lunes, 1 de noviembre de 2010

ANTONIO LUCAS [1.683]

La foto es de Begoña Rivas

Antonio Lucas

Antonio Lucas (Madrid, 28 de diciembre de 1975) es un poeta y periodista español. Licenciado en Ciencias de la Información. Desde 1996 trabaja en el diario El Mundo de Madrid, donde actualmente es redactor de la sección de Cultura y columnista de Opinión. Como poeta ha sido ganador del Premio Loewe (2014).

Publicaciones de poesía y premios

Antología 1995 - 2015, veinte años de su poesía en Fuera de sitio (Visor, 2016).
Vidas de santos. Círculo de tiza, 2015.
Los desengaños (Premio Loewe 2014). Visor, 2014. ISBN 9788498958638.
Los mundos contrarios (XXX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla). Visor, 2009. ISBN 9788498957242.
Las máscaras. DVD Ediciones, 2004
Lucernario (Premio El Ojo Crítico 2000). DVD Ediciones, 1999. ISBN 9788495007179.
Antes del mundo (Accésit del Premio Adonáis de Poesía 1995). Rialp, 1996. ISBN 9788432131141.

Inclusiones en antologías de poesía

Yo es otro. Autorretratos de la nueva poesía. Edición de Josep M. Rodríguez. Barcelona, DVD, 2001. ISBN 9788495007509.
Veinticinco poetas españoles jóvenes. Coordinadores Ariadna G. García, Guillermo López Gallego y Álvaro Tato. Madrid, Hiperión, 2003. ISBN 9788475177786.
La lógica de Orfeo. Edición de Luis Antonio de Villena. Madrid, Visor, 2003. ISBN 9788475229263.
La inteligencia y el hacha. (Un panorama de la Generación poética de 2000). Edición de Luis Antonio de Villena. Visor, Madrid. ISBN 9788498957471.
Quien lo probó lo sabe: 36 poetas para el tercer milenio. Edición de Luis Bagué Quílez. Institución Fernando el Católico. Zaragoza, 2012. ISBN 9788499111919.

Arte

José María Sicilia. Fukushima-Flores de Invierno. Edita: Acción Cultural Española (AC/E), 2013. ISBN 9788415832706.
Soledad Lorenzo. Una vida con el arte. Exit Ediciones, 2013. ISBN 9788494058523.
Virxilio Vieitez. (Colaboración: La revelación de lo inmóvil). Fundación Telefónica, 2010. ISBN 97884152822011.
Manolo Valdés. Esculturas en Nueva York. TF Editores, 2010. ISBN 9788492441501.



PRISION DE LA MEMORIA

Si bastase una palabra para olvidar la sed.
Si la música fuese una sombra descalza.
Si tú no fueses tú, ni yo mismo siquiera.
Si el océano es sueño de cruces arrasadas.
Si lo absoluto es la luz, y ésta el atrio de la niebla.
Si hundieses lentamente lo quieto de tu voz
en lo fatal de mi mano.
Si fuiste en cierto día esa verdad tan bien mentida.
Si un reloj desconsolado ya es el tiempo.
Si no te vuelvo a ver.
Si no te he visto nunca.
Si rompo este cristal de aguas repentinas.
Si de vacío celeste son tus hombros, son los míos.
Si alguna vez odio los mapas porque van a ti,
como una lumbre a oscuras.
Si todo beso es labio en vencimiento.
Si del lado más puro de la vida...
Si del lado más puro de la vida
nace el ángulo indeleble del olvido.
Si poema es el nombre que toma un grito cierto,
¿dónde éste ha sucedido?
Si aún fuese posible ya nunca recordarnos,
vibrar como el adiós, cuando la luz clarea,
cuando la noche esgrime su blanco puñal de ave,
sin más piedad que un dios cosido a la alegría.
Si aún fuese posible, digo, estar lejos de aquí
no habría dicha, ni cumbre, ni más alto jardín
que esta ardiente sed hecha de abril y desmemoria,
de ópalos como coronas para aquella que no fuiste.

(Del libro Las máscaras, DVD Ediciones, 2004).



CÉSAR VALLEJO

No hay sílaba de indio más quebrada.
No cabe en la mano tanta tristeza, ni en jueves.
No puedes oírme, pero yo te digo.
No puedes oírme aunque te escriba a gritos,
del revés, crucificado,
o deje caer en punta, sobre fieras cúpulas de orden,
una forma azul de corazón, un pan recién nacido.

