jueves, 9 de septiembre de 2010

965.- CONCEIÇÄO LIMA







Conceiçao São Lima Nació en Santana, isla de Santo Tomé, Santo Tomé y Príncipe, el 8 de diciembre de 1961, ahí Conceição Lima creció y llevó a cabo sus estudios primarios y secundarios.
Estudió periodismo en Portugal. En San Tomé y Príncipe trabajó y ejerció cargos de dirección en la radio, televisión y prensa escrita. Después de la apertura multidisciplinaria en su país, fundó, en 1993, el ya extinto semanario El País Hoy, del cual fue directora.
Es licenciada en Estudios Africanos, Portugueses y Brasileros por la King’s College de Londres y posee un máster en Estudios Africanos, con especialización en Gobiernos y Políticas en África por la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres (SOAS). Fue durante varios años, periodista y productora de los Servicios de Lengua Portuguesa de la BBC, en Londres. De regreso a su país, dirigió la TVS, Televisión Santo-Tomense. En el presente es periodista free lancer y colaboradora de varios periódicos. Por la Editorial Camino, de Lisboa, publicó en 2004, El Útero de la Casa, en 2006 La Dolorosa Raíz del Micondó y en 2011 El País de Akendenguê.
Tiene poemas traducidos al español, inglés, francés, italiano, servo-croata, turco y árabe. En 2010, la editorial Delta de Estugarda publicó en un volumen bilingue sus dos primeros libros de poesía, bajo el título Die Gebarmutter des Hauses. En 2012, la editorial Baile del Sol tradujo para el español La Dolorosa Raíz del Micondó.
Tiene poemas dispersos en periódicos, revistas y antologías de varios países.

Conceiçao São Lima Nascida em Santana, ilha de São Tomé, São Tomé e Príncipe, em 8 de Dezembro de 1961, Conceição Lima aí cresceu e fez os estudos primários e secundários.
Estudou jornalismo em Portugal. Em São Tomé e Príncipe trabalhou e exerceu cargos de direcção na rádio, na televisão e na imprensa escrita. Depois da abertura multipartidária no seu país, fundou, em 1993, o já extinto semanário O País Hoje, do qual foi directora.
É licenciada em Estudos Africanos, Portugueses e Brasileiros pelo King’s College de Londres e possui o grau de mestre em Estudos Africanos, com especialização em Governos e Políticas em África, pela School of Oriental and African Studies (SOAS) de Londres. Foi durante vários anos jornalista e produtora dos Serviços de Língua Portuguesa da BBC, em Londres. De regresso ao seu país, chefiou a TVS, Televisão São-Tomense. Presentemente é jornalista free lancer e colaboradora de vários periódicos. Pela Editorial Caminho, de Lisboa, publicou, em 2004, O Útero da Casa, em 2006 A Dolorosa Raiz do Micondó e em 2011 O País de Akendenguê.
Tem poemas traduzidos para o Espanhol, Inglês, Francês, Italiano, servo-croata, turco e árabe. Em 2010, a editora Delta de Estugarda publicou num volume bilingue os seus dois primeiros livros de poesia, sob o título Die Gebarmutter des Hauses. Em 2012, a editora Baile del Sol traduziu para o espanhol a Dolorosa Raiz do Micondó.
Tem poemas dispersos em jornais, revistas e antologias de vários países.




POEMAS DE CONÇEICAO LIMA



LA CASA

Aquí proyecté mi casa:
Alta, perpetua, de piedra y claridad.
El basalto negro, poroso
Vendría de la Mezquita.
De Riboque el barro rojizo
Del color de la malva para el tejado.
Enorme era la ventana y de vidrio
Pues la sala exigía un cierto aire de plaza.
El solar era plano, redondo
Sin trancas en los senderos.
Sobre los escombros de la ciudad muerta
Proyecté mi casa
Recortada contra el mar.
Aquí.
Sueño aún el pilar,
Una rectitud de torre, de altar.
Oigo murmullos de barcos
En la terraza azul.
Y reinvento en cada rostro
Paso a paso
Los trazos inacabados del proyecto.









