, hace algo plenamente
romántico: escupe. Y luego sigue con la mirada las evoluciones de
la mancha blanca de saliva deformándose en el aire durante su caída.
Digamos que dura cinco segundos.
Hay abismos morales, sexuales, psicológicos. Hay también abismos
poéticos, versos que caen de barrancos marrones a playas de arena
negra, acompañados de la mirada absorta del poeta que se deleita
con las contorsiones de las sílabas abismo abajo.
La mancha blanca llega al fondo. La mirada absorta no llega a él,
solamente lo intuye y es siempre lo mismo: un esplendor blanco,
algo que sobrevive, una tercera cosa, y una inconsolable felicidad.
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