Gloria Gabuardi
Poeta y artista plástica. Nació en Managua en 1945. Es doctora en Derecho y Notaría Pública por la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua. Desde 1974 permaneció en el exilio en México, hasta julio de 1979, fecha en que regresó a su país. Durante el Gobierno Revolucionario Sandinista desempeñó varios cargos, incluyendo el de asesora de la Vicepresidencia de la República. Varios de sus poemas han sido traducidos al alemán, italiano y rumano. A partir de 2004 es la Secretaria Ejecutiva de la Directiva de la Fundación Festival Internacional de Poesía de Granada y coordinadora del equipo de trabajo de la misma, que se celebra a partir de ese mismo año. Ha publicado los poemarios Defensa del amor (1986) y Mástiles y velas (2002); con una segunda edición en 2005. Recibió el Primer Premio del Concurso Literario Ricardo Morales Avilés, auspiciado por la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura (ASTC), 1982.
Poemas de Gloria Gabuardi
Mujer
Soy mujer, luna y nube.
Pelo al viento y ojos a la vida.
Soy mujer, simplemente mujer.
Cotidiana de gloria o de agonía,
Acuario con el movimiento de los astros,
Feudal en el amor y planetaria.
Soy Selene, Venus, Nube con pantalones;
En eterna búsqueda del cielo o del infierno,
De infame y celoso corazón,
Carne sagrada de mi carne,
Mujer desde la yemas de mis dedos
Hasta la ultima gotita de mi sangre.
De Mástiles y velas
La Alquimia de los Sueños
A mi esposo Francisco de Asís Fernández.
La alquimia de los magos
mantiene encendida para siempre
la luz brillante de la linterna de la vida.
Los Dioses y su magia
dicen que uno tiene una estrella en el cielo
que cuando nacemos, se enciende su luz y brilla
y cuando nuestra conciencia
se estrella contra el mundo
tintinea como agua saltando entre las rocas.
Yo he vivido feliz en el paraíso de mi cuerpo,
creyendo en el cielo de la vida
en esta peligrosa travesía.
Por eso he hecho ritos y alta magia,
leído el Libro de los Esplendores
y perseguido la clave de los grandes misterios.
Por el amor y los sueños,
por los recuerdos marinos
de mi navegante paso por la vida.
Pero he sentido el dolor,
por los cuatro puntos cardinales de mi cuerpo.
Y es el amor por los sueños (dicen los iluminados)
el que mezcla tantos dolores a los sueños de amor.
Por eso escondo mis raíces
y protejo mi sombra y tu sombra.
Quiero que el dolor cuando se acerque
sea como un extraño y desvencijado velero.
Que venga, no atraque y se vaya,
se hienda en lo profundo del vacío.
Persigo la alquimia de esos magos.
Ahora marcho buscando mi estrella,
su luz de plenilunio
con su corazón de piedra en el fondo de los ríos.
Del Rondó de la Sonata Patética de Beethoven
de los Nibelungos de Cósima y Wagner
que me lleven, sí que me lleven
al final del alba
adonde los pájaros cantan tres veces y nadie se muere
y las adivinanzas tienen sus respuestas.
Para que me den la luz que Dios me dio,
la luz brillante de la Linterna de la Vida.
Para que no se extinga el lirio y el jacinto
para que mis mañanas no cambien su color.
Para que no mueran los sueños,
para que no se seque la Rosa de los Vientos
y el Ave del Paraíso cante su canto,
para que el mar de la serenidad
invada nuestro espíritu
y nunca se extinga la llama
ni la luz brillante de la linterna de la vida.
En el recuento de esta vida
He buscado la luz que Dios me dio,
en el corazón del ser humano.
He encontrado la trascendencia de la soledad,
la palidez del follaje al amanecer,
la penumbra que deja un día triste
y la ternura exquisita de una tarde de silencios.
Yo he dormido con el corazón entre las manos,
y he caminado al horizonte donde esa luz alumbra.
He oído apagarse el eco de la noche
y he querido atrapar el tiempo y sus distancias.
Soy viajera en este barco
y siempre he tenido un cielo con presagios.
A veces grito mi nombre: Gloria….
y escucho dulcemente el batir suave
del limonero de mi casa.
Todo es tan hermoso como el sonido de una castañuela
“Gloria a Dios en las alturas”….
y se conmueve y susurra mi jardín
y pasa el viento cadencioso en su plegaria,
la plegaria del sol al penetrar las tardes en el mar.
