Andrés Catalán
Salamanca (España), 1983.
Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, donde trabaja en la actualidad en su tesis doctoral sobre las relaciones entre la poesía y lo visual. Trabaja ocasionalmente como profesor de Literatura para alumnos extranjeros. Es autor del libro Composiciones de lugar (VI Premio Félix Grande, 2010). Ha publicado poemas y crítica literaria en revistas como Clarín o Nadadora; ha traducido a los poetas estadounidenses Wallace Stevens y Robert Frost.
Pasar por el amor
Pasar por el amor como quien piensa
despacio en un poema: como quien llega
desde las tenues afueras de uno mismo,
desde un suburbio de adelgazada sangre,
y va hacia los jardines,
y acaba sobre el mar, y el mar se vuelve,
y el mar se va marchando con la fría
o incauta melodía del tiempo, y todo ha sido
un cabello de árboles estrechándose al sol,
y comprende un instante la belleza:
pasar por el amor como quien se sucede
en unos versos. Como quien antes
de hacer el equipaje entiende su regreso,
y lo acepta sin más,
y escribe su poema.
Gran Vía, 1974-1981
(Antonio López)
Indiferente al lienzo, la luz que busca
no acaba de acudir esta mañana.
Tiene veinte minutos. Después
un tono diferente tomará
el baile de los grises, las aceras,
el juego de fachadas. La distancia.
Es paciente.
Ha dispuesto su lienzo en la mediana.
Algunos coches pasan.
Es temprano.
Enciende un cigarrillo. Comprueba
de nuevo la textura, lo aceitoso
del óleo en la paleta.
La noche que se arrastra va dejando
los colores. Quitando sus andamios,
dejando que la luz
descifre los perfiles, inunde la distancia
y sus huecos de humo y de carteles.
Un guardia pasa.
El silencio lo rompe una sirena.
Última tecnología del sonrojo
A juzgar por los graffiti
cubiertos de ceniza de Pompeya,
escritos en el siglo
primero de nuestra era,
por un soldado o su mujer o su sirviente,
y este mensaje tuyo en mi teléfono
con batería de litio, cámara
de alta resolución y texto proyectivo,
cabe pensar que nada
ha cambiado el amor en dos mil años:
la misma noche ociosa y dos personas
con alma parecida y las palabras
que invitan a olvidarse de igual forma
del tiempo en otro cuerpo,
en otro idioma.
Los poetas están en las ventanas
(Nerón en Roma)
Los pájaros están en los árboles,
la tostada en el tostador,
y los poetas están en las ventanas.
B. Collins
Así que todo marcha. Nada
forma parte de nada salvo el ojo
que guarda para sí banales cosas.
El día da comienzo.
El barrendero atiende a su basura,
el pájaro a su canto, las macetas
atienden a su tierra, el novelista
ignora a su familia y sigue a su tarea.
Todo va sucediéndose sin nada
más. Todos construyen algo
y yo para escribir he de incendiarlo.
¿Arde París?
Humo son mis obras
ceniza mis hechos.
Ángel González
Observa aquí: París se está quemando.
Podría ser mil novecientos
cuarenta y cuatro, Dietrich von Choltitz
responde ja, mein führer al teléfono,
mira por la ventana, ordena sus papeles,
su tristeza, sus lápices. En la radio
del Reich comentan que en las aguas
del Sena naufragan los amores,
los cuerpos de los hombres que no pueden
ver su ciudad en ruinas. Porque los barrios arden
igual que en la memoria aquel septiembre,
porque el amor, los años, destruyen las ciudades
igual que las palabras derriban lo que intentan
definir. Mira:
se ha consumido París en el poema.
Por hacer un doblez en el pañuelo
(9 poemas sobre pintura)
Por hacer un doblez en el pañuelo
-no por hacerlo mal- se ha roto el campo
y sobre el caballete la esperanza
de recobrar lo bello del paisaje.
ANÍBAL NÚÑEZ
COMO PINTAR EN EL INFIERNO
Why, this is hell, nor am I out of it.
C. Marlowe
dice en una entrevista Antonio López
que Madrid si le gusta
le preguntan que cómo
vive la ciudad es a propósito
del cuadro que pintó de la Gran Vía
ya han pasado
cuarenta y pico años dice
que Madrid es algo equivocado algo
muy agrio que es
un infierno pero
qué interesante es
como pintar en el infierno
UN DESEO DE ORDEN
(Vilhelm HammershØi)
Tenéis demasiados colo-
res para saber bien la hora.
Tropezáis con los colores
y nunca sois puntuales.
