Byron Espinoza
(Costa Rica, 1979)
Es poeta y narrador. De padres nicaragüenses, nació en San José en 1979. Publicó el libro Silenciosa de luz (Poesía. Editorial Osadía, 2006) y el disco compacto Breves rincones de magia (SI PRODUCTORES, 2007), poemas de su autoría musicalizados e interpretados por Luis Diego Solórzano y María Bonilla. Está incluido en las antologías Escritos Subterráneos (Subterranean Gremio de Escritores, 2006), Lunada Poética Poesía Costarricense Actual Vol. II (Ediciones Andrómeda, 2006), Sostener la palabra Antología de poesía costarricense contemporánea (Editorial Arboleda, 2007) y en el disco compacto Muestrario de Amores y Desamores (SI PRODUCTORES, 2006). Poemas de su autoría han sido publicados en periódicos y boletines, además de estar incluidos en distintos sitios web. Su conjunto de poemas De las eternas repeticiones apareció como manija XXVII (Ediciones Andrómeda, Julio 2007). Pertenece al Subterranean Gremio de Escritores. Su libro más reciente, Preguntar el aire, fue ilustrado por Julissa Morales. Su blog es: www.paradeletrearelfuego.blogspot.com
Bibliografía:
Silenciosa de luz, Osadía, 2006.
Breves rincones de magia, Sí Productores, 2007.
Preguntar el aire, San José, Edición del autor, 2008
Estoy anclado, amada, a todas esas
pequeñas maravillas que pones en la casa.
A ese tiesto de barro que has llenado de besos,
a ese montón de frutas que tiene tu mirada,
a esas cóleras tuyas, pequeñas como gatos,
a esas sábanas blancas que tiendes en mi alma.
JORGE DEBRAVO
Estoy
Mujer
revolviéndome hasta la inconsciencia
en ese inventario de maravillas con que renuevas
los sitios que habito.
Sumergido
hasta la saciedad
en el barro del que brota
la vasija de tus besos.
Embriagado en la frutalidad con que tu mirada
se detiene ante mis ojos.
Estoy
Amada
acariciando
esa felina manera tuya de envolverte toda
entre las sábanas de mi alma. Esa recurrencia
de hacerme tuyo a pequeños mordiscos.
Estoy Mujeramada
recordando que mis pasos
se renuevan
hoy
únicamente en tu camino. Estoy repitiendo tus palabras
para poder escribirte
al menos
un par de letras que
al salírseme del cuerpo
rocen en lo Divino.
Estoy
Amada Mujer de sangre
anclado
en LA INMENSA
(infinita)
necesidad
de hacerte entender
que he recogido todo el fuego de la tierra para entibiar las casas que tú habites y calentarte el alma en las noches de lluvia.
* Los versos en cursiva pertenecen a Jorge Debravo. Sea este también mi humilde Homenaje a su memoria y Mi Total Gratitud por Su Legado.
TRÍPTICO DE LO INEXPLICABLE
en memoria de José Capmany
la muerte, en fin, es esa mancha en el muro que
una tarde hemos mirado, sin saberlo, con un poco de terror.
ELISEO DIEGO
I
Cabalgamos
seguros de esquivar la siguiente pared
y de pronto
sin saberlo
(quizá sí lo sabemos pero nos hacemos los majes)
nuestro espacio revienta contra la muralla invisible
del próximo sueño
y al abrir los ojos
nos negamos a aceptar
lo que será nuestro nuevo hábitat vivendi
evitando los aplausos
y el coctel de bienvenida
y arropados con el viejo abrigo
que se renueva en cada párpado
(cada frío
cada ventana)
nos sentamos en piedras
y construimos brazos.
II
El espejo seguirá rompiéndose en la carne
y sus reflejos
punzocortando cada estación de la memoria.
No faltará el agua
ni el rasguño persistente
el frío interno transformándose en tempestades
la rojiza sensación de soledad calcinando la boca.
El agujero crece y desata cualquier tipo de costura
burbujea lo indescifrable
se abre la cicatriz
y el camino deja de ser camino
convirtiéndose en una nueva visión de lo inexplicable.
III
(Llegaste a romper las ataduras del discurso de bolsillo
−el que aparece en los cereales
y nos enseñan en la escuela−
con verbo cotidiano penetraste los cansados oídos de nuestra (in) consciencia
y con guitarrasonrisa al hombro nos disparaste).
Las huellas quedan marcadas según la importancia de su dueño
y lo sabías bien
(o al menos lo sospechabas)
por eso guardaste para vos las canciones mejor sentidas
y los árboles mejor soñados.
(Pito:)
Sin importar la neblina
cabalgamos
seguros de esquivar la siguiente pared
y de pronto
sin quererlo
rompemos espejos adentro de la carne
y quedamos atrapados para siempre en cada estación de la memoria.