ANTIEPOPEYA

Aquel que en la rotación de los astros
Y en el oráculo de los sabios
Buscó de su ley y mandamiento
La razón, la anuencia, el fundamento

Aquel que de los vivos la lanza y el destino retenía
Aquel cuyo trono de los muertos provenía

Aquel a quien la voz de la tribu ungió
Llamó rey, de poderes invistió
Traicionó.
Por paños, por espejos, por chucherías
Por ganancia, avidez, pedrerías
Las puertas de la corte abrió
Y de pueblo su reino agotó.








IGNOMINIA

Mientras la hoja del alfanje avanzaba
Sobre el miedo atrincherado
El mundo desperezaba un párpado,
Vacilaba.

Y cuando el ojo de la cámara
Rasgó por fin el silencio
Un metódico vendaval ensangrentó
Para siempre las aguas y los campos.

Las altas conciencias que en el universo
El caos ordenan
Rescataron el sosiego en la fluidez
De urgentes relatorios
Y en la incierta estadística de los esqueletos.

Ruanda cuenta aún los cráneos de sus hijos.









RESIDENCIA

Regresarás por el viejo sendero
Sin aviso.
Será como ayer, al atardecer:
Remoto, repentino, el silbido.
Y en el camino, un sollozo de fiesta
Esparcido.

La luz será húmeda
La lluvia íntima
Sobre la marca de tus pies.
Dedo a dedo, hoja a hoja
Tocarás los olores
Los sortilegios del solar:
El limonar enano de la abuela
El decrépito izaquenteiro
El ocá, tan sombreado,
El kimi retorcido
Y a la entrada, en el barro grabado
El fantasma del chivo blanco.
El escalón habrá de crujir a tu primer paso.
Subirás lento, concreto
Sin pisar la tabla suelta del suelo.
La puerta estará abierta, la vela encendida.









LA HERENCIA

Sé que buscas aún
El secreto fulgor de los días
anunciados.
Nada de lo que te niegan
devora en ti
La memoria de los pasos calcinados.
Es tu casa este exilio
este asombro esta ira.
Tuyas las horas disipadas
el hostil presagio
la herencia saqueada.
Casi nada.
Pero cuando recto y lúgubre
Marchas a lo largo de la bahía
un clamor antiguo
un rumor de promesa
atormenta la Ciudad.
La misma playa te aguarda
con su vientre de fruta y de caricia
su silencio de espanto y de carencia.
Comenzarás de nuevo, insomne
Con manos de humus y basalto
Como quien reescribe una larga profecía.
(Visión de mi padre de regreso a la casa
de su madre, la señora Novi, en Budo-Budo)




Traducciones de Elkin Obregón




**********************







Traducción: Estrella Gomes

Cuando Vengas

Trae en tu canto
Todo la fascinación de nuevos cabos
Trae el grabado de otras islas
Y continentes.
Trae la canela y el romero
Y la perfección de la partitura.
Trae otros destinos y vivas hiedras
Enseña al viento el sonido de las quimeras
O llueve conmigo en los mismos poros.



Quando Vieres

Traz no teu canto
Todo o encanto de novos cabos
Traz as gravuras de outras ilhas
E continentes.
Traz a canela e o alecrim
E o requinte da partitura.
Traz outros fados e vivas heras
Ensina ao vento o som das quimeras
Ou chove comigo nos mesmos poros.



Canto Oscuro a las Raíces

En Libreville
No descubrí la aldea de mi primer abuelo.

No me ha faltado, de Alex,
la visceral decisión.
Alex, obstinado primo
Alex ciudadano de Virginia
que al olvido de los archivos
y a la memoria de los griots1 Mandinga
rescató el camino para Juffure,
la aldea de Kunta Kinte –
su último abuelo africano
primero en América.

Digamos que mi primer abuelo
mi último abuelo continental
que de la orilla del Ogoué fue traído
y a la orilla del Ogoué no regresó con certeza

Mi primer abuelo
que no se llamaba Kunta Kinte
pero, quién sabe, tal vez, Abessole

Mi primer abuelo
que no murió encadenado en James Island
y no cruzó, en Goreé, la puerta del infierno

Él que partió de tan cerca, de tan cerca
él que llegó de tan cerca, de tan lejos

El que fecundó la soledad
en las orillas del Potomac

El que no odió la blancura de los algodonales
Él que fue sorbido en tazas de porcelana
Él que fue comprimido en dulces barras castañas
Él que fue enrollado en elegantes papeles de plata
Él que fue envuelto para regalo en cajitas.

