sábado, 15 de mayo de 2010

145.- PAUL AUSTER


Newark, New Jersey. EE.UU.


Después de graduarse de la Universidad Columbia en 1970, se trasladó a París donde se ganó la vida traduciendo literatura francesa. Desde su regreso a Estados Unidos en 1974,
ha publicado poemas, ensayos y novelas de gran relevancia, así como traducciones de los escritores franceses Stéphane Mallarmé y Joseph Joubert.
Escritores como Edgar Allan Poe, Samuel Beckett, y Herman Melville han tenido una fuerte influencia en sus escritos.
De los importantes galardones recibidos merecen destacarse, el Premio Morton Dauwen Zabel de la Academia Americana de las Artes y las Letras en 1990, Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 1992, el premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006 y el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Lieja en 2007.
Reside actualmente en Nueva York.




Autobiografía del ojo

Cosas invisibles, enraizadas en el
frío, creciendo
hacia esta luz
disipada
en todo lo que alumbra. Nada
tiene fin. La hora regresa
al comienzo de la hora
en que respiramos: como si
nada fueran. Como si yo
no pudiera ver
nada
que no es lo que es.

En el límite del verano
y su calidez: cielo azul, colina púrpura.
La distancia
que sobrevive.
Una casa hecha de aire, y el flujo
del aire en el aire.

Como estas piedras
que se deshacen sobre la tierra.
Como el sonido de mi voz
en tu boca.

Versión de Jordi Doce
De "Despariciones" Pre-textos 1996










Desapariciones

1. Empieza de nuevo, a partir
de la soledad:

como si ahora respirara
por última vez,

y es ahora, por tanto,

cuando respira por vez primera
más allá del abrazo
de lo singular.

Vive, y no es por tanto
sino lo que se aloja
en el insondable hueco
de su ojo,

y lo que ve
es todo lo que no es: una ciudad
del hecho
indescifrable,

y, por tanto, un lenguaje de piedras,
pues sabe que en el total de la vida
una piedra
dará paso a otra piedra

para hacer un muro

y que todas esas piedras
formarán la monstruosa suma

de pormenores.


* * * * *

3. Oír el silencio
que sigue a la palabra de uno mismo. Murmullo

de la más mínima piedra

tallada a imagen
de la tierra; y que los que
hablen
no sean más

que la voz que los habla
al aire.

Y dirá
de cada cosa que vea en este espacio,
y se lo dirá al muro mismo
que crece ante él:

y también para esto
habrá una voz,
aunque no será la suya.

Incluso a pesar de que habla.

Y porque habla.


* * * * *

5. Frente al muro

adivina la monstruosa
suma de pormenores.

No es nada.
y es todo lo que él es.
Y si él
nada fuera, déjalo empezar
donde se encuentre a sí mismo,
y como cualquier otro hombre
que aprenda el habla del lugar.

Pues también él
vive en el silencio
que viene antes de la palabra
de sí mismo.


* * * * *

7. Está solo. Y desde el instante en que empieza a
respirar,

no está en ningún sitio. Muerte plural, nacida

en las mandíbulas de lo singular,

y la palabra que
construiría un muro
a partir de la piedra
más interna de la vida.

Pues nada: de lo que habla
es él;
y a pesar de sí mismo,
dice yo, como si también él
empezara a vivir en todos
los otros

que no son. Pues la ciudad es
monstruosa, y no hay en la boca
fugas
que no devoren la palabra
de uno mismo.

Por tanto, están esos muchos,
y están
todas esas vidas talladas
en las piedras de un muro,

y aquel que fuera a respirar
aprenderá
que no hay más destino
que éste.

Por tanto, empieza de nuevo,

como si, por última
vez, respirara.

Pues no hay más tiempo. Y lo que empieza

es el final del tiempo.

Versión de Jordi Doce
De "Despariciones" Pre-textos 1996








Efigies

Sendas de eucaliptos: un resto del pálido cielo
temblando en mi garganta. A través del zumbido
lastre del verano

la cizaña que acalla
incluso tu paso.

*

Los innúmeros fantasmas de luz.
Y lo que fue pérdida: memoria

de lo que nunca ha sido. Las colinas. Las imposibles
colinas

perdidas en el brillo de la memoria.

Como si todo aún
esperara a nacer. Inmortal en el ojo,
allí donde el ojo
se abre

al ruido del calor: una avispa, un cardo oscilando en las púas

de alambre.

*

Nevada. Y en la veta
más profunda de la blancura: memoria
que añade tus pasos
a lo ya perdido.

Sin fin
yo hubiera caminado contigo.

*

Alba. La inmensa luz
aluvial. El carillón de nubes
al amanecer. Y los botes
amarrados en la niebla del muelle

son invisibles. Y si están ahí

son invisibles.

De "Despariciones" Pre-textos 1996
Versión de Jordi Doce







Fragilidad del alba...

