domingo, 11 de diciembre de 2011

5349.- JOSÉ JUAN TABLADA


José Juan Tablada (1871-1945)
José Juan Tablada: poeta, periodista y político, nace en la Ciudad de México en 1871. Forma parte del modernismo e impulsa la creación de la Revista Moderna, en la que demostró sus cualidades como traductor. A los 29 años viaja a Japón y entra en contacto con el naturalismo y la brevedad de la poesía japonesa. Varios años después de su regreso, será el primero en introducir el haikú en la literatura de habla hispana, el que irá revolucionando hasta darle carácter propio. Fue también el primero en hablar con discernimiento del arte prehispánico y popular; da libertad a la metáfora y escribe poemas ideográficos casi al mismo tiempo de Apollinaire. Revela a los Contemporáneos un nuevo sentido del paisaje, el valor de la imagen, pero sobre todo el poder de concentración de la palabra. Entre los escritores de brevedades es innegable la cercanía que existe entre los microtextos y el haikú. El compositor francoamericano Edgar Varèse compusó en 1922 una cantata con un poema de José Juan Tablada y otro de Vicente Huidobro.
Entre sus poemarios destacan El florilegio (1899, ampliado en 1904, después de su viaje a Japón), Al sol y bajo la luna (1918) y Li-Po y otros poemas (1920), el libro de memorias La feria de la vida (1937) y la novela La resurrección de los ídolos (1924). Colaboró con numerosas publicaciones periódicas mexicanas, como El universal, El Mundo Ilustrado, El Imparcial y la Revista Moderna. Muere en Nueva York en 1945.




SONETO WATTEAU

Manón, la erbúrnea frente,
la de cabello empolvado
y vestidura crujiente,
¡tus ojos me han cautivado!

Eco de mi amor ardiente,
el clavicordio ha cantado
la serenata doliente
y el rondel enamorado...

¡Ven! el amor que aletea
lanza su flecha dorada
y en el mar que azul ondea,

surge ya la empavesada
galera flordelisada
¡que conduce a la Citerea!

El florilegio, 1898











JAPÓN

¡Áureo espejismo, sueño de opio,
fuente de todos mis ideales!
¡Jardín que un raro kaleidoscopio
borda en mi mente con sus cristales!

Tus teogonías me han exaltado
y amo ferviente tus glorias todas;
¡yo soy el siervo de tu Mikado!
¡Yo soy el bonzo de tos pagodas!

Por ti mi dicha renace ahora
y en mi alma escéptica se derrama
como los rayos de un sol de aurora
sobre la nieve del Fusiyama.

Tú eres el opio que narcotiza,
y al ver que aduermes todas mis penas
mi sangre --roja sacerdotisa--
tus alabanzas canta en mis venas.

¡Canta! En sus causes corre y se estrella
mi tumultuosa sangre de Oriente,
y ése es el canto de tu epopeya,
mágico Imperio del Sol Naciente.

En tu arte mágico --raro edificio--
viven los monstruos, surgen las flores,
es el poema del Artificio
en la Obertura de los colores.

¡Rían los blancos con risa vana!
Que al fin contemplas indiferente
desde los cielos de tu Nirvana
a las Naciones de Occidente.

Distingue mi alma cuando en ti sueña
--cuando sombrío y aterrador--
la inmóvil sombra de la cigüeña
sobre un sepulcro de emperador.

Templos grandiosos y seculares
y en su pesado silencio ignoto,
Budhas que duermen en los altares
entre las áureas flores de loto.

De tus princesas y tus señores
pasa el cortejo dorado y rico,
y en ese canto de mil colores
es una estrofa cada abanico.

Se van abriendo si reverbera
el sol y lanza sus tibias olas
los parasoles, cual Primavera
de crisantemas y de amapolas.

Amo tus ríos y tus lagunas,
tus ciervos blancos y tus faisanes
y el ampo triste con que tus lunas
bañan la cumbre de tus volcanes.

Amo tu extraña mitología,
los raros monstruos, las claras flores
que hay en tus biombos de seda umbría
y en el esmalte de tus tibores.

¡Japón! Tus ritos me han exaltado
y amo ferviente tus glorias todas;
¡yo soy el ciervo de tu Mikado!
¡Yo soy el bonzo de tus pagodas!

Y así quisiera mi ser que te ama,
mi loco espíritu que te adora,
ser ese astro de viva llama
que tierno besa y ardiente dora
¡la blanca nieve del Fusiyama!

El florilegio, 1898










ÓNIX

Torvo fraile del templo solitario
que al fulgor de nocturno lampadario
o a la pálida luz de las auroras
desgranas de tus culpas el rosario...
--¡Yo quisiera llorar como tu lloras!

Porque la fe en mi pecho solitario
se extinguió como el turbio lampadario
entre la luz roja de las auroras,
y mi vida es un fúnebre rosario
más triste que las lágrimas que lloras.

Casto amador de pálida hermosura
o torpe amante de sensual impura
que vas --novio feliz o amante ciego--
llena el alma de amor o de amargura...
--¡Yo quisiera abrasarme con tu fuego!

Porque no me seduce la hermosura,
ni el casto amor, ni la pasión impura;
porque en mi corazón dormido y ciego,
ha caído un gran soplo de amargura,
que también pudo ser lluvia de fuego.

