miércoles, 8 de diciembre de 2010

2379.- SVETLANA MAKAROVIČ




SVETLANA MAKAROVIČ


Nació el 1 de enero de 1939 en Maribor, Eslovenia. Poeta, narradora. Escribe también literatura infantil y juvenil y letras de chansones.
Obra poética:
El crepúsculo (1964), Noche de San Juan (1968), Fresas lobunas (1972), La hierba buena (1973), Mujer ajenjo, 1974), Tiempo de guerra (1974), Sustracción (1977, colección antológica), Poesías (1979), El vecino montaña (1980), Poesías sobre Eslovenia para huéspedes del país y extranjeros (1985), El crisantemo sobre el piano (1990), Aquel tiempo (1993), Cuéntame algo lindo (1993).
En la poesía de Svetlana Makarovič predominan los motivos populares reinterpretados de manera contemporánea. En algunos poemas la autora trata de vencer el sentimiento trágico vital con la ironía, y el resultado de este tipo de reblandecimiento es a lo máximo una imagen grotesca. Quien conoce la poesía popular eslovena sabe que en ella prevalecen los tonos de balada. Quien elige, para su punto de partida expresivo y estilístico, la tradición oral eslovena, inevitablemente se enreda en la experiencia trágica del mundo. La poeta intensifica aún más, radicaliza y lleva al punto extremo este sentimiento trágico, pues su mundo ha perdido la fe en la salvación. La remodelación de la poeta de los motivos populares, mitos y medios estilísticos presenta un mundo cerrado y autosuficiente, en el que los destinos del individuo y de la sociedad no cambian esencialmente. Son pocos los poemas escritos en primera persona, predominan los nombres generales y mitológicos. La primera persona del plural se refiere a cualquiera, el prevaleciente tiempo presente hace que el lector entienda los poemas como atemporales, válidos para todos los tiempos.








Maleficio


Te llamo, te convoco, maleficio,
el maleficio esta sobrevolando,
el maleficio vuela entre los hombres,
dónde esta el ciervo, mi bestia del bosque,
dónde están mis hierbas, donde mis ríos,
el ¡zás! del ciervo mortalmente herido
dentro del niño recien nacido,
el ¡zás! de la hierba ardida
dentro de tu pecho sano,
el !zás! del río envenenado
dentro del estómago de tu mujer,
habéis jugado largamente,
habéis jugado terriblemente,
hasta convertiros en mis juguetes,
te llamo, te convoco, maleficio,
maleficio, dame un sueño profundo.

Traducción Juan Octavio Prenz








Mujer ajenjo


La ninfa recoge el ajenjo,
¿a quién convidará?
hierve el amargo vino gris
¿a quién envenenará?

La ninfa recoge el ajenjo
con sus frías manos,
recoge el ajenjo, un canto
entona por los muertos.

En campo de serpientes la ninfa
con ajustado ojo de lince
sirve entre la gente
una jarra de vino de ajenjo.

Ninfa mujer ajenjo mujer.
Cada cual estará solo en el mundo,
cada cual en su campo de serpientes
en el año del ajenjo.

Traducción Juan Octavio Prenz








Cumpleaños


Maldita la hora en que cayó la semilla,
malditos la hora, la tierra y el cielo.
Maldito el viento, con el que arribo,
maldita la lluvia que la tierra ablandó.
Maldito el hachazo de antaño
y la cama, hecha de madera.
Malditas las brisas templadas antes de la primavera,
malditos el primer hombre y la primera mujer.
Maldita la mano que tejió la tela,
maldita la que arregló la cama,
malditas la ventana, las ramas del manzano,
malditas las flores sobre las mantas,
malditas las uñas clavadas en la espalda,
el puñal clavado en la carne,
los colmillos en el pecho maldito, la mentira al oído,
malditos la luna nueva y el sudor y la sangre pegajosa
y la hora en que el agrio fruto se hace miel.
Maldita la sangre de la sangre, el corazón del corazón,
maldito el primer respiro y la luz del mundo.

Traducción Marjeta Drobnič








Estrella


Que venga aquella hora,
que venga aquel tiempo,
que se haga conocer
aquella voz de antaño,
que la mano de nieve
toque la piel quemada,
ojalá venga ya,
venga aquel día.
Demasiado ya han mirado
y han visto los ojos,
demasiado como para querer
saber algo más,
con nadie ya nada más,
nada mio,
no puedo quedarme más,
esta casa no es la mia.
Mira, aquella estrella lejana
no se me desprende del pensamiento,
estrella que no veo de día,
aunque se que existe.

