sábado, 25 de diciembre de 2010

2650.- PERFECTO HERRERA


Perfecto Herrera Ramos. 1956, Berja, Almería, (España)
Premio Erato de poesía 2010

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DESNUDECES

Desnudo, arropado por el aire,
mi silencio se llena de sombra lunar.

Vagan por las callejas blancas -más basura-
mis miradas despiertas.

A borbotones,
las baldosas de las aceras
exhalan un vaho de sueños,
de epifanías,
de vuelos alegóricos,
de aves y de alimañas espectrales
en piras
de oscuridad y resplandores.

Y hay un silbo en las sienes,
sostenidas, si apenas,
con dos horquillas
de luz renuente,
que alegra, leve y alevosa,
la puñetera soledad
de la noche.







Pervivencia

....y tu mano me busca
por la piel de tu vientre..
José Ángel Valente

Mis ojos han perdido
la límpida luz del regreso.
Entre las sombras, los pesares,
me han hecho su botín,
y nada se hará cargo de mi dolor sin olvido.

Sé que tus manos
me buscan por la tersa blancura de tu vientre,
combo paisaje del cielo
en que la ausencia aún me añora,
y aunque mi existencia exiliar
me mantiene lejos de ti,
y aunque brilla en los ojos de las águilas la muerte,
no hay presagio, por mas funesto que sea,
que me borre del cuerpo de tu amor,
de nuestro amor, hoy herido,
que pervivirá eternamente.







LAS PALABRAS

Brevemente te detienes en la palabra.
Es la palabra un pentagrama
Por donde se van resbalando
Las aguas misteriosas, las hojas
Que escaparon de repente
De la rama alta, los sueños
Que despereza un olvido.

¡ La palabra, tremendamente la palabra!.

La palabra,
Con un blanco de magnolia,
Es un mantel de hilo manchado
Por los colores del mundo.
Se llena tu boca de palabras,
Y, cuando las posas sobre el papel
(blanco sobre blanco), ya se sumergen
Y desangran miles de cosmos en el corazón
Del que lee y mira tus ojos.

¡Palabras! ¡Ojalá, nunca falten a tu mesa
las palabras!








EL COSTURERO ROJO

¡Oh, costurero de alfileres,
de punzantes tijeras,
de hilos en sus cabellos enhebrados,
cuán refulges en la mañana!

En ti hallé el dedal
donde sus dedos son ausencias,
los imperdibles de sus risas,
el terciopelo
y el nácar de su vientre,
las madejas y ovillos de su pubis.

¡Luces hermoso, oh, tabaque,
-sobre campo de gules,
sangre rampante-,
tan encendido de cinabrios,
tan rebosante de hematíes,
tan cuajado de rojos resplandores!

Por escrutar con mis labios, ahí,
por besar, sin temor a las heridas,
es que hoy sonrío tristón con ellos lacerados.

¡Oh, hilos del recuerdo, como hacéis
alarde de mi sangre malherida!








JUVENTUD

Fui adolescente. Un día.
Mañanas luminosas, tardes
de veranos vibrantes, de cigarras,
de gorriones e higueras,
de cuerpos en el agua de las balsas
Noches activas,
de sombras,
de cines de verano,
lugares donde se vivieron
las primeras pasiones, los primeros deseos.

Juventud y recuerdos:
algo acabado, puntos suspensivos
de quimeras inalcanzables,
vientos y ramas, luna y mar,
descubrimiento e ignorancia.

Fui adolescente,
y se deshizo un día
como ceniza al aire.
Un día. Un punto y aparte.
Todo diferente. Ya no.

Y hoy, ya adulto, vuelven:
la pasión, el ardor
de estrellas juveniles,
la magia del relámpago,
la sensación sombría de lo inasible,
de lo desconocido.

Cuando la muerte llegue,
si quiere arrancar de mis ojos
una imagen imperecedera,
los hallará vacios, como en aquellos días
de deseo, de curiosidad,
de plenitud
… y de suave melancolía.








56

Cuando pase el tiempo
-¡ya verás!-
la tinta con que escribiste
palabras tan bellas,
desvaído su color
-más hacia el sepia
que el violeta-,
nos recordará quienes fuimos,
los anhelos que hubimos,
el tatuaje que se gravó en nuestro corazón
con aquella letra menuda,
apenas un tacto frió sobre la piel,
y no podremos resistirnos
para, disimuladamente,
observarnos en el espejo
y buscar la leve cicatriz blanquecina
de los recuerdos..

¡Tintura hermosa de otro tiempo
manchando nuestra memoria,
débil trazo indeleble a nuestros ojos
en el remite de aquella postal!.

¿Qué se hizo
de aquella estilográfica?.

Aquella pluma,
capuchón y plumín de oro,
mas que instrumento de escritura
fue terminación nerviosa
con que afloraban
nuestros pensamientos ocultos,
mas que útil de sangre mineral,
fue objeto legendario,
con cuyos ademanes y trazos,
dócil y elegante,
plasmó nuestra alegre aurora
o nuestro nocturno pesar.

¿Que se hizo de aquel tiempo
–nos preguntaremos-
empleado en tinta oscura,
donde cada letra dibujaba
una arteria abierta a pleno cielo
o a plena sangre azul del mar?








CAPUCHINAS

Me vi viajar bajo un dosel de hojas,
verde sobre verde, claro sobre oscuro,
las blancas nervaduras alzándose
cual bóveda de catedral gótica,
palios de naturales veladuras bajando,
ambiente húmedo de agua y raíces,
en donde la cochinilla
y la escolopendra
descubren un mundo
de intrincado laberinto;
y por fin, flores, flores alzadas:
las humildes capuchinas
loadas por cúpricos insectos
que con sus élitros de luz las profanan .