En el recuento de esta vida
paso esta página en limpio
y marco presurosa mi imaginado territorio.
De Mástiles y Velas
Mis recuerdos
Como llaga y carne
como relámpago y sus días de calma,
en el último rincón de mis pupilas,
los guardo uno a uno
los camino siempre
como viajera inagotable:
cada piedra, cada hoja, cada canción.
¡Hay vida, rica mía, cómo me dueles!
Del libro Defensa del Amor
Sombra
A veces sumergida
esculcando los rincones
te encuentro ahí
como una hiedra
robándoteme todo
deteniendo el camino de las cosas al olvido.
Del libro Defensa del Amor
En la montaña de las brumas de Estelí
A Francisco de Asís
Con los pálpitos del corazón entre los dedos,
llegamos a la Cima del Mundo.
He colgado mis miserias
en el ojo de esta luna transparente
y tirado con desdén mis angustias
a un lado de las nubes.
Pienso dormir en ellas,
revolcarme de dolor o de alegría,
jugar al volandás o chimpilicoco
o por lo menos, tener mis pensamientos amorosos
(mi hija allá lejana, y mis hijos lejos, mi corazón hecho trizas,
dividido como sandía destrozada).
Que mis sueños cabalguen esta noche,
arrullados por el ruido fantasmal de los grillos,
hasta donde lleguen los límites
de mi corazón abierto en pampas
como la flor de la bandera española.
Estoy de nuevo en la Cima del Mundo.
En la Montaña de Las Brumas de Estelí,
equidistante del Quiabuc, lejos del Tisey
y lejos del Guarumo,
entre el mundo de los vivos
y la eternidad imaginaria,
entre la realidad trágica de mi Patria
y lo fantasmagórico de lo creíble y la mentira
entre el inventario del mundo de los vivos,
seco, árido, despalado y destructivo
como un cuadro gigantesco de Dalí
y el abismo de lo fantástico y del mito.
Aquí, como en el Pamir, en Tadjikistán,
entre Afganistán y China
en Asia Central, el Techo del Mundo,
queriendo encontrar a Dios
entre el azul del cielo que toco con mis manos,
y el celaje lapislázuli , verde, jade, morado, gris del atardecer
en el rumor de los pinos que aún quedan con vida,
o en las huellas de Marco Polo
y su aventurero caminar en las batallas del tiempo
o en las crueldades de las guerras del gran Khan,
arrasador de pueblos y montañas.
Yo llegué a la Cima de la Montaña del Pamir,
y me asomé en el verdor de su laguna transparente
la misma del gran Marco Polo
y puse mi huella sobre su huella.
Aquí en Estelí, tierra de mi Nicaragua,
vuela mi ojo hacia el infinito
sin encontrar límite que lo contenga
y con un corazón colgado como relicario
donde guardo los colores del crepúsculo y del ocaso
las lágrimas de la vida y de la muerte,
la imaginación y la risa de los míos,
los nombres de los que se fueron,
las añoranzas de los que están vivos,
la raíz de mi origen,
y la savia oculta del pozo de mis deseos.,
no vaya a ser que en este despale inmisericorde
hagan que desaparezcan para siémpre.
Y se van , vuelan mis sueños
navegando como góndolas entre las nubes
llevando tan solo el registro del viento y su violencia,
donde el eco es como una espiral que se engulle al mundo.
Y la inmensidad de esta tierra despalada
y la voluptuosidad de su tristeza,
dan rienda suelta a mi nostalgia y a mi furia interior.
Aquí estoy, en el Cerro de las Brumas, en estas montañas,
donde hace ya muchas lunas, no penetraba la luminosidad del día,
y el rocío bastaba para desencajar el mar del llanto,
de las ánimas en penas,
donde desembocaban las pasiones de la vida.
Cabalgando la noche
Despierto a medianoche
con el alma desnuda extiendo los brazos
queriendo alcanzarte
soy una estrella lejana en el firmamento
que ahueca la tristeza con sus manos.
Cabalgo la noche por el universo mundo,
hasta chocar contra la espuma
que tomo con mi boca y me transforma en ola.
Te abro la puerta de mis sueños
y como Cruzada sin nombre marcho por la noche oscura.
He querido nombrarte mi escudero
para que me traigas las luciérnagas encantadas
ahuyentes los signos, las señales, la mala hora,
las ánimas en pena.
Te abro las puertas escudero
para que dejes entrar el arcoíris
y el viento sacuda mis ansias
vuele las cenizas de mis llantos
y pueda yo escribir tu nombre.
