domingo, 6 de enero de 2013

ANTONIO RENDIC IVANOVIC [8964]


Antonio Rendic Ivanovic, también conocido como Ivo Serge (Isla de Brac, 20 de diciembre de 1896 - Antofagasta, 13 de febrero de 1993) fue un médico y poeta croata naturalizado chileno.

Biografía

Llegó a radicarse a Chile a la edad de 3 años en 1899 nacionalizándose chileno en 1931. Cursó sus estudios primarios en Antofagasta, y secundarios en el Liceo de Copiapó, ingresando posteriormente a la Universidad de Chile. Se tituló en 1922 de Médico Cirujano, comenzando a ejercer en Antofagasta. Estuvo casado con Jenkins Richards.
Fue conocido popularmente como "El médico de los pobres" y "Apóstol de los humildes", por prestar atención gratuita a la gente de escasos recursos, recibiendo entre 40 a 50 personas diarias sin cobrar honorarios. Además, regalaba medicamentos e incluso dinero para el pasaje de vuelta a casa. Una hora antes de esa rutina, a las 6, ya había rezado el primer rosario del día y las oraciones de la mañana con su mujer.
Bajo el seudónimo de Ivo Serge, publica más de 40 obras.[cita requerida] Autor del Himno de Antofagasta, ganando en un Concurso Nacional en 1937. Además de creador de los Himnos del Instituto Santa María, Colegió Yugoslavo, Liceo de Niñas y el Himno de los Inmigrantes.
Su último opúsculo lírico, Resurrexit, es una poesía con una firme expresión de su fe católica. Monseñor Carlos Oviedo Cavada, presentó esta poesía con este prefacio: "La poesía revela el alma de un contemplativo de Dios y del hombre".
Fue médico de la Anglo-Chilena Compañía; médico y director de la Cruz Roja Chilena, miembro de la Academia Chilena de Medicina; Director y Médico ad-Honorem de la Tercera Compañía de Bomberos; Miembro fundador del Círculo Literario de Antofagasta y miembro de Instituto de Literatura Nortina.
La entrega del “Ancla de Oro” es una distinción que se otorga desde el año 1953 bajo la administración del alcalde Humberto Albanese Cortés. En ese entonces, la Municipalidad de Antofagasta decide instaurar este galardón con el objetivo de entregar un reconocimiento a quienes hubieran realizado una gran labor en pos del desarrollo de la comuna. En el año 1953 se entregaron las primeras Anclas de Oro al escritor don Andrés Sabella y al doctor Rendic.
Falleció el 13 de febrero del año 1993, a los 97 años. Su obra de servicio público es conocida por toda Antofagasta.
En octubre de 2010, la Corporación Cultural Andrés Sabella, presenta al Arzobispo de Antofagasta la búsqueda de la beatificación del doctor.
En Antofagasta una avenida y entidades educativas públicas y privadas llevan su nombre, además de la Décima Compañía de Bomberos Dr. Ivanovic.

Reconocimientos

Entre sus numerosos premios se destacan:
Cinco premios municipales.
Mención honrosa en concurso nacional de poesía.
Premio Atenea de Arica.
Autor del Himno de Antofagasta, electo por concurso nacional en el año 1937.
Fue el primer Antofagastino en recibir el "Ancla de oro" junto a Andrés Sabella en el año 1953, máximo premio otorgado por la municipalidad de Antofagasta.
Condecoración como comendador de la orden "San Silvestre", por sus méritos como médico y persona. Fue entregado por parte del Papa Pablo VI, el 25 de octubre de 1963.
El gobierno de Chile, le entrega la Medalla de oro por servicios distinguidos en el año 1971.

La pampa es hembra

La pampa es hembra de real figura,
coqueta y fácil, cuando no insinuante.
Entrégate en sus brazos, sé su amante,
y tu frescor sobre su piel derrama.

Si tú eres glaciar, ella es la llama...
¡Vive la eternidad en un instante!







Herrumbre, ruinas y escombros.
Y la soledad y el silencio
aullando a través del espejismo.
Y ahí están sus maestranzas inactivas,
las bateas sedientas,
los cachuchos destrozados
y las canchas con sus vientres vacíos
bostezando quietud al sol y al viento. 

“Obrero del salitre”

En ti ruge la sangre como un río
donde el sol restregara su cabeza. 
Tu puño es una flor de fortaleza. 
Da a las piedras tu pecho el señorío. 
El espejismo eras con tu brío y 
del viento recoges tu destreza. 
Si quisiese la tierra otra corteza
Sólo tu piel sirviera a su albedrío. 
Establece tu espalda nueva rampa: 
allá la luz su médula difunde, 
y te penetra y dora el esqueleto. 
Un rajo fecundo, ávido y secreto 
te prolonga la frente y la confunde 
con la huella más tibia de la pampa. 







Las máquinas como bestias celestiales,
en el camino manchado por el petróleo
de la ira de los hombres,
con el fuego de las industrias
como fumarolas de la guerra de los cien años.






Penas y dolores

"A veces basta una sola palabra para cambiar el curso de una vida:
no nos neguemos a pronunciarla".

(Penas y dolores, 1978).





Siembra de otoño

Cuando es sincero el amor
por los seres y las cosas
todo camino es de rosas;
todos los días, de sol.
Vida toma el corazón...
Y haz que mis horas vividas
sean dos manos tendidas
y abiertas siempre al amor (...)

(Siembra de otoño, 1953)






Trébol

Soy un loco
enamorado
y amo todo
cuando existe,
desde el átomo
impalpable
al espacio
en floración

(Trébol, 1954).







Amor al prójimo

El amor que sirve al semejante con segunda intención, pierde
todo su valor moral y rebaja espiritualmente al que lo practica

(Amor al prójimo, 1981).






A través de la puna

La imaginación hace de las suyas al proyectar el eterno femenino en las formas de la naturaleza, y el poema erótico entra en escena.

La pampa es hembra de real figura,
coqueta y fácil, cuando no insinuante.
Entrégate en sus brazos, sé su amante,
y tu frescor sobre su piel derrama.

Si tú eres glaciar, ella es la llama...
¡Vive la eternidad en un instante!

(A través de la puna, 1960).






Ochenta y tres

Ochenta y tres y vibro de alegría.
¡Qué de sol en mis predios interiores!
¿Penas? Jamás. Yo sólo sé de flores,
de cantos, esperanzas y poesía.
Ninguna sombra en mi camino.Nada.
Amé mucho y me amaron donde estuve.
Hallé un rosal florido en casa nube
y rosas a través de la jornada.
Nunca pensé en que la vida pasa.
¿Para qué?, si mi barro arde y se abrasa,
hoy como ayer, en risas y quimera.
¿Mañana? A qué el mañana, si confío
en que este diáfono corazón mío
vivirá, hasta morir, en primavera

(Ochenta y tres, 1980).





Más allá de la vida y de la muerte

Si me diste la gracia de ser bueno
y el corazón dispuesto para amar,
transfórmame, Señor, para quererte
más allá de la vida y de la muerte,
a tus pies, en un lirio o en rosal.

O en la modesta lumbre que, a tu lado,
arda con débil, temblorosa luz...

(Más allá de la vida y de la muerte, 1950)


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