Traducción Marjeta Drobnič









Serpiente


Dos no son dos veces uno solo.
Dos no son más. Dos son dos veces menos.
Esta multitud que ríe,
esta multitud que lanza piedras,
esta multitud de dos en dos
en las calderas de la cunadía del diablo,
en los nidos de la hostilidad de las hembras,
en los óvulos hinchados de las mujeres.
Y observas la tierra y el cielo,
tal vez en realidad no es así,
pero con los ojos de serpiente lo ves,
como repta y acecha,
aplasta y se amasa, amenaza,
mira la serpiente, agárrala, rómpela, mátala -
y otra vez se pone a disimular, muerde la tierra
suplicando las migajas de la mesa
y reza y muestra agradecimiento
esta multitud, esta multitud
que gritaba !Crucifícalo!

Traducción Marjeta Drobnič








Zarzal


No vayas a cortejarme al monte,
mi esposo no serás, tampoco mi hermano,
nadie reconoce a nadie
en ninguna parte de este mundo.

No vayas a cortejarme al monte
y no me llames desde el otro lado del abismo,
la voz que oyes no es la mía,
es un eco, no soy yo.

Si vienes, te doy muerte
y luego te rehago
dándote la forma del zarzal
en el chaparrón de mayo.

Cuando las ramas del zarzal brotan,
te aprieto contra mi corazón,
si me hirieses hasta la sangre,
entonces sabría quién eres.

Traducción Marjeta Drobnič








Espejo


Abre los ojos, despierta en el acto.
Desde los espejos ulula el rostro ajeno.
Trata de quitarse la máscara de la propia piel.
Trata de ahuyentar el frío con velas.
En el picaporte un chirrido, un movimiento.
Se le hiela la sangre a la décima hermana.
Pero no hay nadie detrás de la puerta. Vestíbulo vacío.
Trozos de oscuridad por los rincones. Olor a basura.
Siente sus propias ajenas manos sudorosas
sobre las mejillas ardientes, mojadas por la nieve.
Sobre su cabeza oscila la garra de la luna,
y le espanta el cielo sin fin.
Y como si hubiese alguien cerca
y como si hubiese algo que le susurrara,
pero no es voz humana y no son palabras,
es algo - algo muy distinto.
Y recuerda que se encuentra en casa ajena,
como siempre al concluir el tiempo del ayuno,
y vuelve a llevarse el hato al hombro,
empuja la puerta, se estremece y se marcha.
Esta noche ha venido a mi cuarto,
donde con las velas ahuyento el frío.
Pero no es una máscara, es piel viva.
Su cara me observa desde los espejos.

Traducción Marjeta Drobnič






La aguja


Camina camina la aguja silenciosa
ligera, con pasos minúsculos de acá para allá,
cose con apenas visible hilo
uno con el otro.


Que siga cosiendo, que siga cosiendo
a mí con vos, a vos con él,
cuanto más densa es la costura, 
menos palabras pronuncio.


Pincha, tira, tensa
delgado, filoso, hilo ardiente,
cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde,
con mil puntadas estás cosido.


Garganta con garganta, la tuya con la mía,
cada vez más denso, cada vez más fuerza,
la piel se injerta en otra piel,
cada vez más apretado, cada vez más cálido.


Junta las mejillas, las espaldas,
los pechos, los miembros sudados,
ya siento tu aliento de odio,
ya no podés apartarte de mí.


Qué es mío, qué es tuyo,
apuntás con la piedra entre mis ojos –
la aguja se apura, pincha la palma,
que se afloja y la deja caer.


Lo que fue anudado,
no se puede desatar
y lo que fue arrugado,
nunca más se alisa.


A uno se le corta el aliento
y presiente y reconoce.
El camino se revela solo.
Es un camino para uno solo.


Se estremece con fuerza, se lanza,
arranca la piel de los huesos,
se levanta entre los harapos del cuerpo
y se pierde en la oscuridad.


Allá en lo desconocido. Allá en lo alto.
Fue y es y será.
Allá en lo infinito. Allá único.
Esa estrella sobre la montaña.


Poema traducido por Julia Sarachu.



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