sábado, 9 de julio de 2011

4128.- OLESYA NICOLAEVA


Olesya Nikolaeva. Concluyó estudios en el Instituto de Literatura "M. Gorki". Poeta, narradora, ensayista. Mereció el premio "Borís Pasternak" 2002 y el Premio Nacional Ruso "Poeta", 2006. Su obra se destaca por un intenso sentimiento de religiosidad y humanismo.






TRES DÍAS

Dicen: cuando el hombre muere y ya dolor no siente,
Vaga cansada su alma tres largos días por la tierra,
Vaga por los conocidos caminos de las terrenas penas,
Allá donde amó, allá donde sufría.

Y despojada ya de las prendas de la humana impericia
Y los cotidianos cuidados dejando bajo el dintel,
Como por primera vez se fija en los rostros, atiende los discursos,
Como si en el epílogo mismo quisiera algo entender de la vida.

.el primer día mi alma demorará mi alma sobre Moscú,
mientras ella tapa los espejos, de los reflejos asustada,
con sus discursos evasivos y su camino torcido,
con sus victoriosas plazas, y escaleras de humillaciones.
con su vuelo, su histeria, su altanería y su familiaridad,
con su sol poniente entre las ramas quebradas,
con la infancia mía, mi juventud, mi desgracia y mi riqueza,--
y bendita será ella por mi alma en despedida!

Al segundo día recordará mi alma sus recorridos,
Por allá donde, como suelen decir, el humo es agradable y dulce,
Donde el antiguo fantasma de la Patria nos otorga tareas sin detenerse--
Llevarle a alguien algo, no sé qué, y desentrañar adivinazas.
Allá, bajo los altos pinos, bajo el maduro tesoro de las moras,
Viven, sin ocuparse de la terrena bondad, sin vanidades,
Y temen solo al Procurador, que nombran siempre en alta,--
Les bendecirá el alma mía por todo ello, en despedida.

Y ya, al tercer día el se encamina mi alma, tomándose el aliento,
Allá, a donde aparte de ella no hallarán culpables,
Hacia los íconos y los monjes, los viejos y las viejas,
Y se detendrá entre los pordioseros, los benditos, y los locos!
A una solitaria -sobre alto cerro--celda llegará,
Para cantar "Sálvame, Señor"; "aleluya", y
Tras la última bendición se marchará con la ventisca,
Llevándose la quemadura del último beso.

Oh, ¿acaso nadie de aquellos a cuyas puertas tocó, conteniendo el llanto,
Repitiendo tres días: "Estoy con ustedes! No me han matado!
--nadie en la tierra le buscará una excusa,
nadie al cielo ofrecerá un alegato a favor mío?








SIETE PRINCIPIOS

I
Saliendo de la ciudad, donde reinan los edificios,
los recién mudados y los nuevos ricos,
El deseo se sentar cabeza, ser felices,
convencerse de que no es terrible el infierno;
¡Oh, la más atrevida de todas las mujeres, alma mía,
no alces más tu altiva cabeza,
No mires hacia atrás!

II
Saliendo de la ciudad, donde alguien amaba a alguien,
Donde alguien interpretaba para alguien la mejor
de las sonatas de Mozart,
Y el piano estaba totalmente desafinado,
Y la nariz de Eros se descascaró,
Y Orfeo perdió su baño de oro,--
¡Oh, no mires hacia atrás!

III
Saliendo de la ciudad, donde festejaban cumpleaños,
velaban por la opinión de la moda,
Donde al encontrarse en los velorios se decían:
¡Vaya, cuánto tiempo sin vernos".--
bebían vino y pellizcaban la vid,
padecían de melancolía y cáncer, mataban a los niños en el útero
y recibían partos.--
¡Oh, no mires hacia atrás!

IV
Saliendo de la ciudad, donde se vanagloriaban con la mesa opulenta,
las vestimentas y el calzado,
se preguntaban:
"¿Para qué todo esto necesito?"
y "¿Qué me da todo esto?",
demostraban que el bien se defiende con los puños,--
¡oh, no mires atrás, alma mía, pero mira al frente!

