Raymond Radiguet
Raymond Radiguet nació el 18 de junio de 1903 en Saint-Maur-des-Fossés y murió el 12 de diciembre de 1923 en París, Francia. Fue un escritor francés que falleció con veinte años y dos novelas a sus espaldas: El baile del conde Orgel, publicada tras su muerte, y sobre todo El diablo en el cuerpo, que narra los amores entre un adolescente y una mujer casada cuyo marido combate en el frente. Con ello, Radiguet se opone cínicamente al heroísmo bélico oficial, por lo que la novela causó un gran escándalo.
Fue hijo del dibujante Maurice Radiguet. Estudió en el liceo Carlomagno en París. A causa de su gran afición a la lectura, no estuvo muy involucrado en sus estudios, lo cual supuso que no fuese considerado un buen alumno. Leía los escritores de los siglos XVII y XVIII, teniendo especial interés en la Princesse de Clèves de Madame de La Fayette; también leyó escritores como Stendhal y Proust; y poetas como Verlaine, Mallarmé, Rimbaud o el Conde de Lautréamont.
Con 15 años abandona definitivamente sus estudios para hacer periodismo. Se relaciona con André Salmon, Max Jacob, Pierre Reverdy, François Bernouard (el cual sería el futuro editor, en 1920, de sus poemas recogidos en Les Joues en feu); conoce a pintores como Juan Gris, Picasso, Modigliani, Jean Hugp; y se vincula con jóvenes compositores como Darius Milhaud, George Auric, Francis Poulenc o Arthur Honegger. Cuando se fundó el periódico satírico francés Le Canard enchaîné, Radiguet publicaría algunos cuentos bajo el pseudónimo de Rajky. En el año 1918 conocería a Jean Cocteau, el cual quedó admirado por el joven y a quien se refería diciendo: es el alumno que se convirtió en mi maestro.1 Radiguet fue el protegido de Cocteau, de forma que éste se entusiasma con los poemas del joven y le anima a escribir, le aconseja y le hace trabajar, de forma que le ayuda a publicar sus versos en varias revistas, como Sic y Littérature.
Se convierten en inseparables y en mayo de 1920 fundan juntos la revista Le Coq, de carácter vanguardista, en la cual colaboraron, entre otros Georges Auric, el pintor Roger de La Fresnaye, Paul Morand y Tristan Tzara. Así, Radiguet escribe su primer artículo en el primer número de la revistaque comienza con las siguientes palabras escritas en mayúscula: DEPUIS 1789 ON ME FORCE À PENSER. J’EN AI MAL À LA TÊTE (Desde 1789 se me fuerza a pensar. Me duele la cabeza).
A partir de 1921, Radiguet decide abandonar la vida desorganizada que llevaba hasta enconces para pasar a una vida fuertemente disciplinada interiormente. Joseph Kessel diría al respecto: Nada menos ordenado que su vida exterior, pero nada más armonioso, más equilibrado, mejor construido y mejor protegido que su vida interior. Podía ir de bar en bar, no dormir durante noches enteras, errar de habitación en habitación de un hotel; su espíritu trabajaba con una lucidez constante, una maravillosa lógica.
Raymond Radiguet muere el 12 de diciembre de 1923 a causa de una fiebre tifoidea. A su muerte prematura, también el presentimiento de su propia muerte fueron las bases para crear el mito, ya que en las últimas páginas de El diablo en el cuerpo escribe: Un hombre desordenado y que va a morir y que no lo duda suele poner orden a su alrededor. Su vida cambia. Clasifica sus papeles. Se levanta temprano, se duerme a buena hora. Renuncia a sus vicios. Su muerte brutal parece todavía más injusta. ¿Viviría feliz?
Raymond Radiguet por Modigliani (1915).
Obra literaria
Pese a su corta vida, muchos le consideraron como el Nouveau Rimbaud (Nuevo Rimbaud), debida a la comparación que se hacía de los dos por la precocidad de su talento que los dos mostraron. Radiguet publicaría su primera novela en 1920, con El diablo en el cuerpo, y tres años después su segunda y última, El baile del conde de Orgel.
Ganó el premio Nuevo Mundo (compuesto el jurado por Jean Cocteau, Paul Morand, Valery Larbaud, Jacques de Lacretelle, Jean Giraudoux y Bernard Fay), lo cual le permitió vivir desahogadamente y con un gran reconocimiento literario.