Mi abuelo concreto
Que no se llamaba Kunta Kinte
Pero tal vez, quién sabe, Abessole

Mi abuelo oral
No llegó a los hijos
De los hijos de sus hijos
El nativo nombre de su río grande perdido.

En la curva donde aportó
su condición de escardilla
en el humus en que atascó
su fatigada esencia
en el abismo que saturó
de verde su memoria
las aguas entristecen como hilos
deshabitadas por piraguas e hipopótamos.

Son así los ríos de mis islas
y por eso yo soy la que ahora habla.

Brotan como atajos los ríos
de mi habla.
y mi primer abuelo traído
(con certeza no fue Kunda Kinte
por ventura sería Abessole)
no puede haber inventado en Agua Grande
el largo lecho de su Ogoué.

Disperso en un azul sin oasis
tal vez haya llorado mi primer abuelo
un libre, largo, inútil llanto.

Habrá confundido con un cocodrilo
la sombra de un tiburón

Habrá triturado sin ilusión
la dulzura de un trozo de yuca
Circunvagó en las alas de un halcón.

Habrá envidiado la liquidez de las colas y las aletas
en cuanto el lodo de los musgos secuestraban sus pies
y en la despiadada cosecha de un tiempo futuro
emergía una ambigua palabra
para devorar el tiempo de su nombre.

Aquí habrá dejado su testimonio
el esplendor de la puesta de sol, la luz de la luna, el arcoíris.

Con certeza habrá presentido la calidez de las gotas
en las hojas de los platanales.

Pero no llegó a los hijos extranjeros
y a los hijos de los hijos de los hijos extranjeros
el nombre nativo de su río grande perdido.

Por eso yo, la que ahora habla
no encontré en Libreville el camino para la aldea de
[ Juffure

Me perdí en la linealidad de las fronteras

Y los viejos griots
los viejos griots que conservaban los secretos
de ayer y de antes de ayer.

Los viejos griots que por las lluvias cantaban
la marcha del tiempo y los hechos de la tribu

Los viejos griots que de los aciertos y errores
forjaban el tenue equilibrio

Los viejos griots que de la vil saga
guardaban un recto registro

Los viejos griots que en el iris del dolor
plantaron la raíz del micondó2
partieron
llevando en los ojos el horror
y la luz de su verdad y de sus palabras.

Por eso yo que no descubrí el camino para Jaffure
Yo que no danzaré sobre el polvo de la aldea de mi primer
[abuelo
mi último abuelo continental
que no se llamaba Kunta Kinte pero tal vez, quién sabe,
[Abessole

Yo que en cada puerto confundí el sonido de la fuente sumergida
encontré en ti, Libreville, el injusto patrimonio la que
[llamo casa:
estas paredes de paja y sangre entrelazadas
la fractura en el patio, este sol ajeno a la simetría de los plomos.
el hambre del pomar hinchado en las gargantas.

Por eso recorrí los callejones
las arterias de tu cuerpo
donde no fallecen los archivos
si palpita un corazón rígido, el rostro vivo
una penosa oración, la insana gesta
que refunda la mano de mi padre
transgrede la lectura de mi madre
y narra las inundaciones y sequías, lo ojos y los miedos
las llagas y destierros, la alternativa y la demora
la risa y los dedos de todos mis hermanos y hermanas

Que ningún idioma nos proclame isleños de nuestro propio
vocablo que no es
Mbanza Congo
pero podías ser
Que no es
Malabo
podrías ser
Que no es
Luanda
y podías ser
Que no es
Kinshasa
ni Lagos
Monróvia no es, podías ser.

Naciente y vena, profundo vientre
conoces la estructura que sabotea los punteros:
nuevos sobas3, barcos nuevos, la conspiración antigua.

