Ángel Muñoz Rodríguez (Madrid, 1977) es licenciado en Historia del Arte. Ha publicado ” Ya no leo tebeos de Wonderwoman” (Editorial Groenlandia, 2009), ” Como Ulises en una cacharrería” ( Editorial Bohodón, 2010) y ” Amor manual” (Editorial Talentura, 2011). Debido a diversas circunstancias, últimamente, ha decidido volverse escueto en presencia y letra.
Ángel Muñoz es uno de esos poetas modestos, de verso directo, duro e ideas rudas. Un poeta del siglo XXI marcado por la narrativa y por la lírica a partes casi iguales. Su poesía está marcada por los excesos, desde la parte más dura y combativa a la más romántica y dulce. Casi sin estados intermedios. Obsesivo, sonriente, cómplice, fraternal, rítmico. Tiene la facilidad de crear magníficas imágenes con sus versos y hacernos reflexionar sobre todo lo que escribe. Es una de esas personas que se emocionan con todo aquello en lo que se implican y siempre hasta las últimas consecuencias. Gran lector, consume literatura en grandes dosis.
Pensamientos tras la mujer anónima
Eludir la laboriosidad de la cigarra.
Un cariño en sepia.
Deshacer la espera
de algo que no quiere llegar
es derrotarse.
Garabateó números en un pañuelo mojado.
Hallé fracturas en el tórax,
colonia cara de hombre,
rémoras de gin tonic con limón.
Cartas boca arriba
inhumando los cadáveres de su jardín
con soledad de pala y ella.
A ciegas
Encontrar tus enseres en el baño
consigue en mí
atestar de arena los relojes.
Es lo que traela novedosa rutina.
La insensatez
de no racionarnos
hasta que el remedio
sólo nos autorice ver nuestras autopsias.
ARLEQUÍN
Sólida bofetada.
Comprometer un vigor anímico
partido por sendos bordes.
Me es necesario tu hombro al llorar.
Payaso si tú no.
HE QUERIDO APARTARTE CON MI BARBA
Sabes lo casual
de estas discusiones
que se enmascaran
con un muro de vello
entre la horizontal
de nuestras bocas.
Ceder a tu rescate de báscula.
No quiero llegar
solo a ti
por un desvío.
METRO OPORTO
Abonar la esquina.
Reforma del sentido.
Puntualidad del tres.
MUJER ANÓNIMA
Los luminosos de carretera
me sedujeron sin dificultad.
Bregaba en boxes
desde hacía tiempo
por una exigua hucha.
Dos precipicios
grapados a la cara,
pobre envoltorio
de quien no tiene otra cosa
que ofrecer.
No indagar su nombre
por si el cuchillo.
PARECÍA MENTIRA
Tener una buena mano
de segundas.
Romper retrovisores por
infrecuencia.
Memorizar
baches hasta tu piso.
Excluir cualquier bulto
sospechoso de la araña.
Carecía de medios
para tener vehículo.
Limitar los recursos
al café cosido
de bares en donde la ausencia.
Disponer de tu portal
era adecuado al descanso de nuestras
mandíbulas,
pese al estorbo
de cerradura y vecinos
CÓMO ENMENDAR
En ocasiones durante estos años
nuestra apatía permite la pérdida
de las normas marcadas.
Tabicar el pecho
para no exhibirlo,
clavar alfileres en los ojos
sin apreciar el desorden.
Es más fácil.
Reservaré mesa para dos
e iré explicándote
si tomas asiento.
Ángel Muñoz: Amor manual
Talentura Libros, septiembre 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario