domingo, 7 de noviembre de 2010

1764.- ALFONSO LARRAHONA KÄSTEN



ALFONSO LARRAHONA KÄSTEN
Nació en Valparaíso, Chile (1931). Poeta, ensayista, dramaturgo, antólogo y profesor emérito de la Universidad de Chile. Dirige la revista internacional "Correo de la Poesía", fundada en Valparaíso en 1982. Ha publicado cerca de treinta poemarios en Chile, Uruguay y Estados Unidos, entre los que se destacan: Islas Profundas (2005), Rostro y Espíritu de Valparaíso (2003), Historial de mi Sangre (2002), Una ciudad se incendia (2000), Réquiem por un ángel que perdió las alas (1998), Mester de Hechicería (1995), Autorretrato Sin Rostro (1990), Cambio de Casa (1982), País Ausente (1980), Valparaíso, Ciudad de Balcones (1973) y Lenguaje del Hombre (1973). Ha editado, como resultado de sus trabajos de investigación, veintisiete antologías entre los años 1960 y 2005, tales como: Cien leyendas de Valparaíso (1986), El Soneto en Valparaíso (1999), La poesía breve en la Región de Valparaíso (1999), Historia de la poesía en Valparaíso, Siglos XIX y XX (1999), La mujer en la poesía de Valparaíso (2004) y La poesía religiosa en Valparaíso (2005). Fue designado Director del Capítulo "Valparaíso" de la Academia Iberoamericana de Poesía y Miembro Correspondiente de la Asociación "Prometeo" de Poesía en Madrid, España, en 1997. Fue designado Miembro de Honor de la "Casa del Poeta Peruano" en Lima, Perú, en 1996. Recibió Diploma de Honor por su Obra Poética, otorgado por la "Casa del Poeta Latinoamericano" en Montevideo, Uruguay, en 1994; el Premio "José Vasconcelos" en México, en 1991; el Premio Municipal de Literatura en Valparaíso en 1989; el Premio "Carlos Sabat Ercasty" en Uruguay en 1986 y el Premio "Ateneo de Salamanca" en España en 1979, entre otros. Es Miembro Honorario de la Sociedad de Escritores de Valparaíso, de la cual en 1954, fue co-fundador y después su Presidente por varios períodos.





Mi casa es una isla

Mi casa es una isla donde dejo
mi pálida pasión, todo ese canto
del que soy pasajero y de tanto
navegar: soy un trino en el espejo.

Mi casa es una isla donde tejo
el sueño de existir, el breve encanto
de cubrirme con voces como un manto,
provisto de un interno catalejo.

Es una isla porque allí estoy solo,
alado sobre el fuego en que me inmolo
cada vez que me acosa algún poema.

Una isla: mi casa y yo. Nacemos
cada día cuando reconocemos
que Dios nos ha donado una diadema.

Última disposiciones

Nadie habrá de plañir cuando yo muera,
cuando olvide mi luz en mi escritorio,
nadie habrá de gemir en mi velorio
cuando mi nave zarpe mar afuera.

Se leerán mis versos cual si fueran
florecillas de grises abalorios,
sabrán que sólo tuve un desposorio
por amor, una sola compañera.

Mientra viví compuse mi retrato,
más cerca de gaviota que de albatros,
más cerca de la mar que de la tierra.

Y moriré sin desear más nada
que esta vida que fuera diseñada
para morar en paz, jamás en guerra.

(De Con los sueños contados)





VALPARAÍSO

Como barco sin par, ancho de luces,
estás, Valparaíso, recostado
a la orilla del mar donde trasluces
el sueño de tus cerros, desvelados.

Yo nací en tus violentos contraluces
junto al viento que fluye desatado,
donde canta el amor, donde produces
marinos de alma errante y sueño alado.

Fluir de ti es ser barco que zarpa,
gaviota aventurera, mástil, arpa
murmurando tu música despierta.

Es ser como la brisa o el mar fecundo...
Valparaíso, corazón del mundo,
ancha casa esperando, mano abierta.






ISLAS PROFUNDAS

I

Islas profundas siempre me navegan
donando a mi interior el archipiélago
donde habitan sonidos tumultuosos
que visto con sayales sólo míos.
Circunnavegan ángeles las islas
profundas de mis sueños y mi sangre,
islas en donde viaja la quimera
de poseer un sol que residir.


II

Ni un catalejo puede descubrirlas.
Viven entre la niebla que ellas mismas
emanan y se tornan invisibles
al ojo inexistente de la muerte.
Las llevo en mí, como a la sangre albergo
sus capullos en múltiple eclosión.


III

Porque era el mar su Dios y compañero
tuve la valentía de aceptarlas
y darle las palomas que pudieran
intercambiar cual mágicos trofeos
con sus profundas huellas submarinas.
Hermanos, desde entonces, conversamos
en idioma de signos presentidos
en la espuma tejida por el mar.


IV

Hubo un país en donde las palabras
emergían del agua como islas
profundas, allegando a nuestras manos
los ecos transparentes que repito
y han sido en mi existencia el respirar.
El país se mudó, pero las islas
permanecen en mí siempre a mi espera.


V

Por la tarde
hasta la luz desaparece
pero luciérnagas celestes
nos hablan
para encendernos adentro.


VI

Por haber revelado mi secreto,
en otra vida Dios me cegará.



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