Así la humana naturaleza:
rizomas y arborescencias,
capuchinas
y natura entre sus vestiduras,
agua, vuelo
y élitros en el espíritu.

Ese es ahora mi mundo:
un plantío de modestas capuchinas amarillas.









SERENIDAD DE LA NOCHE

Tanto roe el fuego los filos de la noche,
tanto se alejan indiferentes
las luces crepusculares,
tanto frio viene de desnudas bocas,
que los callejones se estremecen
con un resorte irreal
de iglesias y parpados
sumidos en olores ásperos
de mohos y canticios solemnes.

Prisiones tapiadas se hacen presencia
por los bajos arboles de las gándaras
y un cuchicheo de ofidio presto
trae rumores de hojas descompuestas.

La noche trenza un viento lento
sobre ábsides y refugios vítreos
con los barandales del rio,
que rompen los perfiles de las creencias.

Los sueños que viven en los doseles del cielo
no se atreven con el silencioso talismán
de los instintos y estertores.
Puede más el picor de las pupilas
dilatadas en los búhos absortos
de los ventanales encendidos.
Las estrellas desnudan las avenidas
por donde ninguna voz se aventura
a levantarse de las piedras negras
de la oscuridad y el olvido.

Flaquean las sensaciones y temblores
del hombre vivido
que en la suntuosidad sideral
arroja grandes piedras
para que la tristeza sea barrida,
y los ojos se cierren, por fin,
bajo la silenciosa boca de la astronomía
callada y parpadeante.









COLEGIATA

Es un anillo anular
el paso, de la amada y su espalda,
a la sombra y presencia
de la lámpara en la noche.
Un búho vuela en la palabra
que nunca se pronunciará.
En un cofre de madera
malviven los animales del deseo,
la fiesta de otras ajenidades
que fueron antes
que la espalda ignoradora.
¿Cómo será ese amor,
sin caras que se miren
ni dolores que se compartan?
¿Cómo las piernas y las lumbres
saciarán hambres sin alimentos
y comerán daños de ayer?
La costumbre sin uso
encubre la apariencia,
y erige un bastión
en las sombras de la noche.
Un repertorio sin partitura
pone músicas melancólicas en otros lugares.
En una cama coinciden
presencias y ausencias;
vibran al unísono.
¿Se escucha a los dolientes
morder las escarpias
de la resignación?
Solo la colegiata, su ruina,
donde la escolanía está vacía.









TODO TOCA A SU FIN

“Estoy muriendo, y aún la vida temo”
Garcilaso de la Vega

Todo toca a su fin.
Mañana se abren nuevas curvaturas en el tiempo
donde los manantiales de la vida borran
la huella de los pies en las arenas.
La sangre fluye mansa ya por otras latitudes.
Volver he a las espumas boreales de sueños fingidos
a los encuentros núbiles con la luna,
a los vergeles enigmáticos de la memoria,
y a las aves fantásticas de las claridades.
Culmina así la fiebre de tu vientre:
puro mar del oleaje que meciese mis pasiones.

Todo toca a su fin,
y ni siquiera mi amor por ti
se querrá a si mismo lo suficiente.











CUANDO PASE EL TIEMPO. POEMA 44

Cuando pase el tiempo,
acaso podamos observar
-¡hela aquí, contempladla¡-
la obscenidad que su transcurso
produjo por doquier.

Mirad rostro y manos,
los surcos horadados en las mejillas,
los estigmas, las señales en las comisuras,
la incuria de los años.

Solo los ojos resisten
la danza efímera del fuego
que la juventud fue capaz
de retener para escarnio de la carne
y triunfo del espíritu.

La nieve sobre la cabeza
no será sino anuncio
del frío invierno que llega
de allende las recónditas loberas
donde el destino del hombre
puso su espanto y su descanso.

¡El tiempo que todo lo puede¡
-Hasta borrar nuestra imagen-..

..Y ya ajados y rotos,
acaso descubramos que no somos
lo que fuimos, lo que quisimos ser,
sino que, al fin, se nos revele
que somos solo
lo que durante nuestra vida
hemos defendido y defendemos.










LOS IDUS DE JULIO

Hoy en que cabalga el caballo de la amargura,
las golondrinas son simientes de ébano en el porvenir.
Alguien destruyó sus nidos y yergue su palo contra el cielo
donde el corazón aterido trata de limpiar
las diminutas escorias que salpican el silencio.

¡Dáte fuego en las manos, azufre en los ojos,
levanta la glicinia sobre la columna
-pues la ha derribado el viento-,
viaja a lejanas tierras, solo y dolorido,
y que los metálicos rascacielos claven agujas
en tu sueño de versos y mandolinas!.

Ya, amor mío, no espero recuperar
la cabeza cortada de la esperanza;
un feo barro se adhirió a las manos,
perdieron su brillo al ocultarse el día.
Vuelvo, pues, a deambular perdido,
entre escombros de hospitales amarillentos
donde comensales ahítos devoran las semillas.

Suenan instrumentos diminutos
en el instantáneo dolor de las mañanas
y conservan un sonido remoto de lunas sin salidas.
Vuelvo al hueco de los tragaluces
por donde mi amor sangrante
se vuelve ceniza, tempestad y miedo.

¡Qué triste, amor mío, que nadie espere la vuelta
del lobo que lamió tu herida, del monstruo venenoso
que aherrojó su vida tentado por tus sierpes de tacón!.

¿Triste y derrotado, para qué volver,
para qué contemplar que todo se ha ido?







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