Y consumes la delgadez de los graneros
en un bazar de retazos y tumultos
pequeña Paris!
donde todo se vende, se anuncia
donde las vidas baratas desistieron de morir.

Prosperan los cuartos de oro
en tus poros – diurnos, desprevenidos.
Prospera implacable el semblante de las mansiones
Prosperan astillas en la inocua muralla
y un taciturno anillo de lodo a su alrededor.

La lluvia tiene ahora la cadencia de un tambor
otro silencio se yergue
en el vacío de los salones de las coiffeuses
Y en el rastro del tam-tam revelaré
el miedo adolescente encogido en las callejuelas
beberé la sed de la planta en tu grano.

Yo que traigo a dios por incisión en mi frente
y nacida el 8 de diciembre
tengo de una madona cristiana el nombre.

La nieta de Manuel de la Madre de Dios de los Santos Lima
que rechazó santos y madre
quedó Manuel de Dios Lima, sumu sun Malé Lima
Él que desafió los regentes intuyendo la nación –
descendiente de Abessole, señor de Abessoles.

Yo que encrespé los cabellos de san Plentá, mi tres veces
[abuela
y ennegrecí la piel de san Nôvi, la soberana madre de mi padre.

Yo que en el espejo tropiezo
en la frente de mis abuelos…

Yo y el temor del batuque4 de la puíta5
el terror y fascinación del escupidor de fuego

Yo y los dientes del pãuen que de espalda vendría a engullirme
Yo que tan tarde descubrí en mi boca los caninos del
[antropófago…

Yo que tanto sabía, pero tanto sabía
de Alfonso V el llamado Africano
Yo que ondeé en la cima de la Sangre
Yo que emergí en la embarcación del Imperio
Yo que doblé el Cabo de las Tormentas
Yo que presencié el milagro de las rosas
Yo que jugué al camino de Viseu
Yo que en Londres, a este lado del Tombuctu
descifré la epopeya de los fantasmas elementales
yo y mi tabla de conjugaciones lentas
Este avaro, no construido ahora
Yo y la constante inconclusión de mi porvenir.

Yo, la que en mí ahora habla.

Yo Katona, ex-nativa de Angola
Yo, Kalua, nunca más en Quelimane
Yo, nha Xixa, que huí a la gran hambre
Yo que liberé como carta de emancipación
este dudoso canto y su turbia ascendencia.

Yo en esta lisa, escarificada cara
Yo y nuestra desleal, estratificada base
Yo y la confusa transparencia de este trazo.

Yo que deglutí la voz de mi primer abuelo
que no se llamaba Kunta Kinte
pero tal vez, quién sabe, Abessole

Mi sombrío y tierno abuelo
Mi inexorable primer abuelo
que de las orillas del Benin fue traído
y a las orillas del Benin no regresó con certeza

En la orilla del Calabar fue tomado
y a las aguas de Calabar no volvió

En las orillas del Congo fue cazado
y a las orillas del Congo no regresó con certeza

De la naciente de Ogoué llegó un día
y a la desembocadura del Ogoué no volvió jamás

Yo que en Libreville no descubrí la aldea
de mi primer abuelo
de mi eterno abuelo continental

Yo, la peregrina que no encontró el camino para Jaffure
Yo, la nómada que regresará siempre a Jaffure.



1 Narrador oral de historias de África Occidental.
2 Fruto del baobab
3 Soba ser refiere al jefe de determinadas tribus africanas.
4 Género de danza originario de Cabo Verde.
5 Género de danza popular en Santo Tomé originario de Angola.



Canto Obscuro às Raizes

Em Libreville
não descobri a aldeia do meu primeiro avô.

Não que me tenha faltado, de Alex,
a visceral decisão.
Alex, obstinado primo
Alex, cidadão da Virgínia
que ao olvido dos arquivos
e à memória dos griots Mandinga
resgatou o caminho para Juffure,
a aldeia de Kunta Kinte —
seu último avô africano
primeiro na América.