UN ÚLTIMO CANTO DE SÍ MISMO
1
Para el inicio
un acuario
con cientos de peces
y un par de recuerdos
un barco fantasma
oxidado por la inutilidad del instante…
Un licor
purificado por algas marinas
intenta saciar
una necesidad de voces
y promesas.
Ahí
abren sus ojos
y pueden escuchar
el ruido del agua.
2
Mientras estudia el primer paso
en este preciso instante
justo en mitad de este verso
descubre a su alrededor
la ausencia de ángeles
terrestres y marinos.
Se santigua frente al espejo
se disculpa con su noche
y prosigue su camino.
3
Se llena de aire los bolsillos
(hasta romper los remiendos)
y lanza un par de dados.
Según la importancia del número
la intensidad del trayecto.
4
Con fuego en las manos
esquiva la primera pared
y se traga sus espinas.
Del aire
que aún llena sus bolsillos
toma algunas semillas
las esparce en cada paso
y finge dormir mientras camina.
5
Con barro y saliva
mezcla lágrimas
añejadas en la pureza de cierto vino
embarra sus ojos
buscando perfeccionar su mirada
frente a la porosidad del camino
pero
ante su asombro
éste inicia su acostumbrado
caer en pedazos.
6
Varias miradas después
del punto de partida
siente un pájaro oscuro
anidar en su sangre
intenta
con plegarias de todo tipo
(y distinto origen)
arrancarlo.
sin conseguirlo
siente un par de plumas
romper su espalda.
7
Con alas en lugar de brazos
apura su andar
e incluso desespera.
El alambre de púas
que se esconde
en mitad del aire
desgarra su vuelo
y con su sangre
le da vida
a un nuevo bosque de dudas.
8
Después de fingirse en cada simulacro
decide abrir sus ríos
y ponerlos en el suelo
hasta que
de su lluvia
broten ranas de fuego
que le inventen un nuevo lugar
para despojarse de su alma.
He ahí
la verdadera esencia del viaje.
9
Entiende al fin
que lo importante
no es la cantidad de cosas
que lleve encima.
En respirar
sin la mínima necesidad del aire
reside todo.
10
Va dejando espacio
entre su silencio
y las cosas que esparce por el suelo.
Un único motivo lo embarga:
dejar florecer
un nuevo jardín de ausencias.
11
Estira de nuevo las flores de dicho jardín
y se arranca los ojos.
12
Pide un nuevo modo de ver
con su ceguera.
Camina aún más lento
mientras entiende
de a poco
que el final del viaje se adelantó
por su insignificancia frente al mismo.
13
Podría detenerse aquí
dar cientos de miles y millones de vueltas
sobre un mismo punto
ubicado en la profundidad de sus pasos
y saltar con espectros de agua
en sus ángeles…
Podría detenerse aquí
y asomar los huesos
al fin de sus días
pero todo esto
¿puede servirle para asumir
su derrota ante la inmensidad del camino?
14
Ausente ante las fauces de su trayecto
logra
por inercia
saltar su sombra
y las espinas que lanza el sol
lo atraviesan.
15
El reflejo se alarga
sobre las paredes
del vacío que lo rodea.
Cae al suelo
rodeado de grandes espinas
y la sangre que de éste brota
se convierte en el nuevo par de pies
que lo incita a intentar otra vez el paso.
16
Se rompe los pies al primer nuevo paso
y entiende que el agua lo reclama
hasta la última gota.
17
Tendrá que regresar a su habitación de agua
para lavar su camino y poder re-iniciarlo
con un nuevo tipo de lluvia
para sustituir sus pies.
18
¿Cómo explicarse
que este trayecto
no es
otra cosa
que repetirse?
En el suelo
en el agua
y en el aire
seguirá siendo
el pobre diablo
que se retuerce ante sus mismos errores.
¿Cómo explicarle
que cada verso
no es otra cosa
que una línea de camino
y que el agua
es una inmensa extensión del viento?
En cada letra
y cada milla
su miseria
seguirá siendo
el último canto de sí mismo.
Byron Espinoza, Preguntar el aire, San José, edición del autor, 2008, 72 pp.
Conocí a Byron en circunstancias particulares. Luego, tuve la oportunidad de conversar con él durante la presentación de su segundo poemario, sobre el cual comento aquí. Y la primera impresión que tuve de su poesía, y la que tuve cuando lo leí en Cultura CR , y al leer “De las eternas repeticiones...” (Manija, XXXVII, julio de 2007, San José, Ediciones Andrómeda), se confirmó con parte del verso que esgrimió al autografiar mi ejemplar: “...con el abrazo de reconciliación que se hace nido de agua al abrir los ojos”: estamos frente a un poeta auténtico.