Le Diable au corps
En 1918, final de la Primera Guerra Mundial y con apenas 15 años, experimentaría una relación amorosa que más tarde le inspiraría su obra Le Diable au corps (El Diablo en el cuerpo). La muchacha en cuestión se llamaba Emma y era dos años mayor que él, la cual estaba prometida con un militar.
Sería en 1921, en Piquey, lejos de París, cuando terminó la obra, aunque no se publicó hasta el año de su muerte, en 1923. Le Diable au corps es una novela donde se plasma la historia de un romance trágico y cuya publicación formó un gran escándalo, ya que mostraba a la guerra como una condición para la felicidad de dos amantes. Pese a ello, Radiguet recibió muy buenas críticas por parte de escritores de renombre como Max Jacob, René Benjamin, Henri Massis y Paul Valéry.
Le Bal du Comte d'Orgel
Le Bal du Comte d'Orgel (El Baile del conde de Orgel) es su segunda y última novela, la cual fue publicada en 1924, un año después de su muerte.
Radiguet pudo conocer el mundo aristocrático parisino de la mano de Jean Cocteau. Esta nueva experiencia influyó mucho en Radiguet, lo cual se refleja en esta novela, ya que además se dice que los personajes existieron en realidad.
Esta novela la publicó Bernard Grasset, y el prefacio fue escrito por Cocteau, en el que habla sobre la muerte de su compañero:
He aquí sus últimas palabras: "Escuche, me dijo el 9 de diciembre, escuche una cosa terrible. Dentro de tres días seré fusilado por los soldados de Dios." El 12 de ese mismo mes, Raymond Radiguet fallecía.
Poemas
Traducción: Jorge Segovia
MALDOROR ediciones, Primera edición: 2011
COLORES SIN PELIGRO
Amores (en plural; y después
No,el año se hace muy viejo)
¿UN BOSQUE
es cobijo más agradable?
La menor de nuestras inquietudes
EL VIENTO
O bien un salteador de caminos
Se apodera de tu sombrero nuevo
PARAÍSO DE LAS
MUCHACHAS EN FLOR
A la carrera
Cinco minutos antes
Todo ocurría al borde del agua
Barquero
también
(Cuando me llaman)
Ellas
Dos o tres aves del paraíso
Confío en las muchachas en flor
HIMEN
Un matrimonio de amor, al parecer
El horizonte se enmohece
Una mujer camina sobre el alambre
Ella nunca vio el cielo
Su paraguas es negro
Tarifa nocturna
¿Quién sabe?
Azota la noche que se salva sin decir nada
Un caballo la cocea
Hasta mañana
A TONTAS Y A LOCAS
Por debajo de cero
Los rostros son mudos
Mucho mejor no podrías decirlo Adiós
La Bella estación está en otra parte Así es
Y desde que tenemos los juegos de azar
Hubo que ponerle un larguero a la mesa
A pesar del sentido común,
ese día fue el más corto del año
Diversos nombres
Un bien diferente y más hermoso
En vano deshojo la efeméride
Todavía un año muy corto
Para todas las fiestas a desear
FACSÍMIL
¿Alguna vez supo abril florecer
nuestras porcelanas?
Un pájaro sin domicilio
se instaló en la guitarra.
Reemplaza al despertador
que cederemos a bajo precio.
No busquéis a
Colombine, está en el mercado.
PRESENTANDO ARMAS
Con ocasión del 14 de Julio, el aduanero Rousseau,
que volvió del paraíso, hizo distribuir entre los
soldados Bonos para un retrato.
(De los periódicos)
En formación, los soldados esperan al general que debe imponer
las condecoraciones.
El general es un pintor.
Henri Rousseau, con la punta del pincel,
coloca una estrella en cada pecho.
Empleo del tiempo
Tren botijo
Aurora frívola para mi gusto
Teníamos la misma edad
Orejas de burro
Es la vida
Cuando tenemos grandes orejas
oímos mejor
La brisa sucumbe
Levantemos para ella
Las colinas perezosas
Ya os lo advertí
Destiñe la ropa de Verano
CONCLUSIÓN
Cansado de este tiovivo
A partir de ahora me armo de valor
Para adentrarme en las ciudades
Se trata de mí
¿Tendrá este río la fuerza de ir más lejos?
“EL JUGUETE DEL VIENTO”
no es que yo anime a los charlatanes.
Las letras de mi nombre habitual se echan
a volar
Lo que queda no le gusta a nadie
SE VENDE hermosa mansión
árboles importados de los cuatro rincones
del mundo
Yo derroté al viento
Sonreíd un poco.