*

Ignora el pájaro tu pecho forjado en la ternura,
el linaje de tu frente con querencias a la noche.
Ignora el fulgor del cáliz tu cadáver de pobre con corbata.
El miedo ignora que su sangre fue antes lágrima en tus venas.

*

Quisiera para tu gloria la ciencia prieta de una rosa.
Quisiera para esta tarde el álgebra de tu extravío.
Quisiera el amor sin dinamita...
pero más allá y más cerca de cuanto la luz esconde,
quisiera en el surco de tu nombre, y en tu costado mestizo,
y en tu estatura con hambre, fundar una hermandad oscura
como la carta astral de los naufragios.

Los mundos contrarios (2009)
XXX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla.




“…Qué silencio en tu estampida.
Qué fija la voz que no me llama
desde esa eternidad…”
AL

Estar solo

Contigo he descubierto
que puede ser la ausencia un manso amarre.
He visto teñirse de desván la noche

conmigo dentro.
Escapar vaso arriba
con un doble vapor de ginebras.
Pues nada termina donde acaba su extremo,
donde parece sonar el fin de las cosas.

Hay un silencio que vive de ser quemadura
en lo que ya no está cerca.
Un daño que deja su agravio implacable
en los nombres,
en los guantes vacíos,
en la almohada de escarcha,
en el ensayo de un hombre consumido despacio.

Estar solo es fingir cuanto ya se ha ido.
Sentarse y desgranar un orden que no existe.
Buscar de una promesa su espejo enterrado.
Sostener la mirada en lo infinito del muro,
en el reloj de pared que es molino de sombras.

Estar solo es pensar un latido a destiempo.
Dar noticia de nadie.

Vivir sin saber,
interrumpir todo eco,
si acaso inventar una frase de escarnio,
una esperanza de timbre sonando,
un tenso aparejo de luz en el cuarto de al lado.
Y nada por dentro.

De: “Los Desengaños”


Traición

No existe la verdad, tú lo decías.
Y si existe una verdad siempre es culpable
de cerrar así otras puertas más exactas.
Yo te miraba para vivir.

Conozco el extrarradio de tu infancia.
He visto las máscaras más necias de cuantos te quisieron.
Amé tu cuerpo y la ruta de sus bordes.

Estaba en ti de siempre,
como se ama a quien un día se abandona.

Y el aire era aquello que de tu ser me invadía
con su disfraz de vela,
con su milagro de palacio.

Y ‘si después de morir nos levantamos’…

Alguien debiera callarme ahora,
decir la fecha de mi muerte
como se pronuncia un bosque,
una fuga, un violento fruto, una célula que arde.
Dejar inscrita en mi sangre la llamarada
que labra lo que el olvido dispensa.

Y que en mi juventud sin afán se disuelva,
sonriendo a lo oscuro y al azul de las cosas
que no hemos probado,
como si huir fuese estar libre.

Como si ser libres fuese algo más que el silencio
entre dos seres vencidos
por sus alucinaciones.

De: “Los Desengaños”



BREVE HISTORIA DEL HOMBRE

Aquello que rodea estrepitosamente un lugar que nadie habita,
casi un bosque.
Allí donde un cuerpo es forma de paso, balanza sin medida,
jaula sobre lo impuro ensartando ritmos. Y es paz después de todo.

Oscuras sirenas en torno a la memoria,
bocinas y grisú hasta comunicarme. Húmedas manos.
Soñar es nada, clamó Ungaretti.
Traficar con labios y quincalla, con amor, minúsculos engaños
que cortan como un vino el pecho de lo hombres.

Drogados de lo necesario, dotados como animales de llanto,
de madre y enemigos,
aceptamos el destino de ser eco de sombra,
aceptamos el prestigio de ser
                               lo que no fuimos.

De: “Los Desengaños”




NOCTÁMBULOS

Sabemos que la noche existe
porque nunca conquistamos sus afueras.

Sabemos que la noche existe
porque es prehistoria de la luz,
portada del origen,
y no cabe en su asfalto una verdad tajante,
ni el lujo malvendido de las indecisiones.

