lunes, 14 de febrero de 2011

3023.- ANTONIO GÓMEZ HUESO


Antonio Gómez Hueso (Torredonjimeno), provincia de Jaén. 2 de agosto de 1953; Escritor español. Reside en Torredonjimeno, donde trabaja como profesor de Secundaria.
Natural de la localidad giennense de Torredonjimeno, donde vive en la actualidad. Ha publicado cinco poemarios: "El vacío al desnudo" (Editorial El Paisaje), "Cien pájaros cortejando al Fénix" (Edición del Patronato de Cultura de Torredonjimeno), "Piedra y agua en el coito de los siglos" (Editorial Alcance, Andújar), "Jazz que disipa las nubes" (Edición del Centro de Estudios Históricos de Andalucía) y "El más bello jardín" (Editorial El Taller del Poeta). También es autor de la obra de Teatro: "Antonio", estrenada por la Agrupación Lírico-Dramática "Barahona de Soto" de Lucena y que es una introspección mágico-histórica sobre la vida y la obra de Antonio Machado. Igualmente se ha editado su relato "Negrocarbón y las Siete Gigantas", Primer Premio del I Certamen de Relato Infantil Ecológico de la Junta de Extremadura (Editora Regional de Extremadura).
Parte de su obra puede leerse también en antologías poéticas nacionales e internacionales. Ejerce como miembro de diversas asociaciones literarias. Ha desarrollado también una extensa actividad periodística. Colabora actualmente en los programas "Circuito literario andaluz" y "Tardes con las letras" del Centro Andaluz de las Letras.
Poesía
1986 El vacío al desnudo
1990 Cien pájaros cortejando al Fénix
1996 Piedra y agua en el coito de los siglos
2003 Jazz que disipa las nubes
2008 El más bello jardín

Narrativa
1996 Negrocarbón y las Siete Gigantas






DE Jazz que disipa las nubes


marañas dantianas

Perdido en Rávena,
pero aspirando los aromas florentinos de su niñez,
Dante recorre su particular infierno
y lo plasma en un libro.
Penetra en los tres reinos del más allá,
experimenta la muerte en su esencia,
sacrato poema rime,
vitupera al fuego y a la carne insaciable.

Pero luego, al declinar de la tarde,
rodea cinco veces el camposanto
y orina en su muro norte.





manifiesto

Nunca existió el milagro
como no vive la muerte nunca.
Inevitable es pasar,
ser arrastrado por el laberinto
y no volver jamás.

Pero en medio
algo inaudito, inmenso:
la vida.






fugit amor

Amplio elenco de atardeceres
(para tus máscaras),
suntuosidad del ser,
abrumadora esperanza.

Celebración de la visión alternativa
que vislumbra misterio y acechanza,
singularidad de la sabiduría interior
que todo lo alcanza.

Imposible es no constatar maravillas,
transformar la emoción clara,
inventariar los placeres internos,
creer que se es feliz, sin serlo.







man ray

No creeré, Man Ray, sino en tu solarizado mundo,
rayogramas periodísticos, fosilización de la existencia,
cuando hasta el arco iris era blanco y negro,
a salvo de manipulaciones cinematográficas,
o de reportajes sensacionalistas, sin conciencia.

Tenebrista yankee,
elegiste beber la luz parisina,
el way of dream por el way of life,
y un cierto blues nostálgico compañero

Domador de sombras y fulgores,
barajaste la autenticidad de un tiempo,
reteniendo gestos y manifiestos,
humanizando recuerdos ajados,
hundido en remolinos y experiencias,
jugando y recreando paisajes al viento,
sugiriendo el doble hálito de la vida,
más allá de lo verosímil y de lo cierto,
en un divino y loable empeño,
por retornar a la virginidad perdida,
por refundar lo simple con lo bueno.

No creeré, Man Ray, sino en tu mundo de ensueño.








Elegía a Miguel Hernández

(En Alicante, ni su pueblo ni el mío,
se murió aquel rayo, Miguel Hernández,
quien tanto quería)


Yo quiero ser llorando el prisionero
de la celda que ennobleces y habitas,
compañero del tiempo, tan sincero.


Alimentando ilusiones y cuitas,
deshojando poemas y esperanzas,
vas consumiendo las horas marchitas

mientras fluyen, locas, las añoranzas.
Tanta injusticia se agolpa a tu lado
que todo lo veo con desconfianza.

Un abrazo tierno, un beso honrado,
un llanto amargo es mi único consuelo,
un furioso vendaval te ha llevado

No hay dolor más grande que el de mi duelo,
sufro mi amargura y tu cruel ausencia
y siento más tu tumba que mi suelo.


Camino protegido por tu influencia,
teniéndote presente, sin tenerte,
llevo en mi corazón esta dolencia.

Temprano te llegó la mala muerte,
temprano se cerró la madrugada,
temprano se fue el daño sin vencerte.

No perdono a la guerra despiadada,
no perdono a tus viles delatores,
no perdono al destino ni a la nada.

En mi mente oigo llantos de pastores,
un río de lágrimas de poetas,
hombres y mujeres, tus bienhechores.

Quiero entrar en la tierra por las grietas,
quiero buscar tus restos y encontrarte,
hasta ver tu semblante entre siluetas.

Quiero escarbarlo todo hasta abrazarte
y besar tu renacida figura,
protegerte, mirarte y despertarte.

Volverás al monte y a la llanura;
por las orillas frescas del torrente,
llevarás en tu cuerpo la hermosura

de las inquietas aguas de la fuente.
Volverás a los campos de tu tierra,
con tu mujer, tus hijos y tu gente.

Guiarás a tu rebaño por la sierra,
contigo mi alma reluce y asciende,
la feroz pesadilla escapa y yerra.

Tu voz amable todo lo comprende,
alivio de las ovejas miedosas,
que a las cabras reconduce y atiende.

Frente al arroyo de orillas brumosas.
con la sombra del chopo de testigo,
hablaremos de todas nuestras cosas,
amigo de desventuras, amigo.








Johannes Vermeer (1632-1675)

Quisiera haber vivido aquella tarde de Vermeer,
al desamparo de nubes grises en Delft,
sintiendo la placidez del legendario día,
del tenue sol vespertino,
más allá de las torres.

Y me hubiera gustado corresponder a tu mirada,
a tu pálido encanto, "joven de la perla",
y reptar por esos sensuales labios entreabiertos,
sobre tu figura cándida y acogedora.

Y embriagarme con esa luz drástica,
que anima y abraza los ancestros,
que trasciende y ensalza la urbe desolada,
sobre las espectrales sombras del canal.

Quisiera haber vivido aquella tarde de Vermeer,
ser la figura que falta entre tanta soledad.




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