Digamos que o meu primeiro avô
meu último continental avô
que da margem do Ogoué foi trazido
e à margem do Ogoué não tornou decerto

O meu primeiro avô
que não se chamava Kunta Kinte
mas, quem sabe, talvez, Abessole

O meu primeiro avô
que não morreu agrilhoado em James Island
e não cruzou, em Gorée, a porta do inferno

Ele que partiu de tão perto, de tão perto
Ele que chegou de tão perto, de tão longe

Ele que não fecundou a solidão
nas margens do Potomac

Ele que não odiou a brancura dos algodoais

Ele que foi sorvido em chávenas de porcelana
Ele que foi compresso em doces barras castanhas
Ele que foi embrulhado em chiques papéis de prata
Ele que foi embalado para presente em caixinhas

O meu concreto avô
que não se chamava Kunta Kinte
mas talvez, quem sabe, Abessole

O meu oral avô
não legou aos filhos
dos filhos dos seus filhos
o nativo nome do seu grande rio perdido.

Na curva onde aportou
a sua condição de enxada
no húmus em que atolou
a sua acossada essência
no abismo que saturou
de verde a sua memória
as águas melancolizam como fios
desabitadas por pirogas e hipopótamos.

São assim os rios das minhas ilhas
e por isso eu sou a que agora fala.

Brotam como atalhos os rios
da minha fala
e meu trazido primeiro avô
(decerto não foi Kunta Kinte,
porventura seria Abessole)
não pode ter inventado no Água Grande
o largo leito do seu Ogoué.

Disperso num azul sem oásis
talvez tenha chorado meu primeiro avô
um livre, longo, inútil choro.

Terá confundido com um crocodilo
a sombra de um tubarão.

Terá triturado sem ilusão
a doçura de um naco de mandioca.
Circunvagou nas asas de um falcão.

Terá invejado a liquidez de caudas e barbatanas
enquanto o limo dos musgos sequestrava os seus pés
e na impiedosa lavra de um vindouro tempo
emergia uma ambígua palavra
para devorar o tempo do seu nome.

Aqui terá testemunhado
o esplendor do pôr do sol, o luar, o arco-íris.

Decerto terá pressentido a calidez dos pingos
nas folhas das bananeiras.
E terá sofrido no Equador o frio da Gronelândia.

Mas não legou aos estrangeiros filhos
e aos filhos dos filhos dos estrangeiros filhos
o nativo nome do seu grande rio perdido.

Por isso eu, a que agora fala,
não encontrei em Libreville o caminho para a aldeia de
[Juffure.

Perdi-me na linearidade das fronteiras.

E os velhos griots
os velhos griots que detinham os segredos
de ontem e de antes de ontem

Os velhos griots que pelas chuvas contavam
a marcha do tempo e os feitos da tribo

Os velhos griots que dos acertos e erros
forjavam o ténue balanço

Os velhos griots que da ignóbil saga
guardavam um recto registo

Os velhos griots que na íris da dor
plantaram a raiz do micondó
partiram
levando nos olhos o horror
e a luz da sua verdade e das suas palavras.

Por isso eu que não descobri o caminho para Juffure
eu que não dançarei sobre o pó da aldeia do meu primeiro
[avô
meu último continental avô
que não se chamava Kunta Kinte mas talvez, quem sabe,
[Abessole

Eu que em cada porto confundi o som da fonte submersa
encontrei em ti, Libreville, o injusto património a que
[chamo casa:
estas paredes de palha e sangue entrançadas,
a fractura no quintal, este sol alheio à assimetria dos prumos,
a fome do pomar intumescida nas gargantas.

Por isso percorri os becos
as artérias do teu corpo
onde não fenecem arquivos
sim palpita um rijo coração, o rosto vivo
uma penosa oração, a insana gesta
que refunda a mão do meu pai
transgride a lição de minha mãe

e narra as cheias e gravanas, os olhos e os medos
as chagas e desterros, a vez e a demora
o riso e os dedos de todos os meus irmãos e irmãs.

Que nenhum idioma nos proclame ilhéus de nós próprios
vocábulo que não és
Mbanza Congo
mas podias ser
Que não és
Malabo
poderias ser
Que não és
Luanda
e podias ser
Que não és
Kinshasa
nem Lagos
Monróvia não és, podias ser.

Nascente e veia, profundo ventre
conheces a estrutura que sabota os ponteiros:
novos sobas, barcos novos, o conluio antigo.

