martes, 1 de marzo de 2011

3221.- ERNESTO PÉREZ ZÚÑIGA


Ernesto Pérez Zúñiga (1971) creció en Granada y nació en Madrid, ciudad donde vive actualmente.
Como narrador es autor del conjunto de relatos Las botas de siete leguas y otras maneras de morir (Suma de Letras, 2002) y de las novelas Santo Diablo (Kailas, 2004. Puzzle,2005), El segundo círculo (Algaida, 2007) y El juego del mono (Alianza editorial, 2011).
Entre sus libros de poemas, destacan Ella cena de día (2000), Calles para un pez luna (Visor, 2002) por el que recibió el Premio de Arte Joven de la Comunidad de Madrid y Cuadernos del hábito oscuro (Candaya, 2007).
Forma parte de diversas antologías, la más reciente Pequeñas resistencias 5 (Páginas de Espuma, 2010).



Cuadernos del hábito oscuro de Ernesto Pérez Zúñiga

CUERPO A CUERPO

Yo recibí a mi amor cuando empezó tu guerra

Yo destapé las sábanas para mi amada cuando
ladró vuestra ciudad
con una bomba a punto
de explotarle en la boca

Yo
-pura invención de su regreso-
por fin mordí su cuello
y pesqué pezones con mis dientes
mientras huías

entre ruinas de muertos que alzan alguna sola vez los brazos
para atrapar la vida

Yo entrecerré los ojos cerré los ojoscuando
ella cerró los ojos entrecerró los ojos

Vibraban sus caderas y sus senos
Y vibraba la tierra y rincones del aire y el mismo fuego
vibraba dentro de las pieles como un tambor
cuando un disparo reventó tu cráneo.

“Cuadernos del hábito oscuro”







Donde escucha un predicador

Maldad: debilidad de soledad.
Jugar con un sufijo con los versos.
Construir el desamor. Sentir piedad
del roto corazón de los perversos.

Esperar el desdén de la verdad
y fingir el dolor, locos, inmersos.
Coformarse con la infelicidad
y con la inercia de los universos.

Dar el adiós a quien quieres contigo.
Salvarse de la culpa de los otros.
Volar en globo por robar el aire.

Vendrá otra soledad con tu castigo.
Vendrá muerto el ayer sin el nosotros.
Vendrá la corrupción de mi donaire.

de Calles para un pez luna






Anémona


Los extraños nos van creciendo dentro.

Un cerco de silencio débil
los actos protegía de las manos.

Porque era la ventana de la rabia
donde peces araña mordían la impotencia.

Y un tobogán respira
y ríe y llora y grita
con el viento de un día
y otro y otro en la cara.

Hacia dónde.
A donde viva el mundo sumergido.

Hacia dónde.
En corriente las algas de todos los segundos
ya nos miran.

Hacia dónde.
Hacia la intensidad de seguir siendo.

Hasta perdernos quién
sabe quién por qué
cómo sabe en qué
cuándo en qué
curva submarina.

Ernesto Pérez Zúñiga en Calles para un pez luna
(Visor, Madrid, 2002), recogido en Los jueves poéticos
II (Hiperión, Madrid, 2007).




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