martes, 5 de octubre de 2010

1387.- GRISELDA GARCÍA


GRISELDA GARCÍA



Poeta y escritora argentina, nacida en Buenos Aires en 1979. Publicó los libros de poesía Alucinaciones en la alfalfa (2000), El arte de caer (Alicia Gallegos Editora, 2001), La ruta de las arañas (Ediciones del Dock, 2005) y El ojo del que mira (La Carta de Oliver, 2009). Co-dirigió la editorial de poesía La Carta de Oliver. Fue secretaria de redacción de la revista de poesía La Guacha. En la actualidad se dedica al dictado de talleres literarios de escritura creativa, narrativa y poesía. En el taller de clínica de obra ayuda a otros escritores a armar y ordenar el material para publicar sus libros. Administra el blog http://griseldagarcia.blogspot.com donde se pueden leer sus libros editados hasta el momento y una muestra de autores contemporáneos de poesía argentina.







de: El ojo del que mira, La Carta de Oliver, 2009.
1. LA OFRENDA


Yacer con el hijo
educarlo en la carne
controlar con los días
el ancho de su espalda
en la espesura fundirnos.

Al interior de la yema del ojo
catedrales de agua
delgadas escamas
de la leche.

Un desborde del cuerpo
una fiesta sin fin
la muerta hilvana
su pañuelo de larvas.

Te alimento
te baño con miel
te envuelvo en piel de luz
te cubro de flores y canto.

2. EL PROFESOR DE PIANO


Te veo entrando
detrás el cielo morado
tu camisa muy blanca
la corbata suelta
al final del día.

El oficio hizo bellas tus manos
cómo no mirarlas
cuando las hacés volar.

Hora en que la luz baja
el cielo está por llorar.
Ajenos a todo
esperamos el agua
dejamos que el tiempo pase.


3. DIJO LA LOBA


Vos, lobito mío,
sos una de las crías
que no alcancé a devorar
(¿me sacaste el hambre
o llegaste cuando estaba saciada?).

Ya sabés erizar el pelaje
más tarde te enseñaré
a orientarte en el bosque
a esperar el momento
de distracción de la presa.

Vos, lobito mío,
disfrutá las caricias
aprendé a ignorar las uñas.

Ahora te nutro:
tu avidez rodea el pezón cargado
te hartás de leche dulce.
Muerta también seré tu alimento.

Seremos, en el final
carne vuelta a la carne.



4. LITURGIA


En los momentos más altos
desde puntos lejanos
los veo acercarse
vienen a mí con ofrendas.

Doy mi cuerpo y comen
doy mi sangre y beben.

Vivo en ellos
como la madre en los hijos
que un día le darán la espalda.

Casta de cuervos
que hubiera preferido
no engendrar.




SERRALLO

Otros ya idos
me coronaron reina:
final de un linaje de crueldad.

Audaces, los que quedan.

Acérquense.
Anímense a ser vistos así.

Voy a crear la palabra perfecta
voy a decir sus nombres
hoy nacen a mis brazos.

Engendraremos
un ejército voraz.
Vamos a arder y brillar.




CAMINO DE ARENA


Las pieles negras
relucientes de aceite y sal
los hoteles turquesas
lamen la orilla
el bigote suave de la chica
que amamanta a su hijo
el pelo impreciso
el pecho suelto sin pudor.

Hora en que la luz baja
se inventa este momento
para recordarlo en un futuro irreal.

Atardece al revés.
Los chicos del domingo lo saben.
Se les escapa el ocaso
como el río que nunca verán.


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El Arte de Caer

El arte de caer, Alicia Gallegos editora, 2001.

No tengo ambiciones ni deseos, ser poeta no es una ambición mía.
Es mi manera de estar solo.
Fernando Pessoa



Oda a la autodestrucción


En mí vive un grito.
Por la noche aletea,
buscando, con sus garras, un objeto de amor.
Me aterroriza el algo oscuro
que duerme en mi interior;
percibo durante todo el día
sus giros blandos y plumosos,
su malignidad.

Silvia Plath

Esta noche me subo a cualquier auto
invito a todo el que esté sentado en un umbral
a beber conmigo.

Esta noche recito poemas a los marineros,
y tiendo mentalmente todas las camas
que destendí en mi vida.

Esta noche digo basta
y las correas se hunden más en la carne.

Esta noche preparo un baño para mis muñecas
y les cambio el vestido y el peinado.
Miro mino mimo a todos
y trato de no advertir el cariño con que
esas manos de hombre
acarician el cabello de su mujer.

Esta noche veo películas de Marilyn Monroe
y envidio su vestido salmón
y su pequeña cintura.

Esta noche llamo, aunque sepa que nadie,
pero nadie
se queda en casa las noches de sábado.