E consomes a magreza dos celeiros
num bazar de retalhos e tumultos
Petit Paris!
onde tudo se vende, se anuncia
onde as vidas baratas desistiram de morrer.

Medram quarteirões de ouro
nos teus poros — diurnos, desprevenidos.
Medra implacável o semblante das mansões
Medram farpas na iníqua muralha
e um taciturno anel de lama em seu redor.

A chuva tem agora a cadência de um tambor
outro silêncio se ergue
no vazio dos salões das coiffeuses.
E no rasto do tam-tam revelarei
o medo adolescente encolhido nas vielas
beberei a sede da planta no teu grão.

Eu que trago deus por incisão em minha testa
e nascida a 8 de Dezembro
tenho de uma madona cristã o nome.

A neta de Manuel da Madre de Deus dos Santos Lima
que enjeitou santos e madre
ficou Manuel de Deus Lima, sumu sun Malé Lima
Ele que desafiou os regentes intuindo nação —
descendente de Abessole, senhor de abessoles.

Eu que encrespei os cabelos de san Plentá, minha três vezes
[avó
e enegreci a pele de san Nôvi, a soberana mãe do meu pai.

Eu que no espelho tropeço
na fronte dos meus avós…

Eu e o temor do batuque da puíta
o terror e fascínio do cuspidor de fogo

Eu e os dentes do pãuen que da costa viria me engolir
Eu que tão tarde descobri em minha boca os caninos do
[antropófago…

Eu que tanto sabia mas tanto sabia
de Afonso V o chamado Africano
Eu que drapejei no promontório do Sangue
Eu que emergi no paquete Império
Eu que dobrei o Cabo das Tormentas
Eu que presenciei o milagre das rosas
Eu que brinquei a caminho de Viseu
Eu que em Londres, aquém de Tombuctu
decifrei a epopeia dos fantasmas elementares.
Eu e minha tábua de conjugações lentas
Este avaro, inconstruído agora
Eu e a constante inconclusão do meu porvir

Eu, a que em mim agora fala.

Eu, Katona, ex-nativa de Angola
Eu, Kalua, nunca mais em Quelimane
Eu, nha Xica, que fugi à grande fome
Eu que libertei como carta de alforria
este dúbio canto e sua turva ascendência.

Eu nesta lisa, escarificada face
Eu e nossa vesga, estratificada base
Eu e a confusa transparência deste traço.

Eu que degluti a voz do meu primeiro avô
que não se chamava Kunta Kinte
mas talvez, quem sabe, Abessole

Meu sombrio e terno avô
Meu inexorável primeiro avô
que das margens do Benin foi trazido
e às margens do Benin não tornou decerto

Na margem do Calabar foi colhido
e às águas do Calabar não voltou decerto

Nas margens do Congo foi caçado
e às margens do Congo não tornou decerto

Da nascente do Ogoué chegou um dia
e à foz do Ogoué não voltou jamais.

Eu que em Libreville não descobri a aldeia
do meu primeiro avô
meu eterno continental avô

Eu, a peregrina que não encontrou o caminho para Juffure
Eu, a nómada que regressará sempre a Juffure.



El Amor del Río

Los sueños del porvenir, los cantos que canté, los cargo en la voz.
Antes de mi voz, ya un nombre fue dado a cada cosa
Y a cada cosa una medida.
En cada nombre puse a penas un soplo de luz insumiso;
En cada cosa una sugestión de plomo y de estrella.

