viernes, 16 de marzo de 2012

6191.- MU-SAN BAEK




Mu-san Baek (Ulsan, Corea del Sur, 1954)
Un poeta con los guantes de trabajador puestos. Que alguien elija cambiar su nombre y firmar lo que escribe como “Proletario” es una manifiesta declaración de intencionalidad estilística, no un mero recurso para conseguir o (si se tienen en cuenta las reglas del mercado digitadas por los dueños del mercado) desechar lectores. Ese es el caso del poeta norcoreano Mu-San Baek. Luego de dos libros donde las consignas ocupaban un lugar trascendental (Poetas del mundo entero, de 1988, y Dejando atrás el amanecer de la bahía de Mipo, de 1990), en este El tiempo humano vuelca su pensamiento crítico luego de seis años de silencio y reflexión profunda sobre el hombre y su rol en un mundo que pone a su país como centro de todo el mal.








Las flores de ume


¿Dónde ir a ver flores en pleno frío de diciembre lunar?
Como no llegaba un solo rayo de sol a mi pecho
encogido de invierno,
torcí el rumbo y fui al valle de los árboles de ume *
a la sombra del monte Gaji.


Habían arrasado la senda del pinar
y estaban abriendo un camino más ancho.
Derribadas las casas a la vera de la senda,
yacían en la calle los vestustos ume de los patios.
El filo de la pala de la excavadora estaba
por engancharse en los troncos.
Estaban por unir el nuevo camino pisando los árboles caídos.


Pero los árboles ume, como si lo supieran,
a pesar de lo temprano de la estación.
habían abierto todos sus brotes, sus pimpollos,
sus rojas flores.
Al soplo del viento helado dejaban caer los rojos pétalos,
dejaban caer las gotas de sangre sobre el seco matorral,
sobre el río helado.
Todos los años traían la primavera a la aldea
antes que nadie
y ahora adelantaban el último instante
de los días que les quedaban de vida
para traer la primavera desangrándose ellos mismos.


Oh, personas que ahora no estáis en este mundo.
Oh, personas que no vivisteis ni una sola gota de sangre en vano.



El tiempo humano, traducción de Sun-me Yoon, 
editorial Bajo la Luna, Buenos Aires, 2011

* El ume, cuyo nombre científico es Prunus nume, es llamado también albaricoque japonés o ciruela china. Sus flores florecen antes que las hojas en invierno, esto es a fines de enero o en febrero. [Nota de la traductora]

http://campodemaniobras.blogspot.com/ 





Mu-san Baek, 'El tiempo humano'