Fragilidad del alba: en el límite
de tu lámpara oscurecida: aire
sin palabras: flor de ceniza, corola
plegada. Desde el más pequeño
de tus soles, retienes
la escaldadura: vaina
de luz aplacada. Tu palma
en barbecho: su semilla
entrando en la mudez. Más allá de esta hora, el ojo
te enseñará. El ojo aprenderá
a desear.

Versión de Jordi Doce
De "Despariciones" Pre-textos 1996










Fragmento desde el frío

Porque nos volvemos ciegos
en el día que nace con nosotros,
y porque hemos visto a nuestro aliento
nublar
el espejo del aire,
el ojo del aire no se abrirá
sino en la palabra
hecha renuncia: el invierno
habrá sido un lugar
de madurez.

Nosotros, convertidos en los muertos
de otra vida que la nuestra.

Versión de Jordi Doce
De "Despariciones" Pre-textos 1996








Inmune al gris suplicante...

Inmune
al gris suplicante
de la niebla, fue el odio
-el odio, pronunciado mañana
y tarde en el alero-
quien te mantuvo cerca. Sabíamos
que sólo la ebriedad
había hecho al sol
arrastrarse por las persianas.
Sabíamos que un vacío
aún más profundo
era construido por gaviotas
que barrían sus propios gritos. Sabíamos que
sabían
que el aterrizaje era espejismo.
Y que esperaba
desde la hora primera en que
yo había venido a ti. Mi piel,
estremeciéndose bajo la luz.
La luz, hecha añicos a mi tacto.

Versión de Jordi Doce
De "Despariciones" Pre-textos 1996








Lapsario

Esta tierra abierta en pedazos.
El relinchar de ramas
en la arboleda.
La noche mural, fundiéndose
con el mediodía.

Te hablo
de la palabra que se enfanga en el olor
de lo inmediato.
Te hablo del fruto
que extraje a empellones
con la pala.
Te hablo del habla.

Los colores
del humus: hundidos en la grieta,
casi humanos. La bendición
prismática del día: divisible
por el aliento. Senderos de estornino,
surcos de serpiente,
semillas. Las rápidas espadas
de fuego. Lo que arde
es desterrado.
Se va contigo.
Es tuyo.

Un hombre
sale de la voz
que se convirtió en mí.
Se ha desvanecido.
Se ha comido
la palabra madura
que te mató y
te mató.

Se ha encontrado a sí mismo,
erguido en el lugar
donde el ojo se mantiene
con más terrible firmeza.

Versión de Jordi Doce
De "Despariciones" Pre-textos 1996








Noches blancas

No hay nadie aquí,
y el cuerpo dice: todo lo dicho
no debe ser dicho. Pero nadie
es un cuerpo igualmente, y lo que el cuerpo dice
nadie lo oye
excepto tú.

Nevada y noche. La repetición
de un asesinato
entre los árboles. La pluma
se mueve sobre la tierra: qué ocurrirá
lo ignora, y la mano que la sostiene
ha desaparecido.

No obstante, escribe.
Escribe: en el principio,
entre los árboles, un cuerpo vino caminando
desde la noche. Escribe:
la blancura del cuerpo
es del color de la tierra. Es tierra,
y la tierra escribe: todo
es del color del silencio.

Yo no estoy aquí. Nunca he dicho
lo que tú dices
que he dicho. Y, cada noche,
desde el silencio de los árboles, sabes
que mi voz
viene caminando hacia ti.

Versión de Jordi Doce
De "Despariciones" Pre-textos 1996








Pulso

Esto que retrocede
se acercará a nosotros
al otro lado del día.

Otoño: una sola hoja
comida por la luz: y la verde
y fija mirada del verde
sobre nosotros.
Allí, tierra sin fin,
allí
también nosotros
seremos esa luz,
incluso mientras la luz
muere
en la silueta de una hoja.

Mirada sorprendida
en el hambre del día.
Donde nunca hemos estado
estaremos. Un árbol
echará raíces en nosotros
y se alzará en la luz
de nuestras bocas.

El día se erguirá ante nosotros.
El día nos seguirá
hasta el día.

Versión de Jordi Doce
De "Despariciones" Pre-textos 1996








Tú, indomable...

Tú, indomable
en este flujo terrestre:
tú, donde las últimas semillas
auguran cercanía:
tú harás sonar
el delirio coral
de la memoria, e irás
por el camino de los ojos. No te queda
otra, ni más larga, salida: desde el instante
en que te cortes
las venas, las raíces comenzarán
a recitar la masacre
de las piedras. Vivirás. Construirás tu casa
aquí: olvidarás
tu nombre. La tierra
es el único exilio.

Versión de Jordi Doce
De "Despariciones" Pre-textos 1996



.

No hay comentarios:

Publicar un comentario