Sorbe ahora de las palabras la traba, amor, celdilla a celdilla; bebe
El crescendo de este áspero concierto.
Busco todavía el bramido del compás, las alturas de un coro pigmeo.
En la mano, conservo los rasguños, aquella letra suspendida,
La extensión de la raspadura.
De lo que te doy, he aquí que no me cabe sino el don
Que a mis ojos te revela.
Son mías y las orillas sin fin de este río.
Mío el caudal, el surco de la piragua. Me pertenece la sensatez de las piedras,
La impaciencia de los sabios.
Delgados. Delgados son estos campos, la fracción que nos detiene
Delgada la recolección, la cosecha instigada, delgados los dedos y la
Mano que los sostiene, delgado el grano que brota en la cueva de esta mano.
Crecen murallas inesperadas, visitante, en estos campos.
Crecen en este vivero de tiernas coles, crecen como
Carnívoros bulbos en el ojo del paisaje.
Crecen a la sombra del velo y de la distancia, crecen en la soledad
De los espectros sueltos,
Crecen cercadas por insomnes flores.
Este lugar es mi casa, no tengo otra.
Esta casa es mi lugar, no quiero otro.
Todavía que el vientre de la infancia vuelva a convocar otro exilio.
Lo mismo si la angustia de las madres anticipa la aurora.
Por eso traje a tu jardín el olor de la sal, la raíz del mar
Que bordea el baobab1.

Hija insular, no me saludes! Dame un ombligo de algas
Y de estiércol –quiero plantar el corazón de los fantasmas elementales.
En fuego moldearé entonces las proporciones donde un lazo
De ndombó amarrará para siempre nuestro amor en el mismo Nilo.

Cuerpo de onda, ¿cuántas veces pasé por ti y no te vi?
¿Cuántas veces rocé tu cuerpo y te olvidé?
¿Cuántas veces el espejo separó nuestra frente y nos unió?
¿Cuántas veces ese espejo nos confundió?

¿Cuántas veces nos perdemos cara a cara, sin oír
Del río el sonido que nos funda y reinventa?

Para ti esta agua se libera en mi canto, se vuelve a erguir
La vieja casa de mi llanto
De mi seno rumorea el oriente en tu aposento
Este amor de río grande nos convoca.



1 Árbol procedente de África continental reconocido por su grueso e irregular tronco lleno de nudos.



O Amor do Rio

Os sonhos do porvir, os cantos que cantei, carrego-os na voz.
Antes da minha voz, já um nome fora dado a cada coisa
E a cada coisa uma medida.
Em cada nome pus apenas um sopro de lume insubmisso;
Em cada coisa uma sugestão de prumo e de estrela.

Sorve agora das palavras o travo, amor, favo a favo; bebe
O crescendo deste áspero concerto.
Busco ainda o frémito do compasso, as alturas de um coro pigmeu.
Não mão, conservo os rascunhos, aquela letra adiada,
A extensão da rasura.
Do que te dou, eis que não me cabe senão o dom
Que a meus olhos te revela.
São minhas e sem fim as margens deste rio.
Meu o caudal, o sulco da piroga. Pertence-me a sisudez das pedras,
A impaciência dos sábios.
Magros. São magros estes campos, a fracção que nos detém
Magra a colheita, a safra instigada, magros os dedos e a
Mão que os sustém, magro o grão que brota na cova desta mão.
Crescem muralhas inesperadas, visitante, nestes campos.
Crescem neste viveiro de tenras couves, crescem como
Carnívoros bolbos no olho da paisagem.
Crescem à sombra de véus e distância, crescem na solidão
Dos espectros avulsos,
Crescem sitiadas por insones flores.
Este lugar é a minha casa, não tenho outra.
Esta casa é o meu lugar, não quero outro.
Ainda que o ventre da infância reconvoque outro exílio.
Mesmo se a angústia das mães antecipa a aurora.
Por isso trouxe ao teu jardim o odor do sal, a raiz do mar
Que bordeja o baobá.

Filha insular, não me saúdes! Dá-me um umbigo de algas
E de estrume – quero plantar o coração dos fantasmas elementares.
Em fogo moldarei então as proporções onde um laço
de ndombó amarrará para sempre o nosso amor no mesmo Nilo.

Corpo de onda, quantas vezes passei por ti e não te vi?
Quantas vezes rocei teu vulto e te esqueci?
Quantas vezes o espelho separou a nossa fronte e nos uniu?
Quantas vezes esse espelho nos confundiu?

Quantas vezes nos perdemos face a face, sem ouvir
Do rio o som que nos funda e reinventa?

Para ti esta água se liberta no meu canto, se reergue
A velha casa no meu pranto
Do meu seio rumoreja a nascente no teu quarto.
Este amor do grande rio nos convoca.







No hay comentarios:

Publicar un comentario