martes, 13 de diciembre de 2011

5365.- CARMEN SERRANO



Carmen del Pilar Serrano Coello
(Sagua de Tánamo, Holguín, 21.05.1939)

Poeta.

Licenciada en Filología por la Universidad de Oriente, es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Residió por muchos años en Baracoa, Guantánamo, donde fue fundadora del Taller Literario y Directora de la Revista literaria "Maguana".

Ha publicado los poemarios:
• Por este medio, Talleres del Consejo Nacional de Cultura, 1973.
• Por el cauce de mi río, (Antología personal), Ediciones Unión, 2004.
• Una paloma de espuma, (poesía para niños), Ediciones Holguín, 2008.
• Por aquí andan mis ángeles, Colección Mariposa, Editorial Oriente, 2008.
• Esas ovejas que nos balan dentro, Colección La rueda Dentada, Ediciones Unión, 2010.
• Canción para arrullar a un árbol, Ediciones Extramuros, 2011.

Posee inéditos el decimario No me quiten lo vivido, la noveleta para niños No se lo digan a nadie, el libro de poesías para niños Por el agua del sueño nada un pez, el poemario Ahora vuelvo a discurrir con el agua, y el poemario Un remo contra el agua, con prólogo de Virgilio López Lemus, en proceso de publicación por la editorial Letras Cubanas.

Tiene múltiples publicaciones en periódicos, revistas y antologías como la de Poetisas Cubanas, Perfil de Santiago, Antología de poesías de amor, De la poesía joven. Por ser holguinera y por su labor literaria en Santiago y Baracoa fue incluida en el Diccionario de Escritores Santiagueros, en el de Escritores Guantanameros y en el de Escritores Holguineros.

Por su obra ha sido distinguida con:
• Premio en el concurso “José María Heredia” por el libro Por este medio.
• Mención en el concurso “XX Aniversario” por el libro “Consecuencias”
• Premio Regino Boti en Poesías para niños
• Finalista en el II Certamen Internacional de Poesías Sant Jordi 2006

Reside en La Habana.

( Dirección de Correo electrónico: carmencita@cubarte.cult.cu )


http://alascuba.blogspot.com/






del libro Por aquí andan mis ángeles, 2008


SACUDIDA

Los que llegan nada saben de la espera,
ni del viaje detrás de las figuras que fueron al océano
a indagar por las naves del encuentro, a vadear los escollo
para evitar naufragios. Las olas nada entienden,
remontaron astucias. Ahora es mejor aplacar este sol
con aguas de silencio, con helados hechizos.
No hay inexistencia porque nada existía.
Alguien se adelanta buscando la respuesta fantasiosa.
Nadie sabe ahora sumergirse
a descubrir el final de la novela. Simiesco es el detalle.
Entre las algas parpadean los asombros, se han dormido.
el efecto del somnífero es certero. Deshago pareceres,
vierto en río pequeño este descreimiento
contra todo el amor.
Y espanto las moscas de la espera
con leves manotazos que lanzo a la tristeza.








Y ECHA A CAMINAR CADA DÍA UN CORAZÓN

Que si debió ser como todos plantean, que si la tarde
se enmascara con brumas, que si el reloj es un martirio
cuando no deja que el tiempo se pare en la hora señalada.
Que si este mar no tiene dársenas para amarrar
el minuto feliz de esas naves. Que si la palabra no fue inscripta
en documentos donde el amor se asienta.
Nada interpretarará el huidizo secreto
y esta lluvia vuelve a desesperarnos cuando por cada gota
ascienden los despojos y el ojo de la soledad nos mira fijamente.
Estamos estrenando costumbres
para consentir lo irremediable de estos espejismos
que abrevamos para intentar purificarnos,
como fue purificada Santa Juana de Arco
porque la fe en sí misma le hizo oír esas voces
de San Miguel Arcángel y otros santos.
Y salvó a su país, como quise salvar este pequeño patio,
donde sigo oyendo las voces de los duendes,
nacen y mueren los augurios,
y echa a caminar cada día un corazón
con patitas de paloma, y sube a los asientos
para mirar al pájaro que, como entonces,
se mece en lo más alto de aquel pino.









del libro Esas ovejas que nos balan dentro


SOÑABA NO SÉ CON QUÉ NINFA

"Esta mañana el río ha sido
mío: Lo levanté del viejo
cauce. ¡Y me lo eché en el pecho!"
[Dulce María Loynaz]

Soñaba no sé con qué ninfa
oculta detrás de los abismos,
y recorría el palacio de Versalles
con el corazón atolondrado.
La pesadilla real traía imágenes
sin que la aparición fuera María Antonieta de Austria
sino la abuela secándose las manos con el delantal,
blasfemando por las flores en el suelo,
y el padre que no era Francisco I,
aunque tomaba vino y aceptaba nombramientos,
escuchaba la queja indiferente.
La Emperatriz María Teresa,
no es esa mujer delgada
que me nutrió más espíritu que hambre.
El paseo por el jardín eleva el coche,
voy sobre canales.
¡Mis ríos!, -¡son mis ríos!