Incógnito
Pretendida echadora de cartas
Casi estamos desnudos
Hay retratos familiares
Que serían vergonzosos
Una calle desierta
Más tarde llevará vuestro nombre
Las nubes descienden al suelo
Y entorpecen nuestros pasos
Los hombres que fueron encarcelados
no dudan de nada
Animales feroces defienden la capital
Sin embargo no somos tan malos
Campo libre
Por favor
Plano
¿Cuántos sois?
Sólo sé contar hasta once
hable más fuerte que no le oigo
únicamente veo algunas sillas
y la lámpara
La ciudad
Un solo río
el trazo azul indica el río
No te vayas todavía
Las calles se buscan
se encuentran
Aparte.
Líneas de fuga
Se van
Todas en una dirección diferente.
EL pasado
lo que ha pasado hace
mil años
no
hace tres minutos
Empleo del tiempo
Descontentos si el Domingo ignora los castigos,
En vez de palabras inglesas masquemos chewing-gum.
Sonreíd un poco veleidosa aurora:
Las orejas de burro le van que ni pintadas
a vuestra edad.
Tenemos tiempo para que se nos suba el pavo
durante las vacaciones.
Después tras haber leído todos los libros
comprados,
Morritos, aprende a cantar romanzas desafinando,
Sonriendo a los rosales enanos que no han
florecido.
Una a una mis canciones morían en camino.
“El lugar de la cita”. Destiñe una pancarta:
La menor de mis preocupaciones, siempre
que mañana
Los rascacielos envidien mis castillos de
naipes.
Los dedos entumecidos a fuerza de proezas,
(Ella sobre la hierba loca perdiendo la
razón)
¡Mentiras en flor! Las noches donde tú te
sentaste
¿Las anudé en ramos con la hierba?
Tu mirada me acompaña en tren botijo.
Más muerto que vivo bajo el puente que lo
ultraja,
El río exhala sollozos de placer
Finalmente solo ellos compañeros de mis
viajes.
Conclusión
Cansado de levantar indóciles colinas
Abandono sin lágrimas los castigos que
inventé;
¡Aurora! ¡adiós! en jirones la ropa de
Verano,
Ahora me siento fuerte para adentrarme en
las ciudades.
Tumba de Venus
Juguetes de las olas, vuestras orejas
rosas. Oh primas, más ligeras que la ola,
¿por qué el orfeón oceánico os hace temblar? He ahí Venus. (Pero si vosotras queréis crecer, mis jóvenes primas, no debéis
perder más tiempo).
Hoy, cosecha de plumas de avestruz; bouquet
de olas rizadas, el abanico de Venus.
Si se ahoga, le levantaremos una tumba de
conchas.
Alto
¡Ciclista en calzones!
A través de todas las épocas, la carretera nacional se alarga blandamente, como tu
elástico para cubrir la pantorrilla.
El culto de los obstáculos era glorificado
entre nuestros antepasados galos: sigue
sigue paso a paso, a pesar del poste kilométrico que te invita a la fatiga, al descanso del amor.
El lenguaje de las flores o de las estrellas
Viví durante algún tiempo en una casa donde
las doce damiselas se parecían a los meses
del año. Podía bailar con ellas, pero sólo
tenía ese derecho, pues incluso me estaba
prohibido hablar. Un día de lluvia, para
vengarme, le ofrecí a cada una flores cogidas por el camino. Comprendieron. Tras su
muerte, me disfracé de Bandido para atemorizar a las demás. A propósito hacían como
si no me viesen. En verano todo el mundo
salía a tomar el fresco. Contábamos las
estrellas cada cual para sí. Cuando encontré una de más, no dije nada.
¿Habrán pasado los días de lluvia? El cielo
se cubre, no tenéis un oído muy fino.
Eco
¡Pequeña idiota! que, para complacerme,
luce talle fino: su cintura podría ser mi
corona. Ciudad, estatua gigante, con, a
modo de cintura un ferrocarril. Ciudades
abandonadas, instrumentos de música que no
fueron bautizados. Alegre como la romanza
de un árbol en exilio, el viento del Sur
agita las campanillas que el azar puso en
el cuello de las bellezas caídas.
Barrio criminal; aquí, las rosas son apagados faroles. ¿En qué piensas? Cuando
murió, Narciso tenía mi edad. Lago, espejo
cóncavo; por mi cumpleaños el lago me regaló una imagen que me causa pavor.
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