Esta noche desespero
al no recordar la voz de mi padre.

Esta noche me clavo contra todo lo que tiene filo
esta noche disfruto tanto con mi vulgaridad…

Esta noche daría todo porque saliera el hombre
de abajo de mi cama.

Esta noche despliego las velas
de los navíos del hastío
y naufrago de a poco en mis propias orillas…

Y esta noche los perros no ladran,
y rompo las compuertas de la cordura
y sufro el orgasmo
y gozo el dolor
y me hundo más y más
mientras rezo porque alguien llegue a tiempo
a rescatarme de mí.




Llora Guadis


Caen lágrimas de los ojos de mi hermana.

A veces resulto tan salvaje,
es que no estoy domesticada…

El tío no habla,
sumido en los dulces algodones del valium.

La tía se asusta
cuenta anécdotas de nuestro padre muerto.

Yo sirvo gaseosas de colores
hago chistes para disimular
lo imposible que me pongo a veces

Guadis,
tranquila como un conejo,
con el espíritu de un tigre
paseando por su pecho,
ya no llora.

De la cena, sobre la mesa quedaron
diminutas estrellas sobre el mantel
y la fuerza de un mar en tempestad
retornando a un cuerpo ahora en calma.

Yo me he endurecido:
conservar la alegría tal vez sea mi mayor logro.




Despertar


I

Despertar sin cascabeles en el aire
sin siquiera un solo acorde tranquilizador
que sobrevuele estas paredes
sólo el atronar del corazón
buscando enloquecido
la salida de este cuerpo sin dueño


II

Despertar y rodar
hacia el lado único de la cama
dejar que la lluvia entre
escuchar música barroca.
En el sueño, inventar amigos
que jamás piensen en sexo
y abran sus paraguas para mí en la lluvia nocturna.
En el sueño no hay dolor
sólo porque mi cama es blanda.
Beberé pócimas que restauren por dentro.


III

Despertar desgarrada, con el vientre ardiendo.
Aullidos en los suburbios.
Después del llover
hincarme, henderme,
velarme para no develarme tan rápido.
Es que el movimiento rectilíneo uniforme
se ha apoderado de mí
y provee tentáculos
que ensucian el cristal de los ojos.
No me rompen,
me rompo.
¿La sangre es vida o muerte?
Esta noche tal vez sea las dos cosas.
Cortarte como a una tajada de queso fundido
y lamerte
lamerte
lamerte
hasta que desaparezcas.
Calma, respira hondo y calma…




_____________________________________





El zen de los suburbios

Dojo


Bajé al valle
en busca de agua.
Equivoqué el camino.
Volví a mi ermita cantando.

*

El cielo nos saca
fotografías.
Suenan truenos.
Alguien me abraza.

*

Ebrios cielos de verano,

fanfarria del amor
en calles de hastío.

*

Voy al encuentro de un cuerpo
como se entra a un templo.
Respetuosa como un huésped
me arrodillo en la ermita
silenciosa y segura.

Los volcanes debajo
escupen lava y piedras:
¿cómo no estar agradecida?

*

Bajo la luz,
el cielo turquesa.
Una nube inmóvil,
dorada.

*

Mínimas rocas
despeñándose
por la garganta:

el monje traga saliva

*

Konchin,
sanran:
el baile de los pulgares
ha comenzado.

*

Empujar el cielo con la cabeza,
y el suelo con las rodillas.
Postura perfecta:
cualquiera es Buda.

*

Ni montaña,
ni valle.
Las manos hablan.


*

Donde la piel
es abierta granada,
herida de deseo
tu pulpa titila.

*

Te ofrecí mis frutos,
lavé tu cuerpo,
cosí tu Kesa.
Si no parto ahora
ya no podré hacerlo jamás.

*

Sumergís tus manos
en el río.

De vergüenza la luna
cae al agua
y ya no sale.






alucinaciones en la alfalfa


Soy un hombre para quien el mundo exterior es una realidad interior.
           Fernando Pessoa

Esternones quebrados por el fulgor
que emanan las pieles
viajes por el desierto en autobús
construcciones fantasmas
viejas mandarinas

nos detenemos un momento
sube el soldado y se sienta a mi lado
estuve adentro todo el tiempo, dice
vengo del lugar de más luz y suciedad bajo las uñas
antes solía sostener sólo sólidas miradas
ahora solamente veo sin ver

mis tajos piden sal a gritos.









Algo me taladra la cabeza/ la mandíbula pesa
no siento los dientes/ apretados
saliva amarga bajando por la garganta
hay un martillo de marfil/ golpeándome el parietal izquierdo
los caños anaranjados del colectivo/ se enroscan en los cuerpos
ahora estoy como quería estar: de algodón y rellena de aserrín
con la piel de antiguos enemigos bajo las uñas.

tolero cualquier cosa de mis amigos imaginarios.