EL CIELO SOBRE BERLÍN
Demasiados colores para que haya un deseo
de orden, una posibilidad de que alguien haga
un retrato de la amada.
Arrebatado entonces
por esta cada vez más simultánea
mirada sobre aquello que el color bien recubre
-ventanas dan al parque, es primavera, sonrosada
la niebla que se posa en la bahía-
pero tan poco viste: una puerta, lo blanco
de una pared desnuda quizá sean respuesta,
resplandor o refugio para plantar –feraz
sea la ausencia de seducción- la vista;
el breve cuello nórdico, el vestido muy negro,
la falda siempre a rastras, el amor del que mira.
QUÉ BELLAS PERSPECTIVAS
Poseer una cosa es a su vez perderla.
Elegir un motivo; desafiar un cuarto;
fingir que hay un espacio; arruinar un paisaje.
Si estrechas la verdad entre líneas de fuga
las ventanas del fondo disfrazarán el prado
que se extiende sin nombre bajo la trayectoria
de una abstracción de pájaros. Será
la mansedumbre de la composición emblema
de aquello que pretendes y eso es todo:
nada se salva entonces aunque cierres el puño,
aunque plantes banderas y alrededor reclames
segundos territorios. Nada servirá entonces
-por mucho que repliques- para algo
que no sea esperar, mirar, decir adiós
y basta.
PEEPING TOM
(Modigliani)
Qué lejos, Jeanne Hébuterne, y qué desnuda.
Atestado el museo vuelvo y vuelvo
pero en torno la gente hace su nido.
Disimulo mirando otros retratos.
Disimulo vagando en otros pechos.
Cuánta almendra de ojos, cuántos gajos
que no me reconocen. Pero vuelvo
y la gente prosigue la fatiga
de tus curvas: ese ombligo, esa muerte,
esas caderas. Mi señora, escuchadme:
de mirarla tengo ya los miembros fríos.
Qué lejos, Jeanne, amor, y qué desnuda.
Qué tristes los cien años y los casi
dos metros de voyeurs que nos separan.
MUJER EN LA BAÑERA, 1971 (Antonio López)
Me gustas sumergida y sin jabón alguno:
sencilla—escueta—reflexión de la luz
sobre tanta serenidad de superficie, sobre
extensión desnuda de piel que se amorata.
No arrebatar miradas
con limpieza añadida, con una blanca
ostentación de espuma—muestra de amor
que bien pudiera
así mostrar lo que debieran ser y no
lo que sencilla—escuetamente—son las cosas.
CONTEMPLANDO UN VERMEER
La belleza porque sí, sin explicarla. Ajena
a todo lo demás trata la superficie
laboriosa y feraz de la pintura
como una forma más de conocer la vida
viviéndola en lugar de comprenderla.
El azul es azul; el pañuelo, amarillo:
que con eso te baste,
que no alcance el poema a desnudarte nada.
EL ESPACIO ENTRE LAS COSAS
La hermana de David Hockney, según dice el propio Hockney, cree que Dios es el aire, el espacio entre las cosas. JOHN BERGER, de una carta a SVEN BLOMBERG
Preferir el espacio a lo que pesa.
El vuelo antes que el pájaro.
El aire que importa a los pintores.
El lienzo. No el pigmento. No las cosas
sino lo que separa, ese vacío
que no es tanto vacío como un largo
dejarse atravesar por lo que existe
pero no nos atañe.
UN ENCUENTRO EN PALACIO
It is good sometimes for poetry
to disenchant us.
Robert Hass
1.
Perfección no es hermosura. La verdad
es belleza y Keats aún no ha nacido.
Lo sabe bien ese hombre callado
-nunca se enreda en sílabas, nunca en signos-
con que me cruzo a veces en estas galerías.
Alguien me dijo, una vez, su nombre:
Michelangelo Merisi da Caravaggio.
2.
Compleja dedicación de unos cristales,
se me ha muerto una perla de contemplar la luna.
3.
Si el hombre de la luna ya no habita la lisa
superficie del astro – es decir la manzana
que en blanco y negro cuelga de este cielo tan plano-
por qué soñar un rostro de rizos más perfectos
que los que en ese hombre de cáscaras y harapos
le acarician el cuello del desastrado abrigo.
4.
¿Y entonces vemos
o nos ven? Si el sol viene de fuera,
de ese coro de vidrios que inundan el pasillo,
¿por qué circunscribir los retratos, la vida
a la hechura perfecta que dicta la distancia
de lo que –así- fingimos no haber mirado nunca?
Que todas las figuras desvelen lo que tienen
más allá del icono –símbolo sea
por mor de otra retina- para que así la historia
no se aclare, para que así nunca se repita.
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