Nuevamente uso el término, cada quién verá que hace con él. Un poeta auténtico, aunque tentado en ocasiones por el esnobismo y la pose pseudo marginal que destila gran parte del movimiento josefino de poesía. De hecho, cuando sobre cierta nefasta antología comentaba yo de modo similar, Byron expresó, en un programa radial, que yo estaba equivocado, porque él no era así ni compartía tales inclinaciones. Y es cierto, y si logra superar la primera etapa de búsqueda de aceptación, y rompe con la endogamia, logrará grandes cosas.
“De las eternas repeticiones” es un poema (lo asumo como un poema y no como una colección de fragmentos, pues aparece estructurado en estrofas, sin subtítulos y sin numeración) con capacidad de generar imágenes, metáforas fuertes y sugerentes.
Por más que intenten
de nada les servirá
desplegar
nuevos mapas
sobre su piel:
aun el más poderoso
de los países
fue devastado
a lo largo de sus cuerpos.
En algunos tramos recuerda a “Canto de guerra de las cosas”, de Joaquín Pasos: “Pronto sabrán/ del verdadero poder del herrumbre”. Por lo demás, en el poema el yo lírico hace referencia a una entidad en tercera persona plural, que le confiere al texto cierta ominosidad.
Pero bien, la idea era hablar de Preguntar el aire, bellísimo título, su segundo poemario (aún está pendiente que lea Silenciosa de luz, el primero). En este libro, Byron se arriesga y lanza una edición por su propia cuenta. La noche de la presentación, el escritor Germán Hernández hacía referencia, precisamente, a esta actitud como un acto de valentía, pues prescindía de las editoriales, tanto públicas como privadas. Y puede ser cierto, pero no deja de ser un riesgo evitar otros filtros, que de alguna manera permitan pulir aún más las propuestas estéticas. En todo caso, Byron se arriesgó y queda en manos del lector establecer criterios.
El libro se compone de 54 poemas, numerados, sin título, todos ellos de no más de una página. Presenta un hilo conductor, y es la pregunta con la que cierra cada poema. Esta es su propuesta, pero también esta es su trampa, ya que pronto los textos se van sucediendo sin mayor novedad, y hacia la mitad, se ha perdido el interés por el conjunto.
Al no tener títulos, mantener una idea, un estilo y un tono comunes, uno pensaría que se trata de un solo texto. Y probablemente lo mejor hubiera sido trabajarlo como tal, es decir, eliminar los poemas (o las partes) más débiles; ser más conciso, dejar, justamente, unas cuántas preguntas hacia el final, presentar el texto como eso, como un poema, y colocarlo en otro conjunto mayor, ahí sí, con otros poemas. Pienso en “De las eternas repeticiones...”, por ejemplo, que me da la impresión de que tuvo una génesis similar, y de que era más extenso en un principio.
Ahora bien, si tomamos cada poema o parte de forma individual, estaremos frente a momentos sumamente logrados:
Entregado a mis rituales
me arranco la cabeza y me desnudo.
Salomé,
¿hasta cuándo te disfrazarás
con mi carne?
(Del poema 4)
Yo les digo que mi voz se corta,
que el aire finge seguirme
y, de sus espaldas, brotan piedras.
(Del poema 10)
Es interesante que estos versos salgan de alguien que también escribió
Mientras le doy mordiscos
a una de las dos piezas de pollo que
(después de contar menudo)
compré
(claro las baratas
225 la pieza grande
y 100 la caderita)
De “De los enigmas de la poesía”, en Sostener la palabra (Adriano Corrales, comp.), San José, Editorial Arboleda, 2007, p. 283.
Este, y otros elementos en el mismo texto, reflejan a un poeta arrastrado por la moda y el chiste fácil, que tanto complacen a nuestra fauna poética de la “metrópolis”. Afortunadamente, en Preguntar el aire nos damos cuenta de que Espinoza tiene material suficiente para escribir, no importa si desenfadadamente, pero con calidad, con fuerza, con riqueza conceptual y formal, sin necesidad de recurrir a recursos tan simplones; aunque como ya dije, el poemario en tanto conjunto pierde fuerza, y sus niveles de sugerencia se ven desgastados ya hacia a la mitad.
Hay que reconocer, además, el trabajo artesanal de las dos colaboradoras inmediatas de esta aventura poética-editorial: Ana Mariella Rodríguez, quien diseñó el libro, y Julissa Morales, quien lo ilustró. Tal vez el estilo del diseño y las ilustraciones no concuerdan siempre con el material poético, pero bien vale la pena el esfuerzo y la unión de un equipo para lograr el producto final.
Queda la invitación hecha para que se acerquen a este libro, con ojos dispuestos, y compartan ustedes también la posibilidad de cuestionar el mundo, al lado de este poeta que esperamos crezca y avance en su propuesta.
Posted 11th September 2008 by Asterión
http://www.gustavosolorzanoalfaro.com/2008/09/qu-significa-preguntar-el-aire-propsito.html
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