Sabemos que la noche existe
porque la tarde cayó al suelo,
porque toda risa es previa a la cordura
y hay restos de niño bajo la piel de los charcos
y un agua de vida en las manos del ciego.

Sabemos que la noche existe
porque en ella el amor es predicado,
un tóxico cualquiera,
y van todas las bocas hambrientas sin saberlo,
cerrando cicatrices,
trazando sin temor un atlas de agonía,
despeñando entre los nombres su deseo.

Sabemos que sabemos de la noche
porque a cierta hora
                     uno acepta que sólo puede ser
el último eslabón de la pureza
o el sol de la derrota de sí mismo.

De: “Los Desengaños”




RILKE

Imaginaos la vida como si fuera esto. Exactamente lo que veis y lo que os duele. La misma sombra muda en cada hombre. El hielo. El fulgor de un sueño y su quebranto. El abrir los ojos y educarlos (sin pasión) a no entenderlo todo. Jamás darle a las cosas su significado exacto. Asumir desde el origen ya la muerte. La belleza con que ésta se disculpa. Sólo así la soledad cumple su ciclo y es un alto don irrenunciable. Mi soledad y yo. El color de mi orina. Las rosas feroces. Los deseos. Despertar en la noche con la infancia anegada bajo el portal del párpado y sentir que lo terrible es un momento entre dos nombres. Que todo éxtasis es un desván a destiempo del mundo. Es un rumor de flor que no se pudre. Yo quise escribir con el ansia del que llega a existir demasiado tarde. Escribir por no lastimarme.
Por ser transparente. Anticipar mi extrañeza y después confirmarme en
ella. Yo, Rainer María Rilke, mitad miseria, mitad maravilla. No saber vivir más allá de mí mismo: ésa fue mi conquista.

De: “Los Desengaños”




Huellas

Borra toda huella que dejes a tu paso,
cualquier surco vital
cualquier ruido de arteria.
Que sólo haya memoria en tu memoria
y aquello que quisiste sea invisible como un dios o su demencia,
humilde como un agua golpeando las galaxias,
casi un mundo que al mirarlo acaba,
una luz de treinta y pocos años parecida al vuelo de la luz
de un escenario,
un delirio esquivo
como el pulso malherido de los faros.
Entonces serás dichoso por esa historia de amor.
Porque no urbanizaste en ella un invierno barato
ni hiciste de su ciencia ligera mercancía,
fanfarria del aplauso.
Pues lo que no se anuncia no se pierde para siempre.
Así se fabrica la vida.
Así he pronunciado tu nombre.
Así he levantado en mi casa un idioma sin rastro
e inventé para ti la alegría.
Antonio Lucas

De: “Los Desengaños”




INOCENCIA

De la infancia, del oxígeno donde la tarde se ensancha.
De todo lo disuelto.
De la rica vena del estar vacío.
De tanta selva desganada: de ahí viene
el mundo.
No has traicionado aún lo que amas.
Crees venir de lo que el cielo devuelve
y suena tu risa a junio, a río innumerable,
a cabaña.
Yo te quiero sobre esta tierra lavada.
Yo que acabo donde el sol unifica pasiones.
Yo que nombro las cosas con derrotas que simulan palabras,
emitiendo sonidos que al decirse estallan
y habitan los albinos tejados del idioma.
Por eso acelero mi vida hasta otra vida.
Y si tú me preguntas qué puede delatarnos,
qué sonoro escombro es amor, qué sangres reúne,
qué juventud humillada es la nuestra,
qué desencanto traspasó los años
y las ardidas cosechas de la amistad...
Si me preguntas,
no sabré decir qué sucedió.
Ni si este breve forcejeo de cuerpos
ha servido para algo.




El poeta madrileño reúne veinte años de su poesía en Fuera de sitio (Visor, 2016).

                            HOMBRE A OSCURAS

                                                        [A Vera y Jesús Ruiz Mantilla]

                            De la noche recuerda lo que no ha sido el sueño.
                            Tu cuerpo y su cuerpo, el cataclismo de abrazos.
                            Las voces de afuera.
                            La vida creciendo con su infernal abalorio
                            y su ruido en nosotros.

                            Va para un año que estamos aquí
                            sin avistar aún naufragios,
                            y somos despacio la fundación de otra selva,
                            el caldero que acoge lo que dos se descubren,
                            las palabras rehenes,
                            el contigo que avanza de mi noche a tu lumbre.