¡Oh Guerrero de lírica memoria
que, al asir el laurel de la victoria,
caíste herido con el pecho abierto
para vivir la vida de la Gloria!
--¡Yo quisiera morir como tú has muerto!

Porque al templo sin luz de mi memoria,
sus escudos triunfales la victoria
no ha llegado a colgar, porque no ha abierto
el relámpago de oro de la Gloria
mi corazón obscurecido y muerto.

Fraile, amante, guerrero, yo quisiera
saber qué obscuro advenimiento espera
el amor infinito de mi alma,
si de mi vida en la tediosa calma
no hay un Dios, ni un amor, ni una bandera.

El florilegio, 1898











EL SAÚZ

Tierno saúz
casi oro, casi ámbar,
casi luz...

Un día... Poemas sintéticos, 1919












LOS GANSOS

Por nada los gansos
tocan alarma
en sus trompetas de barro.

Un día... Poemas sintéticos, 1919









EL PAVO REAL

Pavorreal, largo fulgor,
por el gallinero demócrata
pasas como procesión...

Un día... Poemas sintéticos, 1919











LA TORTUGA

Aunque jamás se muda,
a tumbos, como carro de mudanzas,
va por la senda la tortuga.

Un día... Poemas sintéticos, 1919









HOJAS SECAS

El jardín esta lleno de hojas secas;
nunca vi tantas hojas en sus árboles
verdes, en primavera.

Un día... Poemas sintéticos, 1919










LOS SAPOS

Trozos de barro,
por la senda en penumbra
saltan los sapos.

Un día... Poemas sintéticos, 1919










EL MURCIÉLAGO

¿Los vuelos de la golondrina
ensaya en la sombra el murciélago
para luego volar de día...?

Un día... Poemas sintéticos, 1919










MARIPOSA NOCTURNA

Devuelve a la desnuda rama,
nocturna mariposa,
las hojas secas de tus alas.

Un día... Poemas sintéticos, 1919













LUCIÉRNAGAS

Luciérnagas en un árbol...
¿Navidad en verano?

Un día... Poemas sintéticos, 1919










EL RUISEÑOR

Bajo el celeste pavor
delira por la única estrella
el cántico del ruiseñor.

Un día... Poemas sintéticos, 1919











LA LUNA

Es mar la noche negra;
la nube es una concha;
la luna es una perla...

Un día... Poemas sintéticos, 1919









LI-PO


Li-po y otros poemas, 1920

HONGO

Parece la sombrilla
este hongo policromo
de un sapo japonista

El jarro de flores, 1922












LA GUACHARACA

¿Asierran un bambú en el gradual?
¿Canta la guacharaca?
Rac... Rac... Rac...

El jarro de flores, 1922











LIBÉLULA

Porfía la libélula
por emprender su cruz transparente
en la rama desnuda y trémula...

El jarro de flores, 1922











EN LILIPUT

Hormigas sobre un
grillo, inerte. Recuerdo
de Guliver en Liliput...

El jarro de flores, 1922










VUELOS

Juntos, en la tarde tranquila
vuelan notas de Ángelus,
murciélagos y golondrinas.

El jarro de flores, 1922










EL BURRITO

Mientras lo cargan
sueña de burrito amosquilado
en paraísos de esmeralda...

El jarro de flores, 1922










UN MONO

El pequeño mono me mira...
¡Quisiera decirme
algo que se le olvida!

El jarro de flores, 1922











PANORAMA

Bajo de mi ventana, la luna en los tejados
y las sombras chinescas
y la música china de los gatos.

El jarro de flores, 1922









TONINAS

Entre las ondas azules y blancas
rueda la natación de las toninas
arabescos de olas y de anclas.

El jarro de flores, 1922









PECES VOLADORES

Al golpe del oro solar
estalla en astillas el vidrio del mar.

El jarro de flores, 1922










12 P.M.

Parece roer el reló
la medianoche y ser su eco
el minutero del ratón...

El jarro de flores, 1922











PALMA REAL

Erigió una columna
la palma arquitectónica y sus hojas
proyectan ya la cúpula.

El jarro de flores, 1922











SANDÍA

¡Del verano, roja y fría
carcajada,
rebanada
de sandía!

El jarro de flores, 1922













LA CARTA

Busco en vano en la carta
de adiós irremediable,
la huella de una lágrima...

El jarro de flores, 1922











IDENTIDAD

Lágrimas que vertía
la prostituta negra,
blancas..., ¡como las mías...!

El jarro de flores, 1922














LAS PROSTITUTAS

Las prostitutas
Ángeles de la Guarda
de las tímidas vírgenes;
ellas detienen la embestida
de los demonios y sobre el burdel
se levantan las casas de cristal
donde sueñan las niñas...

Intersecciones, 1924














EL GALLO HABANERO

En el matinal gallinero
con el rendimiento caballero,
en torno a su hembra enreda
el arabesco de su rueda
sin cesar el gallo habanero;

cual blanco albornoz el plumón
envuelve su fiero ademán;
¡por su cresta-fez bermellón
y el alfanje de su espolón,
el gallo es un breve sultán!

Junto a la gallina coqueta,
de pronto su blanca silueta
fija en soberbia rigidez,
como el gallo de la veleta
o el caballo del ajedrez...

Echando atrás el cuello empina;
¡y en enfático frenesí,
rasga la matinal neblina,
sobre el jardín que se ilumina
con su agudo kikirikí!

La feria, 1928










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