—¿Cuáles son las obras que lo influenciaron en su formación literaria?
—No recibí una formación literaria regular ni tampoco tuve ninguna guía. Los libros que leí los elegí y evalué según mi propio criterio. Mi interés por la literatura nació no por motivos vocacionales o como objeto de estudio, sino a partir de preocupaciones existenciales y de reflexiones sociales, por lo que he tenido preferencias de lectura bastante tendenciosas. Creo que los autores que dejaron una mayor impronta en mí fueron Hermann Hesse en mi adolescencia, Máximo Gorki en mi juventud y posteriormente D.H. Lawrence, aunque no es despreciable el influjo que ejercieron varios escritores menores y de escaso renombre. Todas estas parcelas literarias conforman un mosaico que ocupa buena parte de mi universo mental.
—¿Cómo caracterizaría la literatura coreana actual en el marco de una literatura cada vez más global?
—No se puede decir que la literatura coreana moderna tenga raíces muy profundas en la tradición o la historia, puesto que sólo tiene algo más de un siglo de vida. De éstos, durante 36 años estuvo bajo la dominación colonialista japonesa, durante los cuales no fue posible utilizar libremente la escritura coreana. Posteriormente, Corea sufrió la división norte-sur, así como varios gobiernos dictatoriales con el aval imperialista de EE.UU., por lo que los coreanos padecieron de censura ideológica, privación de libertad de prensa y limitaciones en la libertad de expresión, que impidieron el libre desarrollo de sus actos y pensamientos. Sin embargo, debido precisamente a que el país sufrió en carne propia y de manera intensa los enfrentamientos ideológicos y las tensiones y contradicciones mundiales, la literatura coreana pudo crecer en buena medida con un espíritu combativo y de resistencia. Su identidad literaria pudo ser comprobada a través de esta experiencia reciente, así como de los de reiterados ataques e invasiones exteriores que sufrió Corea a lo largo de sus 5.000 años de historia. Sin embargo, si bien no se puede decir que la literatura coreana alcanzó una primera línea de visibilidad a nivel mundial a raíz de estas experiencias históricas, estoy convencido de que tiene buenos elementos para contribuir a una nueva literatura universal que se resiste a la globalización neoliberal.
—¿Cómo presentaría su poemario “El tiempo humano” a los lectores latinoamericanos?
—La sociedad coreana estuvo durante mucho tiempo bajo regímenes políticos autoritarios. Pero también es cierto que las fuerzas que se resistieron a estos regímenes y se prepararon para el futuro se fueron anquilosando y tornándose ideológicamente parciales. Esto es porque la voluntad de resistencia que perdió su oportunidad positiva puede conducir la vida hacia una dirección negativa. De este modo, también se fue deteriorando la meta primera de esas fuerzas que es la “liberación del hombre”. Este fenómeno social coincidió con un cambio histórico a nivel mundial, como fue el desmembramiento de la Unión Soviética. Fue el momento de mirar de frente el proceso de los cambios sociales y de reflexionar sobre nosotros mismos. Era necesario volver a reflexionar sobre el tema del “hombre”. En El tiempo humano están contenidas esas decepciones y preocupaciones de la época.








Cuando uno sube a un lugar amplio del corazón,
la vida, la historia y la capacidad humana no pueden ser más insignificantes.

Sin embargo, a menos que sea alguien que extienda la vista por primera vez,
sabrá que un trozo de eternidad también es eternidad.

Sólo que yo, que vivo en un mundo pequeño como una mota de polvo,
vivo continuamente descubierto por mi otro yo que vive en la montaña.

Mu-San Baek




Asesinando el alma

No sabía que lo pesado no es una roca/sino el alma/ No sabía que lo inamovible no es una cuña de hierro/ sino el alma.//El hierro cambia y la roca se altera,/pero el alma que no tiene forma es más inmutable/que una cuña de hierro./Creía que el alma era un espejo que reflejaba al mundo,/pero es menos que un espejo de bronce oxidado.//El alma le da órdenes al mundo/y se expresa por la boca,/pero no puede moverse encerrada en ese cepo./Oh alma, el pantano te llega al cuello./Oh alma, te da miedo hablar./Tú que eres más liviana que el aire/y que no hay lugar del universo a donde no puedas llegar,/eres más pesada que una enorme montaña.//¿Qué es entonces el pecado?/Alma/que matas de un plumazo/todo lo que ves, todo lo que vive,/y dejas apilados todos los cadáveres, yo te asesino.

Mu-San Baek (Ulsan, Corea 1954)
trad.  Sun-me Yoon






HAY DÍAS ASÍ

Hay días en que se me aturde el pensamiento,
en que a pesar de tener acostado el cuerpo trajinado,
quizá debido a la luz de la luna que entra por la ventana,
me remuevo sin poder conciliar el sueño,
tanteo los días vividos como si tanteara la manta
y me siento aturdido e incorpóreo como la luz de la luna.
¿He vivido?
¿Es que en verdad he vivido?

¿Es que mediré los días vividos acostado,
una noche que ya no volveré a ver el sol de la mañana?
¿Haré un balance?
¿He vivido?
¿Es que en verdad he vivido?

¿Es que la vida es una fiesta insustancial de palabras?
Mi trabajo no es siquiera una teja para protegerme de la lluvia
y no quedan rastros de la casa que construí con palabras.
La vida es huir tanto de la soledad
que uno se pisa la propia sombra vacía.

¿He vivido?
¿Es que en verdad he vivido?


                   De Mu-san Baek El Tiempo Humano (2011. Buenos Aires: Bajo La Luna. Traducción y prólogo: Sum-me Yoon.)





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