V
Saliendo de la ciudad, en la que la mujer del bienhechor
volvió su vista,
Porque no todo amor se ha secado, y los recuerdos
Rasgan el pecho,
Y no cualquier flecha se perdió,
Y no toda cuerda se ha doblado,--
¡Mas tú, alma mía, o alma del mar, olvida eso!

VI
Saliendo de la ciudad, en la que al menos una cúpula
su oro muestra
Y al menos una campana desde su alta torre nos afirma
Que no todas las palabras han muerto
Y que no todas las lágrimas regresarán a las cenizas,--
Mas tú, ¡oh alma mía, no mires atrás: te convertirás
en estatua de sal!

VII
Saliendo de la ciudad -vencida ya,
Tendida en las cenizas,
Donde ya nadie queda para llorar a su muerto,--
Oh, no mires atrás, alma mía:
Olvida, sé sorda, ciega,
Mientras el Señor te saca de la ciudad de tu padre!









EL VIAJERO

I Estancias

1
El viajero siempre anda en par: él y su coraje
Con una cruz las casas marca, corrige el relieve,
Nombra el paisaje,
Lanza puñados de monedas al agua.

2
El viajero siempre es un poco nigromante y ocultista:
Deja siempre su sombra como regente. Mira
cual príncipe,
que impuestos recoge. Se lleva el caracol, el menú del cafetín
donde almorzó, la hoja seca,
entrando en una relación fatal con sus posesiones.

3
El viajero siempre es un poco astrólogo
Y cuenta-estrellas.
Su cabeza recostada en las alturas, su cuerpo en las tinieblas.
Es que observa, a dónde fluye por el río celestial
Su destino, que tropieza en la tierra.

4
El viajero es siempre un poco artista, un poco
Jugador y bardo:
Se detiene de pronto, y canta para sí en su bufanda,
En su cuello, en su piel.
O de pronto reparte su corazón, como una partida de naipes.
Aquí, la dama. Aquí la jota. Manchas para todos.

5
El viajero es siempre un poco pelma. Un actor
Que ha olvidado su papel
Invítalo a casa, sírvele vino, y ahí mismo
Tales cosas de sí contará: toda su vida, toda la sal
Verterá, triturará, repasará.

6
El viajero siempre se disfraza un poco: alguien en realidad es nadie.
Y mientras en sus pupilas brilla la plata del rápido azogue,
Igual se pone un sombrero, que un pulóver de esfinge, o incluso
Sobre su pecho tiende la torre Eiffel.

7
El viajero siempre es un poco Hamlet.
Dubitativo príncipe,
Huésped
Fatal, que nos invade como el sueño, como un ladrón.
Y a veces elige: "no ser": su lino humeante, el bastón
Quebrado: apagar, romper.

8
El viajero es siempre un poco desterrado. Tras él
Humean las fogatas de los trashumantes, vuelan las cenizas: es gris.
Y en cuanto desfallece el peregrino en él,
Despierta el Agasfero.

9
El viajero muere solo en el sentido conocido, la embriaguez
De retornar al espacio y al polvo su polvo.
Por demás, el río
Le lleva desde hoy en dirección de tales tierras
Donde ya nada es parcial,
En algún sentido,
Poco a poco,
Ligeramente.

VII
El viajero desea una vida nueva, ¡y nada más!
Un cielo nuevo, nueva la tierra, ¡y nada más!
Y he aquí que regresa, nuevo, y le aman,
Incluso aquel que no le amaba, le amará.

Así le dirá entonces: "Querido mío,
¡Te amo ya!-- ¡y nada más!
Y rozará su mano como ningún otro
y nada más.

Y el viajero desde el ligero sueño, con riesgo de asustarlo,
Sonríe tan bendito, como si solo para alcanzar
Esta liviana visión se hubiera lanzado al camino.
y nada más.

(traducción del ruso: Andrés Mir)

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