jueves, 30 de junio de 2011

PIETRO CIVITAREALE [4.043] Poeta de Italia


PIETRO CIVITAREALE

Nacido en Vittorito (provincia de L'Aquila, Italia) en 1934, el poeta, narrador, ensayista, crítico de arte y traductor Pietro Civitareale vive en Florencia desde 1962. Entre sus poemarios hay que destacar “Un’altra vita” (‘Otra vida’, 1968), “Un modo di essere” (‘Una manera de ser’, 1984), “Il fumo degli anni” (‘El humo de los años’, 1989), “Altre evidenze” (‘Otras evidencias’, 1991), “A sud della luna” (‘Al sur de la luna’, 1993), “Solitudine delle parole” (‘Soledad de las palabras’, 1995), “Ombre disegnate” (‘Sombras dibujadas’, 2001) y “Mitografie e altro” (‘Mitografías y demás’, 2008). También ha publicado poesía en el dialecto de su tierra, los Abruzos.
Su poesía ha sido traducida al castellano por Carlos Vitale y publicada en el libro bilingüe “Alegorias de la memoria” (Ed. Olifante, Tarazona, 1988), y al catalán por Antoni Clapés y publicada en dos libros, también bilingües: “Metemorfosi del silenci” (en la colección ‘Jardins de Samarcanda’, de Café Central, Barcelona, 2001) y “En el matí de les paraules” (en la colección ‘Els ulls de Tirèsies’, de la misma editorial barcelonesa, 2005).
Clapés ha dicho de él que en su experiencia poética “la palabra se convierte en acontecimiento, presencia, epifanía”, y que “crea y a la vez da un sonido, un sentido y una sustancia a lo inexistente”. Clapés define la poesía de Pietro Civitareale como “una metamorfosis del silencio, una conversión de la ausencia en presencia, una mutación de la nada a una realidad del corazón y de la mente que opone, en una especie de expansión visionaria del yo, a la oscuridad y la insensatez del vivir”.
Ángel Crespo, por su parte, dijo que "la poesía de este autor tiene la alta humildad de resignarse al misterio pero sin tratar de desvelarlo. Es una de las voces más puras y esenciales de la poesía italiana contemporánea, una voz que continúa, renovándola, la ya larga tradición que, partiendo de Petrarca, pasa por la insuficientemente leída lírica del épico Tasso y, tras impregnarse de esencias leopardianas, desarrolla –porque las siente y entiende en profundidad y originalidad de visión y ejecución– las mejores propuestas del hermetismo montaliano".
Entre las obras que este autor ha traducido al italiano hallamos “La muerte en Beverly Hills”, de Pere Gimferrer (1981) y las “Novelas ejemplares” de Cervantes (1998).
Civitareale ha sido distinguido con diversos premios literarios y ha dedicado ensayos la obra de numerosos escritores italianos y extranjeros, entre éstos James Joyce, Günter Grass, Robert Musil y Federico García Lorca.

(Información recopilada por Albert Lázaro-Tinaut)



EN LA HABITACIÓN…

En la habitación se extiende
una tierna hoja de luz
que parte por el medio el mapa
de la lluvia sobre la pared.

Como insectos en la sombra,
contemplamos, cerrado jardín,
una verde isla de aguaen el corazón de la ciudad.

(Traducción de Carlos Vitale)



LAS HOJAS…

Las hojas pasan más allá de los cristales
y las palabras pasan veloces
por los muros de la habitación.

En un invernadero blanco de margaritas
nuestros cuerpos enhebran
agujas de luz desde una gélida luna.

(Traducción de Carlos Vitale)



UNA LUZ…

Una luz lechosa sobre las casas
dibuja ventanas desconchadas,
balcones de hierro, una paloma
encorvada sobre la barandilla.

Abajo en el puente, en tanto, las murallas
de la ciudad se deslizan con el río.
En la fuente de la plaza
la luna se incrusta de hielo.

(Traducción de Carlos Vitale)



TU ESPALDA…

Tu espalda es una blanca
roca en la oscuridad.
Ninguna agua la ha ablandado,
ningún viento la ha pulido.

Mis dedos caminan por la colina
(una impresión de la mente
tu cuerpo bajo mi mano)
sueltan tu sombra,
en agua profunda al fin reposan.

(Traducción de Carlos Vitale)



EL VIENTO...

El viento sacude los árboles
del parque, barriendo los desechos
al río, más tarde un preaviso de bochorno
humedecido por un chubasco pasajero.

Insensatas improvisaciones de un violín
encienden los ojos de la gata
acurrucada sobre el alféizar de la ventana.
Diana grisclara, curva de un arco
en la mañana vuelta solar.

(Traducción de Carlos Vitale)




RELATO

1

Bajo los árboles de la estación
se encienden las luces. A esta hora
la mente regresa a misteriosas
lejanías. En la espera miramos entre
el verde y las casas con el extraño
pensamiento de detenernos entre las vías
a recoger las cosas abandonadas.
Todas las tardes partimos con la oscuridad
y en el tren nos sigue un recuerdo
de escaparates reflejantes y personas
que pasan y no miran a la cara
(la ciudad es un patio cerrado
entre murallas y la gente mira
desde los balcones), cada tarde regresamos
con los ojos distraídos de colores
y de deseos y observando desde el tren
pensamos en el canto de los grillos en la
noche, en las estrellas que se encienden
con el viento, en el río que corre tranquilo
espumado por los últimos pájaros.


2

Entretanto miramos. Como el aliento
de quien está a punto de morir se abre
la tarde sobre el convoy que espera.
Desde lejos nace un soplo de viento
que lava el rostro y lapida
el pensamiento que consume la vida.
Recuerdo vago, de ansias y escalofríos
antiguos (ya he sentido estas cosas
una tarde, solo; velaba bajo una luz
ausente y acusaba al destino
que nos tiene clavados en nuestros años).
Sombras largas visten ahora la calle
recta como dos cuchillas, ensombrecen los ojos
apenas entornados. Y la locomotora
vibra en el adiós dilatado de las manos
y de los ojos, el aire exhala
su jadeo apagado, el aliento que enferma
los cobertizos y el cielo amontonado.
Las ruedas que pisan el hierro
parecen grabar palabras ligeras.


3

Así sonreímos, cansados de ir
y de venir, pensando en abandonar
la ciudad. Escuchamos el vacío
que hay bajo las estrellas. Quedarnos
solos a esperar, no pedir
nada porque no hay nada que sirva
a nadie. Y hasta que las casas
hayan reaparecido, angustiarnos
por estos absurdos deseos,
mirando desde el tren que corre.

Traducción de CARLOS VITALE





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