últimamente son sólo los insectos en nariz y oídos
los que me mantienen con vida.

no puedo estar sin mi zumbido:
un murmullo de cintas sin fin/ o un sinfín de cintas
que necesito para dormir en calma/ y saber que al despertar sólo será
el sol rebotándome en los párpados
y la absoluta certeza de no necesitar nada.



Esperaré a que bajen los mocos por la garganta
para empezar a hablar.
las fiestas han pasado, nos dejaron
guirnaldas descoloridas y píldoras rosadas.

vamos a bares del oeste con mi compañero cósmico
pactamos que una vez hastiados
haremos collares con nuestros dientes
y cubrecamas con nuestras pieles.

veo el neón, veo el brillo
esta noche llevo lentejuelas en la sangre
pero no puedo ver la estrella que me guía.

oscurece y el cielo está tan turquesa
que ambos cerramos los ojos.







Y cuando después de mucho tiempo 
alguien encendió la luz
dije:
estábamos mucho mejor a oscuras.







No hay masturbación posible cuando es furia lo que se tiene.







Sueños con escarabajos. 
Sentada sola 
algo lejano me sentencia. 
¿Perduraremos?  






Época en que éramos felices 
recuerdos como larvas que no serán mariposas. 
Almendras amargas anticipan el sabor de nuestros cuerpos.

Acérquense todos:
debo aprovisionarme para el próximo invierno.






Tus besos me dan asco
ahogándome en la espuma del jacuzzi.

Hay relámpagos y más relámpagos 
filtrándose por las persianas del hotel
y sólo quiero que todo termine.
De afuera 
quisiera la libertad 
de no tener que estar adentro
y salir así a lucir 
el cansancio de todo un día mezclándose 
con el brillo en los ojos que dejó el orgasmo.






Masticando las entrañas del pez espada
meteré espuelas a mi zaino
para ir a verte.

La luna guiará almas en pena.
me volveré azul en cuanto el viento
toque mi piel desnuda.

el caballo tropezará con piedras que no existen.

una vez juntos, viviremos de la caridad
y eso nos hará dichosos.







El fetiche, observador mudo 
de lentas derramaciones de sangre.







Jardín de altura
ausencia del cáliz prometido
pupilas de internado suizo ahogan
gemidos bajo el peso de sábanas rústicas.






Los heliotropos me miran
hay poco lugar adonde escaparse

las pieles se desbordan
se desdoblan
y disgregan

cuando peine canas
me acordaré del canto
pero ahora

llevame a ver el eclipse
haceme dormir.







Un hombre duerme
privilegio de mis ojos

envuelta en los brazos
del amado ausente

la lluvia tal vez golpee menos
en la noche de colmillos de lobo.







Estoy paralizada por tanto salvajismo
hermosas sorpresas que tiene el destino
aguardándome en cualquier recodo

él se acerca con sábanas limpias
aquél que atacaba retrocede

cuando la tristeza invade todo
con su manto de cenizas
no se puede más que esperarla agazapado
intentar dormir un sueño libre
como si durmiera por primera vez
perder el extraño rictus de la boca

desearía desaparecer
o al menos tornarme invisible
ser leve como el humo
y lograr tal vez así
descansar un poco en el aire.







¿Somos iguales o muy distintos?
Por favor
caéme encima con todo el peso de tus veinte años, 
a partir de hoy estarás en mis pesadillas. 







Los nervios se galvanizan,
el metal en las venas transmite 
toda la información necesaria.
El espejo hoy miente mi reflejo 
y yo le creo.







Gorgojos en el mosto.
Tomó mi mano
y esperamos juntos 
la maceración.







Si te regalan flores
sentís que el deseo es
verte muerta y hermosa.

en cambio cuando el amanecer
te encuentra comiendo de su cuerpo
y la luz se filtra por las rendijas de la pared
lo tomás como visiones del futuro
y sabés que lo que soñabas ya no es sueño
sino una realidad suave y almibarada
que se deja caer sobre pieles viejas pero insaciables.








Manos que no son las mías 
intentan abrirme 
y duele
aunque nunca estuve cerrada.







Jugamos a clavarnos cuchillitos de untar manteca.
No estoy herida,
me siento como una tostada en el desayuno de domingo:
dorada crocante y dulce.








Duerme. Duerme y yo miro todas sus fotos.
luego de algunos problemas de aterrizaje
volvemos al suelo sin más daños
que unos cuantos rasguños aquí y allá.

arañas en las manos y las miro pero no están
y lo sé antes de mirar.

duerme. duerme. la planta nos ha dado lo mejor de sí
y ahora transpira dentro de su jaula de cristal.

distintas formas de morir en la playa
en una rodeado de moscas
en otra sosteniendo una boa.

noches enteras comiendo para saciar hambre de siglos.