ESAS OVEJAS QUE NOS BALAN DENTRO

Imán que atrae la vibración que en los sentidos
se dispersa como fibras de árboles rasgados
por el picoteo de las aves. Son estas las ficciones
que unidas tejen la cuerda para reconstruir el episodio
porque todo lo atraído responde a la tenue bondad
de esas ovejas que nos balan dentro.

No estoy sino en esas visiones del instante
en que los resplandores combaten a las nubes
y comienza la calma a torturar la sangre de las horas
que han decidido custodiarnos.
Se nos pega en la piel el ritornelo del ave nocturna
que intenta desmayarnos por el miedo
de caer en esta ausencia que hiere
con su espina de remembranza alucinante.
Ay, que doler ese verano pálido que nos cierra los ojos,
cuando pasa trayéndonos la playa, la música y el campo,
de tanta esencia derramada en los aires que fueron.
Y este poema que no quiere llorar.
Y este poema.










del libro Canción para arrullar a un árbol


A TRAVÉS DE LAS ALAS DEL PÁJARO

Está extraviado el tiempo:
me asomo a contemplarlo
ahora que veo pasar algún rayo de luz
a través de las alas del pájaro
que huye de mi presencia.
En esta escena no está Sísifo
subiendo con su roca a la espalda.
Yo la porto sobre la flaqueza
de un hombro descarnado por otra maldición
que me mantiene
bajando a recogerla
hasta el fondo del Tártaro
al que intento romperle,
con los puños del sueño,
su infinito.









del cuaderno No me quiten lo vivido, inédito


MADRE

Te miro, flor hacendosa
con poca luz cose y cose,
para disfrutar el goce
de vestirme como diosa.

Te vi partir ¿qué otra cosa
puedo hacer sino tenerte
en mi espíritu y saberte
siempre dispuesta a mi lado?

Hoy mi vestido está ajado
por la arruga de tu muerte.









del cuaderno Un remo contra el agua, inédito


EN EL PICO DEL ALBATROS

I
Un rostro peligroso abre sus alas
y el anciano de las figuraciones
mastica su imposible.
Los ojos que ven a través de las rocas
el murmullo del mar
han avizorado los pájaros de la rutina
que no parlamenta
ni ante la pantomima de sus alas.
El temblor, en el aire, de la cola del pez
es el último intento de volver al océano
antes de ser tragado por el albatros.

II
Temo a una nueva mordida
del áspid que se me enrosca en el pecho
para darle descanso a su faena.
El corolario de lo absurdo
debilita la fe y alguna danza mítica
comienza la odisea de inaugurar salones,
mientras vasija en mano
intento recoger la ambrosía
para nutrir a mis pequeños dioses.

Los angelotes coronan a la santa
que ladea la cabeza del perdón
entre la tristura de las flores:
Salto de ella a mí, colocando el rostro
en posición ingenua,
y como el pez en el pico del albatros
inútilmente me sacudo.










-inédito-
ALGUNAS MUJERES CREADORAS

Caminan sobre sendas nigromantes,
beben vinos añejados en odres de omisiones,
se curan con resina de añoranzas
y a veces duermen sobre el cuerpo de un verso
que resolvió no ceder en la batalla diurna.
Caen en el estanque del amor y no saben nadar,
ni saben dónde encontrar trastos de lo común
cuando el orden las obliga a emplearlos.
Mencionan erotismo,
jugándose en la ruleta los pudores
y ganándose miradas afiladas
en la piedra de la desconfianza.
En ocasiones paren hijos,
que buscan tras cotejos convenientes al uso,
a la madre normal.
No sufren de escapadas o vestidos ajados,
de salitres y arenillas cegadoras,
de ángeles que transportan astillas de luna,
de querellas por usanzas.
Y obtienen como premio,
al concluir aquella obra de la madrugada,
que las musas locas, vírgenes de amantes,
aplaudan con júbilo de acierto
y hasta logren poner en deserción,
a los temibles fantasmas de las melancolías.





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