                            Te he visto a mi lado, rumbo ciego a deshoras,
                            enmudecer como un pecho.
                            En redonda unidad
                            dibujar una infancia
                            para amarme otra vez
                            o hasta odiarme despacio.

                            Este íntimo hambre de saber que aún no duermes,
                            pero estás a mi lado.
                            Esta arteria de sombra.
                            El sanar en lo oscuro la herida del día
                            con secreta herramienta de voces,
                            con cruda progenie de manos.

                            Qué falta de ti en lo callado del cuarto.
                            Cómo insiste el idioma en lo que nunca se ha escrito.

                            Hay certezas que calman sin ocupar el espacio,
                            y calientan los vientres,
                            y retardan la nieve en la provincia del daño.
                            Hay una esbelta piedad en la nunca aprendido,
                            mundos de sol donde ya no amanece.

                            No muy lejos de ti un hombre respira con casera 
                            intemperie].                     
                            Su insomnio es amor,
                            lento oficio y remedio.
                            Aceptar la pendiente de una luz que se apaga
                            es su sólo ademán de estar quizá solo.
                            Y pregunta a su sangre.
                            Y responde a sus ecos.
                            Y es un árbol vibrando.
                            Y al callar se rebela.
                            Y se sabe memoria
                            de otras noches en vilo
                            extrañando en lo hondo (con ojos abiertos)
                            un contorno templado,
                            un nocturno calor o lingote de cuerpo.

                            Y es el más alto don ese estado de alerta,
                            ese tiempo tan quieto.                                                
                            Pues quien no conoció la tristeza
                            ignora que amar no hace ruido.



                                        
                         FUERA DE SITIO

                            Imagina que el tiempo sólo es lo que amas:
                            unas pocas palabras, unos seres exactos,
                            unas horas muy lisas, una playa (quizá)
                            donde el daño no acecha.

                            Imagina la vida como no lo es ahora,
                            no quiero decir como algo perfecto,
                            sino un resplandor, cierto abril de muy lejos,
                            un tributo al azar sin otro destino
                            que el confín fugitivo de un eco sin rostro.                       
                            Y después cualquier cosa. 

                            Con qué precisión va la edad hilvanando el espino.
                            Y qué extraña la urgencia de ir en pie hasta la ola,
                            celebrar lentamente que aniquile mi huella,
                            mi escritura de hombre, mi certeza de surco,
                            ser la alta misión de lo que nunca concluye
                            como no cierra el mar su recado en la orilla.

                            Pero no es estar quieto la razón ni la meta,
                            sino un querer más pequeño, una conquista más clara:
                            ver la vida llegar de su noche a tu noche
                            en un cuerpo ajeno,
                            pronunciar su silencio,
                            abrazar su alambrada,
                            desear su vacío,
                            delirar sin camino, sin mapa, sin fuego,
                            hasta el tiempo sin tiempo
                            del país que no haremos.

                            (De Los desengaños)



Crisis 

Ese hombre que no somos nosotros.
Esa madre de enérgica tormenta.
Los pueblos arrasados, ya sabéis,
y sus ruinas por dentro.

Todo estaba pactado,
menos la poesía.

La promesa de un cielo viejo.
el azufre de la indiferencia.
Lo demente sentado en el borde de los huesos.
El tráfico de lo que se calcula:
el rendimiento, lo que no respira,
el acuerdo entre falta e injusticia.
La certeza del valor de lo que brilla.
El crimen como última hipoteca,
su densidad como un rezo.
Siempre falta paraíso una vez roto el milagro.

El presente es un error de los pronósticos.
Con qué decirlo.
El miedo es nuestro único barómetro.
Y vivir es mantener el equilibrio
por tedio o cobardía.
Aceptar lo indemostrable.
Fingir que nuestra vida
no es rueda de obediencia,
que no lo es el silencio.
Ocultar que no antecede la maldad a la Historia.

Somos la certeza de un siempre estar de noche,
la lenta agricultura de siglos de soberbia.

Esto es lo que queda de nosotros,
esta generación que veis aquí,
este buen entendimiento del escombro,
este don de conquistar el fuego
                                para inmolarse mansamente sin saberlo.






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