El mismo pensamiento
la misma antorcha
las mismas manos empuñándolas.
Y veo palomas blancas volando al infinito sin límite.
Todo lo veo escrito en tu corazón:
mi rostro perfilado y marcado en tu pecho
como fotografía amarillenta,
Soy una rosa con corazón de tigra,
y para vos una fiera por domar.
Yo he hecho un mundo de colores para tu alma.
Descifrando los enigmas
Yo he sido vendaval en noche cerrada
jinete en guerra de lunas
he tomado varias veces la mano del mundo
y guardado en un puño el asombro y el silencio.
Con Odiseo he oído el cantar de las sirenas
he visto partir los barcos, subir las mareas
y atracar en costas peligrosas
entonces me has hecho desdibujar mi brújula
tragarme el mar y sus profundidades,
pasar la lengua por mis amaneceres
detener la lluvia que tiñe mis pestañas
levantar murallas con el alma en pena
entregar la plaza y detener el tránsito de los sueños.
Vivo entonces en torre de marfil
Con el templo de mi corazón lleno de asedio,
embrujada con las húmedas raíces de mi historia
oyendo el tic tac de un reloj de arena
que me hace sentir un desasosiego,
tejiendo y destejiendo , sueños por las tardes, noches y madrugadas frías.
Ah! tengo el alma desnuda
saliendo y entrando por la ola de los sueños
descifrando en la arena los enigmas que me envías
¿Qué quieres?
¿Por qué rendija de la luna me miras y me observas?
Sé que me recorres una a una, tuquito por tuquito.
Cada parte de mi cuerpo
Y se me detienen entonces de nuevo los sueños
en este camino que nos lleva al naufragio,
y enderezo solitaria el barco
que vuelve de nuevo a surcar el infinito.
Entonces amor
Suéltame las alas, suéltame las lianas
déjame ser árbol plantado sobre el lecho
déjame ser bruja , maga con pociones y embrujos,
déjame ser trampa para tu regocijo
para poder ir y volver arisca en tu memoria.
mira que muero, mira que que lloro, mira que río,
mira mi barco que navega solitario
anunciando que todo lo incendia.
Tráeme de nuevo el mar, oigamos el choque de las olas,
el secreto de los pájaros de la montaña mágica
lee de nuevo las líneas de mis manos,
ves mi corazón?
ven, baila conmigo desnudo
ven extiende tus manos
deposito en ellas los secretos de la noche
el misterio del mundo
la profundidad de la oscuridad
y mi alma con la música del llanto.
Quiero ver el día con el color del ámbar
A veces es difícil acomodarse
a la edad real del cuerpo
cuando se tiene un espíritu ligero
un alma libre que ambiciona siempre
asaltar el Universo.
A veces el cuerpo, con heridas y cicatrices
y un corazón con sed y quemaduras
retrocede lleno de vértigos
y quiere un rincón donde respirar tan sólo.
Pero el alma, desafiando las mentiras,
las deslealtades, la traición y el fracaso
acepta el reto, el impulso de la vida
que te salva del naufragio
y como tigra en un bosque de mariposas
lanza en ristre va hacia el mundo.
A veces quiero juntar :
mi cuerpo y mi alma
para que no vivan separados:
mi cuerpo que a veces desfallece
y no lo conmueve el titilar de las estrellas,
ni las figuritas de cristal
que hacen las nubes con el viento,
mi alma que es un ángel o pantera.
Que vivan dentro de mí,
que tengan un horizonte juntos
que las luciérnagas del norte y el sur
del oriente y el occidente sean antorchas en su caminar
y destruyan las gotas de lágrimas
que intenten salir a luz
para que cuenten o inventen historias
despampanantes como un Hollywood de mi casa,
y puedan ver a las palomas batir sus alas.
Aquí está la página en blanco
para escribir un mundo de fantasía,
para poder leer con mis ojos
las delicias del tiempo
y encontrar el misterio terrible del amor.
Por favor júntense alma mía y cuerpo mío
para que pueda ver la noche sin temor,
y separar la mentira de la verdad
la verdad de la mentira
para huir del dolor que corre en el crepúsculo
y la cajita de música guarde mi ternura
para ver los ríos que corren con música de cielo
las iglesias que guardan la luz del sol
que nuestros corazones tengan
un cofre donde guarden el asombro
con historias y esperanzas,
y pueda correr desnuda con la luz del viento
y envolverme con la luz de la luna
y ver el día con el color del ámbar.
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