Ahí es cuando ves aparecer
lo verde lo rojo lo azul
bailando ante la pupila izquierda
mientras te abrís para disfrutar
lo que proponen esta noche
los duendes de la sinrazón.

te toca en suerte la reina drag
más musculosa de todas
deyecciones
Cafarnaún
niñas embarranzadas
latas de conserva que conservo en la memoria.

adentro, la fruta se abre paso con suavidad
y el roce contra las paredes de carne
funde todo en agua y sal.

el agua buscará la caída natural
y te quedarás dormida.








¿A quién pipa la fuma?
¿dónde puedo conseguir un mapa?
¿vamos a nadar?
¿dónde estoy?
¿nos desatamos?
¿me pongo la ropa?
¿jugás?
¿a Flores?
¿somos el futuro?
no. no.









Caminar mucho 
cansarse y volver.
si doy un salto despego.
teje y desteje el pelaje del rododendro.

un poco de comida yéndose por el conducto equivocado
y veo cómo te asfixiás lentamente.
corro en tu auxilio:
sujeto tu cuello con fuerza.

giran y giran tus ojos.







No entiendo pero igual me subo
transpiro mucho pero cuando empieza a moverse
el viento me refresca lo mojado
incluso el espacio entre las tetas.

el Celso Ayala convierte un gol de mediocampo
mientras se precipita el orgasmar.

temo por mi corazón
ahora que estoy rebotando tanto
nunca dejaré de hacerle caso a mi padre
ahora que está muerto.

asisto al tornarse resbaladizo de los cuerpos,
tus humores condimentando mis pasteles.

no importa si no respiramos por un rato
así tal vez recobremos
la antigua levedad que nos caracterizaba.

somos serios gusanos ciegos retozando en la brea.






Van Gogh nos mira asustado desde el centeno a medias crecido
y qué hacer con esa mirada sino huir, correr sin mirar atrás
hacia la segura salvación que ofrecen otros paraísos
esperándonos con brazos abiertos de gigantesca prostituta madre.






Zona estereoscópica.
alto, más alto, las lechiguanas no llegan tan arriba.

la puerta se golpea.

es todo tan real
ella llorando en mi pecho
besándonos a medianoche
tristes porque no nos supimos complacer.

la puerta se golpea.

me gustaría que me peinara, pero no se lo digo,
seguimos revolcándonos en el patio de la escuela.

pido disculpas por encontrarla desnuda,
dice que no importa, que ver a una novia trae suerte.
no intento entenderle: estoy en el lugar impalpable,
el sentido íntimo de las cosas
se me revela en milésimas de segundos.




Babosas en el pelo
el piso rojo no me refleja, me escalofría.

estoy más lenta,
es que he envejecido un poco.

llueve y hay viento,
un viento que aúlla
donde ahora tengo vacío.





Me perdí en bazares llenos de jarrones chinos.
después de un rato, la Dinastía Ming entera
se liquidificaba ante mí.





Preparabas sopa de lianas,
nadabas en mares de inconsciencia.

presenciamos el mutuo desovar
con inocencia sacrílega
enormes burbujas acuosas,
macro mundos en los que la vida
hervía vertiginosa.

a partir de entonces
tememos llegar con las manos vacías
y entrenamos para recordar nuestras mentiras.





Por favor, no más música sacra
para mis oídos enfermos.

durante el viaje me acuna un sol de ensueño,
dejándome llevar no sé adónde voy.

todo está velado a estos ojos ignorantes y obtusos.
la atracción de la escena me toma prisionera,
después de todo es un milagro poseer lucidez.

esa soy yo tropezándome con un cuchillo,
cómo me hubiera gustado que me vieras.

pero por qué tuviste que morirte
y me dejaste acá para extrañarte tanto.





Polinízame susurrante ave de la noche
somos hijos de largos viajes
por océanos con peces de diamante.

duerme, duerme desnudo en hotel de pasajeros
con botellas rotas en los pasillos
y besos en el cuello de comadronas contentas.
bebemos vino de amapolas
el polen riega miríadas de sonrisas sangrantes.

debo cerrar los ojos.

la euforia inicial ha dado paso
a esta suave dispersión de la memoria
a este mar de calma superficie
y animales peligrosos debajo.

sello los huecos del bote con cera tibia
arañamos la fruta pero nunca la mordemos.

un movimiento en falso
te hace retroceder terreno enseguida
y avanzo sin dudarlo.

cuando volvemos a movernos
los aparatos de medir están rotos.

la intuición guiará almas
en vastas extensiones de agua salada.




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